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Nuestra fuente de eficiencia

Necesitamos hacer uso de los jóvenes que cultiven la laboriosidad honrada, que no teman poner a prueba sus facultades. Jóvenes tales encontrarán empleo en todas partes, porque no vacilan en el camino; llevan la semejanza divina en la mente y el espíritu. Sólo tienen una cosa en vista, y avanzan y se elevan constantemente gritando: “¡Victoria!” Pero no hay llamamiento para el indolente, el temeroso y el incrédulo, quien, por su falta de fe y de disposición a negarse a sí mismo por la causa de Cristo, impide que la obra avance...

Dios llama a los que quieren ser sus colaboradores. Relacionada con Cristo, la naturaleza humana llega a ser pura e íntegra. Cristo provee la eficiencia y el hombre se convierte en un poder para el bien. La veracidad y la integridad son atributos de Dios, y el que posee estos atributos posee un poder invencible (Review and Herald, 10 de marzo de 1903).

Justicia interior

La justicia exterior da testimonio de la justicia interior. El que es justo por dentro, no muestra un corazón duro ni falta de simpatía, sino que día tras día crece a la imagen de Cristo y progresa de fuerza en fuerza. Aquel a quien la verdad santifica, tendrá dominio de sí mismo y seguirá en las pisadas de Cristo hasta que la gracia dé lugar a la gloria. La justicia por la cual somos justificados es imputada; la justicia por la cual somos santificados es impartida. La primera es nuestro derecho al cielo; la segunda, nuestra idoneidad para el cielo (Review and Herald, 4 de junio de 1895)

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Alturas que se pueden alcanzar

Queridos jóvenes, ¿cuáles son la meta y el propósito de su vida? ¿Ambicionan una educación para tener renombre y posición en el mundo? ¿Tienen el pensamiento que no se atreven a expresar, de estar algún día en la cima de la grandeza intelectual; de sentarse en asambleas legislativas y deliberantes, y de ayudar a dictar leyes para la nación? No hay nada malo en estas aspiraciones. Cada uno de ustedes puede llegar a distinguirse. No deberían contentarse con adquisiciones mezquinas. Escojan una norma elevada y no escatimen esfuerzos para alcanzarla.

La religión es la base de la vida

El temor del Señor es el fundamento de toda verdadera grandeza. La integridad, la integridad inalterable, es el principio que necesitan en todas las relaciones de la vida. Lleven con ustedes la religión a la escuela, a la pensión donde viven, a todas sus ocupaciones. La cuestión importante para ustedes ahora es cómo escoger y perfeccionar sus estudios de modo que mantengan la solidez y la pureza de un carácter cristiano sin mancha, poniendo todos los intereses y las exigencias temporales en sujeción a las demandas superiores del evangelio de Cristo.

Ahora deben edificar de acuerdo con lo que después pueden amueblar, relacionarse con la sociedad y la vida en una forma que responda al propósito que tuvo Dios al crearlos. Como discípulos de Cristo, no se los priva de emprender ocupaciones temporales, pero deberían llevar su religión con ustedes. Cualquiera sea la empresa para la cual se preparen, no abriguen la idea de que no tendrán éxito en ella sin sacrificar los principios.

Responsabilidades elevadas

Equilibrados por el principio religioso, pueden ascender a la altura que quieran. Nos alegraría verlos elevarse a la noble altura que Dios ha determinado que alcancen. Jesús ama a la preciosa juventud; y no le agrada verla crecer con talentos sin cultivar ni desarrollar. Pueden los jóvenes llegar a ser hombres fuertes de principios firmes, capacitados para que se les confíen elevadas responsabilidades, y pueden consagrar lícitamente a este fin todo su vigor.

Pero no cometan jamás crimen tan grande como el de pervertir, para hacer el mal y destruir a otros, las facultades que Dios les ha dado. Hay hombres de talento, que usan su habilidad para extender la corrupción y la ruina moral; pero todos ellos están sembrando una semilla que producirá una cosecha que no se enorgullecerán en recoger. Es cosa terrible usar para esparcir daño y desgracia en la sociedad, en vez de bendición, las capacidades que Dios ha concedido. Es también cosa terrible envolver en un pañuelo el talento que se nos confió y esconderlo en el mundo, pues esto es despreciar la corona de la vida. Dios demanda nuestro servicio. Hay responsabilidades para cada uno; y sólo podemos cumplir la gran misión de la vida cuando aceptamos plenamente estas responsabilidades y las desempeñamos fiel y concienzudamente.

La influencia de la religión

Dice el sabio: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud”.8 Pero no supongan, ni por un momento, que la religión los hará tristes y sombríos y les cerrará el camino del éxito. La religión de Cristo no borra, ni siquiera debilita, una sola facultad. No incapacita al individuo para gozar de la verdadera felicidad; no ha sido designada para disminuir nuestro interés en la vida o para hacernos indiferentes a las demandas de los amigos y la sociedad. No cubre la vida de cilicio; no se la expresa en profundos suspiros y gemidos. No, no; aquellos para quienes Dios es lo primero, lo último y lo mejor, son las personas más felices del mundo. No se borran de su rostro las sonrisas y la luminosidad. La religión no hace tosco, desprolijo y descortés al que la acepta; al contrario, lo eleva y ennoblece, refina sus gustos, santifica su criterio, y lo hace apto para estar en la sociedad de los ángeles celestiales y para el hogar que Jesús ha ido a preparar.

No perdamos nunca de vista el hecho de que Jesús es un manantial de gozo. No se deleita en la miseria de los seres humanos, sino en verlos felices. Los cristianos tienen a su disposición muchas fuentes de felicidad y pueden decir con exactitud infalible qué placeres son lícitos y buenos. Gozarán de las recreaciones que no disipen la mente ni rebajen el ser, que no desilusionen ni dejen tras sí una triste influencia que destruye el respeto propio u obstruye el camino de la utilidad. Si pueden llevar consigo a Jesús y mantener un espíritu de oración, están perfectamente seguros...

Nuestra administración de los talentos

Jóvenes amigos, el temor del Señor se halla a la base misma de todo progreso; es el principio de la sabiduría. El Padre celestial tiene derechos sobre ustedes, pues sin que se lo soliciten y sin que haya méritos de parte de ustedes, les da la plenitud de su providencia, y más aún, les ha dado todo el cielo en una dádiva: la de su amado Hijo. Como retribución por este don infinito, les pide obediencia voluntaria. Por cuanto son comprados por precio, la misma preciosa sangre del Hijo de Dios, él requiere que hagan el debido uso de los privilegios que disfrutan. Las aptitudes intelectuales y morales son dones de Dios, talentos que se les han confiado para que los aprovechen sabiamente, y no tienen la libertad de dejarlos latentes por falta del debido cultivo, o que sean mutilados o atrofiados por la inacción. A ustedes les toca decidir si habrán o no de hacer frente fielmente a las pesadas responsabilidades que descansan sobre ustedes, si sus esfuerzos serán o no bien dirigidos, y si serán o no los mejores de que son capaces.

Vivimos en medio de los peligros de los últimos días. Todo el cielo se interesa por el carácter que están formando. Se ha hecho plena provisión para que participen de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que está en el mundo a causa de la concupiscencia. El hombre no es dejado solo para vencer los poderes del maligno por sus propios y débiles esfuerzos. La ayuda está a mano y será dada a todo el que realmente la desee. Los ángeles de Dios, que ascienden y descienden por la escalera que Jacob vio en visión, ayudarán a toda persona que quiera ascender hasta el más elevado cielo. Ellos están guardando al pueblo de Dios y observando cómo da cada paso. Los que ascienden por el camino iluminado serán recompensados; entrarán en el gozo de su Señor (Fundamentals of Christian Education, pp. 82-86).

Un alto ideal que alcanzar

El ideal que Dios tiene para sus hijos está por encima del alcance del más elevado pensamiento humano. La meta a alcanzar es la piedad, la semejanza a Dios. Ante el estudiante se abre un camino de progreso continuo. Tiene que alcanzar un objeto, lograr una norma que incluye todo lo bueno, lo puro y lo noble. Progresará tan rápidamente e irá tan lejos como fuere posible en todos los ramos del verdadero conocimiento. Pero sus esfuerzos se dirigirán a fines tanto más altos que el mero egoísmo y los intereses temporales, cuanto son más altos los cielos que la Tierra (La educación, pp. 18, 19).

Conductos de la gracia de Dios

Es el privilegio de toda persona ser un canal vivo por medio del cual Dios pueda comunicar al mundo los tesoros de su gracia, las inescrutables riquezas de Cristo. No hay nada que Cristo desee tanto como agentes que representen al mundo su Espíritu y carácter. No hay nada que el mundo necesite tanto como la manifestación del amor del Salvador mediante la humanidad. Todo el cielo está esperando que haya canales por medio de los cuales pueda derramarse el aceite santo, de modo que sea un gozo y una bendición para los corazones humanos (Palabras de vida del gran Maestro, p. 345).

8 Eclesiastés 12:1.

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Las normas de eficiencia

Pesan sobre la juventud graves responsabilidades. Dios espera mucho de los jóvenes que viven en esta generación de luz y conocimiento abundantes. Espera de ellos que impartan esa luz y ese conocimiento. Desea usarlos para disipar el error y la superstición que nublan la mente de muchos. Han de disciplinarse reuniendo toda jota y tilde del saber y la experiencia. Dios los hace responsables de las oportunidades y los privilegios que se les dan. La obra que tienen delante espera sus esfuerzos diligentes para ser llevada adelante progresivamente, como la época lo requiera.

Si los jóvenes quieren consagrar su mente y corazón al servicio de Dios, alcanzarán una elevada norma de eficiencia y utilidad. Es ésta la norma que el Señor espera que los jóvenes alcancen. Hacer menos que esto es rehusarse a sacar el mayor provecho de las oportunidades dadas por Dios. Esto será considerado como traición a Dios, como dejar de trabajar para el bien de la humanidad.

Cómo adquirir idoneidad para el servicio

Quienes se esfuerzan por ser colaboradores de Dios, que buscan diligentemente adquirir para impartir, recibirán constantemente luz de Dios, para que sean medios de comunicación. Si, como Daniel, los jóvenes de ambos sexos conforman todos sus hábitos, apetitos y pasiones con los requerimientos de Dios, se harán idóneos para realizar una obra más elevada. Deberían apartar de sus mentes todo lo vulgar y frívolo. Deberían abandonarse la propensión a los placeres y la liviandad como cosas que están fuera de lugar en la vida y la experiencia de los que viven por la fe en el Hijo de Dios, comiendo su carne y bebiendo su sangre.

Deberían comprender que, aunque estén a su alcance todas las ventajas del saber, pueden no llegar a obtener la educación que los hará aptos para trabajar en alguna parte de la viña del Señor. No pueden ocuparse en el servicio del Señor sin las cualidades indispensables de una piedad inteligente. Si dedican al placer y las diversiones la preciosa mente que debería ser fortalecida por un propósito elevado y noble, degradan las facultades que Dios les ha dado y se hacen culpables a su vista, porque no mejoran sus talentos mediante un uso sabio.

Su espiritualidad empequeñecida es una ofensa a Dios. Manchan y corrompen las mentes de los seres con quienes se asocian. Por sus palabras y acciones estimulan el descuido y la desatención de las cosas sagradas. No sólo ponen en peligro su propia vida, sino que dan un ejemplo perjudicial a todos aquellos con quienes se relacionan. Son enteramente incompetentes para representar a Cristo. Siendo siervos del pecado, descuidados, temerarios y desatinados, hacen apartar a otros del Señor.

Los que se satisfacen con normas bajas, no llegan a ser colaboradores de Dios. A los que permiten que su mente vaya a la deriva, hacia donde irá si no se la vigila, Satanás les sugiere cosas que la absorben en tal forma, que los hace adiestrarse en su ejército para engatusar a otras personas. Pueden profesar ser religiosos, pueden tener una forma de la piedad, pero son amadores de los placeres más bien que de Dios.

La habilidad no es piedad

Hay jóvenes que tienen cierta clase de habilidad, reconocida y admirada por sus conocidos, pero esta habilidad no está santificada. No está fortalecida y solidificada por las gracias y las pruebas de la experiencia, y Dios no puede usarla para beneficiar a la humanidad y glorificar su nombre. Bajo la máscara de la piedad, usan sus facultades para erigir normas falsas, y los inconversos lo consideran como excusa para seguir su errónea conducta. Satanás los induce a divertir a sus compañeros con su tontería y así llamada agudeza. Todo lo que emprenden tiende a la vulgaridad, porque se hallan bajo el control del tentador, quien dirige y modela sus caracteres para que hagan su obra.

Tienen habilidad, pero sin cultivar; tienen capacidad, pero sin aprovechar. Han recibido talentos, pero los usan mal y los degradan con necedades, arrastrando a otros a su propio bajo nivel. Por la vergüenza y el vituperio que soportó, por la abnegación, el sacrificio y la humillación, Cristo pagó el rescate de sus vidas. Lo hizo para libertarlos de la esclavitud del pecado, de la esclavitud de un amo que se ocupa de ellos sólo en la medida en que puede usarlos para arruinar a las personas. Pero ellos invalidan el amor que el Redentor les prodiga, y su obra es contemplada por él con tristeza.

Tales jóvenes hallarán eterna perdición. ¿Qué les parecerán sus diversiones en aquel día cuando el Juez de toda la Tierra recompense a cada hombre de acuerdo con sus acciones? Ellos han aportado para el cimiento, leña, heno y paja, y toda la obra de su vida perecerá. ¡Qué pérdida!

¡Cuánto mejor es la condición de los que desempeñan su parte en el servicio a Dios, que miran a Jesús en busca de su aprobación, que diariamente escriben en sus libros de registro sus errores, sus equivocaciones, sus penas, las victorias que han ganado sobre la tentación, su gozo y paz en Cristo! Tales jóvenes no tendrán que hacer frente a la crónica de su vida con vergüenza y desaliento (The Youth’s Instructor, 22 de junio de 1899).

El agente escogido

Nuestra confesión de su fidelidad es el factor escogido por el cielo para revelar a Cristo al mundo. Debemos reconocer su gracia como fue dada a conocer por los santos de antaño; pero lo que será más eficaz es el testimonio de nuestra propia experiencia. Somos testigos de Dios mientras revelamos en nosotros mismos la obra de un poder divino. Cada persona tiene una vida distinta de todas las demás y una experiencia que difiere esencialmente de la suya. Dios desea que nuestra alabanza ascienda a él señalada por nuestra propia individualidad (El ministerio de curación, pp. 67, 68).

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Escalar las alturas

Al perfeccionar un carácter cristiano, es esencial perseverar en el bien hacer. Quisiera impresionar a nuestros jóvenes con la importancia de la perseverancia y la energía en la obra de la formación del carácter. Desde los más tempranos años es necesario entretejer en el carácter principios de severa integridad, para que los jóvenes de ambos sexos puedan alcanzar, al llegar a adultos, la más alta norma personal. Deberían tener siempre presente el hecho de que han sido comprados por precio, y deberían glorificar a Dios en sus cuerpos y espíritus, los cuales son de él...

El progreso diario

Es tarea de la juventud progresar día tras día. Pedro dice: “Poned la mayor diligencia en agregar a vuestra fe, virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas virtudes están en vosotros, y abundan, no os dejarán ociosos, ni sin fruto en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”.9

Al empezar no se tendrán presentes todos estos pasos sucesivos, ni se los contará; pero fijando la mirada en Jesús, y teniendo sólo en vista la gloria de Dios, progresarán. No pueden alcanzar en un día la plenitud de la medida de la estatura de Cristo, y se sumirían en la desesperación si pudiesen contemplar todas las dificultades que hay que afrontar y vencer. Tienen que contender con Satanás, quien tratará por toda estratagema posible de apartar la mente de ustedes de Cristo.

Cómo hacer frente a los obstáculos

Pero debemos hacer frente a todos los obstáculos colocados en nuestro camino y vencerlos uno a la vez. Si vencemos la primera dificultad, seremos más fuertes para afrontar la segunda, y con cada esfuerzo nos haremos más capaces de progresar. Podemos ser vencedores, contemplando a Jesús. Pero cuando fijamos la mirada en las dificultades y esquivamos las batallas serias en favor del bien, nos volvemos débiles e incrédulos.

Dando un paso después de otro se puede subir la más elevada cuesta y llegar al fin a la cima del monte. No se sientan abrumados por la gran cantidad de trabajo que tengan que hacer en el espacio de su vida, pues no se requiere de ustedes que lo hagan todo a la vez. Apliquen toda facultad de su ser a la tarea del día, aprovechen toda preciosa oportunidad, aprecien las ayudas que Dios les da y avancen paso a paso por la escalera del progreso. Recuerden que han de vivir sólo un día a la vez, que Dios les ha dado un día, y los registros celestiales mostrarán cómo han valorado sus privilegios y oportunidades. Ojalá aprovechen cada día que Dios les ha dado de modo tal que, al fin, hagan decir al Maestro: “¡Bien, siervo bueno y fiel!”10 (The Youth’s Instructor, 5 de enero de 1893).

9 2 Pedro 1:5-8.

10 Mateo 25:23.

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En sociedad con Dios

Tienen a su alcance algo más que posibilidades finitas. Un hombre, según Dios aplica el término, es un hijo de Dios. “Amados, ahora ya somos hijos de Dios. Y aunque no se ve aún lo que hemos de ser, sabemos que cuando Cristo aparezca, seremos semejantes a él, porque le veremos como es él. Todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica, así como él es puro”.11 Es un privilegio de ustedes apartarse de lo vulgar e inferior y elevarse a una alta norma, a ser respetados por los hombres y amados por Dios.

La obra religiosa que el Señor da a los jóvenes y a los hombres de todas las edades, muestra la consideración que les tiene como hijos suyos. Les da el trabajo de gobernarse a sí mismos. Los llama a ser participantes con él en la gran obra de la redención y elevación de la humanidad. Así como un padre hace a su hijo socio suyo en su negocio, el Señor hace socios suyos a sus hijos. Somos hechos colaboradores de Dios. Jesús dice: “Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo”.12¿No escogerían más bien ser hijos de Dios que siervos de Satanás y del pecado, teniendo el nombre registrado como enemigos de Cristo?

Los jóvenes necesitan más de la gracia de Cristo para practicar los principios del cristianismo en la vida diaria. La preparación para la venida de Cristo es una preparación hecha mediante Cristo, para ejercitar nuestras más elevadas cualidades. Es privilegio de cada joven hacer de su carácter una hermosa estructura. Pero hay una necesidad positiva de mantenerse allegado a Jesús. Él es nuestra fuerza, eficiencia y poder. Ni por un momento podemos depender de nosotros mismos...

189,69 ₽
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9789877981124
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