Читать книгу: «El orden de la existencia»

Шрифт:

EL ORDEN DE LA EXISTENCIA


DAVID MARTÍN

EL ORDEN DE LA EXISTENCIA

EXLIBRIC

ANTEQUERA 2018

EL ORDEN DE LA EXISTENCIA

© David Martín Portillo

Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric

Iª edición

© ExLibric, 2018.

Editado por: ExLibric

c/ Cueva de Viera, 2, Local 3

Centro Negocios CADI

29200 Antequera (Málaga)

Teléfono: 952 70 60 04

Fax: 952 84 55 03

Correo electrónico: exlibric@exlibric.com

Internet: www.exlibric.com

Reservados todos los derechos de publicación en cualquier idioma.

Según el Código Penal vigente ninguna parte de este o

cualquier otro libro puede ser reproducida, grabada en alguno

de los sistemas de almacenamiento existentes o transmitida

por cualquier procedimiento, ya sea electrónico, mecánico,

reprográfico, magnético o cualquier otro, sin autorización

previa y por escrito de EXLIBRIC;

su contenido está protegido por la Ley vigente que establece

penas de prisión y/o multas a quienes intencionadamente

reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria,

artística o científica.

ISBN: 978-84-17334-72-7

Nota de la editorial: ExLibric pertenece a Innovación y Cualificación S. L.

DAVID MARTÍN

EL ORDEN DE LA EXISTENCIA

Índice de contenido

Portada

Título

Copyright

Índice

Agradecimientos

PRÓLOGO

Capítulo 1 INQUIETUD

Capítulo 2 INQUISICIÓN FRUSTRADA

Capítulo 3 LA HUIDA DE LOS SOMETIDOS

Capítulo 4 EL TURNO DE LA REINA

Capítulo 5 NACIMIENTO DE TRAICIONES

Capitulo 6 UN MAL DESPERTAR

Capítulo 7 TORMENTA DE AMENAZAS

Capítulo 8A LA MUERTE DEL ORDEN

Capítulo 8B LA MUERTE DEL ORDEN

EPÍLOGO

TERMINOLOGÍA

FLORES

ESQUEMAS Y MAPAS

BESTIARIO

DISTRITOS

SOBRE EL AUTOR

Agradecimientos

A mis padres y a Juan Luis, por visualizar los contenidos de esta obra.

A Sonia García, por soportar mis inspiraciones y ayudarme con los cabos sueltos.

A Fernando Ruiz, por plasmar diferentes situaciones en sus ilustraciones para esta novela.

A la editorial ExLibric, por el trato recibido durante todos estos meses.

Y, en general, a todos los que me han ayudado de algún modo en la confección y aportando opiniones sobre este trabajo de tantos años.

Gracias.

Hoy es el mañana del que ayer estuvimos hablando.

Al universo pertenecemos y siempre formaremos parte de él.

Nacimiento de este proyecto:

En el año 2004 surge la idea y toma anotaciones. Cuatro años después, continúa con pinceladas en un cuaderno. En 2011, por motivos laborales y personales, fue abandonando el proyecto hasta que en 2015 lo retoma con energía e inspiración hasta el final. Cabe decir que durante este último período ha parado dos meses por motivo de diferentes enfermedades y lesiones.

PRÓLOGO

Año 2504. 29 de febrero (bisiesto). Celebración de la constitución de Médula.

Población mayoritariamente femenina. Las batallas provocaron esterilidad en gran parte de la comunidad de los hombres. Esto afectó la procreación a causa de la radiación y las sustancias químicas. La inseminación artificial fue uno de los pilares de la humanidad; aun así, no se equilibraba la balanza. La mayoría de los altos cargos del mundo político y militar están regidos por mujeres. Después de la III Guerra Mundial y I Química, lo que conocemos como nuestro mundo está prácticamente destruido. La zona menos azotada por este genocidio fue el viejo continente europeo, donde consiguieron salvaguardar parte de su nivel y riqueza. Todos estaban a merced de Europa para la exportación de víveres y demás necesidades, precisando este muy poco de los demás estados.

En esta nueva Europa se constituye un único gobierno bajo la denominación de Médula. Fue fundado apenas unos años después de la gran destrucción y Retra, jefa militar de este joven régimen, es el integrante más fuerte. La obsesión de Retra por la destrucción del varón la lleva a efectuar la inserción de su credo en este reciente sistema. Su misión oculta pasa por reunir a todas las mujeres que confíen en ella para ir tejiendo su colosal objetivo.

Poco más tarde, con distintos eventos y conferencias para las fieles a Médula, se les inculca su doctrina, explicando que el hombre ha ido destruyendo la humanidad. El sexo masculino no tenía demasiada fuerza en los distintos estamentos gubernamentales, por lo que no había forma de desmantelar esta traición sin pruebas.

Año 3004. 1 de enero.

Sieva, descendiente de Retra, llega a la cúpula de la jerarquía militar y a sus 32 años planea la destrucción de la raza humana, portadora del cromosoma Y con un virus programable. Este virus está creado por las científicas huérfanas, que son acogidas y apoyan a Sieva con plena fe. Llamada Luz de Diamante bajo su mandato por los habitantes y dotada con tecnología de clonación intelectual, Sieva implanta su mente en las integrantes de Médula, haciéndolas creer que era un experimento para la mayor absorción de datos.

29 de febrero. Pentacentenario del régimen de Retra.

Lanzamiento de la misión «Aqua Munda», que consistía en contaminar los océanos para que más tarde, tras la absorción de las nubes, estas descargaran, contaminando así los ríos, lagos, embalses y demás emplazamientos de agua. Esta sería ingerida con el virus anteriormente referido.

Pasado un mes, los medios de comunicación empiezan a dar la alarma de una nueva pandemia, pero sin averiguar el origen. Este virus, que busca un huésped macho con genética humana, es reabsorbido y desechado por el cuerpo y, además, resulta indetectable. La alteración termina por provocar la insuficiencia cardiaca, llevando al hombre a la muerte.

Se ponen a disposición de las mujeres establecimientos habilitados para dar conferencias, reuniones y apoyo psicológico sobre cómo afrontar esta situación para la que ni las propias doctoras están preparadas. Todo esto está calculado para que se les repartan documentos publicitarios y agua con una sustancia oral o tópica que les hace sentir repulsa hacia los hombres. Esto va afectando al pensamiento de las mujeres. Comienza la era de Sieva.

Un año después…

Luz de Diamante comunica al pueblo que pondrá a disposición todos los medios necesarios para averiguar el motivo de la muerte de nuestros padres, maridos e hijos, mintiéndole a la humanidad y manteniendo la teoría de terroristas a nivel mundial o de una enfermedad jamás soñada.

Año 3010.

Pasa un lustro y Luz se ha hecho con el control total de Europa y gran parte del mundo desde Berlín (Alemania). No hay hembra que no esté en sus dominios, o eso cree ella. Empieza a convertirse en una dictadora y si alguien no acepta las leyes de Médula, es encarcelada, desaparece o muere.

Mantiene machos alfa en cautiverio como especímenes de procreación de alta calidad (los Sometidos). Solo ella y sus más allegadas pueden ser fecundadas por el método tradicional, siempre en secreto, mientras que el pueblo solo es inseminado con métodos de esta era. Las mujeres elegidas con un rango de vitalidad entre 8 y 10, sean militares o ciudadanas, tienen privilegios especiales si se presentan voluntarias para ser madres.

Pero surgen complicaciones inesperadas para la más grande de Médula, como el caso de mujeres que logran escapar o son exiliadas más allá de los Campos de la Protección, hombres inmunes, nacidos libres, etc.

Se crean reductos rebeldes que sospechan de Sieva (El Grito). Así la llaman, porque donde aparecen sus tropas, siempre se escucha a alguien lamentarse o gemir, ocultándole al pueblo cualquier noticia de enfrentamientos.

En Nueva Zelanda, Elel e Ídem, hermanos de Sieva y separados al nacer por motivos de supersticiones y visiones de su madre Esperanza, estudian la enfermedad. Elel descubre en una de las bases secretas de la República El Cambio que uno de los cuerpos congelados de un hombre traído de manera clandestina contiene restos de un virus desconocido hasta ahora.

Capítulo 1
INQUIETUD

Año 3011, 28 de febrero, 7:00 a. m. Teufelsberg. Montaña del Diablo, Berlín (Alemania). Centro jerárquico. Sala de control de población.

La Zafiro Eva controlaba las tareas que tenía asignadas, dando prioridad a la disciplina del pueblo mientras miraba en las múltiples pantallas cómo vivía la gente. En un momento dado se dirigió a una subordinada:

—¿Cuánto queda para tener la célula? —preguntó la Zafiro Eva.

—Señora, colóquese en el escáner y atienda a las instrucciones. Las que trabajamos en este proyecto no podemos acceder a ciertos archivos y estancias, solo las de nivel de seguridad 4 pueden saberlo todo —contestó la Mercurio Kaina.

—Mi nivel es 3, pero esa información sí me es concedida.

—El sistema exige que escaneemos a toda hembra cuando se necesite información sobre el proyecto «Aleluya» para su autentificación como método de seguridad por una posible usurpación de identidad. También se guarda en registro el historial de fecha, el individuo, el sector de información requerido sobre el proyecto, etc.

A esta Zafiro se le dilataban las pupilas cuando se le comunicaba en la cabina estanca que la estimación de la fabricación de la célula era de unos seis meses. Se trataba de una ferviente discípula de Sieva, y no sabemos con certeza si odiaba a los hombres casi tanto como ella. Su mayor deseo era la finalización de ese proyecto para no tener que utilizar ni un espermatozoide de los machos.

La Diamante Europa entró en la sala y Eva gritó en voz alta:

—¡En pie!

—¡Continúen! ¿Novedades? —preguntó Europa.

—Mi Diamante, en la zona de Zugspitze hay unas balizas que han dejado de emitir y voy a enviar un pelotón para aclarar la falta de comunicación. Hemos mandado varios drones y cuando se acercan a este sector, caen como si existiera un pulso electromagnético continuado o alguna actividad eléctrica los hiciera funcionar mal. Señora, yo iré con ellas.

—¡No! Tu trabajo es controlar desde aquí —ordenó Europa.

—Señora, con el debido respeto, tengo un principio: estar en las irregularidades desconocidas.

—Por esta vez, ve. Sé que te gusta salir. Procura volver pronto y con información. Te necesitamos aquí.

Zona activa

De vigilancia permanente, era una zona en la que siempre estaban preparadas para la misión que encomendasen, donde no solo se encargaban del equipo y el material que evaluaban necesario, sino también de la logística y la estrategia. Para ello, necesitaban una dilatada y detallada información.

—Quiero un pelotón de 12 unidades, formado por cuatro exploradoras, dos tiradoras con armas letales no electrónicas, dos tiradoras con armas sedantes, dos ojos del cielo y dos Argentum controladoras, todas dispuestas para salir en dos horas

Tras explicarle a su subordinada los detalles de la misión, Eva se dirigió a sus estancias en el Hogar de los Cristales.

En los recintos de Luz de Diamante existían muchas cámaras y pasadizos que unían diferentes lugares entre sí, además de alguna salida de emergencia secreta que solo conocían ella y unas pocas más.

Luz estaba en su dormitorio con dos Firmes, miembros de la guardia personal de mujeres de plena confianza de Médula, que llevaban sujeciones magnéticas para esta sala con gravedad regulable. Allí copulaba con alguno de los Sometidos a su elección, bajo la vigilancia de las antes mencionadas y, de momento, sin ánimo de procreación, solo por placer, disfrazando estos encuentros como parte de castigo, humillación e información, como si de un interrogatorio se tratase. Los cautivos pasaban por unos exámenes físicos y psíquicos exhaustivos.

La luz era apropiada. El sonido ambiente resultaba embriagador. Las paredes, el techo y el suelo proyectaban una naturaleza tal que parecía que estuvieras allí mismo. Había espejos por doquier y su gata negra la miraba fijamente mientras ronroneaba. En ese momento, Luz fue interrumpida y alertada.

—¡Señora, no la importunaría si la situación no fuera preocupante!

—¡Llévense a Goliat! —el macho de aspecto más fuerte y al cual, como a los otros, ella le había puesto el nombre—. ¿Qué ocurre, Diamante? —preguntó Luz de Diamante mientras se vestía.

—Señora Luz, hemos detectado múltiples fallos en las balizas de comunicación y en los puntos de observación. ¡Sospecho un ataque!

—¡Habla claro, Europa!

—Seré sincera, mi Diamante. Nuestro gobierno roza la dictadura. Temo una rebelión masiva y esto podría ser el comienzo. Usted no quiere ver o subestima lo que la población y los extranjeros pueden llegar a hacer por derrocar un sistema que no comprenden o temen.

—De acuerdo, te permito este tratamiento, si me sirve para reaccionar a tiempo. Y ahora dime, como consejera, ¿qué harías?

—Señora Luz, reúna a Médula y decidan. Mandaré unas secciones equipadas a cada una de las regiones de balizas que fallan, con precaución por si son emboscadas. Aunque nos provocarían pocos daños, no quiero perder ni una sola de mis leales y fieles mujeres, además de la preciada información de las máquinas.

—Lo dejo en tus manos. Sé que no me defraudarás. Mantenme informada, como siempre.

—¡X por la unión! —exclama Europa gritando. Paradójico, cuando para conseguir la paz, tienen que utilizar la violencia. Las hembras eliminan a los hombres para que ellas puedan vivir en armonía, pero donde hay personas hay conflictos, tengan el cromosoma que tengan.

Europa se fue del Hogar de los Cristales para comunicarle a la Zafiro Eva que organizara otras exploraciones para las balizas de otros puntos desde allí (Teufelsberg).

Eva salió de sus aposentos preparada para la exploración y se encontró con su equipo en el aeropuerto de Tempelhof a las 10:00 a. m. Su vuelo sería de unos 586 kilómetros en una aeronave Aeros, en la cual llegaría hasta Grainau. Una vez allí, se montarían en un vehículo Amphibius para ir lo más cerca posible y examinar esos artefactos que había en la montaña, buscando la ruta, ya fuera abriéndose camino o por carretera hasta que dejara de funcionar, no por falta de energía, sino por el PEMM (Pulso Electromagnético Mantenido). Esos testigos lo registraban todo, desde la temperatura, la grabación de video y sonido hasta los biodetectores regulados para que se activaran según el peso de la forma de vida que analizaran.

Esta Zafiro sabía que los aparatos electrónicos dejarían de funcionar dentro del campo, así que preparó su equipo para el interior. Cuando llegaron cerca del nacimiento de la montaña, la Amphibius se paró y bajaron las trece. Retrocedieron un poco y notaron que en unas casas que había a pie de la montaña sus aparatos volvían a funcionar. Decidieron entrar en una de ellas. Eva llamó a la puerta y una mujer de unos treinta años le abrió. Acto seguido, Eva ideó una artimaña y le explicó que había una criatura que, aunque probablemente no bajaría de la montaña, era mejor encargarse de ella para que todas pudieran dormir más tranquilas. Entonces, le preguntó si sería posible que durante un corto período de tiempo pudieran utilizar la casa como cuartel para organizar la búsqueda de dicha criatura.

Adelfa vivía en esa casa con su hija Gerbera de diez años. Por haber sido madre civil voluntaria, contaba con algunos privilegios y tenía el abastecimiento cubierto para ambas hasta que su hija cumpliera veintidós. En ese momento, la hija debería haber alcanzado los estudios obligatorios o el tratamiento militar que en su nacimiento aconsejaban a la madre para que fuera productiva al gobierno de Médula. Así, la madre seguiría solo con su paga y a la hija, en caso de no querer trabajar para el sistema, no se le darían ni ayuda sanitaria ni privilegios. Se convertiría en una de las llamadas «vacías», que podían vivir fuera de Berlín, con las mismas normas y controles que los demás, pero sin ninguna ayuda, tan solo la de los familiares o amigas; de esta manera, únicamente podría subsistir un miembro como máximo por familia.

Estaban tomando algo cerca de su chimenea. Adelfa invitó a pasar a Eva y a sus doce. Eran las 11:00 a. m. y Eva sabía que la caída del sol era aproximadamente a las 5:30 p. m. Decidió preparar la casa como base para organizar la subida el día siguiente y, además, controlar otras expediciones desde allí. En ese momento, cayó en la cuenta de que tenían satélites modificados desde hacía ya tiempo, como el EDRS (Sistema de Retransmisión de Datos Europeo), que podrían dar información de la zona y de la montaña, (fotográfica, térmica, de rayos X, etc).

Daba órdenes para que las suyas se pusieran en marcha e informaba de los pasos a seguir para recibir esos datos, colocando las antenas fuera de la vivienda y los aparatos necesarios dentro del refugio. Estas viviendas no eran como las de la ciudad, hogares con conectividad.

—Señoras, nos vendrá bien pernoctar aquí para aclimatarnos antes de la subida de mañana, aunque sea leve y estéis preparadas —dijo la Zafiro.

Mientras Adelfa preparaba un caldo caliente y se lo ofrecía a las militares, su hija fijaba la mirada en la pantalla más alejada que en ese momento nadie vigilaba, y entre pequeñas nubes la montaña Zugspitze se iba acercando. La cámara hacía un zoom automático y, en ocasiones, se podían ver algunos puntos rojos que desaparecían. Las militares seguían calentándose alrededor de la chimenea, sentadas junto a la madre. Entonces, la hija se acercó, la cogió de la mano y tiró de ella. Después de un par de tirones, se levantó y fue arrastrada hacia las pantallas que había más allá en el salón.

—¡Mira, mamá! —exclamó Gerbera.

Adelfa y Gerbera vieron los puntos rojos por un momento, mientras las demás seguían sentadas, calentando sus estómagos al crepitar del fuego. El rostro de la madre palideció. Desde su silla Eva le hablaba a la madre mirando al fuego:

—Mire usted lo impresionante y bella que es nuestra montaña desde el cielo. ¿Como van las cosas por aquí? ¿Está todo tranquilo? ¿Alguna cosa sospechosa?

—Nada, excepto eso de la criatura que comenta usted. ¿Debería preocuparme?

Mañana saldremos de dudas y averiguaremos si se trata de un mito, de una leyenda, o son simplemente rumores, y le prometo que cuando bajemos, le comunicare la situación.

La madre cogió ropa de abrigo, dado que estaba nevando y hacía frío, aunque el cielo estaba casi despejado con un sol intermitente.

—Gerbera, quédate aquí. Voy por leña.

—Mamá, voy contigo —respondió la niña.

—¡No! Vigila a estas hembras. Si alguna de ellas va a salir, te abrigas y me avisas.

La hija asintió con la cabeza, pero su semblante era de estar en desacuerdo. La madre se disponía a salir; sin embargo, al abrir la puerta, la Zafiro Eva le preguntó:

—¿A dónde va señora?

—Voy a traer un poco más de leña. No creo que aguante toda la noche, aunque esta dormiremos más calientes, porque somos más.

—¿Quiere que la acompañe y la ayudo?

—No, gracias. Tengo el cobertizo atrás, pegado a la casa. Tardaré poco.

—De acuerdo entonces.

La madre salió de la casa de piedra y madera, entró en el sotechado, miró alrededor mientras colocaba un gran espejo en dirección a la montaña. A continuación sacó de entre sus ropas unos prismáticos con puntero láser y apuntó desde varios kilómetros a la mujer que estaba de guardia al lado del aparato PEMM para avisarla. Tanto la mujer como el artefacto estaban camuflados; sin embargo, Adelfa tenía las coordenadas para lanzar el mensaje. Ese artefacto funcionaba con un grupo electrógeno aislado de esos campos, invención de las siempre bien recibidas Sombreros Blancos, especialistas en programación y electrónica.

Al cabo de un rato, la hija salió de la casa, porque vio levantarse a Eva con la intención de salir.

—¡Mamá! —advirtió Gerbera.

La madre, que estaba soltando el espejo y guardando el puntero láser, se alertó. Esta Zafiro sospechó que la mujer escondía algo; de hecho, se extrañó al ver aquel gran espejo fuera de la casa.

—Señora, ¿y ese espejo?

—Son varios los motivos para que esté ahí, aparte de mis excentricidades: iluminar más el cobertizo de día y de noche, y deshacer un poco la nieve cuando esta se acumule mucho en la puerta.

A la jefa del pelotón esto le olió mal, así que decidió seguir preguntando por el aparato que se había guardado, a sabiendas de que se arriesgaba a sacar menos datos, siendo tan directa o por la fuerza que mostrándose educada y amable. No había mucho tiempo. Tenía asuntos más importantes que atender que castigar a una madre por un comportamiento sospechoso y un objeto militar.

—Perdone que sea tan indiscreta, pero la he visto guardar un aparato bastante sofisticado que las civiles de esta zona no suelen tener en casa.

Adelfa empezó a ponerse nerviosa; sin embargo, Eva no se percató de ello.

—Habla de mis binoculares. Sí, los tengo desde que mi prima, la Mercurio Alisum, dejó la milicia. Me gusta mirar la cima con ellos.

—Su prima debería haber entregado ese material militar en su ida, pero no me voy a meter en eso. La dejo con su quehacer.

Eva entró en la casa y puso a las demás a trabajar, preparándolo todo para la expedición del día siguiente. A una de ellas le encargó que mirara constantemente las pantallas, por si veía algo que notificar. Luego, llamó a las dos Argentum del equipo y las reunió aparte, donde no se oyera la conversación que iban a tener. Les informó de que algo no va bien y les ordenó que estuvieran con los ojos y oídos bien atentos.

—Investiguen si Adelfa Aigner ha tenido alguna prima llamada Alisum, que haya sido militar, y si esta entregó todo su material al dejar el ejército.

—Sí, señora. Se han activado las máquinas de la montaña durante un minuto y medio, y ha habido una comunicación codificada de cincuenta y cinco segundos —comunicó la Argentum Silene.

—Ahora mismo solo podemos observar y recopilar datos para mañana. Antes de salir concretaremos las novedades que tengamos para ser más eficaces en nuestra labor. Avisa a las hembras, sin que escuchen nada madre y la hija, de que nos enfrentamos a una posible situación de combate.

Un par de ellas se quedaron toda la noche de guardia, turnándose, mientras el resto del grupo, junto con la madre y la hija, dormían.

Cuando la guardia del PEMM detectó el haz de luz del espejo y el láser de gran potencia, desconectó la máquina por unos instantes para que el grupo de rebeldes El Cambio pudiera comunicarse. Estas mujeres eran furtivas. Sus nombres, alias o apodos solían ser flores venenosas; en este caso, la jefa del grupo se llamaba Anturia.

Ella se comunicaba por radio con una frecuencia que era codificada para el pelotón de Médula. Sabía que en muy poco tiempo tenía que dar órdenes. Además, por las señales Morse recibidas y la lógica entendió que ese grupo militar subiría a la montaña de día y con el cielo despejado, aunque la previsión para el día siguiente marcara alguna que otra nevada y ventisca de corta duración, una adversidad aprovechable para ambos.

—¡Señoras, atiendan! Tengo muy poco tiempo. Mantengan la radio abierta por auricular por si volvemos a cortar el PEMM y les damos órdenes. Tenemos para mañana compañía militar de El Grito y observación por satélite, el cual cuenta con rayos x, visión nocturna, sensores de movimiento y capacidad para detectar nuestro calor, igual que las balizas. Nos moveremos a partir de las 6:30 p. m., cuando ya ha caído el sol, con los escudos —esta herramienta servía para enterrarse en la nieve y camuflarse tanto a la vista como de la detección de temperatura— y nos reuniremos en la máquina esta noche a las 0:00 horas. Necesito sus chequeos. Mándenlos inmediatamente. Corto.

En la pantalla de su radio estaban escritos los nombres de los integrantes del grupo, y justo al lado una casilla, en la cual iba saliendo el visto, que confirmaba que ellas habían escuchado el mensaje.

Anturia esperaba el último visto de confirmación de mensaje, pero este no llegaba, así que dio la orden de volver a conectar el pulso. Sabía que una de ellas no lo había recibido o no le había dado tiempo a chequear, pero no podía arriesgar más al equipo y todo por lo que iban a luchar ellas y la República El Cambio.

Mientras, en la casa El Descanso del Cerro, el pelotón ya había averiguado la procedencia de ese pulso y había marcado en los mapas cómo orientarse sin brújula, recordando que nada que fuera magnético ni eléctrico funcionaría.

A la mañana siguiente Adelfa se levantó angustiada, sabiendo que ella y su hija podían meterse en graves problemas y que incluso compañeras suyas podían morir en la búsqueda de esa criatura. Adelfa y Eva sabían que ninguna de las dos decía la verdad. Las mujeres de la puerta y las encargadas de los monitores fueron cambiando cada dos horas. Casi todas las del grupo estaban frescas para la marcha. Cogieron el material de montaña y Eva se despidió de la madre y de la hija.

—Deberían desistir de esta búsqueda. Solo son viejas leyendas pueblerinas o posibles alucinaciones de alguna mujer bajo los efectos del uso abusivo del DAN (drogas no legales que provocaban orgasmos seguidos de inconsciencia durante cerca de un minuto).

—Puede ser. Pero, ¿qué más le da? Si yo fuera Adelfa, estaría encantada con esta búsqueda por y para la protección de mi hija.

—Tiene razón, señora. Buena caza.

Ambas se miraron con desconfianza y Eva se alejó con su grupo por la vereda nevada a los pies de la puerta.

El día se presentaba claro y sin demasiado frío. Las damas iban levemente cargadas y sus trajes miméticos con regulación térmica aguantaban bien, aunque perdieran un poco de temperatura cuando se desconectaba la parte electrónica. Desde Grainau hasta Zugspitze había unos 18 kilómetros por la ruta posterior sur, con un desnivel de 2200 metros. Una persona normal recorrería esta distancia en unas cinco horas y media, pero estas adultas bien entrenadas probablemente lo harían en apenas cuatro horas. Había refugios y edificios vacíos en la ruta para descansar o pasar la noche. Eva decidió que había que hacer del pelotón dos escuadras, una de seis unidades y otra de 7. Más adelante comunicaría su bifurcación y la misión que debería llevar a cabo cada uno de los grupos.

AL cabo de tres horas, sin haberse encontrado ninguna complicación, llegaron a la cabaña de Knorrhütte, a 2051 metros de altura.

Casi todas las áreas de este mundo en las que el ser humano podía vivir estaban controladas, ya que todas las mujeres tenían implantados nanolocalizadores que servían para controlar casi todos los sectores.

—Descansaremos aquí para adaptarnos. No quiero a nadie en la subida con MAM — Mal Agudo de Montaña— aunque sea improbable. Las Argentum Silene y Jazmín se encargarán de las escuadras. Dejad el avisador de señal conectado para cuando solucionemos el problema de la comunicación. Silene, usted irá ascendiendo con su grupo por el oeste. Su escuadra se llamará Óscar y llevará un tirador letal, otro no letal, dos exploradores y un ojo del cielo. Yo iré con Jazmín por el este de la ruta trazada en el mapa y la suya se llamará Eco. La cima está a una hora, pero con la búsqueda de los artefactos inhibidores se prolongará. Ahora mismo son las 10:30 horas. Saldremos a las 12:00 horas. ¿Entendido?

—¡X por la unión! —pronunciaron ambos a la vez.

Silene y Jazmín repartieron las tareas para buscar los aparatos. Había cuatro alrededor de la cima y uno en el edificio de meteorología cerca del punto geodésico.

Durante la noche anterior, Anturia había logrado reunir a nueve del grupo de diez integrantes de la República El Cambio cuando ya habían hecho su trabajo, que consistía en hacer que estos aparatos funcionaran para ellas, para que las tropas de Luz de Diamante creyeran que seguían en perfecto funcionamiento, gracias a varias de las Sombreros Blancos, que indicaban cómo hacerlo.

Esa noche Anturia se disponía a apagar la máquina PEMM de manera intermitente para que las Sombreros Blancos pudieran hacer su trabajo, y así el pelotón de Médula no las detectara, todo ello en sincronización con Adelfa. Cuando cortaban el pulso, en el auricular de Adelfa saltaba el avisador de señal abierta e inmediatamente se levantaba e iba al baño, diciéndoles a las chicas que estaban de guardia en su casa que tenía un pequeño problema de incontinencia urinaria. Luego volvía a su dormitorio y con la radio portátil comunicaba por Morse si había vigilancia en las pantallas.

La guardia encargada de las pantallas despertó a la Zafiro Eva y le dio las novedades de los escáneres de la montaña, que habían vuelto a funcionar por un período corto de tiempo con una comunicación cifrada. Sin embargo, Eva le dijo que la despertara solo en caso de que hubiera movimiento.

—¡X por la unión! —contestó la guardia.

—¡No grite, que están durmiendo! —respondió la Zafiro.

Obviamente, cuando el pulso desaparecía, cualquier ser vivo de más de 40 kilos y todo aquello que desprendiera calor eran detectados por los hitos, además de que podían ser vistos por el satélite EDRS, con independencia de si el pulso estaba conectado o no. Pero esta vigilante no la iba a importunar más, sabiendo que los movimientos que vieron por la tarde y por la noche podrían ser de algún animal más grande.

A Anturia y a muchas hembras que apoyaban a la República les habían sido extraídos los nanolocalizadores, pero algunas como Adelfa necesitaban tenerlos para fines de espionaje y demás misiones. Esa misma noche el grupo de la jefa rebelde se reunió junto a la máquina situada cerca de la cumbre, donde se le informó que la misión había concluido con éxito y algunas del grupo se tendrían que quedar hasta que se hiciera de día, mientras ellas bajaban de noche, protegidas por los escudos de ser localizadas.

399
429,96 ₽
Возрастное ограничение:
0+
Объем:
468 стр. 48 иллюстраций
ISBN:
9788417334727
Издатель:
Правообладатель:
Bookwire
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

С этой книгой читают

Новинка
Черновик
4,9
181