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I

¿QUIÉNES ERAN
LOS ESENIOS?

En esta primera parte intentaremos acercarnos a la figura de los esenios. Desde ya conviene indicar que la prioridad del presente texto no es hacer un estudio exhaustivo sobre dicho grupo ni intentar recoger todo lo que se ha escrito sobre ellos. Quien esté interesado en profundizar en el tema encontrará con suma facilidad abundante bibliografía para ello. Incluso la breve bibliografía recogida al final del presente texto puede serle útil para tal fin.

Aquí, el tema principal es la posible relación del grupo con Jesús y las implicaciones que puede tener eso para el conocimiento del Nazareno y para nuestro seguimiento del camino cristiano.

Por dicho motivo, lo que a continuación exponemos son unas breves ideas para situar el tema, así como para intentar aproximarnos a quiénes eran los esenios desde los datos que tenemos. Vuelvo a repetir que quien busque un texto para expertos o especialistas no lo va a encontrar. Más bien lo que se pretende es acercar a las personas que no conocen mucho sobre dicho grupo a su origen y a sus puntos centrales. Si alguien es experto en el tema, puede pasar directamente a la segunda parte, aunque tal vez le venga bien refrescar algunos aspectos. Para quien no sepa mucho sobre el tema, esperamos que, tras esta primera parte, tenga una breve noción que le ayude a situar el grupo.

Para ello hemos dividido esta primera parte, que será breve, en dos capítulos. El primero se centra en Qumrán, su descubrimiento, algunos de sus documentos y la vida que llevaban quienes allí moraban. El segundo intenta buscar huellas de los esenios más allá de Qumrán, pues serán estos quienes nos interesan más para nuestro tema.

Como veremos, todo movimiento es plural, y en el caso de los esenios es probable que así fuera. Dentro de nuestra Iglesia reconocemos diferentes maneras de hacer y pensar. No es lo mismo el Opus Dei que una comunidad de base seguidora de la teología de la liberación. Sin embargo, ambos pertenecen a la Iglesia.

¿Puede ser que en el grupo de los esenios encontremos también diferentes versiones de ellos? Tal vez. A la hora de establecer características generales del grupo ha venido pesando mucho el material recogido a partir de Qumrán. Pero, como veremos, dicha comunidad «monástica» no era el único grupo de esenios que había en Palestina. Por tanto, si tal vez Qumrán nos sirve como base para entender el movimiento, y esto es importante, también tendremos que ver cómo era o vivía el resto de miembros del grupo esenio.

Conviene indicar, tal como puede ver el lector, que aceptamos de entrada que quienes estaban en Qumrán eran esenios. Es esta la opinión mayoritaria entre los actuales autores y coincide con datos que podemos encontrar en antiguos historiadores. No obstante, en los últimos años se ha cuestionado esta hipótesis. Así puede verse, por ejemplo, en la obra de André Paul. Si bien es cierto que los documentos encontrados en Qumrán nos ayudan a entender el judaísmo de la época, sí que parece que hay ciertos motivos para optar por su vinculación con los esenios.

En cuanto a lo referente a nuestro tema de estudio, esto es, si Jesús tenía relación o no con los esenios, no solo vendrá marcado por lo que oficialmente se reconoce como características de dicho grupo. Me explico. Si aceptamos un posible abanico dentro del grupo, tal vez haya elementos con los que no se pueda identificar a Jesús, pero otros con los que sí. Y, dentro de estos, tal vez unas comunidades esenias priorizaran unos elementos y otras otros diferentes, con lo cual hay una mayor posibilidad de conexión y relación.

Conforme vayamos avanzando entenderemos mejor qué es lo que quiero decir. Descubriremos ciertas desconexiones dentro de lo que se denomina el grupo de los esenios. Estas posibles disonancias creo que solo pueden ser comprendidas si aceptamos una cierta pluralidad en algunos elementos doctrinales del movimiento.

Pero no nos adelantemos. Como decíamos, en esta primera parte vamos a centrarnos en quiénes eran los esenios. Iremos recogiendo elementos que retomaremos en las conclusiones finales.

1

LAS HUELLAS DE QUMRÁN

A los esenios se les conoce sobre todo a partir de los descubrimientos de Qumrán, a partir del año 1947. Es cierto que ya antes había noticias de ellos por parte de historiadores de la época antigua, como es el caso de Flavio Josefo, Filón de Alejandría y Plinio el Viejo, por ejemplo. A estos tres historiadores acudiremos para conocer qué nos dicen sobre el grupo y sus peculiaridades.

Sin embargo, el descubrimiento de las cuevas de Qumrán fue clave para volver a situar a este grupo, para estudiarlo, analizarlo y comprenderlo mejor. A raíz de dicho descubrimiento, los esenios estuvieron más presentes en el mundo de la teología. Por eso comenzamos ubicando Qumrán para intentar entender mejor al grupo que allí vivía.

El descubrimiento de dicho lugar se produjo de la siguiente manera. En marzo de 1947, Yuma, un pastor de la tribu beduina de los Ta’amireh, que habitan en el desierto de Judá, mientras pastoreaba sus cabras acompañado de un primo suyo, se dio cuenta de que una de ellas había enfilado montaña arriba. Hasta aquí, todo normal. En ese momento decidió lanzar una piedra para hacerla bajar, como tantas otras veces. Pero en esta ocasión la piedra, en vez de rebotar, hizo un agujero en la pared. Con curiosidad fue a ver qué había pasado y así descubrió una cueva en cuyo interior había tinajas de barro con pergaminos enrollados.

Avisó de lo que había encontrado y poco después comenzaron las investigaciones. De esta manera empezaron a llegar diferentes personas a analizar lo encontrado. Se hallaron más cuevas –once en total– y conexiones de estas con un «monasterio» en ruinas que existía en Qumrán, y que está situado muy próximo a las cuevas.

1. Los documentos

Comenzaremos a ver qué son esos documentos que se encontraron. De qué tratan, a qué hacen referencia. Esto nos aportará luz sobre la vida de las personas que se encontraban alrededor de dichos documentos en el momento de su creación y en los años posteriores.

a) Hallazgo, investigación y datación

Los manuscritos de los esenios, ya citados por antiguos historiadores, como puede ser el caso de Josefo o de Plinio el Viejo, están redactados en hebreo o en arameo y unos pocos en griego. Se trata de textos judíos, tanto bíblicos como no bíblicos. Conviene recalcar desde el inicio que no hay ninguno que hable de Jesús. El tipo de texto encontrado nos ayudará a ubicar la época en que fueron no solo escritos, sino también utilizados.

Ya hemos indicado que los documentos encontrados, conocidos como los «rollos del mar Muerto», tienen su origen en una zona muy específica de Israel, en concreto en el desierto de Judea, donde se encuentra el mar Muerto, y en ese lugar especialmente interesante llamado Qumrán, ubicado en su costa noroccidental, a 35 kilómetros al este de Jerusalén y a unos 15 al sur de Jericó. La ubicación concreta también puede haber sido escogida por un motivo concreto, con un significado especial. Volveremos sobre ello.

Todo el conjunto, textos, ubicación, nos puede ayudar a situar a las personas que habitaron allí, su vida, e incluso qué pudo pasar para que los manuscritos acabaran medio escondidos o escondidos del todo en unas cuevas.

Probablemente, Qumrán no sea el nombre original, sino una denominación moderna, ya que dicho nombre únicamente aparece en textos de viajeros a partir del siglo XIX. De hecho, se cree que proviene del árabe qamar, que significa «luna».

En esta zona, una de las más secas del planeta, es donde unos beduinos –tal como hemos explicado– hallaron en jarras de arcilla, en una de las cuevas que allí existen –después conocida como la cueva n. 1–, los primeros siete rollos del mar Muerto. Después de un tiempo, desde 1965 estos antiguos manuscritos pueden encontrarse en exposición en el Santuario del Libro de Jerusalén y son considerados un icono cultural del Estado judío.

Fue en 1949, unos dos años después del descubrimiento, cuando Roland de Vaux comenzó la investigación. Este era un dominico francés (1903-1971) que dirigió durante años el equipo que trabajó sobre los rollos del mar Muerto. Sobre todo realizó excavaciones desde el año 1951 a 1956. Su influencia fue enorme, y su cita, obligada, ya que con él comienza, además de la exhaustiva investigación sobre los rollos, una nueva época que intenta aclarar y dar sentido a todo lo descubierto.

Para organizar todo lo que se había encontrado había que pensar una manera sencilla y eficaz para poder acceder a la información. La manera de citar dichos manuscritos era importante. Así es como se decidió que los documentos encontrados se citarían con la Q y las iniciales del libro del que se tratara, si era importante, así como también con un número al principio que indicase la procedencia de la cueva. Para entenderlo mejor veamos algunos ejemplos, recogiendo documentos especialmente significativos.

b) Algunos textos significativos

Comenzaremos por 1QS, que es el texto conocido como la Regla de la comunidad, hallada en la cueva primera, como su número inicial señala. Tal como su título indica, se trata de una auténtica regla, es decir, normas de actuación de los miembros de la comunidad qumránica. Dicho documento contiene normas muy rigurosas para la admisión de los miembros de la comunidad y diversos castigos ante posibles infracciones, que llegan hasta la expulsión.

Gracias a este documento descubrimos, por ejemplo, que la comunidad de Qumrán se considera a sí misma como templo de Dios. Su ideal era ser siempre tan santos como si se estuvieran constantemente en el Templo, y por tanto en lo que ellos consideraban la cercanía inmediata de Dios.

El texto contiene fundamentalmente instrucciones sobre la vida en común. Los fragmentos conservados nos enseñan que fue copiada cuidadosamente –incluyendo adaptaciones a las nuevas circunstancias–, lo que prueba su importancia.

A la hora de hablar de los documentos encontrados, tanto en lo referente a este que hemos indicado como a otros, hablamos de fragmentos, pues con el paso del tiempo se fueron deteriorando, y lo que se conserva son exactamente eso, diferentes fragmentos de los documentos. Por eso hay todavía fragmentos que no se sabe muy bien a qué texto pertenecen. A modo de ejemplo, recordamos cómo uno de estos se hizo famoso durante un tiempo, pues se decía que era un pequeño fragmento del capítulo 6 del evangelio de Marcos. Se trataba de conjeturas y deseos de relacionar Qumrán con el evangelio, pues dicho fragmento es tan pequeño que es imposible saber a qué texto pertenece. Además, hoy ya está totalmente descartada cualquier posible vinculación con Marcos, pues hay varias palabras que no coinciden.

Los documentos siempre han sido motivo de suposiciones diversas. Fue habitual durante un tiempo que salieran en revistas e incluso documentales, siempre rodeados de misterio y fantasía. Así, por ejemplo, surgió el mito de que el Vaticano no quería que se publicaran por lo que en ellos habían descubierto, que había documentos secretos que desvelaban nuevas verdades que pondrían en jaque al cristianismo... Pero hay que decir que nada de esto tiene una base real. Los documentos, conforme fueron ubicados, enseguida fueron públicos, y no hay nada escondido ni secreto.

Como indicamos, el hecho de ser fragmentos dio lugar a posibles interpretaciones que poco a poco los especialistas y estudiosos han tenido que ir situando y analizando, afinando cada vez más para así poder saber exactamente de qué se trata.

Volvamos a los textos encontrados en las cuevas. Repasaremos algunos de los textos hallados únicamente para ver el contenido de los temas que tratan.

Otro de los textos encontrados es 1QM: es el Manuscrito de la guerra, también de la cueva primera. Dicho texto describe el sueño de una gran guerra en la que los moradores de Qumrán, protegidos por Dios y por sus ángeles, han de luchar contra los romanos y Satanás. A partir de él podemos concluir que el grupo sentía un fuerte rechazo hacia los romanos, además de hacia Satanás. Por tanto, su datación debe de ser de una vez que los romanos se instalaran en Palestina. Recordemos que es el año 63 a. C. cuando se incorpora oficialmente a Roma. El rechazo se identifica además con un fuerte sentimiento nacional judío.

1QH, conocido como los Himnos, trata exactamente de eso, de himnos que están consagrados a la acción de gracias, permitiéndonos de esta manera conocer la piedad del grupo. Un factor fundamental este de la piedad, como veremos a continuación al hablar de su nacimiento. Dicho texto nos aproxima a su experiencia de Dios desde las oraciones que realizaban. En función de cómo es la oración, la manera de relacionarse y dirigirse a Dios, vamos configurando la experiencia del grupo, la comprensión de su presencia en medio del mundo, su vinculación con las personas y sus características esenciales.

Continuamos con 1QpHab, que es un Comentario del profeta Habacuc por el cual nos enteramos de algo acerca de un personaje denominado Maestro de justicia, que fundó la comunidad de Qumrán en el siglo II a. C. Sobre la fundación de Qumrán y este Maestro de justicia volveremos enseguida para explicar quién era y cuál es su papel en la comunidad esenia.

Cambiamos de cueva y nos vamos a la que fue denominada n. 4. Allí se encontró 4QMMT, conocido como Carta haláquica. Dicha carta trata temas sobre la interpretación de la Ley, tema en el que parece que eran expertos los habitantes de Qumrán. Resulta sumamente interesante para conocer no solo cómo interpretaban la Ley los miembros de la comunidad, sino también para ver algunas claves judías del siglo I. Claves que resultarán muy interesantes para entender la religiosidad que se respiraba en ese momento.

En la misma cueva se encontraron los Cánticos del sacrificio sabático (4QShirShab), los cuales versan sobre diferentes aspectos de la liturgia de Qumrán. Esto permite conocer algunas características acerca de la oración y la organización del grupo, así como ciertos ritos habituales entre ellos.

En la cueva 11 se encontró el Rollo del Templo (11QT), sobre decretos que afectan al Templo. La opinión de Qumrán respecto al Templo es de suma importancia, pues marca el que cree que debe ser, el que es y las críticas de la comunidad esenia a dicha institución.

Obviamente, además de estos documentos hay muchos otros. Destacan textos de la Torá y escritos proféticos, así como también algunos textos importantes en la mentalidad judía del siglo I, pero no recogidos en la Biblia. Entre ellos encontramos algunos libros apócrifos intertestamentarios como el libro de Henoc, los Testamentos de los Doce Patriarcas o el libro de los Jubileos. La palabra «apócrifo» hace referencia a las cosas que están ocultas, y se denominaron así libros no aceptados dentro del canon oficial, considerados misteriosos o de dudosa autoridad. Probablemente, los más conocidos hoy en día sean los evangelios apócrifos, como el Evangelio de Tomás, pero también había otro tipo de textos apócrifos anteriores como los que hemos citado.

De entre los citados tiene un peso especial el libro de Henoc, texto de enorme influencia en el ámbito religioso judío del siglo I. Se trata de un libro de carácter apocalíptico que parece que era importante para el judaísmo y que algunos creen que también era reconocido por las primeras comunidades cristianas, ya que podrían existir ciertas similitudes entre el texto y alguna frase del evangelio. También parece haber una clara referencia a dicho texto en la carta de Judas (14-15): «También Henoc, el séptimo después de Adán, habló proféticamente cuando dijo acerca de esa gente: “Vi al Señor que venía con miles y miles de sus ángeles a juzgar a todos y a condenar a todos los malvados, por todos los crímenes que cometieron en su maldad y por todas las palabras insolentes que, como malvados pecadores, dijeron contra él”».

c) El Documento de Damasco

Respecto a los documentos, hay uno más al que quiero hacer referencia y que merece un apartado para él solo. Se trata del llamado Documento de Damasco (CD), descubierto en una sinagoga de El Cairo antes de los descubrimientos de Qumrán. Propiamente no fue descubierto en Qumrán, pero todo indica que hay una enorme conexión. Contiene normas de vida para los esenios que no vivían en Qumrán y que, al parecer, no estaban sometidos a reglas tan severas como los que sí moraban en aquella comunidad del desierto. Esto es sumamente importante para nosotros, pues señala que, si bien Qumrán era importante dentro del movimiento esenio, siendo tal vez el faro que iluminaba al grupo, no era la única manera de vivir y sentir esenia, ya que el resto vivía su pertenencia religiosa desde otra normativa.

Respecto al manuscrito, podemos decir que el Documento de Damasco es un manifiesto histórico, doctrinal y normativo de una comunidad judía disidente. Dos copias del texto, parcialmente conservadas, se encontraron en 1896 en la geniza de la sinagoga Ben Ezra, de El Cairo, por Solomon Schechter. La geniza es un depósito que tienen las sinagogas destinado a guardar material sagrado y manuscrito que ha quedado en desuso. Otras copias, y aquí encontramos la vinculación con la comunidad del mar Muerto, fueron halladas décadas después en Qumrán, en las cuevas 4 (siete fragmentos), 5 (un fragmento) y 6 (cinco fragmentos).

Schechter, quien denominó al texto Documento sadoquita, estimó que las copias que encontró fueron obra de caraítas de los siglos X y XI, pero que los originales fueron escritos entre el 196 y 176 a. C. Los caraítas eran un grupo religioso judío que reconocía como única autoridad religiosa para la configuración teológica la Tanak o Biblia hebrea.

Las copias de Qumrán datan del siglo I a. C. Es decir, los restos encontrados en las cuevas del mar Muerto son anteriores a los encontrados en El Cairo. Por este motivo se podría pensar que todo parece indicar que los documentos encontrados en El Cairo podrían ser copias de los originales que estarían o habrían estado en Qumrán. Y también nos indica que, si los escritos encontrados en las cuevas son del siglo I a. C., probablemente en ese momento todavía estuvieran en vigor, así como también probablemente hasta el momento de la desaparición de Qumrán o el momento en que fueron escondidos en las cuevas.

Este documento nos habla del origen del movimiento, al que se refiere como «nueva alianza en la tierra de Damasco» (CD 6,19), y su interpretación de la Torá. Para entenderlo mejor, a continuación copio algunos fragmentos especialmente significativos del mismo:

Columna VI

12 Todos los que han venido a formar parte de esta alianza jamás deben volver a entrar en el santuario para encender fuego en el altar; 13 esto sería cosa vana. Antes al contrario, que cierren la puerta. Así lo dijo Dios: «¿Quién de entre vosotros cerrará su puerta y no encenderá más en vano el fuego en mi altar?» (Mal 1,10).

14 De este modo os mantendréis sujetos a la verdadera interpretación de la Ley, la que es válida para el tiempo de la impiedad. Esto es:

15 Que se separen de los hombres de perdición. Que se abstengan de las riquezas de iniquidad y de los bienes provenientes de los votos de corbán 1 16 y de los anatemas. Que se guarden de defraudar a los pobres de su pueblo. 17 Que no se apropien de los bienes de las viudas ni exploten la fortuna de los huérfanos. 18 Que distingan lo impuro de lo puro, lo sagrado de lo profano. Que observen el día del sábado conforme a la verdadera interpretación; 19 las festividades y los días de ayuno según el cómputo de los miembros de la nueva alianza, pactada en el país de Damasco.

20 Que participen de las cosas santas siempre y cuando guarden las condiciones requeridas. 21 Que cada cual ame a su hermano como a sí mismo y que ayude al pobre y sustente al mendigo y al extranjero.

Como vemos, a partir de este texto podemos empezar a sacar alguna conclusión. No parecen ser muy amigos del Templo, se consideran estudiosos de la auténtica interpretación de la Ley, tienen especial cuidado entre ellos así como de los pobres... Todos estos temas volverán a salir. No se adelante el lector sacando conclusiones, si bien puede empezar a hacerse preguntas acerca de posibles similitudes con el mundo cristiano, pero al mismo tiempo no descuide las disonancias existentes.

Continuemos con algún otro texto:

Columna VII

1 Que procure cada uno estar en paz con su hermano. Que no se vuelva culpable por uniones impuras. 2 Que se abstengan de la fornicación, según la Ley. Que se corrijan uno a otro como está mandado. Que no se guarden rencor entre sí. 3 Que se alejen de toda impureza conforme a las leyes. 4 Que no profanen el espíritu santo que está en ellos, puesto que Dios los ha puesto aparte de los demás.

5 Todos los que se conduzcan de esta manera, según la perfección santa, siguiendo todas las instrucciones de la alianza 6 establecida para ellos, tendrán la garantía de vivir mil generaciones.

Columna XIV

15 Que ayuden al pobre, al indigente, al viejo, al hombre castigado, al cautivo de una nación 16 extranjera, a la virgen que no tiene dote y a aquel que no tiene quien cuide de él.

Columna XV

1 Que no se jure por el Nombre ni por álef ni por dálet, sino por el juramento de la alianza 2 y por las maldiciones de la alianza.

Que nadie mencione en el juramento la Ley de Moisés, 3 porque, si jura y vale el juramento, habrá profanado también el Nombre.

Nuevamente aparecen temas de interés. Vemos una clara vinculación con la Ley y la alianza. Las referencias usadas nos ayudan a ubicar a quienes seguían estos textos, cosa que haremos más adelante al hablar de los esenios que no habitaban en Qumrán.

Hay más textos encontrados en Qumrán, pero, tal como indicamos, no pretendemos hacer aquí un estudio exhaustivo de ellos, sino comentar su existencia, su importancia y unos breves aportes sin mayores pretensiones. Consideremos que con esto puede ser suficiente para hacerse una pequeña idea de los que se encontraron y de su importancia. Su gran valor es que nos ayuda a entender mejor el judaísmo en el siglo I de nuestra era, ya que desde estos textos y desde lo que se sabía podemos buscar elementos comunes con el pensamiento religioso general de la época.

d) Conocimientos anteriores de los textos

Con todo lo encontrado se puede hacer una idea de quiénes eran, qué hacían, qué pensaban y cómo vivían las personas relacionadas con estos descubrimientos.

Huelga decir que desde el fin de la comunidad de Qumrán, que ubicaremos poco antes de los años setenta, hasta 1947, parece poco creíble que nunca nadie hubiera notado la existencia de esas cuevas. En efecto, alguien sí lo notó. Se ha podido comprobar que alguna cueva había sido visitada antes, ya que hay indicios claros de entrada en ella. Además, con su descubrimiento se empiezan a esclarecer informaciones de otros tiempos. Así, por ejemplo, hoy en día se cree que incluso Orígenes, uno de los teólogos cristianos más importantes, a caballo entre el siglo II y el III, pudo tener acceso a uno de los documentos de Qumrán que había sido encontrado casualmente.

Tal como recoge A. Paul, «el eminente historiador Eusebio, obispo de Cesarea (265-340), refiere que el gran biblista y pensador Orígenes (185-254) habría encontrado una versión de los Salmos, desconocida hasta entonces, “en Jericó, en una jarra, en tiempos de Antonino [Caracalla]”». Dicho descubrimiento se cree que habría sido hacia el 215 en un primer viaje de Orígenes desde Alejandría a tierras palestinenses. Por tanto, ya vemos que a comienzos del siglo III se conocía la existencia de escondrijos con manuscritos a apenas unos kilómetros de las cuevas de Qumrán.

También en el siglo IX se tuvo conocimiento de descubrimientos vinculados con las cuevas. Así lo indica una carta que el patriarca nestoriano de Bagdad, Timoteo I, escribió en el año 800 aproximadamente al obispo metropolitano de Elam, Sergio.

Pero es verdad que fue a partir del siglo pasado cuando se descubrió todo el entramado de las cuevas y cuando se comenzó a analizar y estudiar el tema con una mayor profundidad.

2. La comunidad de Qumrán

Antes de Qumrán ya existían los esenios. Todo parece indicar que al menos unos cincuenta años antes de la creación de la comunidad. Así lo atestigua, por ejemplo, H. Stegemann. Desde los descubrimientos arqueológicos que ha realizado considera que Qumrán nació como una «editorial», para proveer a las numerosas comunidades locales esenias dispersas por todo el país de los manuscritos necesarios para el estudio, la praxis religiosa y la piadosa edificación. Incluso afirma que fueron capaces de obtener cuero para dichos manuscritos de una manera más eficaz y con menor dificultad de lo que se conseguía en ese momento. Conviene recordar que la obtención del cuero era costosa y tóxica. Pero parece que en Qumrán encontraron fórmulas que disminuían dicha toxicidad.

Esta aportación desde la investigación realizada es muy importante, puesto que nos daría una razón de ser de Qumrán. Al mismo tiempo, abre nuevas cuestiones sobre el tema. ¿Fue Qumrán un «monasterio» o fue una biblioteca? Habitualmente hemos asociado Qumrán con un «monasterio». ¿Era un lugar de estudio? ¿Cómo ubicamos los textos encontrados, desde su ser «monasterio» o desde su ser biblioteca? Tal vez ambas funciones vayan relacionadas, de manera que puedan darse ambas simultáneamente.

Pero vayamos paso a paso, intentando reconstruir lo que fue Qumrán para después ubicar el posible papel real de dicho lugar.

Según lo que se ha ido descubriendo, parecer ser que las huellas del asentamiento se remontan hasta el siglo VIII-VII a. C. Es decir, allí donde se encontró el «monasterio» esenio, ya en aquel tiempo había habido una edificación. Esto no quiere decir que desde ese momento fuera ocupado por los esenios. Únicamente nos indica que ya entonces parece ser que alguien vivía allí.

Pero es alrededor del siglo II a. C. cuando se registra una gran actividad constructora. Esto se puede saber por los vestigios encontrados a raíz de las excavaciones, el tipo de material utilizado, etc. Por tanto, en este momento se produce una nueva construcción, una ampliación de lo que había. No se sabe si estaba habitado o no con seguridad, pero está claro que, a partir de ese momento, se establece un grupo de personas no pequeño.

Los datos que tenemos nos indican que en época de Herodes el Grande, por tanto antes del 4 a. C., se encontraba en pleno funcionamiento. Parece ser que es un momento de gran actividad por parte de un mismo grupo –los esenios– que se mantendrá hasta su expulsión hacia el año 66.

Parece ser también que en medio de este período fue parcialmente destruida por un terremoto que asoló la zona en el año 31 a. C., el cual es recogido por Flavio Josefo en su obra Las guerras de los judíos. Parcialmente destruido y nuevamente reconstruido o arreglado.

a) El origen de la comunidad

El origen de la comunidad se sitúa en el movimiento antihelenista de los hasidim o piadosos. Según una de las hipótesis más aceptadas, conocida como hipótesis de Groningen –por los estudios realizados por la universidad de esa localidad de Holanda y encabezada por el español Florentino García Martínez–, en el siglo III-II a. C., un grupo esenio, dirigido por el Maestro de justicia, un sumo sacerdote antepasado de Jonatán Macabeo, se retiró a ese lugar. A este Jonatán Macabeo le encontramos en el primer libro de los Macabeos, en el Antiguo Testamento. He aquí el texto en el que le confieren la dignidad de sumo sacerdote:

El rey Alejandro saluda a su hermano Jonatán. He tenido noticias de que eres un hombre fuerte y valiente, digno de ser amigo mío. Por eso te confiero hoy la dignidad de sumo sacerdote de tu nación y el derecho a llamarte «amigo del rey», para que apoyes mi causa y me conserves tu amistad (1 Mac 10,18-21).

Vayamos poco a poco para entender bien todo el proceso. Después de las dominaciones egipcia, asiria, babilónica, persa y griega llegaron los macabeos, que constituyeron un movimiento judío de liberación que despertó grandes expectativas. Instauraron la dinastía asmonea proclamando la independencia judía del 164 al 63 a. C., momento en que Pompeyo conquista Jerusalén para el Imperio romano.

Pero la dinastía asmonea que fundaron no trajo la solución deseada, ya que enseguida se vio que también se convirtieron en opresores de sus hermanos. Eso provocó el surgimiento de los hasidim, los piadosos, que muchos expertos creen que son quienes darán origen a la resistencia farisea y esenia. En este ambiente es en el que nacen las expectativas apocalípticas, fruto de ese desengaño político. Se acaba la confianza en sus reyes, y esto les lleva a esperar la solución directamente de Dios y a buscar el cumplimento de las leyes de pureza como medio para acelerar el cumplimiento de los planes de Dios en favor de los sectores que lo han merecido.

Los orígenes precisos de los esenios son un tema muy debatido. Tal como hemos visto, algunos historiadores opinan que los esenios y fariseos procedían de un grupo de israelitas fieles o leales que al principio apoyaron la rebelión macabea. Algunos de ellos, interesados en la observancia de la Ley y no en maquinaciones políticas, se distanciaron cada vez más de los asmoneos por la ambición de estos de controlar el poder político y religioso como reyes y sumos sacerdotes. Estos disidentes se retiraron a cenobios y se convirtieron en los esenios. Con el tiempo, su ala más radical, bajo la dirección del ya citado Maestro de justicia, acabó escindiéndose por completo de la comunidad jerosolimitana del Templo. Entonces creó el asentamiento de Qumrán. Algunos historiadores datan esta escisión hacia el 152 a. C., en el momento que ya hemos visto, cuando el rey asmoneo Jonatán aceptó ser nombrado sumo sacerdote judío por el rey pagano sirio Alejandro Balas. Lo cierto es que parece que Jonatán persiguió al Maestro de justicia.

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9788428835206
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