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VII

Es un gran sensual. Casi puede decirse que ahí está su fortaleza, pues ella le sirve para rebotar como la pelota de caucho. ES UNA INMUNDICIA QUE MIRA PARA EL CIELO. Con fragmentos de su correspondencia de los últimos días vamos a estudiarlo.

En carta de 27 de junio de 1933, dice:

“Conocí a la mujer única de Marsella, una muchacha poderosa que se pasea pescando por la calle de Roma. A veces tengo la manía de seguir a las mujeres, pues me parece que ellas tienen en alguna parte algún secreto. Desilusión, pues nosotros somos los del secreto, según lo dijo Cojuelo en el recado que le envió a una sirvientica: ‘Dígale que se venga sin calzones esta noche, que le voy a decir un secreto’.

Se desnudó y ¡téngase usted! Eran unos pechos como los cañones antiaéreos que llevó el difunto Vásquez Cobo a Tarapacá. Se paró al frente del espejo; alzó los brazos, los bajó y bregó por doblar de para abajo esas tetas beneméritas. Me dijo: Je suis unique a Marseille…, y sonreía triunfalmente”.

Indudablemente que le vino la reacción, pues en carta de 2 de agosto de 1933 encuentro lo siguiente:

“La mujer sigue siendo para mí como larva de coleóptero; me produce náuseas. A cada dos minutos miro para el cielo y llamo a la BELLEZA, al que está escondido, y has de saber que oigo el ruido de sus alas, cada vez más, cada vez más. Es como la aurora, que cada vez más, cada vez más.

… La única conquista que puedo contarte es que ya me dan asco las mujeres. Con la ayuda divina vencí eso que me hacía desesperar. Si vieras las sensaciones tan raras que tengo al ver cuerpos de mujeres en la playa. Es muy raro. No sé explicar. Es un complejo en que hay sensación de larvas inmensas de coleópteros, trompas retráctiles de elefantes, abdómenes de insectos. En fin, creo que se trata de la intuición del alma fisiológica, el alma de la carne, el deseo de encarnar.

Mi única esperanza es volver a Colombia preparado para morir, graduado en eso. Medita bien: que sienta náuseas por la vida orgánica y que tenga relaciones divinas.

Mucho es saber que hay dos vidas. Pero ¡qué malo no poderte explicar esto de los cuerpos de mujeres! Pero es de las mujeres que están en la edad del deseo. Los hombres también. Apenas los intuyo, vomito. Mi amigo sacó una fotografía de unas mujeres desnudas en la playa. Ayer me la mostró. Como fue sentadas, con las piernas estiradas al frente de la máquina, éstas quedaron gruesas y cortas y tuve la sensación de órganos retráctiles como tentáculos de pulpo o trompas de elefantes, y vomité”.

Durante el mismo tiempo de reacción contra la mujer única, escribió lo siguiente acerca de las francesas, lo cual a nadie ofenderá, pues este hombre es fatalidad evidente.

Puesto que hay otras notas en que habla de la virtud de las campesinas de Francia, hay que tomar tales ímpetus por lo que son, reacciones de Marsella, puerto cosmopolita y donde hay, por ejemplo, más de ochenta mil mujeres inscritas; agréguese ochenta mil hombres que viven de ellas y lo que no está legalizado… Pero en Marsella se encuentran muchachas más ágiles que los gatos. Dice:

“¿Cuál es el hecho que más aparece en mi conciencia? Las mujeres de Francia. Míralas pasar. Carecen de misterio; no tienen secreto; no hay en ellas inocencia. No existe el amor, el cual esencialmente consiste en la conquista de una inocencia. En Francia no existe, pues, el amor. ¿Qué arte puede haber sin amor?

Míralas pasar. Convérsales. No tienen ningún secreto. Desde la más tierna infancia sus pechos caen a la altura de las costillas falsas. Observa las artistas de cine y de teatro. Todo se les cayó desde la más tierna infancia. Un secreto que las muchachas prometen y no cumplen, es el amor.

Francia tiene pocas barreras y se llama el país de la mesura. La moral son linderos que crean el pecado y, por consiguiente, el misterio, el amor, la picardía, la gracia. Ésta consiste en la agilidad con que el hombre se mece en la barrera que separa el bien del pecado, sin dejarse ir; es un asomarse a lo prohibido.

El arte es también un cerco de leyes, y el amor, summum de todo, nace de la moral.

Aquí piden cien francos por una cosa que no puedo decir y cincuenta por otra que tampoco puedo decir: voilà l’amour!

En Francia no hay barreras. Nada es bueno, nada es malo; nada es verdad, nada es mentira. Entonces ¿por qué existe aún Francia? Por el franco. El franco y el sueldo son el límite del francés. ¡Es mucho amor por el dinero, mucha economía, mucha hambre! Ahora comen más y están enojados con los yanquis que vinieron a la guerra, porque les enseñaron a bañarse y a comer bien. El franco es como la atmósfera que pesa sobre nosotros y nos evita reventar. El franco limita al francés y lo hace una nacionalidad que no perecerá; es la explicación de sus triunfos y de sus cualidades”.

La sensualidad de Lucas es la continencia, un fenómeno español y suramericano. Efectivamente, el misticismo español es sensualidad contenida. La noción de honor femenino es de España y Suramérica. Mirar tras las celosías, atisbar, rumiar las promesas de unos ojos. Mientras que Francia es un país satisfecho en amor. No hay francés que no esté ahíto. Creo que en estas cortas frases queda explicado el malentendu de Ochoa y las mujeres únicas. En Francia no gustan de las ilusiones, y a uno como Lucas, le dicen: espèce d’idiot

VIII

Muy naturales parecerán estos datos biográficos a los lectores de Mi Simón Bolívar, libro en el cual comencé la historia de Lucas Ochoa. Recordarán muy bien que es asimétrico; que estuvo hemipléjico durante el año 1928.

Pues los paroxismos le volvieron hace poco. En su correspondencia y notas está descrita esta crisis:

“… Grandes y buenas noticias le tengo acerca de mi salud. Resultado del examen del líquido cefalorraquídeo, negativo. Hay, eso sí, 0,80 de albúmina, y lo normal es 0,20 a 0,40. El Doctor Aymés le envió el resultado a Berenguela, junto con una boleta en que dice que es relativamente satisfactorio, y que fuera donde el Dr. Sedán para estudiar el fondo del ojo. En la tarjeta que envió para éste, se lee: ‘Ochoa Lucas. — Crisis comiciales muy raras. Albúmina citológica en el líquido’.

El Dr. Sedán dijo: ‘Usted puede estar contento, señor Lucas, nada de sífilis, nada de tumor; reflejos normales, pupilas iguales y astigmático’.

Parece que sea la misma enfermedad de Mahoma”.

En carta de 2 de junio se lee:

“Ayer salí de aquel hospital ‘San José’, donde pasaron cinco de mis días, felices. ¡Qué silencio, qué manos y qué almas! Es suave el catolicismo para con sus buenos siervos, como yo. Las Hermanitas de la Presentación son las únicas mujeres que me gustan.

Las noticias que le puedo dar es que no hay tumor. La radiografía es normal. La leyenda dice: ‘Cráneo soberbio. Ninguna anomalía, salvo un enorme seno frontal derecho’.

Mi vecino de cuarto era el abate Peracca, enfermo del corazón por la gordura. Se paseaba en calzoncillos a medio muslo, redactando el testamento, y a las doce gritaba que si no le daban almuerzo se iría para el restaurante.

También había un paralítico que ya no movía ni la cola y que gritaba al ver a su mujer: ¡Maguí…! ¡Maguííí!! (se llama María). Cuando la hermanita le daba el café con leche, exclamaba a cada sorbo: O que c’st bon! O que c’est bon!

Al abate Peracca lo cogieron las hermanas un día robando pan en la cocina, vestido de calzoncillos y una capita. Queda dicho que Peracca es italiano. ¡Aprenda a deducir!”.

Si el lector entrara ahora a la casa de nuestro hombre, lo más probable sería que lo encontrara con un frasco de Kalmidor en una mano; acaba de beber una cucharada y mira para el cielo. Vive de Kalmidor y píldoras azigol. En el frasco de éstas se lee: “Supresión de los bromuros. Para todos los estados nerviosos. Alejamiento progresivo de las crisis”.

Legumbres y legumbres. Pero también está entusiasmado con unas gotas de sales radioactivas.

Resumiendo su vida aparente: enterrar papelitos con promesas y juramentos. Mirar para el cielo. Tomar calmantes. Caminado lento unas veces, rápido, otras. Períodos en que emite juicios acerca de todo y épocas de mutismo. Encerrarse durante días en su cuarto, para llamar a Dios.

IX

La esencia actual de la filosofía de Lucas es que la emisión de juicios hace parte de lo que llama excremento pasional. Lucha contra su persona, beber, fumar, cohabitar, amar, odiar, reaccionar, emitir juicios.

El juicio no hace parte del espíritu, sino de la persona. Toda proposición es reacción. “Italia es hermosa”; en esta proposición hay una reacción. “La tierra es grande”; “Dios es infinito”, etc., etc.

Hasta hoy se había considerado a la razón como facultad espiritual. Ochoa sostiene que hace parte de la apariencia. Dice que arte y ciencia son apariencias, pues no hay sino un verbo sustantivo: SER. No se puede concebir nada existente fuera del Dios escondido.

Sea lo que fuere de toda esta metafísica, lo cierto del caso es que nada mejor que emitir juicios en el café, mientras se fuman los cigarrillos. Y ninguno hace estas cosas con el deleite de Lucas Ochoa, sólo que la metafísica lo pervirtió… O quizá goce tanto por eso mismo, porque lo considera pecado.

“Vas a publicar todos mis excrementos pasionales”. Eso me repite acerca de este libro sobre Italia y sobre muchas cosas, que he arreglado con sus apuntes, correspondencia y conversaciones.

Lo he titulado El Hermafrodita dormido, pues me parece que las páginas acerca de esta obra griega merecen darle el nombre a todo el libro. Es una serie de juicios acerca de Italia. Mussolini, por medio de su policía, llegó a leer algunos de tales apuntes y arrojó a nuestro filósofo de su península. Fue incapaz de comprender.

El epílogo contendrá algunas notas de Ochoa, necesarias para conocer los juicios que ha emitido acerca de las otras naciones y de los sucesos de Colombia. Pero mejor será no decir nada de ésta, porque es mi madre.

ITALIA
PRIMERAS IMPRESIONES

GÉNOVA, 12 DE MARZO DE 1932.

GÉNOVA es ciudad bonita, mucho; original, porque no es plana. Tiene algo de Manizales. Es, con Venecia, la que posee más carácter. Los genoveses son comerciantes y nada más. Es la tierra del ambicioso Colón. Conociéndola, nos explicamos los motivos que lo indujeron a ir en tres cáscaras hasta Guanhaní: comerciar, comprar y vender; oro para comprar el cielo.

Italia está muy organizada; reduce cada día sus importaciones y aumenta las exportaciones. Los impuestos aduaneros son enormes, por ejemplo, para el café. Produce bananos en La Somalia y otras posesiones africanas y prohibió la importación de ellos. Está cerrada para nosotros.

Hay un nacionalismo terrible, lo mismo que en toda Europa. Nosotros somos hospitalarios hasta la bobada. Un pequeño ejemplo es nuestra ley sobre visa de pasaportes, que está basada en la reciprocidad; gratis a italianos y suizos, porque así lo hacen ellos; pero Italia y Suiza son países de turismo; les conviene que vengan por aquí a pasear. A nosotros ¿qué nos ha de convenir que vayan buhoneros italianos a traficar en nuestros pueblos? Para Francia le visan el pasaporte a cualquiera, pero le ponen un letrero que reza: “Prohibición de ejercer trabajo remunerado en Francia”. Somos muy inocentes. Nuestros países de Suramérica se están llenando de la hez de la tierra. Cuando leo la Prensa de allá, me quedo repitiendo: somos inocentes hasta la bobada; somos inocentes, pero aún no estamos pervertidos completamente.

NACIONALISMO

MARZO, 17.

Todo esto es obra de la sugestión de un hombre: Mussolini. Ha logrado que todo italiano se crea un Napoleón y crea que ganaron ellos solos la guerra.

De esto se concluye que para engrandecer a los pueblos hay que instigarles la vitalidad. Es la única lección que puede sacarse de esta repugnante dictadura. Mussolini ha convencido a las nuevas generaciones de que son iguales o superiores a cualquiera, y apenas se convencieron, la creencia deviene realidad y el mundo la va aceptando mansamente. “¿Qué no puede hacerse con el hombre?”, preguntaba el Libertador.

Prohibida la importación de lo que Italia o sus colonias puedan producir. Todos los países de Europa se encierran.

Conclusiones: prohibir la entrada a Colombia de todo lo que pudiéramos producir. Es una vergüenza que allá introduzcan comida. Instigar la vitalidad, predicar que nuestra tierra es más bella y mejor. Sólo nos falta creerlo.

Para eso, el medio es la Prensa y la escuela. Cualquier cosa se puede hacer de un pueblo por medio de la escuela y la Prensa. De ahí que lo primero que hizo Mussolini fue apoderarse de la imprenta y de la niñez.

El principio de reciprocidad que anima nuestras relaciones internacionales, es absurdo: porque si algún país tiene posibilidades para vivir de sí mismo, es la gran Colombia, con dos océanos, con todos los climas y todas las alturas, con las faldas de los tres Andes, sus mesetas y sabanas; ríos con sus valles inmensos. Por ejemplo, es una gran inocencia el que se pueda introducir maíz, frísoles, arroz, huevos, a semejante tierra. Y sombreros, telas, etc. Lo único que debía permitirse, por ahora, es la entrada de maquinaria.

El art. 2 de la Ley 69 de 1930 es absurdo. Los países que no cobran por visar los pasaportes, es porque tienen gran renta en el turismo. Esto sucede con Italia. Mientras que los italianos que van a Colombia es a vender telas, sombreros, corbatas y tronquitos de mármol.

Ya que somos pocos en gran tierra, se podría visar pasaportes únicamente a gente muy sana que fuera a trabajar las industrias agrícola, pecuaria, manufacturera o extractiva, con capitales mínimos de tres mil pesos. Visar pasaportes como se está haciendo, revela una inocencia terrible. Hay que prohibir la entrada de comerciantes y de aventureros.

Colombia es un paraíso porque tiene apenas ocho millones de habitantes. Las desgracias y corrupciones de Europa provienen de la densidad de la población. Por eso, aquí las casas son como inmensas jaulas, sin patios, sin solares y sin aire. Por eso, aquí hay estatismo, socialismo, comunismo, y no hay vida de familia, no existen las amistades tan deliciosas entre familias vecinas. En estas tierras se vive como en hormigueros desorganizados.

CONCLUSIONES

1ª. El afán de que vayan gentes a Colombia es sugestión; nos parece, como a los niños, que los defectos de los mayores son perfecciones.

2ª. La felicidad colombiana consiste en que somos pocos con mucha tierra. No necesitamos gente, inmigración, sino sabiduría. La Argentina no puede ser nación; es un conglomerado amorfo y desgraciado; perdió el idioma, perdió el carácter; se hicieron fortunas a la carrera: eso fue todo.

Muchas cosas podría decir acerca de lo que veo en Europa, para comprobar que Colombia es hoy el país más fácil para la felicidad humana y que sólo falta un poco de sabiduría.

GÉNOVA

ABRIL, 4, DE 1932.

TU carta me hizo resurgir en la conciencia estados psíquicos que hace tiempos no venían; fue como acicate para mi alma. Resentí los momentos de euforia creadora que he tenido, siempre a instigación tuya.

Lo que me gusta es sentirme alto, cerca del calor solar, eufórico, pletórico, capaz de amor y de sacrificio.

Pero en Génova no hay sino comerciantes y gatos preñados. Es la ciudad de los gatos y el plato genovés se llama TRIPA, una especie de mondongo sin caldo. Hay muchos perros, todos con bozal, y las mujeres los sacan a mear, encadenados. Si la paciencia que gastan para dejarlos oler los rincones y los troncos de árbol la tuvieran estas mujeres europeas para cuidar sus hijos, el fascismo sería una gran institución…

Colón era genovés, y esto se puede afirmar a priori. No era español ese ladrón, avariento, que robó el premio asignado al que primero viera la tierra del tabaco y de las loras.

* * *

Gatos preñados, tripa, comerciantes y callejuelas. Ciudad original y patria del hombre más avariento, obstinado y empujador que ha dado la humanidad: Cristóbal Colón. Cielo bello, lejano y sirvienticas con los tacones torcidos. Ahí tienes a Génova, mi nueva patria.

Europa no me agrada. ¿Para qué? Tal vez los que vengan en busca del amor fácil, encuentren mejor esto; pero allá, en Colombia, es más bello el cielo. El suelo y el cielo. Hay montes de verdad, casas verdaderas, comida sana, frutos recién cogidos, leche con la crema. Aquí todo es falsificado y todos tienen hambre. Son muchos en escasa tierra. El error de nuestros gobernantes es desear la inmigración. Somos mejores, porque somos pocos, precisamente.

* * *

MAYO, 4, DE 1932.

¡La primavera es bella! Una mañana, el cielo lejano y azulísimo, el sol tibio y los árboles con pequeños renuevos. Y comienzan los jardines a llenarse de estas flores italianas tan amarillas, tan rojas, tan verdes, tan de un solo color. Aquí me he reconciliado con el amarillo. Las mujeres principian a llevar vestidos de colores puros y la Vía XX de Septiembre es una escuela de colores andantes. Nadie ama los colores como el italiano, pues es la tierra de ellos. Los policías, soldados y niños van emplumados, adornados. Aquí el macho, como entre los animales, es más engalanado que la hembra. Y suenan las voces rápidas, pues hablan aprisa como nadie; parece que riñeran. En fin, es el mes del amor, pero las mujeres no se entregan sino al que tenga plumas, penachos, sombreros en ángulos. Aquí no importa sino el color; el coito es unión de colores.

Giovinezza, giovinezza, che si fugge tuttavia… Bella… Se vuoi venire…

Pero Italia carece de mesura, de buen gusto. Mussolini es una pirámide de mal gusto. Un hombre tan afirmativo, tan oloroso a semen de establo, es el que ha convertido a la juventud italiana en fascista. Tú, acostumbrado a la delicadeza de Francia,2 no podrías soportar a este dictador incapaz de crear una literatura, un arte, nada bello. Todo se reduce a frases gruesas y rotundas, a camisas negras. Mussolini es un antiguo carnicero que leyó a Nietzsche a la carrera. En fin, nada tan fastidioso para mí, que estoy maduro, como este dictador.

No tengo fe en el hombre sino como lodo para que florezca en él uno que otro espíritu superior. Basta decirte que no he visto una sola figura interesante; apenas un sacerdote que llevaba un bastón delgado, cogido sobre la espalda con las manos enguantadas de negro; el sombrero lo tenía un poco torcido para un lado y los calzones asomaban unos cinco centímetros bajo la sotana. Caminaba con impertinencia, como si no le importara Mussolini; tenía figura de ser capaz de estarse diez años en un calabozo y de salirse por una gatera que abriría pacientemente. Lo seguí durante mil metros. De resto, ni aquí, ni en Milán he visto nada en hombres y mujeres. Mussolini me causa disgusto en todos sus actos y colaboradores. Por ahí está Ludwig siguiéndolo como un perro. ¡Qué asco! Al fin y al cabo Juan Vicente Gómez es original, único, y yo lo estudié por amor a la grandeza humana. Una guerra con los franceses parece necesaria, porque es mucho el odio que tienen por la bella y frágil Francia, de quien sólo conozco a Marsella, en diez minutos de automóvil, de noche, pero cuya sonrisa percibí y lloré. ¡Sólo Francia es bella!3

Había en el muelle una putica que tocaba el acordeón para que le arrojaran sueldos desde el barco, y había tanta gracia en ella, que estoy seguro de que en el cielo reciben a las pecadoras francesas en un barrio especial que se llama La Bouterie. Las mujeres italianas no quieren sino liras, comen ajos y no se bañan sino en verano. Los yanquis introdujeron el baño y las comodidades a Europa, durante la guerra europea. Lo admirable son las flores amarillas, y azules, y rojas, y color de yerba mascada y color de todo lo que chilla. ¡Oh tierra de los colores y del mal gusto mental!

El italiano no es idioma hermoso. Tiene muchos che, che, chi… Es algo semejante a los colores. Pero muy explicable todo, pues de aquí fueron los romanos, la civilización GRANDE, MONUMENTAL, etc. Mira ¡qué diferente Grecia! El hombre y el pueblo que valen, jamás lo dicen. Aquí nos enloquecen con tanta algarabía de la Italia del Duce. Evidentemente, nada insoportable como un hombre que domine a un pueblo física y mentalmente. ¡Manada de corderos inmundos!

No pienses por el momento en publicar nada de lo que te escriba. Todo me parece tonterías cuando soy yo el que las pienso y las escribo. Tengamos correspondencia que corra, que nos caliente el corazón.

En el Duomo de Milán, en una capillita subterránea, tienen el esqueleto de San Carlos Borromeo y cobran cinco liras por mostrarlo: eso hace mucha falta en Colombia, un santo.

Vivo solo, silencioso y bregando por recuperar la aprobación de mi conciencia para poder escribir una obra noble y digna. Es triste la noche, aquí solo, en un silencio lleno de reproches. ¿Sabes por qué no es buena Europa para mí? Porque lo mejor que tiene es para los que gozan con el amor sexual, y hace tiempos que una fornicación me vale meses de pena moral.

* * *

MAYO, 6.

Ayer tarde un ruso disparó tres tiros a Monsieur Doumer. Ignoro la causa para que esto me tenga conmovido. Pienso que la animalidad humana es grande; que las degeneraciones son infinitas, así como las santidades. El padre Almanza y la prostituta del amor francés; el que dispara contra el pobre anciano presidente y el que regala cinco liras de seis que tiene. Pero todos los actos se ejecutan en busca de la felicidad. ¿Qué es, pues, el hombre? Por mi parte, pasó mi período de escritor y tengo ansia de volar, de darme, pero no encuentro a qué darme. Es un período de incertidumbre. Recuerdas que en Caracas escribí: “Dejo la puerta de mi cuarto abierta, porque me parece que entrará alguien, la felicidad, etc.”. Pues este confuso sentimiento ha aumentado en mí. Me siento irresistiblemente llevado a dejar todas las puertas abiertas. Hasta en sentido físico, no puedo dormir con las puertas y ventanas cerradas. Es como si dentro me murmuraran: “Van a venir”. ¿Quién? No sé, pero estoy esperando y tengo la intuición de que me va a venir alguien. ¡Deja abiertas las puertas! ¡Deja todas las puertas abiertas! Me sorprendo a veces por la calle repitiendo esta cantinela. Tengo otra que me obsede estos últimos días: NO PIENSO, LUEGO SOY. Con esto quiero decir que sólo el que es capaz de dominar el pensamiento, es individuo. Se refiere a mi teoría de que el olvido es una facultad que se adquiere en los grados altos de civilización.

Si me vieras en el apartamento conversando conmigo mismo, sobre todo en el excusado, dándome consejos… En fin, mi vida en Italia va muy agradable. Sólo que nací para la soledad y hago desgraciado a cualquiera que viva conmigo.

Mañana viene Starace, secretario del fascismo, a decir un discurso en la plaza de la Victoria. A las diez y media iré a oírlo y te contaré. Es hombre afirmativo, odioso, desmesurado, discípulo de estos Márdenes. ¡Qué plaga, Dios mío, los predicadores de la voluntad violenta, impulsiva!

Aquí en Vía Malta, a la vuelta de mi casa, hay un gato negro, con los ojos verdes, y es mi consuelo. Lo miro y me voy pensando: ¿no será posible llegar a tener el alma tan bella como este gato los ojos? Y continúo el camino con más firmeza de propósitos, más recto, las espaldas a lo militar, ojos despreciativos por la humanidad común. Aquí es la vivienda de los gatos. Ahora están grávidos, pues mayo es el mes de los burros. Mi ocupación predilecta es buscar en la calle a los que están en celo y seguirlos, seguirlos, para conocer bien el alma encarnada.

* * *

MAYO, 8, DOMINGO.

Hace tres días que llueve continuamente. Para hoy tenían la fiesta de entrega de insignias a los nuevos fascistas. Vino a ello el Secretario del partido, Aquiles Starace, un tipo odioso, cara larga de machete, forma que abunda aquí. Publican su retrato; lleva ocho condecoraciones. No hay italiano que no sea Caballero, Gran Oficial o Comendador y que no tenga cintas y medallas. Se pagan mucho de estos abalorios. En Italia hay dos tipos definidos: el carirredondo, con la mandíbula inferior más poderosa que el cerebro, que es el tipo Mussolini, y el cara de machete, como nuestros jóvenes de quince años, en los internados, que es Starace.

Hasta los niños de cinco años pertenecen a cuerpos militares. Se llaman los balillas, en recuerdo de un muchacho genovés que arrojó una piedra contra algún soldado de los muchos que han dominado a Italia, y cuya hermosa estatua se alza en la placita Balilla.

Desde hace días estoy dedicado a observarme a mí mismo. Es como observar a un niño. ¡Cuántos caprichos, ideas, imágenes y deseos nacen en uno! Nuestra única salvación está en contemplarnos con ironía y benevolencia. ¡Pobres Mussolini y Starace!

Pensaba ahora que todo régimen en que se pierda de vista que el fin es el individuo, es una maldad humana. Sólo el hombre es una promesa; la sociedad no. Ésta es una manifestación accidental del hombre. De ahí mi antipatía por este socialismo gregario de Italia. A mí no me conmueve sino el individualismo místico. La sociedad es una forma para que el hombre se perfeccione. Y porque Europa ha olvidado esto, carece de civilización verdadera. Tiene lo que ha buscado: máquinas, lujo, riqueza material. Pero en cuanto a hombres, no produce casi nada, no produce sino al asesino del pobre viejo Doumer.

¡Curioso esto de observarse uno a sí mismo! Si vieras cuántas veces aparece en mí el deseo de traerme para el apartamento solitario a una de estas italianas sonrosadas. Afortunadamente sólo tomo el asunto como crítico: me dedico a convencer al Lucas del seminario de que eso es un engaño de los sentidos; me pongo a contemplarles los tacones, los ojos, la frente, los pechos, para actualizar la convicción de que son accidentes del alma encarnada…; o bien, me voy tras una jorobada, tras una coja, y medito en el problema de la manifestación del espíritu en formas tan repugnantes. El hombre está muy cerca, muy cerca del escarabajo, y cuando medita, está cerca de los ángeles. Pero qué cosa tan curiosa es haber nacido, haberse encarnado, amar los pechos, gustar de los besos y del restregarse de los cuerpos. Indudablemente que somos antiguos gusanos, antiguos escarabajos, comedores de carne y de excrementos, no satisfechos aún. De ahí esta dualidad mía terrible: me gustan los pechos duros y erectos y después de apretarlos contra mi corazón, grita el espíritu encarnado: ¡hijo de puta!

También me gusta mucho ir al museo de Milán, a contemplar dos momias peruanas de hace unos tres mil años. Son mujeres acurrucadas, con pelo; las piernas dobladas contra el vientre, y una de ellas se está tapando la cara con la mano izquierda. Ante estas bellezas, ¡a cuántos peruanos se les despertarían los ímpetus creadores de más carne! ¡Es muy curiosa la sensualidad y el hombre es muy curioso! Es sabroso pensar que un sapo desea a la hembra y llegará a parecerle que su vida carece de importancia si no posee a la sapa… Lo más divertido que hay es la sensualidad, fuente de toda apariencia.

Ayer, en la Galería Mazzini, hubo una feria del libro. Exponían casas editoriales de toda la península.

No aparece un espíritu noble y grande en Italia. Estéril es la dictadura. Hasta Marconi es pobre gregario. Todos sometidos. El régimen este produjo la esterilización de D’Annunzio. Es cosa interesante, y así podrás juzgar del hombre que manda. Por sus frutos los conoceréis. ¡Qué grandes literatos produjeron Alejandro, César, Napoleón! Aquí llaman a los copartidarios, gregarios y camaradas.

Se distingue el fascismo, eso sí, por haber producido la literatura del corporativismo. Han adelantado en esto de organizar el trabajo en forma corporativa, hasta donde no puedes imaginar. Aquí todo trabajo es en forma corporativa y se produce mucho y de todo. Pero esto es precisamente el socialismo y es lo único que puede producir el socialismo, lo único que de él puede esperarse. Producción anónima, numerosa, máquinas. Pero ¿el hombre? ¿Por qué abandonar al hombre, que es el fin de la creación? ¿Acaso fue creado el hombre para trabajar? ¿Fue creado el hombre para la obra? ¿No es, por ventura, el hombre, el rey de la creación? El hombre fue creado para ascender en conciencia, para desencarnarse a través de áspera brega…

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9789587203691
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