Читать книгу: «La zanahoria es lo de menos», страница 2

Шрифт:

Toxicidad emocional

Desde que nacemos, aunque ya traemos una genética determinada, adoptamos actitudes y creencias que van forjando la personalidad. Acorde con lo que observamos o con lo que escuchamos de voces ajenas, creamos nuestros propios filtros. Hay muchos factores externos que moldean nuestra forma de ver la realidad.

Nos condicionamos con base en el ambiente al que llegamos. Podemos nacer y crecer en un ambiente tanto sano como hostil, tanto amoroso como indiferente, con padres ausentes o sobreprotectores, padres conservadores o liberales, padres que basan su educación en el miedo o en el respeto. Padres que están involucrados en un negocio familiar y desean el mismo futuro para los hijos. Padres que se ubican por encima de los hijos para satisfacer sus propias necesidades.

A pesar de que vivir en estos ambientes para muchos puede ser la condena fatal —incluso ya escucho a algunos decir: «Es lo que me tocó, no hay de otra»—, la verdad de las cosas es que desde luego nos influye, pero no nos condena a una historia, y más cuando ni siquiera es nuestra propia versión, sino una previamente diseñada por otros. Las cosas no son tan malas como parecen, porque quienes nos reciben nos condicionan, pero no nos determinan.

Nuestra historia es única, pero la que hemos vivido hasta ahora no tiene que ser la única que tengamos. Siempre es posible escribir una nueva y reconstruirnos una mejor experiencia al vivir.

¿Siempre? Por supuesto, aun en las condiciones más desfavorables.

Pero para que esto suceda, para lograr reescribir lo que sí queremos, es fundamental abrir ciertas cajas internas para ver lo que contienen, darles una buena sacudida, limpiarlas, sacar lo que ya no sirve, botar lo innecesario y reacomodarlas en los sitios que les corresponde.

Muchas de estas cajas están tan empolvadas y sus cerraduras tan oxidadas, que su apertura se vuelve toda una odisea.

Esas cajas que todos llevamos dentro están repletas de creencias, actitudes, experiencias, recuerdos, situaciones tanto fáciles como difíciles, de éxito como de fracaso, de aceptación como de rechazo.

A todo ese conjunto de archivos que no nos ayuda, que nos impide desarrollarnos o que simplemente nos estanca y que está dentro de cada una de estas cajas internas, le llamo toxicidad emocional.

La toxicidad, desde el punto de vista químico, se define como «La capacidad o la propiedad de una sustancia para causar efectos adversos sobre la salud. Y una dosis tóxica es la cantidad determinada de una sustancia que podría esperarse que, en condiciones específicas, ocasionara daños a un organismo vivo determinado» (fuente: GreenFacts.org).

Las cosas no son tan

malas como parecen,

porque quienes nos reciben nos

condicionan, pero no nos determinan.


Hoy se habla mucho a nivel mundial sobre una intoxicación del organismo. Existe un debate en la comunidad médica sobre este tema. Algunos doctores más ortodoxos creen que si el cuerpo estuviera intoxicado, esto se reflejaría en una enfermedad clara, comprobable y detectable a simple vista.

El problema es que el hecho de no mostrar externamente una patología o la ausencia de síntomas no significa que no existe una intoxicación o desequilibrio. Cuántas personas delgadas conocemos que en apariencia se ven muy sanos pero por dentro, debido a su mala alimentación, viven en un desbalance terrible que tarde o temprano les cobrará un alto precio.

Lo que no podemos negar es que en nuestra época, más que nunca, estamos expuestos a productos químicos, a radiación, a alimentos con alto grado de pesticidas, herbicidas y fertilizantes artificiales, aire y agua más contaminados, aparatos electrónicos con importantes campos de radiofrecuencia y otros elementos que han alterado nuestra vida.

Este concepto «tóxico», que particularmente se refiere al impacto en nuestro bienestar y salud física, lo podemos trasladar al interior y también tiene una participación importante desde la perspectiva de la salud emocional y el desarrollo psicosocial.

Si definiéramos de manera más concreta el concepto de toxicidad emocional sería: la consecuencia, efectos y resultados negativos debido a emociones, sentimientos, pensamientos y conductas mal gestionadas interiormente.

Se basa en elementos muy comunes y con los que convivimos a diario como son el rencor, las heridas no sanadas, vivir en el pasado, el odio, la desesperanza, la frustración, la incertidumbre, el mal humor, el sedentarismo, los pensamientos derrotistas o las creencias paralizantes, y muchos otros que explicaré a lo largo de este libro.

Este tipo de toxicidad puede ser mucho más grave que la de naturaleza física, ya que va carcomiendo el interior, produce lamentables consecuencias y se convierte en una parálisis que impide pasar a la acción e incluso genera hastío de seguir viviendo.

Cuando alguien dice que está harto de su vida, más que poner atención a las circunstancias que lo rodean, sería interesante echar un vistazo a su interior para conocer su grado de toxicidad emocional.

En la historia del burro y la zanahoria, cuando vivimos en estado tóxico es como si saturáramos nuestra carreta llenándola de cajas y cajas y quisiéramos que aquella corriera como un Ferrari. Eso no solo es imposible, sino que además, por el mismo peso que lleva, en cualquier momento la carreta tronará y se desbordará.

Ello le sucede a millones de personas y cientos de organizaciones que se sobresaturan de cajas sin resolver y quieren correr sin detenerse. En cualquier momento la carreta de la vida estaría gritándonos un mensaje: «BASTA, no puedo más».

Para poder reconstruir desde adentro, entonces, primero hay que echarle un vistazo al orden de las cajas, gestionar sus contenidos y corregir lo que sea necesario.

Para eso existe el detox emocional.

¿Y eso qué es?

Detox proviene de la palabra inglesa detoxification (desintoxicación) y es el proceso para neutralizar o eliminar toxinas del cuerpo. Es una forma para limpiar, nutrir y «resetear» el organismo, restaurándolo de adentro hacia afuera para generar balance y equilibrio. Recuerda que cuando una computadora se cicla o empieza a trabajar con lentitud, solemos reiniciarla para conseguir un mejor desempeño.

Aunque su popularidad ha aumentado en estos últimos años, la verdad es que, más que una palabra de moda, es una práctica milenaria.

El detox típico de la actualidad se realiza en espacios que van desde uno, tres a veintiocho días, según las necesidades de quien lo realiza, y comúnmente se lleva a cabo alimentándose de agua, té y jugos verdes o de frutas y verduras. Algunas variantes permiten ciertos alimentos más sólidos, pero se privan de algunos otros que acidifican el organismo (más adelante veremos este concepto) y, desde luego, de cualquier tipo de químico.

El objetivo es el mismo: limpiar y darle un descanso al organismo de la saturación y excesos que pudiera tener (alcohol, harinas, grasas trans, lácteos, comida chatarra, carbohidratos procesados, azúcar, refrescos, etcétera).


La toxicidad emocional es la consecuencia, efectos y resultados negativos debido a emociones, sentimientos, pensamientos y conductas mal gestionadas interiormente.

Realmente este proceso nace, se crea y se desarrolla para una cuestión puramente física, y aunque ciertos detoxs (he conocido, leído y aplicado diversos a lo largo de mi vida) tocan un poco la relación que existe entre la depuración física con la emocional, siempre el centro de atención es el cuerpo.

Precisamente porque soy un viajero frecuente de este tipo de «procesos naturales» para el beneficio de mi salud, y sobre los que ya cada quien tendrá sus reservas sobre si está a favor o en contra, desde la experiencia puedo compartirte una nueva visión sobre este sistema de liberación física, pero ya completamente enfocada a la limpieza interior.

El detox emocional que te propongo es el proceso de remover, quitar, limpiar, reacomodar y reajustar lo que nos esté impidiendo avanzar de forma más ligera por la vida. Es una saludable y positiva manera para trabajar en nuestro desarrollo personal y profesional.

Desde luego que esto puede causar miedo a muchos, especialmente a quienes no les gusta entrar a fondo para ver cómo están sus vidas. Pero la verdad es que para avanzar hay que moverse, y para moverse, hay que quitar lo que estorba. En otras palabras, para andar hay que vaciar la carreta.

¿Por qué es importante un detox?

¿Recuerdas cuando nuestros padres y abuelos contaban que antes la vida era más sencilla que podían comer de todo sin problema que incluso eran generaciones con menos obesidad que las de ahora?

Por un lado tenían razón. Hace poco estaba en un supermercado precisamente pensando: ¿quién iba a imaginar que hace cuarenta años uno viniera a estos lugares para surtir leche de almendra o de quinoa, pollo sin hormonas, lechuga, espinaca y tomate orgánico o pan sin gluten? Antes todo eso no estaba precisamente al alcance de tu mano, hoy hasta tiene su sección aparte.

Aunque este tipo de productos ahora «especiales» lleva muchos años, al menos en mi país la adopción en el mercado es más reciente. Este boom se ha dado porque ahora las personas tienen más conciencia sobre la importancia del autocuidado y de llevar una mejor calidad de vida.


El detox emocional que te propongo es el proceso de remover, quitar, limpiar, reacomodar y reajustar lo que nos esté impidiendo avanzar de forma más ligera por la vida.

Cada vez observamos a más gente que se ocupa de lo que consume por sus cinco sentidos y no solo por lo que ofrece el mercado de forma rápida.

La vida de nuestros abuelos no fue la misma que la de nuestros padres, pero en la de nuestros padres, comparada con nuestra generación, sin duda creció la brecha, y así será con la de nuestros hijos y nietos. No se requiere ser visionario para llegar a esta conclusión. Por lo tanto, no podemos permanecer ajenos a esa realidad.

Y en este punto, sin el afán de defender a nadie, solo quiero aclarar que definitivamente, a diferencia de generaciones pasadas, el tiempo, el cambio y los saltos cuánticos de la tecnología han ido de la mano, dejándonos como herencia gran cantidad de enfermedades, bacterias, residuos tóxicos y muertes sin sentido. Algunos incluso han llegado a decir que vivimos en una sociedad gravemente enferma.

Precisamente, así como pasa con el tema alimenticio, si «escarbamos un poco» en el corazón de las personas, podemos darnos cuenta de que por el estrés, el ajetreo, la rutina, las noticias, los impulsos para buscar el placer por el placer mismo, la alta demanda de esfuerzo y de trabajo, así como los recursos mal utilizados, hemos caído en una sociedad dormida y también enferma emocionalmente.

No pretendo crear un discurso político ni tengo la intención de levantar una bandera a favor de nadie, ni pedirte que hagamos una marcha para protestar. Siempre he creído, y lo digo mucho en mis conferencias, que quejarse no sirve de nada. Respeto a quien lo hace, pero siento que es mucho más saludable y positivo abrazar nuestra propia responsabilidad. Cambia la forma de ver las cosas y las cosas cambiarán de forma.

Sirviéndome de esta comparación de lo que vivimos como sociedad, así como no podemos evitar ni controlar en todo el mundo el maltrato a los animales, los pesticidas en los cultivos o las toxinas en los alimentos, está en nuestras manos la decisión de cuidar nuestro entorno, tener una alimentación más adecuada y de alguna manera ser más conscientes, y por lo tanto, más amigables con nuestro ecosistema.

Tampoco podemos evitar los males del mundo, ni lo que hace o deja de hacer el vecino, ni lo que hicieron o dejaron de hacer nuestros padres, pero podemos despertar y ponernos en acción para ser más responsables con nuestra propia realidad, con lo que nos toca.

Si reiteramos que detox significa «resetear el organismo», y si realmente queremos colaborar para que este mundo sea un mejor lugar donde vivir para todos, podemos decir que es indispensable aceptar la invitación a «resetear» la vida para acceder a una más ligera, más simple, sin tanto drama y con mayor calidad.

Además, la crisis depurativa abre la puerta a nuevos mundos, a nuevos espacios en tu vida. Un detox emocional puede doler, es un viaje que llega a causar mareo y vértigo, pero las recompensas son incontables. Vale la pena.

¿Cómo saber cuándo es necesario?

Así como la mayoría de las enfermedades surge por emociones mal gestionadas, también dice mi gran amiga y autora Tere Bermea:

«Los dolores físicos y emocionales pueden ser nuestros amigos, ya que sin ellos no sobreviviríamos. Ellos nos protegen y nos despiertan para que nos ocupemos de nuestras necesidades».

El detox emocional es precisamente ocuparnos de nuestra vida, recordar que la verdadera emoción es estar vivos. Lo normal, y a lo que estamos llamados, es la salud y el equilibrio, no la enfermedad y el desorden, por dentro y por fuera.

Esos dolores físicos y emocionales son solo avisos para reiniciarnos interiormente. Aunque este método de desintoxicación es un proceso constante y permanente, hay claras señales o focos rojos que no podemos dejar de ver y que indican que es el mejor momento para realizarlo.

Aquí te comparto algunos de los síntomas que indican que es importante hacer un alto para revisar la carreta:

1)Estás más enfocado en la zanahoria (llegar a tus metas) que en experimentar el viaje.

2)Ya no disfrutas tu vida de la misma manera.

3)Sientes que estás cargando demasiado sobre tus espaldas y no sabes cómo deshacerte de eso.

4)Vives acompañado de los fantasmas del pasado o de lo que pudo haber sido y ya no es.

5)Te preocupas y te causa ansiedad tu futuro.

6)Estás en estado de estrés la mayor parte del tiempo.

7)Vives con demasiada prisa. Todo es urgente.

8)Has dejado de convivir con calidad con las personas que más quieres.

9)Te has perdido de eventos, experiencias o encuentros que antes te eran sumamente importantes.

10) Has dejado de practicar ese pasatiempo que tanto disfrutabas porque «no hay tiempo».

«Los dolores físicos y emocionales pueden ser nuestros amigos, ya que sin ellos no sobreviviríamos. Ellos nos protegen y nos despiertan para que nos ocupemos de nuestras necesidades».


11) Estás teniendo roces y conflictos constantemente con tu pareja, tus hijos, tus colaboradores o tu jefe.

12) La mayor parte del tiempo la pasas con el médico. Cada día «te duele algo».

¿Cuál de estos focos rojos te hace sentido?

No te asustes si te identificas con más de uno. Muchas veces perderse ayuda a encontrarse. ¿Cuántas veces no has advertido que de no haber vivido determinada experiencia no serías la persona que hoy eres?

La verdad es que las crisis personales o los puntos de quiebre pueden ser las mejores «excusas» para hacer cambios en tu vida, y qué mejor que hacerlo consciente cuanto antes, ¿no?

¿Quiénes son candidatos?

Decía Aristóteles: «La felicidad es el sentido y el propósito de la vida, el objetivo y la finalidad de la existencia humana». Y Pascal lo expresaba también a su manera: «Todos buscamos la felicidad. Sin excepción. Aunque cada uno emplee distintos medios, todos deseamos alcanzarla».

Así, todos somos candidatos, ya que el detox emocional es un método indispensable para todo aquel que esté trabajando en su felicidad, no como una meta lejana o un sueño romántico, sino como una decisión y un proceso personal cotidiano.

Desde luego que no es el único, pero al menos ha sido el que a mí me ha funcionado y que ha tenido excelentes resultados con quien lo he aplicado a lo largo de estos años.

Por supuesto que la idea de empezar cuanto antes y de ir a la acción se vuelve una prioridad para aquel que desee pulir el diamante que lleva dentro y moldearse de acuerdo con su mejor versión, con su esencia, con quien realmente es y no con quien se le ha contado que es.

¿Qué tan intoxicado estás? (Grados de toxicidad: alto, medio, bajo)

Sin caer en juicios o etiquetas, he querido catalogar tres grados de toxicidad. Sin duda se trata de una visión muy personal, según lo constaté después de entrevistar a cientos de personas en diferentes circunstancias con el fin de tener una variable un poco más objetiva, y con miras también a que nuestro progreso sea más visible e incluso un tanto medible.

De alguna manera, en diferentes etapas de nuestra vida todos presentamos alguno de los tres grados de toxicidad. Aquí hay que realizar un ejercicio de honestidad para saber en dónde nos encontramos.


Pudiera darse el caso de que estás saliendo de un grado alto, por ejemplo, pero todavía no estás como deseas, sientes que todavía hay algunos rezagos o toxicidad que sacar.

Los tres grados de toxicidad son:

Alta: aunque para otras personas este grado de toxicidad pudiera ser muy evidente, quien lo vive ya lo ha asociado a su ritmo normal de vida, por lo que es más complicado hacerlo consciente. Muchas veces, lamentablemente, la persona se da cuenta de su situación cuando esta ya la sobrepasa o cuando hay un evento de consecuencias graves.

Si existiera una frase que ejemplificara este grado de toxicidad sería: «No me soporto ni yo mismo».

Algunas características son:

✓ Has perdido interés por tus actividades

✓ No descansas lo suficiente

✓ Lloras sin motivo aparente

✓ No duermes

✓ Tienes exceso o falta de hambre

✓ Vives en conflicto con la mayoría

✓ Te has vuelto muy irritable, todo te molesta

✓ Sientes enojo y coraje la mayor parte del tiempo

✓ Quisieras desconectarte del mundo

Media: en este grado es muy normal sentir un estancamiento. Por momentos la persona puede sentirse realizada, pero la mayor parte del tiempo no se siente del todo satisfecha con su vida, no está conforme con lo que hace. Algunas actividades le resultan muy pesadas. Hay cierta parálisis para la acción, vive de manera sedentaria a nivel emocional y todavía está resintiendo algunas experiencias del pasado que no ha logrado solucionar.

Algunas características son:

✓ Relaciones de pareja o amistad inestables

✓ Malos hábitos de alimentación y descanso

✓ Pérdida de interés o desesperanza de materializar sus sueños

✓ Vida ajetreada y rutinaria

✓ Falta de vida espiritual

✓ Patrones de pensamiento limitantes

✓ Procrastinación o aplazamiento de planes

✓ Nostalgia por el pasado

✓ Se mueven en entornos tóxicos

✓ Les cuesta mucho hacer realidad lo que se proponen

Baja: este grado, aunque pareciera inofensivo, no lo es, porque es al que menos atención le damos y si se deja pasar puede convertirse en poco tiempo en toxicidad media o alta. Es en el que se encuentra prácticamente toda la población debido a lo que estamos expuestos, como lo comentaba anteriormente. Sin caer en un caos total, sí existe cierto desorden interno que puede impedir que disfrutemos del momento presente.

Las características de la toxicidad baja son:

✓ Angustia para tomar decisiones

✓ Falta de claridad en las prioridades

✓ No saber decir no

✓ Poco tiempo para lo importante

✓ Brincar en el pasado, en el presente y en el futuro, sin gozar de ninguno

✓ Poca inversión en uno mismo

✓ Baja inteligencia emocional

✓ Represión de emociones

✓ Adicción a la tecnología, imposibilidad de desconectarse

✓ Falta de plenitud y realización personal y profesional

Este es solo un breve análisis para que descubras el grado en que te ubicas. De cualquier manera, en capítulos posteriores podrás encontrar herramientas para bajar el grado de tu toxicidad, sea cual sea en la que te halles.

721,02 ₽
Возрастное ограничение:
0+
Объем:
404 стр. 91 иллюстрация
ISBN:
9786079380274
Издатель:
Правообладатель:
Bookwire
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

С этой книгой читают