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En este panorama ¿cuál podría ser un “plan maestro” que logre mantener la empleabilidad y otorgue ventajas a profesionales y empresas? No hay una respuesta única, porque dependerá del ambiente especifico o ámbito de acción, pero sí es posible señalar, y ése es el propósito a ser desarrollado en el libro, que más allá de un trabajo en particular en el caso de las personas o un rubro específico en el caso de las organizaciones, la opción más segura irá por la creación de valor que puedan realizar creando nuevo conocimiento basado en ciertas “meta competencias” que lo hacen posible, lo incrementan y lo transforman en una práctica y una forma de ser arraigada en una estrategia flexible, que se adapta con rapidez para proponer soluciones nuevas a los desafíos propios del trabajo diario. A la vez, estas competencias cognitivas serán la base para desarrollar nuevas posibilidades de innovación disruptiva, es decir no lineales y por lo tanto muy difíciles de imitar por las máquinas de aprendizaje en una sociedad de complejidad creciente. Generar nuevo conocimiento y adquirir o potenciar estas meta competencias no tiene que ver necesariamente con hacer un doctorado o aprender cosas muy sofisticadas, sino con poner en práctica técnicas y herramientas relacionadas con la forma de pensar, preguntar y trabajar con otros que hacen una diferencia fundamental, si se logra canalizar el potenciar creativo, compartir lo que se sabe para mutar, aprender de una manera diferente, dejando de lado los paradigmas que han prevalecido por largo tiempo en la formación, la capacitación, el trabajo por áreas funcionales y, de modo muy importante, en el estilo de liderazgo que emplean jefaturas de los diferentes niveles organizacionales.

Cualquiera que sea la industria; finanzas, leyes, manufactura, medios o cualquier otra, requerirá de capacidades cognitivas que la equipen para tareas que quizá ni siquiera podamos imaginar todavía. Estas capacidades son cognitivas generales más que conocimiento específicos. En el futuro, las personas necesitarán tener conocimiento especializado para ser efectivos en la parte básica de su trabajo, pero eso solo no será suficiente. Para tener éxito, los profesionales de mañana tendrán que demostrar un orden superior en la manera de pensar. La adquisición y aplicación de estas meta competencias cognitivas debería constituir la llave que abra la senda hacia una nueva forma no sólo de trabajar sino de relacionarse con las tecnologías. Podrá ser perfectamente posible aplicar el proverbio “si no puedes contra tu enemigo únete a él”. El hecho de que un trabajo sea rutinario no lo hace más o menos vulnerable frente al avance tecnológico. La fragilidad laboral radica en la predictibilidad. Pensemos en un trabajo que cualquier persona pueda aprender a hacer mediante el estudio detallado de las tareas que desempeña alguien más. Si esto es posible, entonces muy probablemente un algoritmo aprenda algún día a hacer ese trabajo o parte de él. La conclusión de todo esto es que adquirir más habilidades y grados académicos no necesariamente nos protege ante la automatización laboral. En este panorama que nos convoca el desafío crucial, los líderes, es decir, todos aquéllos que deseen ejercer influencia desde sus respectivos campos de acción –que puede incluir desde dirigentes sociales, políticos, hasta los que se desempeñan en las empresas, guiando equipos de trabajo como emprendedores, jefaturas o ejecutivos–, tendrán que iniciar o potenciar, sin dilación, una reflexión profunda en relación con sus competencias, habilidades y en sus creencias respecto de lo que el liderazgo significa para tener credibilidad y hacer que las cosas ocurran. El líder deberá ser el primero en prepararse y entender el contexto de lo que este desafío implica y desde ahí favorecer nuevas formas de trabajar y relacionarse con colaboradores y equipos, para hacer que fluya el uso de las competencias cognitivas señaladas.

De la teoría a la acción

En las páginas siguientes, haremos primero un recorrido por las fuentes de creación de conocimiento y la forma en que éstas han ido forjándose en el tiempo, desde la época de la filosofía griega hasta la formulación de los algoritmos que aprenden. Con esta perspectiva en mente, podremos construir un modelo que hemos denominado C-Nova, “Conocimiento Nuevo”, para representar cuatro tipos de estrategias y técnicas de pensamiento esenciales al abordar los desafíos del trabajo en los próximos años por los estudiantes, los profesionales de diferentes áreas, los equipos de trabajo y las organizaciones en forma global. C-Nova estará constituido por competencias cognitivas (como se observa en la Figura 1) de alto poder en la creación de nuevo conocimiento si se aplican en forma continua a la resolución de problemas, el mejoramiento de productos, servicios y procesos, como un foco relevante de innovación.


Figura 1. El modelo C-Nova, integrado por cuatro competencias de pensamiento esenciales para abordar los desafíos en el trabajo de la “era cognitiva”.

Incluirá, primeramente, el Pensamiento Crítico, que implica cuestionar antes que aceptar sin análisis las cosas, también implica aceptar que uno no es dueño de la verdad absoluta y que nuestra apreciación de los hechos y situaciones está teñida por nuestros modelos mentales preexistentes. Para aplicar pensamiento crítico las personas necesitan poder observar, reflexionar, sintetizar e integrar conceptos e información, además comunicar efectivamente su argumentación a los demás. La segunda competencia a tratar será el Pensamiento Creativo y está relacionado con una estrategia que permita desarrollar el potencial no utilizado para generar nuevas ideas y ofrecer alternativas que rompan con lo lógico lineal y sean el primer paso de una siguiente innovación. El Pensar en forma Sistémica constituye la tercera competencia incluida y representa un cambio significativo en la manera en que habitualmente abordamos el análisis o las causas de un hecho o situación. No es sólo considerar que todo se relaciona con todo, sino que nosotros somos un sistema y todo lo que nos rodea también lo es, porque la realidad en cualquier ámbito no es una colección de cosas o hechos aislados, sino que la forma en que se estructuran y relacionan define sus propiedades, su funcionamiento y el impacto que poseen sobre otros sistemas; una capacidad cognitiva crítica para cualquier persona en una posición de liderazgo, pero también para cualquiera que intente descubrir nuevos conocimientos, iniciar un negocio o crear algo original. Ver los detalles y todo el cuadro, al mismo tiempo que poner a prueba nuestra comprensión de múltiples variables, sin duda será una ventaja competitiva difícil de imitar. La cuarta modalidad, el Pensar Algorítmico, puede resultar un tanto extraño o rebuscado, sin embargo la idea fundamental detrás de esta inclusión en el modelo C-Nova, es que introduce una manera de elaborar alternativas de solución y ejecución de dichas soluciones a problemas o procesos para innovar, tomando como referencia las ciencias de la computación y el diseño de algoritmos que requiere, más allá de la codificación y el procesamiento informático posterior, una muy rigurosa descripción, diagramación en etapas y ensayo de opciones. Aprender a pensar en esta forma, no sólo nos puede adentrar en la “guarida de nuestro potencial enemigo”, la automatización, sino que nos permitirá aumentar la comprensión, en particular a los no especialistas, de cómo se conforma la estructura y función de las “máquinas pensantes” y de este modo, transformarla en un factor valioso a la hora de marcar diferencias en el mundo del trabajo.

Las ventajas de adquirir y usar estas competencias de pensar en forma crítica, creativa, sistémica y algorítmica serán tan significativas que, por sí solas, ya implican un aspecto distintivo en nuestra oferta de valor laboral, sin embargo al aplicar el modelo C-Nova se puede ir más allá, pues aumentará el desarrollo de propuestas no lineales para la solución de problemas y tareas que no son rutinarias, facilitando la detección temprana de nuevas oportunidades no consideradas normalmente en el trabajo cotidiano. Todo lo anterior a través del potencial individual y de equipos de trabajo de diversa índole. Esta liberación del poder creativo va a requerir simultáneamente actuar sobre la canalización del talento, la generación de ambientes y contextos apropiados para que se expresen las ideas, pues de lo contrario la tarea será ardua dada la cantidad de años que, en muchos casos, la capacidad creativa ha estado sepultada bajo capas de pensamiento lineal en el ámbito de la educación y las organizaciones.

Los formas de pensamiento que proponemos para ser adquiridas o potenciadas a nivel individual, grupal u organizacional, no van servir de mucho si no se practican de modo aplicado a la solución de problemas concretos u oportunidades detectadas que ofrezcan posibilidades no exploradas. Es por ello que en la tercera parte del libro se avanzará en la definición de tres prácticas que sirvan de facilitadores y complemento para el modelo C-Nova. La primera de ellas será el uso de herramientas de modelamiento sobre la base de prototipos y modelos computacionales, que además generen aprendizaje continuo, como una forma de hacer tangibles las ideas o propuestas de solución que se obtengan para generar valor, iniciando así una espiral indefinida en la creación de nuevo conocimiento. La siguiente práctica estará relacionada con la implementación de un sistema, con soporte tecnológico, para intercambiar, registrar y transferir el nuevo conocimiento, de un modo que se transforme en un activo intelectual de quien lo posea, sea éste una persona, un equipo o una organización completa. Por último, una práctica de especial importancia para los líderes, ya sea con emprendimientos propios o trabajando en una empresa, será definir lo que podríamos llamar un “campo de acción” donde ocurran las cosas, donde tengan lugar las instancias para pensar de acuerdo con el modelo C-Nova. Este campo para practicar, aprender y aplicar podrá tomar la forma de proyectos para dar solución a problemas complejos, talleres de aprendizaje de competencias, reuniones de trabajo en equipo, comunidades internas de práctica o, en una forma global, en la creación o cambio de cultura dentro de una organización que promueva decididamente este tipo de iniciativas, teniendo como centro la búsqueda de respuestas adaptativas a las demandas de un mundo cada vez más complejo y dominado por los avances y temores sobre la tecnología.

Éste es un camino sin retorno, pero también un desafío de gran alcance, que si somos previsores y empezamos desde ahora a recorrerlo, yendo al encuentro de las raíces del conocimiento, para transformarlo después en estrategias de pensamiento crítico, creativo, sistémico y algorítmico, que podremos aplicar en nuestros respectivas áreas de interés, sentiremos que estamos mejor preparados para hacer frente a la avalancha tecnológica y a las amenazas que presenta el trabajo en el futuro. Podremos afirmar sin duda lo siguiente: “Nunca pongas un punto final donde el Universo puso una coma, ya que la historia continuará...”.

Parte I
En busca de la llave maestra
El retorno a las fuentes del conocimiento

No debemos dejar de explorar y al final de nuestra exploración será que lleguemos adonde empezamos y conozcamos el lugar por primera vez.

T. S. Eliot

De modo sorprendente, los teóricos en máquinas de aprendizaje están proponiendo una audaz tesis: consideran que es posible llegar a encontrar un algoritmo, es decir el conjunto de reglas e instrucciones precisas, que sea capaz de construir cualquier tipo de conocimiento. Si bien entienden que este objetivo hoy es poco realista, de lograrse respondería una serie de preguntas que a muchos les preocupa: ¿cómo aprendemos?, ¿hay una mejor forma?, ¿qué capacidad de predecir tiene lo que se sabe?, ¿podemos confiar en lo que conocemos y aprendemos? Como avance en el logro de este propósito la disciplina del aprendizaje de máquina ya posee cinco “escuelas de pensamiento” que constituyen el enfoque específico desde donde abordan actualmente su trabajo. Cada una de estas escuelas tiene su propio learner (así se denominan los algoritmos que son capaces de construir otros algoritmos) de fines generales que pueden usar en principio para extraer conocimiento desde los datos de un campo de acción determinado (industria, finanzas y muchos otros). Estos algoritmos tienen aplicaciones que dan resultados y son exitosas en hacer ciertas cosas, pero no otras. El pretender hacer uno que combine las mejores cosas de aquellos específicos en un área, sería el algoritmo maestro final, algo así como conseguir la teoría unificada en la Física, derivando todo el conocimiento del mundo respecto del pasado, presente y futuro, a partir de fuentes de datos determinados.

De modo sorprendente, los teóricos en máquinas de aprendizaje están proponiendo una audaz tesis: consideran que es posible llegar a encontrar un algoritmo, es decir el conjunto de reglas e instrucciones precisas, que sea capaz de construir cualquier tipo de conocimiento. Si bien entienden que este objetivo hoy es poco realista, de lograrse respondería una serie de preguntas que a muchos les preocupa: ¿cómo aprendemos?, ¿hay una mejor forma?, ¿qué capacidad de predecir tiene lo que se sabe?, ¿podemos confiar en lo que conocemos y aprendemos? Como avance en el logro de este propósito la disciplina del aprendizaje de máquina ya posee cinco “escuelas de pensamiento” que constituyen el enfoque específico desde donde abordan actualmente su trabajo. Cada una de estas escuelas tiene su propio learner (así se denominan los algoritmos que son capaces de construir otros algoritmos) de fines generales que pueden usar en principio para extraer conocimiento desde los datos de un campo de acción determinado (industria, finanzas y muchos otros). Estos algoritmos tienen aplicaciones que dan resultados y son exitosas en hacer ciertas cosas, pero no otras. El pretender hacer uno que combine las mejores cosas de aquellos específicos en un área, sería el algoritmo maestro final, algo así como conseguir la teoría unificada en la Física, derivando todo el conocimiento del mundo respecto del pasado, presente y futuro, a partir de fuentes de datos determinados.

Si comparamos los objetivos que pretenden alcanzar algunos de los más importantes expertos en inteligencia artificial respecto del conocimiento y los medios para alcanzarlo, con aquellos pensadores preocupados por el tema desde la antigua Grecia, surgen varias conclusiones que nos pueden ayudar a avanzar en identificar, descubrir y luego gestionar este importante activo por profesionales, equipos, organizaciones de manera de generar valor: Desde los albores de la civilización se han planteado las interrogantes acerca de cuál es proceso que nos permite conocer, aprender y aplicar lo que sabemos y cuales son límites del mismo. Por otra parte, en el transcurso de este devenir por la filosofía, la psicología, las neurociencias, la lingüística y hasta en la inteligencia artificial se manifiesta una tendencia a proponer una especie de “algoritmo maestro” que explique y dé cuenta, como un modelo globalizador, de que este conocimiento ocurre a partir de elementos (datos, impulsos biofísicos, lenguajes, códigos, redes cognitivas, símbolos, formas, ideas, matemáticas, mutaciones, dependiendo del campo de estudio) que se constituyen en los insumos para la construcción de teorías, técnicas, métodos y herramientas esenciales del desarrollo de la cultura y la civilización en un sentido amplio. Además, en una revisión de los principales aportes desde donde se han ido construyendo estos modelos, podemos obtener una mejor comprensión de lo que ocurre hoy en el ámbito del aprendizaje y su influencia diversa, reflejada en ciertas creencias y paradigmas que han ido quedando desfasados en los procesos, por ejemplo de educación y capacitación, así como en la forma de trabajar y aportar. En el mismo sentido nos permite rescatar metodologías, técnicas y estrategias para acercarnos a descubrir el valioso tesoro que reside en crear lo nuevo como una práctica permanente, pues desde allí se pueden construir competencias diferenciadas y de mayor éxito profesional y organizacional. Por último, resulta muy sorprendente que desde las antiguas escuelas filosóficas hasta las modernas escuelas de la inteligencia artificial, coincidan en algunos principios que subyacen en la búsqueda del conocimiento y en entender cómo éste ocurre. Tal vez no esté tan errada la idea de encontrar un algoritmo maestro y de que cualquiera de nosotros podamos construir uno propio que nos oriente y nos transforme en “líderes del conocimiento” y así abordar los desafíos en el trabajo del futuro cercano. Para descubrir la llave maestra de acceso al reino del nuevo conocimiento, tendremos que realizar un viaje que implica superar ciertas etapas cruciales para el éxito.

En esta travesía de aprendizaje y descubrimiento será necesario clarificar inicialmente qué es lo que buscamos. Por esta razón, la primera detención será en los dominios de la filosofía y su intento desde hace más de dos mil quinientos años por “atrapar la luz”, que nos acerque a la verdad y a los límites que tiene el hombre, para conocer la realidad desde el saber qué (la teoría), saber cómo (el hacer práctico) y también del saber qué es (las observaciones y vivencias). Luego haremos una visita a los “talleres ocultos de la mente” de la mano de las neurociencias. Allí nuestro propósito será comprender la forma en que aprendemos lo que aprendemos y también lo necesario para desaprender y crear, a partir de la intrincada red neuronal que conforma nuestro sistema nervioso central y los hemisferios cerebrales. La siguiente etapa del recorrido será una parada en la “guarida” de nuestro enemigo potencial del trabajo del futuro: las máquinas pensantes y descubrir, en lo esencial, cómo lo hacen para ser cada vez más inteligentes, igualar o superar ciertas competencias consideradas hasta ahora exclusivamente humanas y provocar el temor en muchas personas respecto de sus posibilidades laborales. No obstante lo anterior, también interesaría saber si tal vez no son enemigos reales, sino aliados que pueden contribuir de manera positiva a incrementar nuestra creatividad y el desarrollo de nuevo conocimiento. En el siguiente paso tendremos que dejar el terreno sólido de lo predecible para navegar en aguas cuya característica principal es la incertidumbre de su curso, sin embargo entender y actuar en ellas será clave para generar conocimiento pues, como veremos, la complejidad constituye hoy por hoy un componente esencial del escenario en que pueden surgir grandes oportunidades, en la medida que ésta se asocia a hechos, sucesos o problemas no lineales, es decir aquellos en que su causa y su solución son sistémicas y se relacionan con un conjunto de variables a considerar para entregar propuestas creativas que los resuelvan. Por último, luego de hacer todo el recorrido, será necesario extraer de lo aprendido en las diferentes etapas del viaje los insumos de un modelo para generar nuestro propio conjunto de métodos y herramientas que nos sirvan para crear e innovar, sin importar mayormente el campo profesional o laboral en que nos desempeñemos.

Atrapando la luz

La vida es un proceso de adquisición de conocimientos. Toda la evolución no sería otra cosa que un proceso por el cual los sistemas vivos, para adaptarse a su medio, o por ello mismo, extraen conocimientos o leyes del mundo.

Konrad Lorenz

Parménides fue un filósofo griego presocrático, nacido en 530 a. C., que relata haber vivido una experiencia mística con una diosa que le habla y le dice que va a revelarle dos cosas diferentes: has de aprenderlo todo, tanto la imperturbabilidad de la convincente verdad, como las opiniones de los mortales, en las cuales no hay que confiar, pues en ellas no hay creencia verdadera. Esta revelación no sólo se queda en lo expresado, sino que la diosa le da argumentos para creer en esa verdad y también para distinguir lo que no lo es. No te dejes llevar por el antiguo hábito de aceptar lo que habitualmente ves y oyes, basados en lo que la gente dice y hace; sino que sigue mis razonamientos y juzga con tu propia razón lo que has escuchado de mi boca… Todo ello forma parte de un ya muy famoso y estudiado poema, referente obligado de lo que se define como “conocimiento proposicional”, y que se basa en tres partes esenciales: 1. Tener una creencia acerca de algo. 2. Que dicha creencia sea verdadera, y 3. Que sea justificada. La justificación de una creencia será algo fundamental para que determinada proposición, afirmación o creencia, se considere como conocimiento y será lo que lo distinga de una mera “opinión verdadera”. Por ejemplo, Juan cree que va temblar mañana y efectivamente tiembla, pero no tiene ninguna base para su creencia; es una opinión verdadera, pero no conocimiento. De los tres componentes del conocimiento en este caso se cumplen sólo dos, falta la justificación. En uno de los diálogos de Platón, el Teeto, se argumenta que las creencias verdaderas “accidentales” no pueden ser conocimiento. Por otra parte la actitud de creer se presenta en grados de intensidad o fuerza, que tiene que ver con el nivel de confianza respecto de la proposición. Por ejemplo, si estamos muy convencidos (creyentes) de que va temblar mañana (proposición verdadera), entonces estaremos dispuestos a organizar un kit de emergencia, acumular agua o estar atento a las noticias, pero si el grado de creencia es bajo, seguiremos con la vida en forma normal. Esta dinámica entre grado de creencia y acción o comportamiento, tiene una alta incidencia en la toma de decisiones y otras consecuencias a nivel de flexibilidad y apertura frente a nuevas perspectivas, que pueden hacer una gran diferencia en nuestra disposición a investigar, profundizar o razonar sobre un tema.

En relación con la condición de verdad, podría objetarse que ¿cómo es posible que forme parte de la definición de conocimiento, si el alcanzar la verdad absoluta ha sido visto como algo no posible o muy difícil? Sin embargo, el problema de esta objeción es que del ignorar que una proposición sea verdadera, no se puede inferir que no lo sea. Esta posibilidad, como podrá observarse, hace que la búsqueda de la verdad sea más un camino que tiene muchas opciones y no un fin que puede resultar tal vez inalcanzable, pero que no invalida esas aproximaciones sucesivas a las que nos lleve la justificación, dependiendo del peso que ésta tenga en un momento determinado y los cuestionamientos que de ella emerjan.

Podríamos decir que la relevancia de la búsqueda de nuevo conocimiento implicará la búsqueda de nuevas creencias, corrección de las anteriores y búsqueda de justificaciones que garanticen su verdad, todo ello generando nuevas fuentes y procesos por medio de los cuales podamos adquirir dicho conocimiento, que a su vez será nuestra forma de relación (adaptación, transformación, evolución) entre el ser (yo) y las “cosas” del mundo, es decir aquellos hechos, sucesos y objetos que forman la realidad. La relación permanente entre esta triada, como se observa en la Figura 2 (Hombre, Verdad, Mundo), será la base permanente sobre la cual se puede explorar y descubrir nuevas opciones y resolver los desafíos que nos presenta permanentemente la realidad para adaptarnos, transformarla y evolucionar, generando conocimiento útil y valorable.

Sin embargo, la relación entre los componentes de esta triada, como podrá suponerse, no es algo estático. Lo que sabemos y hacemos va cambiando en la medida en que se proponen nuevas teorías, tecnologías, métodos y técnicas para acercarnos a la verdad y este propósito puede verse facilitado o dificultado por nuestra posición frente a ello, dado que existe un elemento mediador de gran importancia: los supuestos, teorías y prácticas que constituyen nuestra “verdad” y no la verdad.


Figura 2: La triada que une al hombre en la búsqueda de la verdad sobre el mundo, a través del conocimiento.

De esta acotada descripción acerca de las razones de la búsqueda de conocimiento para alcanzar una verdad justificada y reducir las “incertezas” acerca del mundo, que aumenten la adaptación y evolución, podríamos deducir un primer fundamento importante que estará en la base de las siguientes etapas en el camino de crear nuevo conocimiento, pues los comportamientos que tengamos al respecto, así como los supuestos, las hipótesis que necesitan ser probadas, las conversaciones que se generen como parte de la justificación, los conflictos que se manifiesten y resuelvan de un modo constructivo, además la creatividad para abordar los hechos del mundo, serán parte esencial del proceso. Es necesario decir algo más respecto a este primer factor clave encontrado en el camino: el mayor debate y surgimiento de nuevas teorías, se ha dado sobre la justificación de nuestras creencias, más que sobre la parte dos, es decir la verdad de la creencia. ¿Qué significa que una creencia esté justificada? Implica que en cierto sentido se nos entregue “una garantía” que no es correcta o verdadera por accidente. La condición de verdad es completamente no controversial, es decir lo que es falso no puede ser conocido. Si algo es falso podemos creer en ello, pero no saberlo en el sentido de tener conocimiento de ello. Aunque se puede cuestionar que es muy difícil alcanzar la verdad, no se puede negar que algo no lo sea en la medida que a través de sucesivas justificaciones nos acerquemos a ella y no sea desechada como falsa. Por ejemplo, lanzar una moneda en una pieza oscura: no podemos saber si salió cara, pero ello no implica que no salió cara. Para saberlo tendremos que emplear algún proceso de búsqueda de justificación y evidencia que nos permita saber y no se debe confundir que algo es verdad con algo que esté en condiciones de ser conocido. Pero sí podemos saber a priori lo que es falso: que haya caído cara y sello al mismo tiempo. Esto son los principios de bivalencia, será lo uno o lo otro (verdadero o falso), pero no ambas cosas a la vez, que se denomina principio de no contradicción, muy importante para la búsqueda de nuevo conocimiento, ya que podemos no saber si es algo verdadero, lo cual no quiere decir que no lo sea, ya que tiene por lo menos un 50% de posibilidades de serlo. Se puede decir que existen razones o evidencias (experiencias directas, como percepciones, recuerdos, intuiciones y lógica) o experiencia indirecta (inferida de ciertos principios que se dan en la realidad), testimonial, es decir dependiente de otras personas para justificar la creencia. No obstante lo anterior, esta forma de evidencia puede ser cuestionada porque depende de mecanismos cognitivos que no son necesariamente confiables y se exigen otras evidencias “externas” para dar mayor peso a la justificación. Según el enfoque causal, la confiablidad está ligada a los conceptos de explicación y causalidad. Por ejemplo, el experto puede explicar la generación de la creencia verdadera, pero esto puede actuar sobre el pasado y no sobre el futuro, lo que como se podrá notar deja aprisionados “dentro de la caja” a los especialistas. Una versión más flexible indica que el experto “rastrea” la verdad del modo de ser del mundo en un dominio determinado, pues tiene cierta competencia para ello, evitando cometer errores y descubre ciertas certezas, pero sus predicciones sobre el futuro son limitadas. También la justificación podría estar dada por “virtud intelectual”, es decir que haya sido originada por una habilidad, disposición o competencia bajo determinadas circunstancias y se asocia, con frecuencia, al llamado conocimiento práctico. En este contexto es posible visualizar la importancia que tendrá, cuando avancemos en la construcción del modelo guía, la introducción de una estrategia de pensamiento que deje entre paréntesis los supuestos a priori que están detrás de nuestras creencias y nos abramos a la idea de cuestionar y formular las hipótesis que requieren evidencia y prueba.

Definido el marco conceptual de por qué estamos siempre detrás del saber, es necesario decir que conocimiento es una palabra compleja que denota numerosas acepciones. A lo largo de siglos de civilización, los seres humanos nos hemos preocupado del mismo pues, como planteamos anteriormente, intuimos o suponemos que nos entrega la posibilidad de “dominar la Creación” y saber de la naturaleza de las cosas. Este significado se relaciona entonces, en mayor o menor medida, con leyes del universo y dependiendo de si esta búsqueda es mística, religiosa o incluso filosófica, mantiene una indudable cercanía con capturar la luz o alcanzar la iluminación. Conocer, del latín cognoscere, implica que la mente del hombre puede tener acceso, por el ejercicio de sus facultades intelectuales, a la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas, entender las causas y las leyes que rigen el mundo, es decir, éste se le torna inteligible. Para dejar claro cuál será el sentido y contenido en que usaremos el concepto de conocimiento, será necesario definir otras acepciones de este término que abarcan temas diversos y que han ido derivando en un uso amplio del vocablo, alejándose del uso original ya señalado. Por ejemplo, “conocido” es una persona con quien se tiene algún trato, pero no amistad. Perder o “recobrar el conocimiento”, es una expresión usada cuando una persona se desmaya o vuelve a estar consciente. Otro uso de la palabra ocurre para afirmar una facultad legítima, por ejemplo el juez “conoce” del juicio, este sentido está asociado a información. O como una manera de experimentar algo, por ejemplo “el equipo conoció la derrota”. En este caso puede haber un germen de conocimiento genuino que surge de la experiencia y la posibilidad de un aprendizaje que servirá en una próxima oportunidad, como le ocurre a un niño pequeño que por “no saber” introduce un dedo en una toma de corriente eléctrica y “aprende” desde dicho evento. En una forma aún más alejada de su significado original, el concepto se utiliza como asociado a valoración: “Fue reconocido como el empleado del mes”. O en el sentido inverso, “no se reconoce su aporte”. Otra acepción de la palabra conocimiento relevante de identificar y distinguir del sentido original del vocablo, tiene una orientación más ética, asociándolo a la capacidad de discernir, de entender la diferencia entre lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo inconveniente, como cuando una madre expresa: “Qué poco conocimiento tiene este hijo mío”. Adicionalmente, el verbo “saber” y su sustantivo “sabiduría”, tienen una indudable cercanía también con el término conocimiento y se confunden o se usan como si fueran sinónimos. No obstante lo anterior, será necesario distinguirlos, en especial cuando sus usos se alejen de la definición original, como ocurre en el siguiente ejemplo: “Sé que estás interesado” por “me da la impresión que estás interesado”, o “tengo información de que estás interesado”. En estos casos el saber apunta a una forma cotidiana de expresar opiniones o compartir una información obtenida desde la propia interpretación o indirectamente desde otras fuentes informativas. Otro ejemplo de estas similitudes pero también de las diferencias, se ejemplifica al decir “Teresa conoce el portugués” y “Teresa sabe portugués”; son expresiones que pueden ser tomadas como iguales, sin embargo, “Julio conoce el programa” y “Julio sabe el programa” ya introduce elementos diferenciadores. Podemos decir, en cambio, que “Pedro conoce a Francisca”, pero no que “Pedro sabe a Francisca”.

1 032,60 ₽
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337 стр. 30 иллюстраций
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9789563988819
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