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Читать книгу: «Un mensaje de @Dios para ti», страница 8

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23 de febrero

El fin de la muerte

«El Señor destruirá para siempre la muerte, secará las lágrimas de los ojos de todos y hará desaparecer en toda la tierra la deshonra de su pueblo. El Señor lo ha dicho». Isaías 25: 8

La muerte es la realidad que más lágrimas le ha arrancado y más interrogantes le ha planteado al ser humano a lo largo de su historia. Las reflexiones humanas acerca de la muerte han girado esencialmente en torno a dos temas: la brevedad de la vida humana y la solución para la muerte. Hace ya varios miles de años que el patriarca Job preguntó: «Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?» (Job 14: 14, RV95).

Hoy en día podríamos señalar al poeta Euquerio Amaya, quien expresó su incertidumbre e inconformidad en su poema titulado LIED:

Los hombres nos vamos y las cosas quedan;

queda lo insensible, queda la materia.

Y se esfuma la célula activa que piensa;

y se desbarata el cordaje divino que vibra y que sueña;

y desaparece la lengua que canta y el ojo que vela.

Los hombres se van y no vuelven nunca, mas las cosas quedan...

Los hombres vivimos unos pocos soles, y siglos y siglos perduran las piedras.

¡Señor! ¿Por qué viven menos las cosas que viven y por qué más viven las cosas ya muertas?

Pero la Palabra de Dios presenta que hay esperanza más allá del umbral de la muerte. En primer lugar la Biblia nos enseña la solución que Dios ha preparado para la muerte: «Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados […]. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte» (1 Corintios 15: 20-22, 26, RV95).

La solución que Dios ha diseñado se llama «resurrección» y Jesús la garantizó para cada ser humano. Quizá te preguntes: «¿Y qué tengo que hacer para asegurarme la resurrección?». @Jesús mismo dijo: «De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida» (Juan 5: 24, 25, RV95).

No sé tú, pero yo espero con ansias el regreso de Cristo. Cuando ya no haya más muerte, ni clamor ni dolor. Mientras llega ese gran día te invito a confiar en Jesús y a creer en él como tu Salvador personal.

24 de febrero

La cortina que los salvó

«Como el ave que protege su nido volando encima de él, así protegerá el Señor todopoderoso a Jerusalén; la cuidará, la salvará, la defenderá, la librará». Isaías 31: 5

El viernes por la tarde aquel pequeño y humilde templo ubicado en una zona rural quedó listo para el culto de sábado. Bancas limpias y perfectamente alineadas, el púlpito perfectamente centrado, las sillas organizadas para los oficiantes y una hermosa cortina blanca cubría la parte de atrás de la plataforma. Al amanecer del día siguiente, los miembros de la iglesia comenzaron a salir de sus hogares para trasladarse al lugar donde adorarían a Dios. Pero mientras avanzaban hacia la capilla, las fuerzas armadas habían desplegado tropas en la región para perseguir a un grupo de rebeldes.

El culto comenzó a las nueve de la mañana con cantos de adoración. El ambiente no podía ser mejor para aquel grupo de 44 personas. Las tropas avanzaban por tierra y aire, usando helicópteros artillados. El comandante que viajaba en la nave principal observó por los binoculares a un grupo de personas reunidas. Comunicó a las tropas de tierras y a las otras naves que había un objetivo militar. El protocolo acordado era lanzar una bomba, luego llevar a cabo una operación envolvente y finalmente verificar cuántos insurgentes habían sido dados de baja.

El helicóptero principal se abalanzó hacia su objetivo y los hermanos advirtieron lo que estaba por pasar. Las damas y los niños empezaron a llorar. Dos dirigentes ordenaron que todos se calmaran y oraran. Cuando estaban orando, una idea cruzó como un relámpago en la mente de uno de los dirigentes. Corrió hasta la ventana, tomó la cortina blanca, la amarró a un palo y salió a la puerta principal, ondeando la cortinita como señal de paz y sometimiento (muy parecido al clímax de la película White House Down). Desde la nave el comandante pudo ver al caballero agitando la cortina blanca y suspendió el ataque. Luego mandó a aterrizar la nave frente a la capilla. Según cuenta el profesor Enoc Iglesias, el comandante descendió de la nave, con cara de simpatía y amistad, y declaró:

—Se salvaron porque mostraron la cortina blanca; felicito a quien tuvo la idea.

No me quedan dudas de que @Dios siempre cuida a su pueblo. Aquel día se salvaron 44 personas gracias a una simple cortina blanca. A veces, los elementos a los que menos atención les prestamos pueden resultar decisivos en algún momento de nuestra vida. Por eso siempre es bueno mantener tu vida en las manos de Dios.

25 de febrero

El mago y la Biblia

«Porque yo, el Señor tu Dios, te he tomado de la mano; yo te he dicho: “No tengas miedo, yo te ayudo”». Isaías 41: 13

Domingo Uribe era un hombre muy violento y practicaba la magia. De hecho, le gustaba coleccionar libros sobre el tema. Un día escuchó decir que el peor libro que existía era la Biblia y se propuso buscar una. Supo que en Málaga había un grupo de personas que tenían Biblias. Entonces viajó cinco horas desde la Bricha Santander hasta Málaga para conseguir ese libro misterioso. De esa manera entró en contacto con los adventistas, consiguió una Biblia y se la llevó a su casa. Tan pronto como empezó a leerla sintió el poder transformador de la Palabra de Dios en su vida.

Poco tiempo después, Domingo mostró interés en aprender más acerca de Dios, así que Max Trummer fue enviado a la Bricha para estudiar con él. Estudiaron la Biblia juntos durante todo un día y cuando llegó la noche se fueron a dormir. A media noche un grupo de personas rodeó la casa y le prendieron fuego. Armados con revólveres y escopetas esperaron a que Domingo y el pastor Trummer salieran huyendo de las llamas para matarlos. Pero algo providencial ocurrió. Cuando las llamas llegaron al techo de la casa, las municiones que Domingo guardaba entre la paja del techo y en medio de las maderas de las paredes se calentaron y comenzaron a dispararse en todas las direcciones, dando la impresión de que dentro de la casa había gente armada defendiéndose. Los atacantes huyeron despavoridos y ambos hombres se salvaron.

Hay varias lecciones que podemos extraer de esta experiencia. En primer lugar, muchas veces pensamos que al tomar la decisión de seguir a Cristo estamos garantizando una existencia de cuentos de hadas para nuestra vida, pero lo cierto es que seguir a Cristo es ir en contra de la corriente, es declararle la guerra a Satanás. Y él hará todo lo que esté a su alcance para destruir a los hijos de Dios. En segundo lugar, podemos darnos cuenta de que cuando Dios te acompaña, tienes la victoria garantizada, no importa lo difícil que parezca la situación. No importa si parece que estás en desventaja o que llevas todas las de perder. «@Dios y yo somos mayoría», dice una frase que leí hace poco. No sé las pruebas que tengas que enfrentar hoy al salir a tus actividades diarias, pero deseo que inicies tu día con la seguridad de que Dios va contigo hoy y siempre.

26 de febrero

La esperanza está en ti

«“Hay esperanza para tu futuro”, dice el Señor». Jeremías 31: 17, NTV

Cuando pienso en el tiempo que nos ha tocado vivir siento escalofríos. En los últimos años hemos sido testigos de atrocidades inimaginables. Cuando miramos a nuestro alrededor el porvenir luce incierto, el futuro es preocupante. Consideremos un momento las estadísticas: el hogar, la institución que en el pasado fue considerada como la base misma de la sociedad y cuyo lugar central fue defendido a capa y espada, hoy se está desintegrando. Hoy es ínfimo el número de personas que decide contraer matrimonio, y de los que lo hacen, uno de cada dos termina en divorcio.

Muchos hogares que permanecen unidos tienen que sobrevivir a otro monstruo: la violencia intrafamiliar. Hombres que maltratan a sus esposas, esposas que también maltratan a sus esposos. Gritos, peleas, palabras ofensivas y abuso psicológico se vive de lado y lado. ¿Y los menores? Solo en los Estados Unidos se registran alrededor de 6,000 suicidios de adolescentes. Los niños, que son el presente y el futuro de este mundo, son víctimas de abusos y violencia. El alcohol, las drogas, la avaricia desmedida y la corrupción parecen estar a punto de devorar nuestro planeta.

Con un panorama así, ¿cómo dice Dios que hay esperanza para el futuro? Pues sí, te comento que así es. Posiblemente en este momento estás esperando que te diga que Jesús volverá para poner fin a la injusticia, y así es, la Biblia así lo declara. Pero cuando miramos la tétrica realidad de nuestro mundo pasamos un detalle por alto: ¡Tú y yo formamos parte de él! Alfred Tennyson declara que «nunca será tarde para buscar un país mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza».

Si bien es cierto que Cristo volverá a crear un cielo nuevo y una tierra nueva, no podemos olvidar que, como cristianos, tú y yo tenemos la encomienda de hacer de este mundo un lugar mejor mientras esperamos la segunda venida de Cristo. Hay tanto mal en el mundo, tanto dolor y tanta injusticia. ¿Qué haremos para aliviar el sufrimiento de los menos afortunados? ¿Nos conformaremos simplemente con quejarnos en nuestra red social favorita o haremos algo para que este mundo sea mejor mientras esperamos a Jesús? Hoy te invito a levantar la bandera del amor, a mostrar compasión hacia los demás y a llevar el evangelio de paz a aquellos que sufren la peor enfermedad del mundo: el pecado. Dios te dice hoy: «Hay esperanza para nuestro mundo, y esa esperanza eres tú».

27 de febrero

Él lo es todo

«¡El Señor lo es todo para mí; por eso en él confío!». Lamentaciones 3: 24

Era muy temprano en la mañana cuando tocaron la puerta. Abrí y allí estaba una de las dirigentes de la iglesia. Una mujer única, espiritual, consagrada, dedicada al servicio, encargada de una de las iglesias del distrito. Allí en la puerta y sin anestesia me dijo:

—Pastor, estoy muy enferma.

Cuando le pregunté si sabía lo que le afectaba, me dijo que no. Le escribí un nombre y un número de teléfono en un trozo de papel y le dije que en el hospital universitario había un buen médico que podía ayudarla.

Ella fue, habló con el médico y, cuando le hicieron los estudios correspondientes, la llamaron a la oficina. Sin rodeos el doctor le dijo:

—Tienes sida.

Fue muy doloroso para mí como pastor ver a aquella señora en una urna de vidrio, languideciendo, desapareciendo, con el cuerpo lleno de manchas y llagas. ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? ¿Cómo es posible que una persona que hizo tanto bien sufriera una suerte así? Ahora nada tenía significado, ya no importaban casas, muebles y prendas de vestir. ¿Qué le quedaba entonces? ¿Quién le quedaba? Solo Dios.

Rick Warren escribió que «nunca sabrás que Dios es todo lo que necesitas hasta que él sea todo lo que tengas». Y eso fue lo que aquella dama descubrió. Un día me llamaron porque estaba muy mal. Me senté a su lado, la tomé de la mano y la escuché:

—Gracias por ser mi pastor. Estoy lista, por eso quiero pedirle que ore y, al ungirme, le pida a Dios que me permita descansar. Ya estoy lista. He descubierto que lo más importante es que tengo a Dios, que él es mi todo.

En el versículo de hoy Jeremías dice que Dios lo es todo para él. Otras versiones de la Biblia dicen que «Dios es su porción». ¿Cómo una porción puede serlo todo? Lo que sucede es que la palabra «porción» en el idioma en que se escribió el Antiguo Testamento proviene del verbo «repartir»; es lo que nos ha sido asignado. Aquella señora entendió que su «porción» era su «todo». ¿Cuál es tu todo? Si pudieras resumir toda tu vida, tus intereses, tus deseos en una sola palabra, ¿cuál sería? Hoy deseo que puedas ver a Dios desde esa perspectiva. @Dios te dice hoy: «Yo soy tu todo».

28 de febrero

Fe «aunque no...»

«Entonces me llenaré de alegría a causa del Señor mi salvador. Le alabaré aunque no florezcan las higueras ni den fruto los viñedos y los olivares; aunque los campos no den su cosecha; aunque se acaben los rebaños de ovejas y no haya reses en los establos». Habacuc 3: 17, 18

Se abrió paso en la vida con mucho esfuerzo; y con la bendición de Dios pudo levantar una microempresa. Entonces llegó a tenerlo todo: una hermosa familia, la mejor casa del pueblo, un negocio floreciente, reconocimiento de todos los ciudadanos y dinero, mucho dinero. Pero todo se echó a perder como resultado de una serie de malas decisiones, una detrás de la otra: entró en sociedad con personas que no compartían sus valores, empleó personas con mala reputación... Repentinamente se vio envuelto en serios problemas, tuvo que hacerle frente a varias demandas y, de esa manera, el dinero se esfumó, las propiedades fueron confiscadas, los vehículos desaparecieron y al final se quedó con las manos vacías.

Sus amigos le dieron la espalda, su esposa se marchó con otro hombre y los hijos se alejaron de él. Quedó completamente solo, sin nada ni nadie. Antes de marcharse, su esposa le aconsejó:

—Tienes que aprender a ser malo. En el mundo de los negocios no se puede ser bueno. Abandona esa iglesia, olvídate de Dios y verás que volverás a ser alguien en la vida.

Después de pensar en lo que había sido su vida hasta el momento y hacer un profundo análisis de todo lo que había pasado, tomó la decisión de aferrarse más a Dios y comenzar de cero. Empezó a trabajar como jornalero de sol a sol. Tomó precauciones respecto al manejo de sus finanzas y ahorró todo lo que pudo. Compartió con los demás lo que tenía y, por supuesto, devolvió a Dios lo que le correspondía. Como resultado, la vida comenzó a sonreírle nuevamente.

¿Has notado que los hijos de Dios, como Habacuc y este caballero, no se desaniman cuando la vida los golpea? Ese tipo de fe «aunque no...» es muy diferente a la que a veces nos quieren vender algunos que malinterpretan la Escritura. Vivimos en un mundo de pecado, donde muy a menudo nos suceden cosas malas a todos. Por eso, nuestra fe no debe depender de la economía o de la salud o del bienestar pasajero. Hoy @Dios nos invita a confiar en él «aunque no...».

1º de marzo

Él es nuestra justicia

«Pues se acerca la hora —dice el Señor—, cuando levantaré a un descendiente justo del linaje del rey David. Él será un rey que gobernará con sabiduría; hará lo justo y lo correcto por toda la tierra. Y su nombre será: “El Señor es nuestra justicia”». Jeremías 23:5, 6, NTV

La palabra «justicia» ha tomado un lugar protagónico en nuestra sociedad. Desde los movimientos que procuran garantizar los derechos más básicos para todos hasta aquellas causas que procuran el cuidado del planeta y la asistencia a quienes más la necesitan. Todos deseamos un mundo más justo. Todos deseamos ser tratados con equidad y respeto. ¿Cómo podemos alcanzar tan noble ideal?

La necesidad de justicia no es nueva. Ya en tiempos de Jeremías el pueblo sentía la necesidad de un rey sabio, justo y que siempre hiciera lo correcto. Lamentablemente la situación en tiempos del profeta no era nada envidiable: asesinatos, impunidad y corrupción eran el pan cotidiano. Pero en el versículo de hoy, Dios promete darle al pueblo lo que tanto había anhelado. Jeremías lo cataloga como un «descendiente justo» que recibiría el nombre de «el Señor es nuestra justicia». Nota que en este versículo la justicia se convierte en más que un atributo, la justicia pasa a ser una persona: «El Señor es nuestra justicia».

Cuando escuchas la frase «el Señor es nuestra justicia», ¿en qué piensas? En la Biblia, la justicia, más que hacer lo correcto, denota el trato de Dios hacia los seres humanos. También expresa lo que Dios desea hacer en nuestra vida. Pablo, hablando de la Cruz, dice que: «Cristo no cometió pecado alguno; pero por causa nuestra, Dios lo hizo pecado, para hacernos a nosotros justicia de Dios en Cristo» (2 Corintios 5: 21).

¿No te parece esto maravilloso? Dios es nuestra justicia, pero no se conforma con ser él nuestra justicia. Quiere hacerte a ti y desea hacerme a mí «justicia de Dios en Cristo». Más que protestar en las redes o repetir los argumentos que encontramos en YouTube sobre la justicia social, si deseamos que nuestro mundo sea un lugar mejor hemos de aferrarnos a Dios. Hemos de mantenernos «en Cristo» y solo así podremos ser «justicia de Dios» y transmitirla al mundo que nos rodea.

¿Deseas un mundo más justo? @Dios te dice hoy: «Déjame ser tu justicia y harás de este mundo un lugar más justo».

2 de marzo

La peor tragedia de la historia

«Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos porque todos pecaron». Romanos 5: 12

El 26 de abril de 1986 se produjo en Ucrania el accidente nuclear más grave de la historia, el único que ha alcanzado la categoría siete (la más alta) en la escala INES. Aquel día, durante una prueba en la que se simulaba un corte del suministro eléctrico, un aumento súbito de potencia en el reactor número cuatro de la Central Nuclear de Chernobyl produjo el sobrecalentamiento del núcleo del reactor, lo que terminó provocando la explosión del hidrógeno acumulado en su interior. Se estima que la cantidad de material radiactivo liberado fue unas quinientas veces mayor que la de la bomba atómica arrojada sobre Hiroshima en 1945.

El accidente causó la muerte directa de 31 personas e hizo obligatoria la evacuación de unas 135,000 personas. Se detectó radiactividad en diversos países de Europa, provocando alarma internacional. Miles de personas se vieron afectadas por la contaminación y han sufrido o sufrirán en algún momento los efectos en su salud. ¡Verdaderamente fue una catástrofe!

Cuando pienso en una catástrofe de este nivel, o incluso mayor, ¿sabes en qué pienso? En aquella tarde en el huerto de Edén cuando Adán y Eva decidieron desconfiar de Dios y seguir las sugerencias de Satanás. Hoy podemos ver los resultados de la caída a nuestro alrededor. El pecado, como la nube tóxica de Chernobyl, se extendió por todo el planeta y nos alcanzó a todos, transformándonos en un planeta en rebelión, un planeta lleno de decaimiento y muerte. Un planeta que huye de su Creador. Y esa es la causa de los malestares sociales que vemos hoy en día.

Todavía hoy las personas no pueden acercarse a Chernobyl sin equipos especiales de protección. Aquella comunidad no será segura para la salud humana por muchos años. ¿Es ese el destino de nuestro planeta? El pecado ¿nos convertirá en una zona cero donde moriremos lentamente? No. Si bien es cierto que aquel día en Edén ocurrió un grave desastre, una tarde, hace dos mil años, Dios proveyó la solución definitiva al problema del pecado. Pablo lo describió de esta manera: «Y así como el delito de Adán puso bajo condenación a todos los hombres, así también el acto justo de Jesucristo hace justos a todos los hombres para que tengan vida» (Romanos 5: 18). Hoy @Dios te dice: «Yo soy la solución para la mayor tragedia del mundo».

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