Читать книгу: «Lunes por la tarde 20»

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Reuniones para matrimonios en Milwaukee/USA

Editado para la Familia de Schoenstatt

Elaborado por Hna M. Mattia Amrheim y la Hna Maripetra Süss


Título Original:

Pater Josef Kentenich

Am Montagabend… Band 20

Eheliche Liebe als Weg zur Heiligkeit

©1994 Schoenstatt – Verlag, Alemania

ISBN 3-920849-73-6

Título en español:

“Lunes por la tarde… Tomo 20”

El amor conyugal, camino a la Santidad.

Imprimatur Nº 362

Derechos reservados

Registro de Autor nº 98123

ISBN edición impresa 978-956-7598-33-5

ISBN edición digital 978-956-7598-59-5

©Instituto Secular Hermanas de María

3ª Edición 1000 ejemplares

Santiago, Enero 2019

Traducción: Prof. Sergio Danilo Acosta

Editorial Schoenstatt S.A

La Concepción 7626, La Florida

Santiago, Chile

Diagramación digital: ebooks Patagonia

www.ebookspatagonia.com info@ebookspatagonia.com

ÍNDICE

PREFACIO

INTRODUCCIÓN

16 de Enero de 1961 La vida conyugal, un camino a Dios

23 de Enero de 1961 Un reconocimiento creyente de Dios como el conductor de la historia mundial

30 de Enero de 1961 Tres aspectos para la renovación de la Alianza de Amor

6 de Febrero de 1961 Nuestra espiritualidad específicamente conyugal

13 de Febrero de 1961 El crecimiento del amor conyugal

20 de Febrero de 1961 Nuestra vida conyugal, un camino de santidad

27 de Febrero de 1961 La vida conyugal desde la perspectiva paulina

6 de Marzo de 1961 Educación sexual en la escuela de San Pablo

13 de Marzo de 1961 El matrimonio como Escuela superior del amor según San Pablo

20 de Marzo de 1961 La perspectiva de San Pablo: La nueva creatura en Crist

27 de Marzo de 1961 Sentido y crisis del matrimonio

3 de Abril de 1961 Superación de la crisis matrimonial y acción del Espíritu Santo

10 de Abril de 1961 Las desilusiones de la vida conyugal

PREFACIO

Cada nuevo tomo de la serie "Conferencias de los lunes a la tarde" nos ofrece un segmento más de las reflexiones que el P. Kentenich ofrecía a grupos de matrimonios, en Milwaukee (EEUU), entre 1955 y 19641.

El presente tomo vigésimo representa un aporte para este año 1994, declarado "Año de la Familia", ya que se ocupa de temas de pastoral conyugal y familiar. En estas páginas, el Padre Kentenich propone una espiritualidad que satisface los requerimientos de la vida conyugal y familiar y nos comunica intuiciones y propuestas esenciales para la solución de la crisis actual por la que atraviesa el matrimonio. A este volumen le seguirán otros abocados a la misma temática.

Los textos de este tomo constituyen la versión escrita y literal de grabaciones magnetofónicas. Cuando no se ha podido identificar claramente una o más palabras del Padre Kentenich, se han colocado tres puntos suspensivos entre paréntesis (...). Se corrigieron errores e inexactitudes estilísticas o gramaticales propias de la lengua oral. Asimismo para una mejor comprensión de ciertos pasajes se han hecho algunos añadidos entre paréntesis.

El tono coloquial y la necesidad de retomar el hilo luego de cada traducción dan pie a un estilo original y que no ha sido retocado. De esta manera se brinda la posibilidad de transportarse a la situación de entonces y, por decirlo así, escuchar "personalmente" al Padre Kentenich.

Agradecemos al Instituto de las Familias de Schoenstatt por su colaboración en el plan de toda la serie, así como también en la edición de este nuevo tomo.

Monte Schoenstatt, 16 de julio de 1994

Hna. María Pía Buesge

1 Sobre la historia de las conferencias de los lunes a la tarde, véase el tomo primero de Aus dem Liebesbündnis leven (Vivir de la Alianza de Amor), pág. 7-19 de la edición alemana.

INTRODUCCIÓN

En enero de 1961 el Padre Kentenich comenzó a diseñar sistemáticamente una espiritualidad matrimonial. Las memorias de María Fenelon nos ofrecen un cuadro de aquel tiempo:

Por amor a los matrimonios jóvenes...

"Muy cordial era la atmósfera reinante en las reuniones de los lunes a la tarde", nos cuenta la señora Fenelon, "uno no se sentía extraño allí..." En diciembre de 1960, luego de dos visitas que realizaron a la familia Wacker, la señora Fenelon fue invitada, junto a su esposo Ricardo (+ 1976), a una conferencia del Padre Kentenich.

"En sus palabras había algo especial...que yo estaba buscando. Algo que despertaba en mí el deseo de volver. Yo quería seguir asistiendo. Y creo que Riqui también, a pesar de que ya estaba bastante ocupado. Por entonces todavía era miembro de la Legión de María y por eso su atención estaba repartida...Sin embargo la personalidad del Padre Kentenich lo había cautivado desde el principio. Y no tanto a mí. Por otra parte, es cierto que lo que el Padre decía realmente me conmovía; y me hacia volver. Yo sólo quería escucharlo de nuevo."

Los Fenelon no eran los únicos "neófitos" en las reuniones de los lunes a la tarde que se organizaban en Milwaukee. Más o memos por esa misma época siete u ocho matrimonios tomaban contacto con el grupo.

"Nosotros éramos un matrimonio joven, con niños de corta edad. Los otros, salvo la familia Yank, tenían hijos más grandes...Creo que todos se alegraron, como el mismo Padre Kentenich, de que se integraran al grupo matrimonios más jóvenes..."

Pero el Padre Kentenich no sólo se alegraba de este hecho sino que en él descubría una señal y un deseo de Dios:

"Poco tiempo después de nuestro primer encuentro, el Padre Kentenich cambio el tema, la orientación de sus conferencias, y paso a hablar sobre la vida conyugal. Pienso que lo hizo en consideración a los matrimonios más jóvenes...Así pues dictó una serie de conferencias sobre el matrimonio." ·

La Sra. Fenelon agrega:

"Creo que él sabía que no podríamos educar a nuestros hijos hasta que nosotros mismos no estuviésemos formados...

Cuando vio a los matrimonios jóvenes, ahí entonces comenzó con una educación sistemática de la vida familiar."

El presente tomo inaugura la edición de esas conferencias. En ellas el Padre Kentenich esboza una espiritualidad específicamente matrimonial y familiar destinada a los laicos. No expone linealmente sus ideas, sino que introduce a sus oyentes en el tema de una manera cíclica. Desde diferentes ángulos ilumina los puntos esenciales para el éxito de una familia cristiana.

"Repetía de las más diversas formas, ora con tales, ora con cuales imágenes y palabras, la idea central, para que calase lentamente en lo profundo." (p. 120)

Una espiritualidad específicamente matrimonial

El Padre Kentenich solía recalcar la consigna de que la espiritualidad de los laicos no debía ser un "remedo" de aquella de los religiosos. En una sociedad fascinada por la continua aparición de nuevas posibilidades para la modelación del mundo y el goce de los bienes terrenales -vale decir, por el valor intrínseco de las "causas segundas"— tenemos que mostrarles a los laicos como llegar a la santidad a través de las realidades terrenas, a través del uso correcto de las cosas temporales. Y la vida conyugal y familiar pertenecen en su esencia al conjunto de dichas "cosas temporales, de ‘las causas segundas’".

"El arte consiste en modelar nuestra vida matrimonial de tal modo que a través de ella lleguemos a la santidad." (p. 90)

Para el Padre Kentenich el amor sexual entre el hombre y la mujer no sólo es concesión a la dimensión de los instintos, sino realización del ser del hombre, satisfacción de su más alta dignidad.

"Los esposos son el reflejo más perfecto del Dios Trino, y precisamente lo son en el momento del acto conyugal." (p.67)

Condición para ello es que los cónyuges se encuentren como personalidades y que "consumen el acto de tal modo que éste sea un acto de perfección (cristiana)". El acto es perfecto en la medida en que la unión corporal sea expresión de una profunda comunidad espiritual. El amor sexual debe estar unido al amor erótico, espiritual y sobrenatural de los cónyuges; debe ser expresión de una simpatía y entrega recíprocas.

Un amor de estas características tiene que crecer y madurar, en todas sus formas, pasando de un amor inmaduro y egoísta hacia una forma embebida plenamente de los principios cristianos: hacia una fidelidad abnegada y permanente. La vida conyugal será fermento de santos cuando el amor sexual esté más y más en armonía con una elevada moral, cuando en él palpiten los valores del espíritu y crezca en la dimensión de lo sobrenatural.

Una educación sistemática

"El matrimonio es una comunidad de vida lo más profunda y duradera posible. Pero ante todo es una comunidad de amor." (p.27)

Esencial para la existencia y fecundidad del matrimonio es por lo tanto la educación del amor y hacia el amor. El Padre Kentenich aborda la realidad con ideas claras y gran conocimiento de la vida y de las personas.

Fidelidad en el amor no sólo significa evitar el pecado sino "tratar de granjearse diariamente el amor del cónyuge".

Se necesita una solida educación del amor para hacerse feliz, perfeccionarse y amarse el uno al otro como hijos de Dios y miembros de Cristo. El Padre Kentenich caracteriza a la vida conyugal como una incomparable escuela de amor.

La vida conyugal no tiene que significar "la muerte del amor" sino, al contrario, convertirse en una escuela de amor y santidad.

Espigando en las Cartas de San Pablo, el Padre Kentenich introduce a sus oyentes en el significado, cualidades y vigencia del auténtico amor al prójimo. Sobre este telón de fondo de la vida y la misión del Apóstol de los Gentiles, el P. Kentenich interpreta los textos bíblicos y los aplica a la vida matrimonial. Lo que a primera vista podría aparecer como un mandato aislado de moral sexual cristiana, es asentado sobre los principios fundamentales de la elección cristiana: la dignidad y la libertad del hombre que ha pasado a ser una nueva criatura en Cristo.

La espiritualidad de Schoenstatt

Cuánto más altos sean los ideales propuestos, tanto más fuerte la experiencia de la debilidad propia, y tanto más grande el peligro de resignarse y pensar que los esfuerzos serán inútiles. Y así la moral matrimonial católica es considerada por muchos como una sobre exigencia, como algo imposible de vivir realmente.

Ante este panorama, el Fundador de Schoenstatt nos llama la atención sobre una vida integral a partir del sacramento del matrimonio y de la unión, en la gracia, con Dios y María Santísima.

El P. Kentenich señala que una de las causas de la compleja crisis que sufre la vida matrimonial en el mundo de hoy radica en la tensión entre los diferentes aspectos de la finalidad y el sentido del matrimonio. La unidad de amor de ambos cónyuges incluye satisfacción y ordenamiento del instinto sexual. ¿Cómo expresar y cumplir con ese amor, armonizándolo a la vez con el ejercicio de la paternidad responsable (determinación del número de hijos)? A estas y muchas otras preguntas el Padre Kentenich responde diciendo lo siguiente:

"Cultivar la totalidad orgánica del amor mutuo... llevar una vida cristiana heroica, en la fuerza del Espíritu Santo." (p.199)

Alcanzaremos este objetivo en la medida en que le encomendemos a la Sma. Virgen la educación de nuestro amor. El Padre Kentenich ensenaba a los matrimonios a ver en la Alianza de Amor con Dios y la Virgen una profundización y seguro de su propia alianza matrimonial. Y a tener fe en que, de manera inversa, la alianza de amor entre los cónyuges se convertirá para ellos en la más hermosa expresión de su amor a Dios y María Santísima.

Concebida y practicada de este modo, la vida matrimonial es en todas sus formas un camino hacia la verdadera santidad, si bien distinto del camino de los religiosos. El Padre Kentenich anima incesantemente a sus oyentes a "competir" con los religiosos en la carrera por llegar el grado más alto del amor natural y sobrenatural.

Las enseñanzas del Padre Kentenich representan una aplicación consecuente de la espiritualidad de Schoenstatt a la vida matrimonial. Se valora la santidad de la vida diaria y la piedad de Alianza y se las pone como fundamento de una "espiritualidad matrimonial autónoma". Algo que la Iglesia ha tenido en su mira en especial desde el Concilio Vaticano II.

Tanto en la Constitución sobre la Iglesia (LG 11, 40, 41) como en otros documentos del Concilio Vaticano II y en el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, se reconoce claramente al matrimonio y la familia como una vocación a la perfección cristiana. Desde el comienzo, de su pontificado (1978), el Papa Juan Pablo II señaló continuamente la esencia, dignidad y misión del matrimonio y de la familia cristianos, advirtió sobre los peligros que corre en el tiempo actual y exhorto (especialmente a los padres a sumarse a la construcción de una cultura de la verdad y del amor. Y así volvió a hacerlo recientemente, en su Carta a las Familias, con motivo del "Año de la Familia 1994" proclamado por las Naciones Unidas.

Las conferencias del Padre Kentenich que se publican en el "Año de la Familia 1994" constituyen un valioso aporte para los objetivos del mismo. El Padre Kentenich era un educador carismático que no sólo supo señalar un elevado ideal sino también caminos muy concretos para su puesta en práctica en la vida cotidiana del matrimonio y de la familia. Él nos propone un auténtico pensar orgánico, capaz de abarcar y asumir todas las realidades en su amplio campo; un amar orgánico en el cual el amor natural y el sobrenatural se unen y complementan; y finalmente un vivir orgánico cuya pureza e integridad le presta credibilidad.

El Padre Kentenich habla como instrumento de la Virgen, de la Madre tres teces Admirable de Schoenstatt, quien desde su Santuario quiere manifestarse en la "Iglesia doméstica", en el matrimonio y la familia, como Madre y Educadora de la Iglesia posconciliar.

Hna. M. Mattia Amrhein

16 de Enero de 1961

ESQUEMA

Disposición

LA VIDA CONYUGAL ES UN CAMINO HACIA DIOS

- Pensamientos preliminares

 El punto de partida fue en las bodas de Caná; la elevada apreciación de Cristo por el matrimonio y la familia

 Exigencia del mundo católico: Salvación de la familia

 Nuestro tema: la vida específicamente matrimonial

- Opiniones predominantes hasta hoy en el catolicismo

 Sobrevaloración de la vida virginal: quien quiere llegar a ser santo, debe permanecer virgen.

 Asimismo fue la actitud hasta entonces respecto al mundo.

 Quien quiera llegar a ser santo ha de abandonar el mundo. La gente del mundo debe imitar a los religiosos.

 La problemática de los laicos: ¿hemos de abandonar el mundo y dejar los adelantos a los no católicos?

 Un nuevo sentimiento de vida exige un camino afirmando lo terreno para llegar a Dios a través de las cosas terrenas.

 Necesitamos una espiritualidad específicamente laical y un apostolado laical.

- La espiritualidad laical en relación a la vida familiar

Conceptos errados que condujeron a preferir el trabajo fuera de casa y esquivar los problemas de la vida familiar. Según el orden de ser, la familia es el apostolado más importante para los esposos.

- Espiritualidad laical y vida familiar

 No solamente la vida familiar es un camino a Dios, sino también la vida específicamente conyugal: el matrimonio es un sacramento.

 La enseñanza de la Iglesia respecto al triple sentido y fin del matrimonio.

 Una mirada al tiempo: golpes contra el matrimonio como tal.

 Respuesta a la problemática actual : el matrimonio es una comunidad permanente de amor y de vida. La satisfacción del instinto sexual representa un valor.

 El matrimonio como comunidad de amor: el hombre es imagen de Dios trino; importancia de cultivar el carácter personal en la entrega conyugal.

 El acto conyugal debe integrar las cuatro formas de amor : sexuserosamorcaritas

Ellos son una protección para el acto conyugal como acto personal.

 La mujer ha de preocuparse por el elemento espiritual en el amor.

 El cultivo de las cuatros formas de amor es expresión de nuestra espiritualidad matrimonial como espiritualidad laical.

 Que la Santísima Virgen nos ayude a comprender esto de la mejor manera.

CONFERENCIA

16 DE ENERO DE 1961

LA VIDA CONYUGAL ES UN CAMINO HACIA DIOS

La boda de Caná:

Santificación del matrimonio y la familia

¿Qué hacer con tantas conferencias? ¡Son demasiadas! "Nada mas difícil de soportar que una serie de días de fiesta", dice un dicho alemán. Para variar, uno después quiere probar una comida algo más pobre o directamente ayunar un poco.

Esta tarde quisiera hablarles sobre un tema al cual hacía alusión el evangelio de ayer: el matrimonio. Pensemos en nuestro propio matrimonio, en todas las vivencias que lo precedieron y en todo lo que siguió después. Digo lo siguiente:

En los últimos encuentros nos ocuparnos continuamente de la realidad del sufrimiento en nuestra vida.

Les propongo que a partir de ahora nos dediquemos por un tiempo a reflexionar sobre cómo anda nuestra vida conyugal como tal. El evangelio de ayer nos invita a hacerlo. ¿Recuerdan? Se trataba de las bodas de Caná1.

A menudo se suele preguntar qué hacían Jesús y la Santísima Virgen en una fiesta de boda, por qué participaban precisamente de un casamiento. Se comprendería mejor quizás que hubiesen ido juntos a la sinagoga o fijado un tiempo de ayuno.

En tercer lugar, se suma que el Señor obra en esa oportunidad el primer milagro, el primer prodigio tangible, marcando así el inicio de su vida pública.

Quizás conozcamos ya la respuesta corriente que se suele dar a estas preguntas: Jesús quería santificar la vida matrimonial y expresar su respeto por el estado matrimonial. Evidentemente la respuesta es correcta. Consideremos además que hasta ese momento el Señor había pasado treinta años de vida en el seno de la Sagrada Familia. Teniendo en cuenta todas estas cosas se demuestra entonces que Jesús santifica en aquella hora el matrimonio o al menos da testimonio de su respeto por el matrimonio sí, no solamente por el matrimonio sino también por la persona casada.

He aquí los elementos fundamentales de la familia: por un lado los esposos, que constituyen una familia. Jesús no se casó, su Madre vivió virginalmente su compromiso conyugal con José2. Pero el Señor en cambio pone de manifiesto su valoración del matrimonio, de los esposos, y de lo que es consecuencia del matrimonio: la familia.

Vale decir que la mirada del Señor se dirige plenamente hacia la célula primordial de la sociedad humana, el matrimonio y la familia. Y nosotros somos casados. Por lo tanto, desde el punto de vista del orden de ser objetivo, el tema toca el nervio más íntimo de nuestra vida anímica.

Si se informan un poco sobre las corrientes de pensamiento presentes hoy en todo el mundo católico percibirán en todas partes el mismo clamor: ¡Hay que salvar a la familia! ¡Concentrémonos en la familia! Es cierto, tenemos que hacer apostolado en todas las áreas, pero el apostolado más grande es el apostolado de la familia, vale decir, salvar a la propia familia.


Nuestro tema:

La vida específicamente matrimonial

Creo que esta tarde debería detenerme en algunas dificultades que ustedes enfrentan en su propia vida. Dejo por eso de lado formalmente el tema de la vida familiar y paso a enfocar el de la vida conyugal. En nuestra calidad de padres de familia podemos considerarnos desde dos ángulos: primero como esposos y esposas; y luego como padres y madres. Como padres y madres estamos relacionados con nuestros hijos, y como esposos y esposas estamos el uno frente al otro, especialmente desde la perspectiva de la vida específicamente matrimonial, y dicho más exactamente, desde la perspectiva del acto conyugal.

Opiniones predominantes hasta hoy en el catolicismo

* Sobrevaloración de la vida virginal

Les quiero recordar una frase célebre. Hace alrededor de cien años fallecía Ozanam3. Asociamos su nombre a las obras de beneficencia, por las cuales hizo tanto. Fue también un famoso literato - historiador, profesor de La Sorbona, en la universidad de Paris. Murió en 1853. La noticia corrió por toda la Alemania católica, por todo el mundo católico, y naturalmente por Italia.

Había en este último país un joven obispo de apellido Pecci. Más tarde seria elevado a la dignidad de Papa con el nombre de León XIII4. En otras oportunidades hemos hablado de él, no sólo de sus encíclicas marianas sino también de sus reformas en el campo económico y social, que expuso en sus encíclicas sociales. Es verdadero padre del movimiento social dentro del catolicismo contemporáneo.

Pues bien, la noticia llego hasta él. Y un día se hallaba en una reunión donde se vertían opiniones sobre Ozanam. Todos los asistentes estaban de acuerdo en que se trataba de un gran hombre, de un santo. Pero uno de los presentes añadió; " ¡Lástima que no pudiera librarse de la trampa del casamiento!" ¿Qué quería decir con estas palabras? Que si Ozanam no se hubiera casado, entonces si hubiese sido un hombre perfecto. Un comentario que habla a las claras de una determinada visión de las cosas.

El obispo Pecci -en aquel momento era obispo y luego sería Papa- le contestó de la siguiente manera: " -¿Sabe Ud. lo que está diciendo con esto? ¿Ud. opina entonces que Jesús instituyó seis sacramentos y aparte una trampa ?" La respuesta suena bastante jocosa, pero es muy certera.

En el comentario que le hicieron al obispo Pecci subyace una actitud de fondo común en muchos ambientes católicos, aún vigente en nuestros días. En general se tiene la sensación de que lo más importante es que el hombre no se case, que hay que conservar el estado virginal, un estilo de vida virginal. Lo otro es simplemente debilidad. Es lógico, el hombre busca poseer algo...una mujer, por ejemplo. Ello constituye en el fondo una concesión a la debilidad humana, pero en realidad no debería ser así. El que busca la santidad se decide por la virginidad, y se hace sacerdote o monja o algo semejante. El que se casa pierde la oportunidad. Podrá ir al cielo, es cierto, estará allí en un rincón...pero no en la cercanía de Dios, debajo del manto de María Santísima. No, ese privilegio no es para los casados...

Quiero avanzar un poco más. Estoy cargando un poco las tintas, pero esta visión de las cosas es real dentro del catolicismo. La idea que le da sustento es la siguiente: Si nosotros, los casados -no como laicos sino formalmente como casados- queremos ser santos. ¿Qué debemos hacer? Tenemos que imitar a los religiosos, y no hay otra alternativa válida. Se nos propone así una espiritualidad conventual. Y cuanto más imitemos la espiritualidad conventual, tanto más seguro será que vayamos al cielo.

* Desprecio del mundo

Esta concepción trata de manera similar al mundo. No sólo le estorba el matrimonio como tal sino incluso el mundo entero. Fíjense que los religiosos deberían rechazar el mundo, pero no lo hacen así. Pero ellos deberían hacerlo. ¿Qué queda para nosotros, los casados? Vivimos en el mundo —ya es un vergüenza que debamos vivir en él- y se nos propone por un lado apartar de nosotros ese mundo y por el otro incursionar un poco en la vida conventual.

De ahí la tremenda inseguridad ¿Dónde? Entre los laicos. A ello se agrega el auge de las invenciones de la técnica y la industria modernas. Hoy los bienes terrenales se producen en serie y el mundo se hace más y más fascinante para el hombre. Si nosotros ciframos nuestra gloria y grandeza en despreciar el mundo...Entonces, serán los otros, los no católicos, quienes emprendan las grandes conquistas. ¿Y nosotros? Allí, sentados en algún rincón. Los otros realizarán los descubrimientos y sabrán aprovecharlos para alcanzar un alto desarrollo industrial. ¿Y nosotros? Allí, postergados en algún rincón. ¿Cómo es posible...?

* Replanteamiento del valor de las cosas temporales

Entre los católicos de todo el mundo está despuntando un nuevo sentimiento ante la vida. Es el sentimiento vital de la humanidad actual que ha comenzado a cundir también por las filas católicas.

La conclusión es que debemos colocar más en primer plano las cosas terrenales. E indicarle al laico caminos para asumir, utilizar y valorar las cosas terrenas y cómo llegar a la santidad a través de ellas.

Repasen la literatura actual y constatarán más y más esta tendencia. Hay un hecho curioso que se repite a lo largo de los milenios: Dios guía muchas veces a su Iglesia valiéndose de corrientes adversas a ella. De ahí que tales corrientes tengan siempre su ventaja. Si la Iglesia existiese como un ente aislado y volcado sobre sí mismo, no se podrían dar muchos progresos en ella.

Comprueben un poco si nuestra espiritualidad laical no es en líneas generales copia de la espiritualidad de los religiosos, lo que constituye un contrasentido. La vocación de los religiosos conventuales es apartarse lo más posible de las cosas temporales. Pero nosotros, los laicos, estamos llamados a ir hacia el mundo, a meternos en él. Necesariamente tenemos que ver con las cosas terrenales. En nuestra calidad de laicos no hemos sido creados para rehuirlas. Más aun, hay que volver a aprender a amarlas. Sí, amarlas. Incluso al dinero, los bienes materiales, la belleza de la naturaleza humana, el arte y la ciencia. Precisamente porque tenemos que tratar con ellos. En este sentido existe hoy en la Iglesia un peculiar y fuerte movimiento de revalorización como nunca antes se había registrado en su historia.

Elaborar una espiritualidad netamente laical

Proponemos entonces una espiritualidad específicamente laical. ¿Cómo es esa espiritualidad que debo cultivar como laico?

Tomemos un ejemplo. Tengo una hija que es religiosa, o bien un hijo que es sacerdote o religioso. ¿Habré de estar siempre mirando con el rabillo del ojo lo que ella o él hacen para imitarlo? No; " Yo cultivo una espiritualidad laical y eso con orgullo y tú puedes tener y vivir tu propia espiritualidad de religioso."

Vean ustedes esto se siente actualmente: Si el laico no aprende esta actitud, entonces el catolicismo ya puede ir haciendo el equipaje... ¿Qué quiero decirles? Que los religiosos ya no están para abordar el mundo, sino que somos nosotros los que debemos ir hacia él y asumirlo. Si no amamos correctamente al mundo y no les enseñamos a los demás a aprovecharlo correctamente, ¿qué consecuencias le acarreará esa falencia al catolicismo? La consigna urgente es, pues ¡apostolado de los laicos!

Seguramente muchos acogerán con gusto esta exhortación y responderán: ¿Apostolado laical? ¡Excelente, cuenten conmigo! ¿Qué suele pedírsele a los laicos en este sentido? Comulgar con mayor frecuencia, venerar a María Santísima... Sí, claro, todo esto está bien, pero no llega a lo central del asunto. Demostremos a través de nuestro ser como se puede amar al mundo, especialmente todas las nuevas conquistas en el área de la técnica y de la economía, para así a través de ellas alcanzar a Dios. ¿Se dan cuenta la gran misión que ello entraña?

Espiritualidad laical y vida familiar

Lo mismo vale para el matrimonio. Distingamos nuevamente entre matrimonio considerado formalmente como matrimonio y la familia considerada formalmente como tal.

Fíjense lo que suele ocurrir en la familia. A menudo encontramos personas religiosas que se dicen: " ¡Cuántos disgustos hay que enfrentar en la familia! ¡Cuántas cosas desagradables que nos quitan tiempo para orar! Por eso, ¡basta de familia! Haré lo estrictamente necesario por ella y punto. ¿Acaso no estoy para salvar mi alma?"

También se da el caso de mujeres que tienen la tendencia a irse lejos de casa, una fuerte inclinación a pronunciar discursos y participar en cuanta labor organizativa se les presente. ¿Y en qué estado están sus hogares? ¡Dios nos libre! Polvo sobre los muebles, la ropa sin lavar y el esposo sometido a un tratamiento de ayuno... ¿Qué está esperando sus comidas favoritas? ¡Pues que ahora aprenda a mortificarse! ¿Y los niños? Ya no tengo tiempo para mis hijos; tengo que dictar conferencias; tengo que organizar cosas fuera de casa...

¿Se dan cuenta de lo que quiero decirles? Mi descripción es un tanto drástica, ¿verdad? No pretendo decir que en todos lados sea así ¡pero cuantas personas hay que se comportan aun peor en su matrimonio!

Piensen en el esposo que repite: Yo, yo soy el hombre de la casa; el que lleva los pantalones. Soy el que trae la plata a casa; así que basta de reclamos...Me debo a mis tareas en la Iglesia y el Estado...

* El principal apostolado del padre y de la madre de familia

Sí, todo esto es verdad. Tenemos tales compromisos. Pero una de las tareas más esenciales es la de estar presente en mi casa con mi familia. Vale decir que debo colaborar con mi esposa en la educación de los hijos. No digamos entonces que estamos cansados, y que " los mocosos" nos dejen en paz. Es caer en una actitud extrema. Uno de los cónyuges quiere estar todo el día trabajando afuera. Tiene su cuota de razón; por eso es difícil hallar el justo equilibrio. Ahora bien, no pasemos por alto el siguiente razonamiento: Según el orden objetivo del ser, yo tengo que estar a la cabeza de una familia, por lo tanto mi apostolado central será velar por mi familia.

Una actitud extrema es la de desentenderse de la familia y estar continuamente fuera de ella; la otra es la de regresar y no querer ser " molestado" por nadie. Es cierto, me merezco un rato de reposo y tranquilidad, me lo he ganado, pero no olvidaré que mi responsabilidad está aquí, en la familia.

399
573,60 ₽
Возрастное ограничение:
0+
Объем:
211 стр. 2 иллюстрации
ISBN:
9789567598595
Издатель:
Правообладатель:
Bookwire
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

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