Читать книгу: «La oposición al franquismo en el Puerto de Sagunto (1958-1977)», страница 2

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FUENTES Y ARCHIVOS

Para el trabajo durante el periodo entre octubre de 2008 y mayo de 2011, se llevaron a cabo cuarenta y cinco entrevistas a testigos de la época, en las que se puso especial cuidado en dejar al interlocutor o la interlocutora el mayor espacio posible para que tratara los temas propuestos. Además, muchas de las personas entrevistadas han facilitado documentos, publicaciones, fotografías o esbozos autobiográficos de su propiedad que han supuesto valiosas fuentes primarias que, en su mayoría, se han encontrado reflejadas en el presente trabajo.

La toma de contacto con la mayoría de los testimonios de ambos bandos políticos tuvo lugar en un principio partiendo de la central sindical de Comisiones Obreras de Sagunto, especialmente por medio de su antiguo secretario general, y más tarde a través de las propias personas entrevistadas. Al respecto fue de especial importancia preguntar de manera selectiva, para que la elección de las personas no pudiera verse influenciada por las propias preferencias de las personas de contacto. En el caso de una investigación sobre el antifranquismo en Puerto de Sagunto lo normal es encontrarse en un primer momento con un determinado número de participantes en los conflictos obreros, todos ellos antiguos miembros de la planta siderúrgica y pronto activistas del Partido Comunista, integrantes del círculo del líder obrero local más importante, Miguel Lluch. A causa de la extraordinaria homogeneidad de este grupo y de su alto grado de organización durante la época de Franco se pone de manifiesto una conformación colectiva de la memoria y una mitificación, hasta el punto de que determinados acontecimientos clave, como por ejemplo las huelgas de 1965, son descritos por numerosos testimonios con una selección de palabras prácticamente idéntica, que no obstante repite insistentemente también errores e imprecisiones. Así, los líderes obreros entrevistados tienden a aumentar el número de trabajadores en plantilla de la fábrica (con frecuencia se menciona la cifra de 7.000, aunque en los años sesenta la cifra máxima apenas si superaba los 5.000). De igual forma, como año de la oleada de huelgas se nombra a menudo 1966, el año de la fundación de CCOO en Valencia, si bien en realidad habían tenido lugar un año antes.

Junto a los ya mencionados relatos de los testimonios de la época, el presente trabajo se apoya también en una amplia documentación del más diverso origen, la cual en su mayor parte no ha sido hasta el momento ni publicada ni analizada.

Para el presente trabajo hemos podido contar con numerosas fotografías y tomas cinematográficas de 16mm de los años 1958-1974, procedentes del archivo digital de la Fundación de la Comunidad Valenciana de Patrimonio Industrial de Sagunto, unas fuentes que han permitido lanzar una interesante mirada en la vida de la fábrica y en la cultura cotidiana y festiva de Puerto de Sagunto, de sus habitantes, de sus personalidades y de su construcción, así como de su crecimiento urbano.

Los archivos más importantes a la hora de investigar la resistencia (obrera) en Puerto de Sagunto han sido el Archivo Histórico del Comité Central del Partido Comunista de España (AHPCE), la red de archivos históricos de Comisiones Obreras, para el área de Valencia el Arxiu Historic Sindical «José Luis Borbolla» (AHJLB) y el archivo del sindicato socialista UGT, Archivo de la Fundación Largo Caballero. En ellos se pueden encontrar documentos producidos por las propias organizaciones clandestinas.

Un segundo grupo importante de fuentes está constituido por la documentación «oficial», generada no por la propia oposición, sino por las autoridades locales y nacionales y por la administración, y que refleja la reacción de la contraparte ante los movimientos opositores y de protesta. Se incluyen aquí en primer lugar también las fuentes de los antiguos archivos de empresa de la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo, Altos Hornos de Vizcaya de Sagunto y Altos Hornos del Mediterráneo, cuyos fondos pasaron en 1992 a ser propiedad de la Fundación de la Comunidad Valenciana de Patrimonio Industrial de Sagunto. Ya, tras el cierre definitivo de la fábrica en 1984 iniciativas individuales comenzaron a reunir documentación, planos, fotografías y objetos que, con la ayuda de la Fundación, fueron depositados en el antiguo edificio de dirección, la gerencia. Hasta el momento la catalogación de todos los documentos de empresa de los años 1917-1984 se limita a 352 archivadores y ha sido realizado de manera relativamente aproximativa, lo cual dificulta la localización de los documentos concretos. Para el presente trabajo han sido de importancia los archivadores «Actas del comité de empresa» (301-319) y «Publicaciones, revistas y catálogos propios de la empresa» (261- 270b). A partir de la época en que la fábrica en Sagunto pasó a ser una filial de la vasca AHV, la gerencia o administración tenía que rendir cuentas de todas sus actividades a la empresa-matriz en Bilbao: a consecuencia de ello todos los documentos eran confeccionados con mucha cautela y se realizaban numerosas copias. A la luz de las precisas anotaciones de cada sesión del consejo de empresa desde 1958 y de otros comités sindicales de representantes obreros, así como de la redacción de extensas memorias anuales se puede trazar no sólo la evolución de las protestas obreras sino también el establecimiento de una estrategia colectiva de negociación surgida dentro del marco fijado por el sindicato estatal único. Las actas suministran información sobre la plantilla de la fábrica, la organización y resultado de las elecciones a Jurado de Empresa, las sucesivas exigencias de medidas de protección laboral, el desarrollo de negociaciones sobre convenios colectivos así como sobre conflictos individuales o colectivos, además de la minuciosa descripción de huelgas. Igualmente facilitan al historiador una mirada en el ambiente negociador durante las sesiones, en la actitud de la dirección (representada mediante el presidente del comité de empresa, nombrado por la misma) ante las exigencias de los jurados «comunistas», y muestran cómo los representantes obreros fueron ganando seguridad en sí mismos y fueron capaces de ampliar su posición de fuerza en los órganos de participación de la empresa y en el aparato sindical franquista local. La reacción de la dirección suponía una equilibrada mezcla de concesiones y demostraciones de fuerza, una continua mejora de las condiciones de trabajo y de los sueldos, unida a la amenaza de sanciones y despidos, ejecutados sin embargo sólo en casos excepcionales. Sorprende el alto grado de predisposición comunicativa entre los representantes obreros y la dirección, de orientación falangista, en el Jurado de Empresa. Además de una valoración comprensiva de los conflictos laborales más importantes (que puede tender a diferir de la versión de las actas), las memorias anuales del comité de empresa y de la sección de personal ofrecen un fundamento ideal para poder confeccionar una cronología de las relaciones laborales.

Un segundo punto fuerte lo han constituido las investigaciones en las publicaciones periódicas propias de la empresa: las revistas Portu (19601967) y Acero Valencia (1968-1973), editadas bimensualmente y dirigidas exclusivamente a la plantilla, trataban temas de actualidad que afectaban a la fábrica y al proceso productivo, facilitaban una mirada en las diferentes instituciones de la empresa, informaban sobre fiestas y acontecimientos especiales en Puerto de Sagunto, tales como bodas, nacimientos y fallecimientos en las familias de los trabajadores, y contenían además columnas de entretenimiento para ambos sexos, respectivamente con recetas de cocina y consejos domésticos, o ideas para el mantenimiento del automóvil.

En el Archivo Municipal de Sagunto se encuentran las informaciones sobre el desarrollo demográfico de la ciudad y del Puerto, así como las actas de las reuniones del consejo municipal, de la tenencia de alcaldía y documentación sobre la economía local.

Una visita al Archivo General de la Administración (AGA) en Alcalá de Henares (Madrid) ha sido imprescindible. Aquí se encuentran informaciones sobre conflictos laborales, aparato sindical y movimiento opositor en los informes anuales del gobierno civil local de Valencia (Fondo: Gobernación Civil de Valencia), en los dosieres de prensa de la oficina del secretario de Estado (Fondo: Ministerio de la Presidencia del Gobierno) y de la correspondencia entre la Delegación Nacional de Provincias con el Secretariado General del Partido falangista (Secretaría General del Movimiento) dirigido por José Solís. De gran interés son, sin embargo, los documentos del fondo del sindicato único franquista (Fondo: Sindicatos) que informan no sólo estadísticamente sobre los «conflictos laborales» de las diferentes provincias y regiones de España, sino también sobre los conflictos tarifarios y las elecciones sindicales.

Como ha sido mencionado anteriormente el presente trabajo se ha beneficiado de forma especial de la colaboración de los testimonios entrevistados y de la red de contactos tejida a lo largo de las investigaciones. Se ha podido así acceder a documentación de notable interés que ha enriquecido la imagen de conjunto de los movimientos locales de oposición. Al respecto, cabe citar aquí por ejemplo el archivo de la Asociación de Vecinos «La Esperanza», en realidad, formalmente no mucho más de una pequeña y arbitraria colección de hojas sueltas, folletos y discontinuas anotaciones de sus sesiones entre los años 1973 y aproximadamente 1985, que uno de los miembros fundacionales de la asociación reunió por indicación mía en un armario de la sede. Si bien las asociaciones de vecinos desempeñaron un importante papel en el proceso democratizador y alcanzaron un alto grado de organización, en muchos casos falta un archivo sistemático de su documentación y numerosos documentos no han sido siquiera conservados. Los archivos de los abogados laboralistas, que a menudo actuaron como asesores legales de las asociaciones vecinales y colaboraron, entre otras, en la elaboración de estatutos y peticiones, pueden, nuevamente, constituir importantes puntos de apoyo. También de las actividades de los mencionados grupos teatrales y culturales se ha conservado escasa documentación, por lo cual disponemos sólo de unos pocos documentos en manos de antiguos miembros; en el caso del club Nautilus se han conservado algunos números de la revista Piu, Piu, que imprimían ellos mismos.

Una fuente de tipología muy especial es, sin lugar a dudas, una cinta magnetofónica original de principios de los años setenta, en la que algunos jóvenes, en colaboración con un sacerdote, grabaron el interrogatorio de un comisario de la policía secreta franquista a un cura progre. Este documento sonoro, que pone gráficamente de manifiesto el ambiguo comportamiento policial para con el clero español y permite una valiosa mirada en la cultura de protesta juvenil surgida en las «comunidades jóvenes», lo había conservado, sin conocer su contenido, durante cuarenta años la hermana de uno de los testigos entrevistados. En el transcurso de este trabajo ha sido posible digitalizar la grabación y transcribir su contenido.

Por último, se ha realizado una amplia consulta en la prensa diaria, un análisis que ha servido no sólo como complemento y contraste de los acontecimientos y para la elaboración de una cronología, sino sobre todo para el análisis de la versión «oficial» reflejada por estos medios de comunicación.

La exitosa realización de este trabajo no hubiera sido posible sin la colaboración, el respaldo y el apoyo de muchas personas e instituciones, que, por lo tanto, merecen mi gratitud. En primer lugar quiero dar las gracias a mis directores de tesis, Prof. Dr. Michael Riekenberg y Prof. Dr. Ismael Saz por su paciencia, su gran voluntad y sus sugerencias e ideas, que tan valioso ha sido durante todo el proceso de investigación y redacción. En especial quiero agradecer a Ismael Saz, su incondicional y desinteresada disposición a ayudarme e incluirme en el grupo de investigadores del Departamento de Historia Contemporánea de la Universitat de Valencia. Los seminarios, la participación en los congresos y las conversaciones con él han sido un enriquecimiento para mi desarrollo profesional y personal. La comunicación con el Prof. Riekenberg ha sido siempre, pese a la lejanía, excelente y gracias a sus gestiones he podido superar muchos obstáculos administrativos. También quiero transmitir mis gracias al Prof. Dr. Günther Heydemann, que ya desde muchos años promociona mi trabajo y que tenía la generosidad al brindarme la oportunidad de retomar mi proyecto de la tesis.

Quiero hacer mención especial de Antonio Morant i Ariño, compañero de trabajo, excelente historiador y amigo, que con infinita paciencia y tesón se ha leído todos mis borradores y cuya ayuda con la lengua castellana ha sido imprescindible. Sin su respaldo profesional y afectivo, sin su amistad, la realización de esta tesis no hubiera sido posible.

Durante el desarrollo de este trabajo, mediante las entrevistas realizadas, tuve la suerte de conocer a muchas personas que colaboraron con gran voluntad y entusiasmo de forma desinteresada en este trabajo. Muchas de ellas se convirtieron en amigas, algunas en familia. Me gustaría agradecer la amabilidad y colaboración de todos los entrevistados, en especial de «Don Pepe» Fornés, quien por desgracia no llegó a vivir la publicación de este trabajo. De Ángel Olmos y Consuelo Blasco, Mario Pereiró (y las chicas de la UPA), Manola Ortega y de muchos más que siempre me han tratado con mucho cariño y me han hecho sentir como en casa.

También quisiera darle las gracias a Alberto Gómez Roda, director del Archivo «José Luis Borbolla» de CC.OO.PV., igual que a todo el personal de los archivos y entidades cuyos fondos he consultado, por su ayuda y por las facilidades prestadas.

Debo las gracias también a Thomas Widera, Carlos Fuertes, Julián Sanz, Enrique Ruiz, Rosa Graells, Neus de Llago y a todos mis amigos, que me han dado apoyo moral y afectivo.

Mis padres Ramona y Andreas y mis abuelas Helga y Gerda se merecen una mención especial, dado que desde el principio de este proyecto me han transmitido fuerzas y apoyo incondicional para continuar y acabar esta tesis doctoral. Este trabajo es suyo.

Notes

1 Pere Ysas, Disidencia y subversión. La lucha del régimen franquista por su supervivencia, 1960-1975, Barcelona, Critica, 2004, p. X.

2 Ismael Saz Campos, Fascismo y Franquismo, Valencia, Universitat de Valencia, 2004, p. 178.

I. EL NACIMIENTO DE UNA «COMPANY TOWN». PRECONDICIONES PARA EL SURGIMIENTO DE UN MOVIMIENTO OBRERO

Sagunto es célebre por su antiguo castillo y por su pintoresca situación. Existe otro Sagunto. Que no cuenta más que con quince años de vida. Es una ciudad obrera que brotó alrededor de las fábricas de acero. En este Sagunto no hay naranjas ni pesetas […]. Aquí, en este Sagunto se desarrolla calladamente el drama de los obreros españoles.1

¿UN CASO ESPECIAL? RETRATO DE UNA SOCIEDAD OBRERA

Los comienzos: La Compañía Minera de Sierra Menera en Ojos Negros y el embarcadero en el Puerto de Sagunto

A comienzos del siglo xx, Sagunto y su entorno presentaban un perfil marcadamente agrario, en el que nada señalaba que a los pies de su castillo, conocido por el asedio de Aníbal, aparecería una de las fábricas siderúrgicas más grandes de España. La población agraria de Sagunto se dedicaba, hasta la crisis provocada por el parásito de la filoxera, al cultivo de la viña y, de forma creciente, al de la naranja; apenas había ganadería. Hasta la actualidad la agricultura en la zona alrededor de Sagunto, la llamada «horta», está centrada en el monocultivo de los cítricos. Los sectores más importantes de la industria valenciana alrededor del año 1900 se concentraron en las fábricas dedicadas a la transformación de productos agrarios, el textil, el calzado y la cerámica castellonense, más adelante la construcción, industrias mecánicas y la fabricación de muebles. El tejido empresarial que estimuló a estos sectores en su mayoría eran talleres de tamaño pequeño y mediano. No había en toda la zona ningún tipo de industria secundaria que necesitara para su proceso de producción hierro o acero. Sagunto estaba muy alejado de yacimientos de mineral de hierro o de carbón y carecía tanto de mano de obra cualificada como de vías de comunicación reseñables, ya fueran ferrocarriles o tráfico marítimo. El antiguo puerto romano, el Grau Vell, era utilizado de forma exclusiva para la pesca y no disponía de instalaciones modernas.

Sagunto, por lo tanto, carecía de toda precondición favorable para la construcción de una siderurgia, que habría de surgir por la iniciativa externa del empresario vasco Ramón de la Sota y de su primo Eduardo Aznar. De la Sota, descendiente de un terrateniente y empresario vasco, había nacido en 1857 en Castro Urdiales (Santander). Sota y Aznar se especializaron en la explotación y el transporte de minerales y en el viaje de vuelta importaban carbón inglés, fundamental para la producción vasca de acero. Con la buena marcha de su comercio ultramarino de hierro y carbón las empresas de Sota y Aznar acumularon un gran capital, el cual les permitió ampliar sus actividades empresariales a otras muchas áreas, como por ejemplo la inversión en astilleros, bancos o aseguradoras.

Sota y Aznar, fieles al espíritu empresarial de la época, se decidieron a invertir en las minas aragonesas de Ojos Negros, situadas entre Teruel y Guadalajara y que en tiempos de los romanos habían servido para la extracción de mineral de hierro. La calidad del mineral extraído era, a decir de un estudio acabado en 1899, «muy satisfactoria» y suficiente para la fundición a partir del sistema Bessemer; la explotación del mineral que se encontraba directamente al aire libre era sencilla y asequible. La fundación de la Compañía Minera de Sierra Menera (CMSM), Sociedad Anónima, se llevó a cabo en 1900.

El principal obstáculo en el camino de la nueva empresa era la ausencia de una infraestructura moderna y la lejanía del mar, que distaba unos doscientos kilómetros, lo cual dificultaba en gran medida su salida al mercado internacional. Antes de poder llevar el mineral de hierro al mercado, era necesario solucionar una serie de dificultades: superar la distancia de la costa por tierra, preferiblemente mediante la construcción de un ferrocarril; localizar un lugar adecuado para el embarque; construir unas instalaciones portuarias modernas y comercializar el mineral de hierro. Las negociaciones sobre la utilización de la línea férrea Zaragoza-Valencia, propiedad de la Compañía del Ferrocarril Central de Aragón para poder transportar los minerales fracasaron a causa de las elevadas tarifas exigidas por la compañía ferroviaria, que habrían anulado la rentabilidad de la operación.

La única solución era la construcción de una línea completamente nueva hasta el puerto de embarque, cuya localización se disputaron las poblaciones costeras de Borriana, Castellón y el Grau de Valencia. La preferencia por Sagunto sobre las posibles alternativas, que ya disponían de instalaciones portuarias, resultaba obvia: la carga y descarga de mineral de hierro hacían necesaria la construcción de modernos muelles y grúas, de los cuales carecían las otras competidoras y, además, la utilización en exclusiva del puerto suponía una ventaja indiscutible para la Compañía Sierra Menera, puesto que no habría que tener en cuenta de las actividades de barcos ajenos ni tampoco abonar las eventuales tasas por utilizar instalaciones ajenas. Habría que esperar todavía a julio de 1907 para que el primer tren de mercancías con el codiciado mineral de hierro de Ojos Negros recorriera su camino hasta Sagunto, retraso debido en parte a las disputas con la compañía ferroviaria de Aragón.

Ya en estos primeros años se formaron asentamientos de trabajadores alrededor de las instalaciones industriales de los nuevos puertos de embarque. Con el creciente tamaño de dichas instalaciones, con las naves de almacenamiento y los equipos de depuración para el mineral de hierro, de forma acelerada durante la época de los «años dorados» entre 1913 y 1914, aumentó también la mano de obra inmigrante, establecida en un primer momento de forma totalmente desordenada, alrededor de las instalaciones de la empresa.

En los censos de población de los años 1900, 1910 y 1916 se puede comprobar claramente la rápida colonización de los primeros núcleos. En el año 1900, Puerto de Sagunto no aparece todavía de forma diferenciada en las estadísticas. Para 1910, tres años después del viaje del primer tren, se constata la presencia de 564 trabajadores, mientras que en el censo de 1916 son ya 1.405 los censados. Las cifras de población seguirían creciendo hasta 1930, en pleno apogeo de la planta siderúrgica, cuando se alcanzaron los 9.184 habitantes.2 Con el acelerado crecimiento demográfico, facilitado por la migración masiva de mano de obra no cualificada y de sus familias, surgieron serios problemas urbanísticos, sanitarios y de infraestructuras, de los cuales ni el Ayuntamiento de Sagunto ni la dirección de la empresa vasca se sentían responsables.

Los primeros recién llegados se construyeron habitáculos provisionales en las cercanías de la fábrica, mientras que los ingenieros y gerentes, emigrados desde el País Vasco, se establecieron en edificios de Sagunto y de los pueblos circundantes. La empresa se ocupó en primer lugar de la construcción de villas para los miembros de la dirección, mientras que el crecimiento incontrolado de los cercanos núcleos de trabajadores condujo al agravamiento de la situación de la vivienda y a la expansión de enfermedades:

[M]i padre trabajaba en el Economato de la Minera de Ojos Negros y, como él tenía que ir mucho a Valencia y al Puerto, me contaba cómo vivían ellos aquí. Venían en masa y dormían en el suelo, con un saco, en un almacén porque no habían casas. Y los domingos, con la ayuda de los compañeros, se construían su casa. Por eso aquí hay estas calles que hacen tantos giros. No había una planificación.3

La absoluta carencia de toda planificación urbanística, de calles asfaltadas, de alumbrado público y de un sistema de agua potable y de alcantarillados fue motivo de numerosas quejas ante la administración municipal de Sagunto, la cual no fue capaz, o mejor no se sentía responsable, de dotar a su nuevo barrio con una mínima infraestructura. Las inciertas circunstancias vitales, las duras condiciones de trabajo y los bajos sueldos darían pronto lugar a los primeros conflictos.

Primeros conflictos sociales, despedidos, huelgas

En Puerto de Sagunto las tradiciones de militancia obrera se pueden remontar hasta la primera década del siglo xx, cuando comenzó a configurarse, de forma imprevista, un nuevo núcleo urbano alrededor de las instalaciones industriales de la Compañía Minera de Sierra Menera (CMSM). Ya durante los largos años de la construcción del ferrocarril Ojos Negros-Sagunto se produjo de forma reiterada una serie de conflictos laborales que, sin embargo, no habían tenido ninguna repercusión directa en la CMSM, al afectar principalmente a las compañías contratadas para la construcción. Con el inicio de la extracción de mineral y la puesta en funcionamiento del ferrocarril de mercancías, especialmente en momentos de gran actividad y elevada demanda por parte de los clientes, tuvieron lugar las primeras huelgas, provocadas en gran medida por las malas condiciones de trabajo, el exceso de horas de trabajo y unos sueldos mínimos. En marzo de 1907, los periódicos valencianos El Correo y El Pueblo informaban sobre la huelga de varios días llevada a cabo por unos 400 trabajadores de la CMSM, originada por la inflexibilidad de la compañía ante las demandas de aumento de sueldo y que acabó siendo «resuelta satisfactoriamente» mediante negociaciones directas con la dirección: «Desde hace mucho tiempo que los abusos de la empresa del ferrocarril de Ojos Negros venía cometiendo con los obreros ocupados […] en el puerto que esta dicha empresa tiene, se traslucía un malestar que se tradujo en huelga».4

Se trataba ya de la segunda huelga en 1907.5 Los trabajadores habían elegido un momento absolutamente propicio para sus reivindicaciones, justo cuando se comenzaba a embarcar el mineral y la mano de obra era especialmente imprescindible. De la correspondencia del director de la siderúrgica saguntina, Aburto con Ramón de la Sota se extrae que casi todos los trabajadores residentes en Puerto de Sagunto participaron en la huelga y se unieron a la reivindicación de un aumento del sueldo y reducción del tiempo de trabajo a doce horas diarias.6

La dirección de la empresa, acuciada por la necesidad de continuar con el trabajo, no tuvo alternativa y aceptó hacer concesiones parciales a los huelguistasun aumento de 25 céntimosno obstante sin dejar de amenazar con despidos masivos en el caso de que retomaran la actividad huelguística. En sus cartas a Sota, Aburto deja entrever de manera muy nítida qué medidas habría que adoptar si no se recuperaba de forma pacífica la disciplina necesaria. Así, en caso de ulteriores huelgas se tendría que actuar sin reparo ni miramiento alguno: la mejor forma de evitar futuras huelgas era contratar únicamente a personal leal a la empresa y ofrecerles alojamiento adecuado en Puerto de Sagunto.7

La correspondencia entre Ramón de la Sota y la dirección en Puerto de Sagunto refleja muy claramente la posición del propietario vasco ante sus trabajadores. En tiempos de una gran fluctuación de puestos de trabajo, contratos formulados verbalmente y pagas semanales, el empresario disfrutaba de una posición de poder prácticamente ilimitada cuando se trataba de despedir a trabajadores incómodos, una práctica apreciada utilizada por la CMSM también en fases de debilidad coyuntural, como en la breve crisis de 1907-1909. Sin embargo, las huelgas de 1907 pueden ser definidas como un primer éxito para los trabajadores, quienes, pese a su deficiente organización sindical, habían sabido aprovecharse de la situación y convocar una huelga en un momento inoportuno para la empresa, en el que la situación de pedidos hacía imprescindible la utilización inmediata de mano de obra. El hecho de que la empresa aceptara al menos un aumentosi bien modestode sueldo refuerza esta interpretación.

Sin embargo, los años entre 1909 y 1913 fueron los más exitosos para la joven empresa, tanto en lo que respecta a la extracción como a los beneficios. La enorme demanda de mineral de hierro procedente de Ojos Negros requería la contratación de una mano de obra cada vez mayor, que ya no podía ser cubierta con trabajadores de los alrededores de Sagunto, mayoritariamente procedentes del sector agrario. La contratación de mano de obra de otras provincias (como, por ejemplo, Almería, donde Sota y Aznar poseían otras minas) pareció presentar una solución al problema.

La llegada de un número cada vez mayor de trabajadores agravó de forma visible la situación de abastecimientos y de alojamiento en Puerto de Sagunto y los pueblos circundantes. Igualmente, tuvo lugar un drástico aumento de accidentes de trabajo, cuya principal causa era la total falta de cualificación de unos trabajadores procedentes del sector agrario. En época de crecimiento también la movilización de los trabajadores entró en una nueva fase: a partir de 1910 empezaron a multiplicarse las protestas contra las miserables condiciones de trabajo, aunque la dirección mantuvo su política de mano dura con los «alborotadores». La creciente conciencia de los trabajadores ante los magnates vascos respondía a razones diversas, tanto de carácter político como interno. Un factor importante, el de la falta de mano de obra en tiempos de coyuntura favorable, ya ha sido mencionado anteriormente. De la misma manera, la época entre 1909 y 1914 fue en toda España un periodo de huelgas intensivas, si bien éstas habían sido legalizadas en 1909 por el rey Alfonso XIII y su ministro Juan de la Cierva.

Esta época coincidió con el periodo fundacional del sindicato Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), una asociación anarquista de trabajadores que alcanzó en fecha temprana una influencia significativa en la movilización de las protestas de los trabajadores en Puerto de Sagunto. La CNT se constituyó en 1910 durante un congreso de la catalana Solidaridad Obrera en Barcelona, con la intención de crear un movimiento de trabajadores con la suficiente fuerza para confrontarse con la dominante Unión General de Trabajadores (UGT), cercana al Partido Socialista. Con una cifra de afiliados notablemente menor en un primer momento, la CNT fue atrayendo de forma muy rápida nuevos apoyos, especialmente en las zonas industriales de Catalunya y Valencia. La CNT constituía una agrupación ceñida exclusivamente al trabajo sindical «revolucionario» e independiente de los partidos políticos. Con su actitud marcadamente anti-partidista y anticlerical los anarquistas aspiraban a la supresión del Estado y la colectivización de la producción, convencidos como estaban de la absoluta necesidad de una revolución radical. La formación ideológica de sus militantes tenía lugar en círculos libertarios, los llamados ateneos, en asambleas y en la difusión de lecturas propagandistas. A causa de la deficiente estructura organizativa, la vinculación al sindicato de la gran mayoría de sus seguidores era muy laxa y se limitaba a participar en protestas y huelgas durante un conflicto laboral. Por sus métodos de lucha «revolucionaria» la CNT chocaba necesariamente de forma reiterada con las autoridades del Estado y en 1911, tras la proclamación de una huelga general y los subsiguientes disturbios, que tuvieron también una gran repercusión en los trabajadores saguntinos, la CNT fue ilegalizada hasta el año 1914. De hecho, los anarquistas de la CNT actuaron la mayor parte de su existencia sobre bases secretas, que tendría una gran influencia en sus estrategias y organización.

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