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Un lugar casi inexistente

En la última página de la edición chilena de Cartografías, Justo Pastor Mellado se encargaba de consignar cierto aire de familia para el volumen, aparentemente para facilitar la recepción de Guattari en un escenario tan aislado como autorreferente. Proporcionaba “Una chilena biblio(carto)grafía”, con la cual parecía indicar implícitamente que se leyera a Guattari junto a otros textos determinados, para dar posibilidad a un encuentro. Efectivamente muy pocos de dichos textos acusaban recibo explícito de la existencia de Guattari, y se podría sospechar si compartían algún “aire de familia”. Todavía nos queda evaluar si hubo cita, si acaso algo así se puede especular.

El volumen publicado por Zegers fue un volumen urgido, movido y conmovido por la urgencia. En mayo de 1991, Guattari viaja a Chile junto a Norambuena, y Zegers junto a Guadalupe Santa Cruz coordinan e implementan su visita a Santiago, Valparaíso y Villa Alemana.14 Sus encuentros dan inmediatamente cuenta de donde quería apuntar Guattari. Durante un poco más de una semana de reuniones, hizo lazos con ONG de mujeres, con organizaciones de mapuche, con psiquiatras, estudiantes universitarios, artistas, escritores, y expuso o participó de discusiones sobre ecología, cambios sociales, la Amazonía, el capitalismo, economía, política y democracia, antipsiquiatría, comunidad y medicina, feminismo, entre muchos otros tópicos que se pueden encontrar como inquietudes más o menos insistentes a lo largo de sus años de reflexión. Una parte muy escueta del registro de la visita de Félix Guattari podemos encontrarlo en la publicación El devenir de la subjetividad, libro editado por Cristóbal Santa Cruz con la ayuda de Norambuena, y publicado por Ediciones Dolmen en 1998, el cual contiene algunas conferencias, entrevistas y conversaciones que Guattari sostuvo durante su paso por Chile en 1991.

Además de las conferencias realizadas durante la última semana de mayo de 1991 (que son reeditadas en este volumen) y de los diálogos (que contemplan intervenciones de distintos intelectuales chilenos y que Guattari sólo se limita a comentar, además de una conversación sostenida con el poeta Juan Luis Martínez en Villa Alemana, y de un texto leído de Pedro Lemebel leído como intervención en el encuentro de Guattari con alumnos de la Universidad ARCIS), El devenir publica en castellano “Para una refundación de las prácticas sociales”, escrito previo que reelabora luego de su visita a Chile, y que se publica póstumamente en la edición de octubre de 1992 de Le Monde Diplomatique. El devenir también contiene tres entrevistas realizadas en Chile, y publicadas el mismo 1991 en Revista de Crítica Cultural, Hoy y Página Abierta. El valor de éstas es que permitieron hacer públicas las posiciones de Guattari respecto a la situación de Chile y a lo que podría revelarse como fundamental para los años venideros.

Podríamos decir que ambos volúmenes editados en Chile consignan ejercicios de experimentación, casos que ponían en conexión la actualidad chilena con sus energías potenciales, con sus cargas, y con sus energías liberadas. Pero constituyen tan sólo un botón de muestra para dar cuenta de la gran cantidad de intercambios que sostuvo Guattari en su visita a Chile, y que tendrán que ver la luz en los próximos años. Intercambios que podemos suponer extraordinariamente relevantes para comprender distintas dimensiones del proceso transicional. Lo interesante es que lejos de que podamos afirmar que el trabajo de Guattari tuvo, en Chile “un efecto innegable y notorio”, como Dosse parece leer en su conversación con Norambuena, parece que sus discusiones y encuentros permanecieron dormidos en el tiempo. Entre la publicación de Cartografías, que proponía preparar la llegada de las ideas de Guattari y la publicación de El devenir, que recogía algunos testimonios variopintos de su visita, encontramos escasas menciones explícitas. Una es la temprana aparición de Guattari en Cuerpo correccional de Nelly Richard, escrito en 1980 a propósito de la obra de Carlos Leppe, y editado por Francisco Zegers. Richard vincula el problema guattariano del significante en la institución con la posibilidad de leer en Leppe una labor semiótica que se emancipa “de las normas comunes de información verbal o visual, de contestación de la uniformidad totalizante de los patrones sígnicos lingüísticos.15

La cuestión de la minoridad o del devenir minoritario —y de los devenires—, así como la crítica del significante es un tópico que podemos encontrar explícita y tácitamente en los escritos de Richard, así como en los de Justo Pastor Mellado,16 quien tradujo además la conversación que mantuvo Guattari con Roberto Matta en 1987.17 Una tercera voz que recurrió a Guattari de manera temprana fue Willy Thayer. En La crisis no moderna de la universidad moderna (Santiago, Cuarto Propio, 1996), emplea el concepto de Capitalismo Mundial

Integrado para dar cuenta de uno de los rasgos decisivos de la transición chilena, y que mostraría cómo ella se basa en una unidad compleja de control informacional planetario, que se sostiene en un proceso recíproco de telematización del mercado y de mercantilización de la telemática.

Además de dichas menciones, es poco lo que se puede constatar en un nivel explícito sobre su recepción en nuestro país, en los momentos cercanos a su visita. La singularidad del pensamiento guattariano quizá no pudo ser atendida en su momento, y quizá incluso se pueda especular que su visita no produjo un gran impacto inmediato, un impacto que, sin embargo, ha tenido que irse elaborando paulatinamente en una serie de prácticas. Contra ello también conspira la sostenida obliteración o subrogación de la firma de Guattari debajo de aquella de Gilles Deleuze. Aun cuando sea cierto que la escritura firmada por ambos sea una multiplicidad en sentido estricto, siempre parece primar el nombre de Deleuze por sobre el de Guattari,18 incluso en los casos en que se apuesta a su complicidad.19 El lugar casi inexistente de Guattari no puede ser enfrentado sin apelar al hecho de que su visita fue escandida por su interés de los procesos dictatoriales y posdictatoriales en Chile. Casi podríamos imaginar a Guattari muy interesado con qué sucedería con lo que él advertía en su visita como una gran capacidad de inteligencia colectiva que constituía una posibilidad de resistencia inaudita para el Capitalismo Mundial Integrado.20 ¿Qué sería la transición, esa transición interminable que ha revelado ser la transmutación estabilizadora del régimen militar? ¿Qué habría podido ver Guattari de la captura de las Organizaciones No Gubernamentales, captura “necesaria” para asegurar el planteamiento de la transición?

***

Félix Guattari murió de un ataque al corazón la noche del sábado 29 de agosto de 1992, a los 62 años, en La Borde. Desde este otro lado del planeta, la transición a la democracia ya se encontraba en pleno, exactamente a dos años y medio de asumir Patricio Aylwin, figura moderada de la Democracia Cristiana y un reconocido opositor al programa de Salvador Allende y la UP. Hoy no hemos abandonado el régimen transicional, y hoy, más que nunca, el Capitalismo Mundial Integrado opera con un brazo armado implacable.21 Quizá sea preciso afirmar hoy, más que nunca, la urgencia de leer y discutir a Guattari, de volverse hacia su “caja de herramientas”. Pese a no verse explicitadas —pese a no fijarse y a pujar por su soltura—, sus tesis se aferraban a persistir. Volvían a quienes seguíamos asombrados por ellas, y a quienes las podíamos reconocer en otros lados: cuando se extenuaban las lecturas y las matrices, había que ponerse creativos, es decir, atentos a las fuerzas, a los movimientos, a lo que conectaba con los afectos, con los deseos.

En su visita quiso explorar los procesos de producción de subjetividad en el CMI en distintos dominios. En lugar de hallarnos frente a la imagen de un capitalismo controlador, lo que Guattari destaca es más bien la idea de un momento del capitalismo basado en la capacidad de producir la subjetividad, y sostenido en la capacidad de homogeneizar los modos de producción, circulación y control social. El CMI, basado precisamente en la capitalización de la subjetividad, se transformaba en un concepto excepcional para entender las capturas de los territorios existenciales y del cuerpo social. Integral por su potencia integradora e integrista, por su virtud in-dife-renciadora que logra, entre otras cosas, que por primera vez el destino de todo el planeta esté en manos de la especie humana… eso sella el fracaso patente del capitalismo.

Como lo definía en “Las nuevas alianzas”, escrito junto a Toni Negri a mediados de la década de 1980: el CMI es esta figura del mando/dominación que recoge y exaspera la unidad del mercado mundial sometiéndola a instrumentos de planificación productiva, de control monetario, de sugestión política, con características casi estatales. El Capitalismo Mundial integra en este proceso, junto a los países metropolitanos y directamente dependientes, al conjunto de los países del socialismo real y dispone además de los instrumentos de absorción de la economía de numerosos países del Tercer Mundo, cuestionando la antigua posición de éstos, denominada como de “dependencia periférica”. El mando/dominación estatal y los Estados nacionales están sometidos así a una verdadera desterritorialización. El CMI no se obstina en recomponer, de acuerdo con nuevas formas de unificación, los flujos y las jerarquías de los poderes estatales tradicionales. Engendra funciones estatales suplementarias que se expresan a través de una red de organizaciones internacionales, una estrategia planetaria de los medios de comunicación de masas, una rigurosa toma de control del mercado, de las tecnologías, etc.”.

En ese escenario, en un Chile todavía completamente sensibilizado por las heridas dictatoriales, no parece extraño que uno de los textos reunidos en Cartografías, precisamente el más extenso y quizá el que más apelaba a un registro estratégico, “Las nuevas alianzas” (coescrito junto a Toni Negri, por ese entonces exiliado en Francia y todavía acusado en Italia de ser el autor ser el autor intelectual del asesinato del primer ministro italiano Aldo Moro a manos de las Brigadas Rojas), haya omitido el subtítulo de su primer capítulo. La borradura sobre “Nous appellons communisme…” (“Llamamos comunismo…”) podría haber sido una toma de resguardo, pero no únicamente frente a los poderes, que todavía mantenían hacia finales de los años 1980 al nombre “comunismo” bajo un veto y una interdicción. También podrían haber buscado separar —puesto que hacían falta nombres en el Chile de fines de los ’80 para indicar eso que con “comunismo” se quería decir en los textos de Guattari— ese significante de sí mismo, y se haya buscado con eso preparar una circulación y recepción de sus ideas, a distancia tanto del régimen militar como del tejido de los Partidos.22

Ya en 1991, Guattari hablaba a sus interlocutores sobre la necesidad, en este escenario de fomentar el disconsenso, como modo de producir y liberar la alteridad, dado que las luchas en curso puestas en el CMI son luchas de subjetividades. Ese disconsenso sería “no sólo aceptar la diferencia del otro, sino que además desearle, trabajar para que esa diferencia se acentúe”.23 Eso sería parte de una política a la vez coherente y deseosa de la diferencia, de la singularización de las posiciones del otro”.24 El deseo de consenso habría sido, a sus ojos, una clara señal de un riesgo totalitario patente. Dado que “la subjetividad capitalista lo homogeneiza todo” se requiere “una revolución molecular [que] implica una heterogénesis de los valores”25 y de un análisis de los procesos de producción de la subjetividad que aspiren a construir “territorios existenciales”. Estos territorios existenciales no serían otra cosa que el objeto de una ecología que, ahora política, tendría que darse las condiciones de inventar su propia ecología social y mental, atenta a las microprácticas de todo tipo. Una ecología que no pasa únicamente por marcar el trazado de las relaciones entre especies y entornos, sino que también requiere la integración de una dimensión virtual e incorporal, de los acontecimientos que difícilmente se dejan captar en entramados relacionales entre individuos constituidos.

Algo similar a lo que podía observar en su conferencia “La producción de subjetividad del capitalismo mundial integrado”, cuando se refería a la visita que realizó a la “Casa de todos”, “centro ecológico de personas de la tercera edad, ubicado en Santiago”: “La gente describía el momento en que, a fuerza de verse, reunirse, tomar juntos iniciativas, se sentían perteneciendo a algo que trascendía su propio yo. Pero este ir más allá del yo, que implica un trabajo de años en una institución psiquiátrica, no es solo una subjetividad que nace entre individuos como fenómeno microsocial de grupo; es algo que compromete todo tipo de dispositivos: dispositivos de intercambio económico, dispositivos de diseño plástico en el espacio, aquello que yo denomino “ritornelos”, pequeños ritmos sociales”.26

Precisamente en ese sentido se dirigían los intereses de Guattari. Si en la misma conferencia podía preguntarse por el sentido que podría tener hoy seguir haciendo política, y constataba con ello las dificultades para discernir las diferencias entre los programas de los distintos sectores políticos y el profundo desinterés por la política partidos, que advertía tanto en su Francia natal como en Chile. “Es como si los poderes políticos tradicionales estuvieran completamente fuera de las mutaciones sociales fundamentales que están ocurriendo y que en definitiva le hubieran delegado al CMI la tarea de administrar las ciudades, la subjetividad, las universidades, etc.”.27 “El partido tradicional sólo se preocupa de las relaciones de poder. Es incapaz de pensar la multiplicidad de los territorios existenciales en el seno de los cuales hay circulación del deseo. Todo el problema consiste en encontrar un estatuto de coexistencia entre las instancias analísticas institucionales que trabajan la textura molecular de la subjetividad sin jamás centralizarla, jerarquizarla, y máquinas de afirmación social vinculadas a las relaciones de fuerzas molares. Me parece que éste es uno de los desafíos mayores de las próximas décadas”.28

Frente a ello, ya no bastaría con confiarse a los políticos, a los posibles intelectuales, o las guías que programen las relaciones entre la política y el socius. El interés de Guattari por Chile, recordémoslo, estribaba en que parecía ser un lugar excepcional para el desarrollo de dispositivos intelectuales colectivos. Como le respondía a Nelly Richard, a propósito de la imagen de un intelectual capaz de conmover los entramados institucionales: “La intelectualidad y la sensibilidad se desarrollan siempre más en el cuerpo social. Están llamados a tener un lugar cada vez más importante. […] Ahora vendrá el tiempo de la intelectualidad experimentadora, creadora, que tiene influencia por su eficacia real. […] Lo alternativo, lo menor, lo disidente se reencuentran constantemente en el interior de los procesos creativos. Los poderes recuperaron mucho el deseo, pero el deseo está en condición de fugarse siempre cuando agenciamientos maquínicos le permitan desplegar sus dimensiones ontológicas propias”.29

Días antes de regresar a Francia, y de volver a La Borde, Guattari le confiaba lo siguiente a Nelly Richard, en la entrevista que ya mencionamos:

Lo poco que conozco de América Latina me hace pensar que existen fuertes capacidades de resistencia a lo que llamo el laminado capitalístico de las subjetividades. Por tradición de lucha, por sobrevivencia étnica, por la enormidad de los problemas ecológicos, demográficos, urbanísticos, etc. Me he interesado, por ejemplo, en seguir la experimentación de una nueva forma de organización en Brasil con el Partido de los Trabajadores. No es algo perfecto, pero marca una voluntad de repensar las relaciones entre la acción política global y los problemas locales; las relaciones entre religión y laicidad entre hombre y mujer, blanco y negro, etc. Demasiado a menudo, los modelos ideológicos y de organización provinieron de Europa. Quizás ahora deba invertirse la dirección. No entiendo la fascinación de muchos intelectuales latinoamericanos por la cultura del ‘Norte’. Me parece que el laboratorio del futuro está en América Latina y que es aquí donde se debe tratar de pensar y experimentar.30

Los lectores y lectoras tendrán que evaluar y juzgar, en cada caso, en qué textos aquí contenidos coexisten o más bien en qué encuentros se pueden producir “territorios existenciales” que desafíen la integralidad del capitalismo y su modo de producir subjetividades. Encuentros que permitan cartografíar otros y diversos modos de existir. En un hoy lleno de estratos, pero también de líneas de fuga, muchas quizá todavía inadvertidas, esta tarea es urgente, a más de medio año de una sublevación sistemática y sin precedentes, en un Chile que pide con insistencia dignidad y justicia.

1 Francisco Zegers, “Nota del Editor”, en Félix Guattari, Cartografías del deseo (Santiago: Francisco Zegers Editor, 1989), 11.

2 Norambuena se radicó en Suiza, luego de ser exiliado por la dictadura cívi-co-militar de Pinochet en 1973. Previo a su partida, militaba en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y realizaba una labor de apoyo a los comuneros Mapuche en el sur de Chile. Años después, en Ginebra, fundaría el Centro Racard en 1981, y luego, en 2005, el Centro Dracar.

3 Miguel Denis Norambuena “Introducción”, en Félix Guattari, El devenir de la subjetividad (Santiago: Dolmen, 1998), 10.

4 François Dosse, Gilles Deleuze y Félix Guattari: Biografía cruzada (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2009), 622.

5 La révolution moléculaire es el segundo libro publicado por Guattari, y recoge diversos artículos y ensayos. Una primera versión apareció en 1977 en Éditions Recherches, y una segunda apareció en 10/18 en 1980, que considera otros textos aparecidos hasta ese año. Es importante mencionar que ambas versiones no sólo incluyen textos diferentes; además, cuando se presentan los mismos textos se los hace con grandes modificaciones. En 2012 apareció, en Les Prairies Ordinaires, una edición que reúne el material de ambos libros. En 2017 apareció una traducción castellana, basada en esta última, por Errata Naturae.

6 Sobre la experiencia brasileña, se editó en 2005 Micropolítica: Cartografías del deseo de Félix Guattari y Suely Rolnik (Madrid: Traficantes de Sueños); también existe una versión más extensa, publicada en 2013 en Buenos Aires por Tinta Limón, que incluye las diversas entrevistas y encuentros sostenidos durante cada visita. La edición brasileña original data de 1999.

7 Dosse se refiere evidentemente a El devenir de la subjetividad, publicado en 1998. Sin embargo, a continuación (Dosse 2009, 627), comete el error de mencionar a Norambuena como autor de la introducción al volumen publicado en Argentina en 1995, por La marca, donde figura como compilador y prologuista Gregorio Kaminsky y titulado de la misma forma que el libro aparecido en Chile en 1989. Es importante mencionar que, en el volumen argentino, que recoge casi los mismos escritos que el libro chileno, se reconoce la antecedencia de este último, aparecido 6 años antes, pero que lamentablemente contó con una distribución muy reducida.

8 Dosse, Gilles Deleuze, 627. Esta afirmación es hecha a partir del testimonio que Norambuena entrega luego de una visita a Chile en 2005: “‘Si Deleuze y Guattari fueran hoy a Chile, no podrían creer lo que ven’, afirma Miguel Norambuena a su regreso de Chile, a fines de 2005. Invitado por tres universidades para hablar de esquizoanálisis, en cada una de ellas se encuentra con salas repletas de estudiantes” (Dosse 2009, 627). Norambuena nos comenta que este comentario fue hecho a partir de la nutrida acogida que se le hizo en la Universidad Bolivariana y en la UMCE, cuando viajó a Chile ese año.

9 Miguel D. Norambuena, “Pancho, un alegre y jovial paradigma rizomático”, en Catálago #30 Francisco Zegers Artista/Editor (Santiago: D21 Arteproyecto, 2013). https://issuu.com/departamento21/docs/cat_30_zegers

10 Francisco Zegers, “Nota del Editor”, en Félix Guattari, Cartografías del deseo (Santiago: Francisco Zegers Editor, 1989), 11.

11 Zegers, “Nota del Editor”, 12.

12 Zegers, “Nota del Editor”, 13.

13 Gilles Deleuze, Foucault (Barcelona: Paidós, 1987), 61.

14 Esta información fue señalada por Miguel D. Norambuena.

15 Nelly Richard y Carlos Leppe, Cuerpo correccional (Santiago: Francisco Zegers Editor, 1980).

16 Mellado es parte del equipo de edición de Cartografías. Véase http://www.ceda.cl/antecedentes-comprender-la-no-realizacion-del-trabajo-propues-to-gonzalo-diaz-participar-seminario-trabajos-intervencion-del-espacio-ur-bano-organizado-i/. También se puede consultar el libro de Mellado, Escenas locales: ficción, historia y política en la gestión de arte contemporáneo (Córdoba: Curatoría Forense, 2015).

17 Félix Guattari y Roberto Matta, “‘El oestrus’. Primera parte”. Revista Estudios Públicos 44 (1991) y Félix Guattari y Roberto Matta, “‘El oestrus’. Segunda parte”. Revista de Estudios Públicos 45 (1992).

18 La obliteración reiterada de la obra de Guattari y de su relación con Chile (pese a la importante visita de 1991) cuenta sólo con una excepción. Paulina Varas viene a hacer justicia a ese silencio de décadas, para recordar la figura de Guattari en su vínculo con Chile, aunque ello se haga desde una veta sobre todo testimonial, donde se recuerda a Guattari a través de Norambuena, “Transversal Polyphonies: A Reflection with Miguel D. Norambuena on Félix Guattari’s Trip to Chile”. Deleuze and Guattari Studies 13 (2019): 377-394.

19 Sergio Witto, “La comunidad interrumpida. Deleuze & Guattari”. Actuel Marx Intervenciones 4 (2005).

20 Félix Guattari, “La revolución de los deseos”, entrevista realizada por Roberto Brodsky, Página “Cultura”, Revista Hoy (edición del 20 al 26 de mayo de 1991), en El devenir de la subjetividad (Santiago: Dolmen, 1998), 79.

21 El 27 de febrero de 2020, Amnistía Internacional publicó un informe titulado “Los derechos humanos en las Américas: retrospectiva 2019”, donde se consigna que “Chile cerró el año 2019 con la peor crisis de derechos humanos desde la dictadura cívico militar del general Augusto Pinochet”. Más de 13 mil personas heridas durante los dos primeros meses de protestas, 2.500 denuncias por violaciones a los derechos humanos, registradas por la Fiscalía Nacional, 31 muertos en el marco de las protestas.

22 Sería muy interesante confrontar esta idea con la tachadura de los nombres de personeros comunistas (Sanfuentes y Baltra, junto al también tachado nombre del nuncio Einaudi) en Sueños Privados, Ritos Públicos, de Justo Pastor Mellado, publicado en enero del mismo 1989, en ocasión de la muestra de Lonquén 10 años, de Gonzalo Díaz (Santiago: Ediciones de la cortina de humo, 1989).

23 Félix Guattari, “¿Qué se hace con la revolución?”, entrevista realizada por Ignacio Iñiguez, Revista Página Abierta (Edición del 27 de mayo al 9 de junio de 1991), en El devenir de la subjetividad (Santiago: Dolmen, 1998), 72.

24 Félix Guattari, “La revolución de los deseos”, en El devenir de la subjetividad (Santiago: Dolmen, 1998), 80.

25 Guattari, El devenir de la subjetividad, 38.

26 Guattari, El devenir de la subjetividad, 36.

27 Guattari, El devenir de la subjetividad, 34.

28 Félix Guattari, “Nuevas formas de intelectualidad crítica”, entrevista realizada por Nelly Richard, Revista de Crítica Cultural, N°4, noviembre de 1991, en El devenir de la subjetividad (Santiago: Dolmen, 1998), 69.

29 Guattari, El devenir de la subjetividad, 68, ligeramente modificada.

30 Guattari, El devenir de la subjetividad, 70.

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9789569441530
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