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Los patriotas chilenos y sus luchas internas

De los tres hermanos Carrera, como ya fue mencionado, dos son los que aparecen con mayor destaque en la novela: José Miguel y Juan José. El menor de los Carrera, Luis, también aparece en la novela, pero en menor medida. Los Carrera representan la versión chilena de los caudillos federales argentinos.

Don José Miguel, el hermano mayor de los Carreras, destinado a hacerse famoso en nuestros anales revolucionarios dejando una reputación tan trágica como dudosa…”17, es visto por el autor como el principal responsable del fracaso político e institucional de la Patria Vieja chilena. Es considerado como un político intempestivo y autoritario, que se adjudica la representación popular mediante la sola manipulación de las masas. Además, él mismo considera que no tiene igual sobre la tierra y que posee más prestigio y antecedentes militares que el propio general San Martín para comandar el Ejército Libertador.

Su hermano Juan José, es el rival amoroso de Manuel Vargas en la disputa por el amor de Teresa.

Del coronel Don Bernardo O´Higgins, el autor tiene un juicio positivo; es por ello que expresa que está“…destinado a hacer tan brillante y eminente papel en los futuros acontecimientos de la Revolución Hispano-Americana…”.18En la novela, cumple el papel de protector, apadrinando a Vargas, a quien tiene como subordinado. El coronel O’Higgins, aparece en varias oportunidades, en compañía del coronel Juan Mackenna, quien es su aliado contra los hermanos Carrera.

Vicente F. López centra bastante su narrativa en las luchas intestinas que tienen lugar entre patriotas chilenos. En su semblanza con las disputas rioplatenses, hace ver a los partidarios de O’Higgins como parecidos a los unitarios y a los seguidores de los Carrera como similares a los federales.

Luego de producido el desastre de Rancagua en octubre de 1814 y cuando los emigrados chilenos cruzan a Mendoza, San Martín deposita su confianza en O’Higgins, quien es incorporado al Ejército de Los Andes. El Libertador decide prescindir de los Carrera por ser indisciplinados, soberbios y revoltosos.

Otras personalidades históricas

El coronel Marcos Balcarce aparece mencionado en la novela como quien cruza los Andes al mando de los Auxiliares Argentinos y permanece a la cabeza de la unidad, hasta ser llamado desde Buenos Aires, oportunidad en que deja la unidad en manos de su segundo jefe, el comandante Las Heras.

Román Deheza, aparece en un episodio cumpliendo la función de estafeta calificado, cuando por orden de Las Heras y en momentos en que los hermanos Carrera han hecho la revolución, concurre a la casa donde moraba el doctor Paso para entregarle una carta. “Soy el Teniente Deheza del batallón de Auxiliares”19, se presentó el joven oficial y una vez que Paso abrió la ventana, entregó la misiva que para él portaba de parte de su jefe, para luego retirarse.

Quien sería el protagonista de la novela “La Loca de la Guardia”, el sargento Ontiveros, aparece al menos en dos oportunidades, desempeñando la noble función de asistente del comandante Las Heras.

CONSIDERACIONES FINALES

A través de “Capitán Vargas” se puede entender la actuación de los Auxiliares Argentinos en Chile, conociendo anécdotas, costumbres de la época, hechos menores y descripciones de los protagonistas. Los Auxiliares Argentinos permanecieron en Chile desde octubre de 1813, hasta luego de la derrota de Rancagua, en octubre de 1814. Fue durante este turbulento período, cuando la Patria Vieja llegaba a su fin, que tuvieron su bautismo de fuego en Cucha-Cucha y lucharon heroicamente en el combate de Membrillar, cumpliendo asimismo otras tantas misiones a favor de la causa patriota, para regresar finalmente a Mendoza cubiertos de las que serían sus primeras glorias. Mitre relata que luego del revés de Rancagua “sólo se salvó organizado el cuerpo de auxiliares, que hallándose en Aconcagua, volvió a pasar la cordillera conducido por su bizarro comandante, después de proteger la salvación de los emigrados y cubrir la retaguardia de los derrotados”20. En ese mismo sentido, el propio general Bernardo O´Higgins también expresó que “el Batallón de Auxiliares Argentinos, al mando de su bizarro jefe el Sargento Mayor Las Heras, fue el único que sostuvo la retirada por la cordillera”21, en esos difíciles momentos en que los patriotas chilenos debieron abandonar su país para emigrar hacia Mendoza.

Es una novela que nos relata los albores de la historia de los hombres que más tarde conformarían el Regimiento 11, y en donde la legendaria figura del comandante Las Heras ya se comienza a vislumbrar.

Desde el punto de vista literario, Vicente F. López se muestra como un entusiasta de la novela histórica, siendo además uno de sus precursores. Escribe motivado por un fin patriótico, busca hacer transcender las grandes hazañas de nuestros hombres de la independencia, dándoles a los argentinos una verdadera clase de historia, rescatando del olvido esos hechos singulares que conformaron la identidad nacional.

Desde el punto de vista político y miliar, esta participación de los Auxiliares Argentinos en los acontecimientos sucedidos durante la época de la Patria Vieja en Chile, constituyen un hito, ya que es la primera vez que tropas argentinas salen fuera de los límites del Virreinato del Río de la Plata, exportando los ideales independentistas de la Revolución de Mayo. Quizás por esta razón, Vicente F. López, haya decidido ambientar la novela en este tiempo y espacio, incluyendo en la narración a Las Heras y sus valientes soldados.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

 CRESPO, Horacio. “En Torno a la Historiografía Latinoamericana. Conceptos y Ensayos Críticos”. Editorial Tesseo. Buenos Aires, febrero 2018.

 IESE. “Biografías Militares Argentinas”. Colegio Militar de la Nación. Edivérn S.R.L., Buenos Aires, 1998.

 LÓPEZ, Vicente Fidel. “Historia de la República Argentina. Su origen su revolución y su desarrollo político hasta 1852”. Tomo VI. Buenos Aires, Carlos Casavalle, Editor – Imprenta de Mayo, 1887.

 LÓPEZ, Vicente Fidel. “La Loca de la Guardia. Cuento histórico”. A.V. López, Editor. Buenos Aires, edición en un volumen de 1896.

 MARTÍNEZ BAEZA, Sergio. “Las Heras y la emancipación americana”. EDIUM, Universidad de Mendoza. Mendoza, 2015.

 MITRE, Bartolomé. “Episodios de la Revolución”. Editorial Universitaria de Buenos Aires. Buenos Aires, enero de 1961.

 MOLINA, Hebe Beatriz. “La gesta sanmartiniana en las novelas escondidas de Vicente Fidel López”. CONICET – Universidad Nacional de Cuyo. IX Congreso de Hispanistas. La Plata, 27-30 de abril de 2010.

 MOLINA, Hebe Beatriz. “Capitán Vargas (1846-1848), novela inédita de Vicente Fidel López”. Edición crítico-genética y anotada. Editorial Teseo. Buenos Aires, 2015.

 REBECHI, Andrés (teniente primero). “Los Leones Invencibles de Las Heras. (Historia del Regimiento 11 de Infantería General Las Heras)”. Círculo Militar. Biblioteca del Oficial, Volumen 550/551. Buenos Aires, octubre/noviembre de 1964.

CUCHA CUCHA UN COMBATE BICENTENARIO

El 23 de febrero de 1814 los Auxiliares Argentinos tuvieron su bautismo de fuego en la hacienda de Cucha Cucha, ubicada en el sur de Chile. La actuación muy destacada del entonces sargento mayor Juan Gregorio de Las Heras y sus hombres, permitió que este cuerpo patriota escribiera su primera de tantas páginas de gloria en la historia de las guerras emancipadoras.

LA ÉPOCA DE LA PATRIA VIEJA Y LA SITUACIÓN GENERAL EN CHILE

El 18 de septiembre de 1810 se reúne en Santiago el cabildo abierto, asumiendo la Primera Junta Nacional de Gobierno de Chile, que ante la captura del rey Fernando VII de España por parte de Napoleón Bonaparte se hace cargo del gobierno trasandino. Es dentro de este período denominado de la Patria Vieja, iniciado con el establecimiento de esta junta autónoma y que finaliza con la derrota de las tropas patriotas en la batalla de Rancagua (1 y 2 de octubre de 1814), que tiene lugar el combate de Cucha Cucha.

A mediados de 1812, el virrey del Perú José Fernando de Abascal, había concebido un ambicioso plan para reconquistar para la corona española los territorios que estaban bajo dominio de los patriotas. Este plan contemplaba avanzar por el norte desde el Alto Perú, desde el sur de Chile hacia Santiago y Mendoza, y luego, en combinación con las tropas realistas de Montevideo, caer sobre Buenos Aires.

En lo que se refiere a las acciones en Chile, Abascal comenzó por cortar las comunicaciones, autorizar la guerra de corso, al mismo tiempo que ordenaba desembarcar al general Antonio Pareja en Chiloé, con dinero y oficiales para conformar una división. Para mayo de 1813, el general Pareja había tomado Valdivia, Talcahuano y Concepción, restableciendo el dominio realista hasta el sur de río Maule.

Los patriotas chilenos pudieron reaccionar y reconquistaron Talcahuano y Concepción, pero fracasaron al sitiar Chillán e intentar recapturarla, debido a la mala preparación de las tropas y las difíciles condiciones meteorológicas. El enemigo realista no había podido ser expulsado completamente de Chile e intentaría volver a tomar el control total.

El virrey Abascal decidió enviar refuerzos a Chile y el 1 de enero de 1814 una expedición al mando del brigadier Gabino Gaínza, comandante sensato y de prestigio que en el pasado había sido gobernador de Chile, zarpó del puerto del Callao, desembarcando en la Bahía de Arauco para fines del mismo mes. Con las fuerzas locales y las que trajo del Perú, Gaínza logró reunir aproximadamente 3.000 hombres bien pertrechados, recibiendo además el apoyo de los araucanos que cubrían el frente sur y se aprontaban a auxiliar a las fuerzas realistas a solicitud.

Los patriotas chilenos habían quedado en una situación comprometida. Sus fuerzas estaban divididas en dos cuerpos: uno al mando del general Bernardo O´Higgins en Concepción y otro, en Membrillar (al norte del río Itata), al mando del coronel Juan Mackenna. Los realistas estaban prontos a reanudar las operaciones e intentarían derrotar a las fuerzas patriotas por separado.

LOS AUXILIARES ARGENTINOS: SU FORMACIÓN, EL PASO DE LA CORDILLERA Y SUS PRIMERAS ACCIONES EN CHILE

El gobierno de Buenos Aires había decidido enviar a Chile una columna auxiliar en retribución por las fuerzas que el país trasandino había proporcionado en apoyo a la revolución de las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1811, para que una vez cruzada la cordillera se sumara a la lucha contra los realistas.

Inicialmente, esta fuerza se conformó con elementos de infantería de línea provenientes de Cuyo y de Córdoba, estando al mando del comandante Santiago Carreras (gobernador intendente de Córdoba del Tucumán). Entre sus oficiales se encontraban el sargento mayor Juan Gregorio de Las Heras (segundo comandante de este cuerpo de auxiliares), el capitán José Antonio Álvarez Condarco y el teniente Román Deheza. Una vez en Mendoza, se agregarían a estas fuerzas una tercera compañía con el capitán José Vargas y el alférez José Aldao (hermano del fraile dominico, caudillo y militar José Félix Aldao), conformándose así el Batallón de Auxiliares Argentinos, con un efectivo de 244 soldados y 13 oficiales.

En septiembre de 1813, por orden del gobierno de Buenos Aires, el Batallón de Auxiliares Argentinos inició la marcha hacia Chile. A pesar de que los pasos cordilleranos se encontraban anegados por las nieves caídas durante el invierno especialmente del lado chileno, los Auxiliares Argentinos lograron atravesar el macizo andino por el camino más natural y obligado (por Uspallata), llegando a Chile el día 4 de octubre.

El paso de los Andes, demandó a los Auxiliares Argentinos recorrer unos 350 kilómetros en 14 días, avanzando como mínimo 25 kilómetros diarios, que en jornadas de 7 horas de marcha en montaña, arrojan un promedio de más de 3 kilómetros por hora para personal montado.

Pero la llegada de las tropas argentinas a Chile produjo suspicacias, ya que muchos chilenos creyeron que el comandante Santiago Carreras era pariente de los polémicos hermanos Carrera, por lo que el gobierno de Buenos Aires que no quería intervenir en pugnas internas y advertido de estos hechos, envió a Chile al coronel Marcos Balcarce para reemplazar a Carreras al frente de los auxiliares. El sargento mayor Juan Gregorio de Las Heras continuó como segundo al mando de este cuerpo.

Ya para mediados de octubre y luego de permanecer diez días en Santiago, los Auxiliares Argentinos cumplían su primera misión en territorio chileno: escoltar a la Junta de Gobierno, que ante la crítica situación se desplazaba en dirección al sur, desde Santiago hacia Talca.

Con el cruce de los Andes y su llegada a Chile, el Batallón de Auxiliares Argentinos se constituyó en la primera fuerza militar en llevar la bandera de la Revolución de Mayo fuera de los límites del Virreinato del Río de la Plata, ya que los primeros ejércitos enviados en expediciones al Alto Perú no habían podido pasar el límite norte con el Virreinato del Perú, materializado por el río Desaguadero.

Para diciembre de 1813, con el coronel Bernardo O’Higgins ya nombrado comandante en jefe del ejército, se constituye una división auxiliar integrada por fuerzas argentinas y otras fuerzas chilenas, llegando a contar con unos 800 infantes, una brigada de artillería con 6 cañones y 2 culebrinas, puestas al mando del coronel Marcos Balcarce, quien continuó su recorrido hacia el sur. En Quirihué, el 19 de enero de 1814, Las Heras recibe sus despachos oficiales de sargento mayor y comandante interino de las compañías sueltas de línea del Cuerpo Auxiliar de las Provincias Unidas.

El 14 de febrero los Auxiliares Argentinos ya se encontrarían formando parte de la división del coronel Mackenna, ocupando el fundo del Membrillar.

EL COMBATE
La situación en el sur de Chile para comienzos de 1814

Para comienzos de 1814, las fuerzas patriotas chilenas con un efectivo de alrededor de 2.500 hombres, se hallaban divididas en dos cuerpos como se mencionó en los párrafos anteriores, con su moral por el piso debido a la falta de pago, las continuas deserciones y la escasez de recursos, víveres y caballada. Las operaciones se hallaban estancadas y no existía aparente superioridad por parte de ninguno de los oponentes.

El recién llegado brigadier realista Gaínza reunió a sus fuerzas y para mediados de febrero acampó en Quimchamalí, sobre la margen este del río Itata y a corta distancia de su confluencia con el río Ñuble. Su intención: aislar a las fuerzas patriotas de Mackenna que ocupaban posiciones en Membrillar, impidiendo su comunicación con las fuerzas de O´Higgins en Concepción. Para eso, también ordenó destacar fuerzas móviles de caballería que recorrieran los campos vecinos, restringiendo los movimientos de los patriotas.


La hacienda de Cucha Cucha

Cucha Cucha era una pequeña estancia situada en una lomada de escasa altura, cuya extensión era de más de 3.000 cuadras (unas casi 2000 hectáreas) y estaba ubicada sobre la margen norte del río Ñuble, entre el Membrillar y Chillán, y al norte de Quimchamalí. Era la propiedad más importante que poseía don Luis Urrejola, cuya familia (identificada con la causa realista) la había adquirido en 1776 en el remate de las temporalidades de los jesuitas.

Desde el punto de vista miliar, esta hacienda constituía una zona muy apta para el pastoreo del ganado y presentaba algunos árboles ralos como cubierta. Además, al estar situada sobre una pequeña altura, le daba un buen dominio sobre la margen sur del río Ñuble, con excelente campo de observación hacia la zona donde este río confluye con el Itata.

Golpe de mano sobre la hacienda

Ante la noticia de que sobre las casas de la hacienda de Cucha Cucha se encontraban recolectando ganado guerrillas españolas (de un efectivo aproximado de 500 hombres), el coronel Mackenna resuelve ejecutar un golpe de mano durante la noche del 22 al 23 de febrero, con la finalidad de batir las tropas enemigas y apoderarse del ganado.

Apoderarse de los recursos, es decir el saqueo por recursos, fue una práctica habitual llevada a cabo por patriotas y realistas en Chile, ya que al no existir un sistema de intendencia bien organizado, se hacía muy difícil mantener a las fuerzas en movimiento y afrontar sus necesidades diarias. Se buscaban vacas para satisfacer el hambre, caballos para montar y a veces otros insumos, como plomos para producir municiones. Esto generaba frecuentes escaramuzas y combates entre los oponentes.

Para caer sobre Cucha Cucha, Mackenna se pone al frente de 300 fusileros, 40 dragones y 2 piezas de artillería rompiendo la marcha a medianoche y dejando el campamento al mando de su jefe de estado mayor, el coronel Mariano Balcarce. Pero al llegar al objetivo al amanecer, los patriotas no encuentran fuerzas realistas, ya que éstas se habían replegado durante la noche. Aprovechando la ausencia del enemigo, Mackenna comisiona al teniente coronel Santiago Bueras, para que con parte de sus fuerzas recojan ganado, mientras que el resto de sus tropas regresan al Membrillar.


Intervención de los Auxiliares Argentinos

Al observar que el grueso de las fuerzas patriotas se habían retirado, los realistas deciden tomar la iniciativa pasando a la ofensiva sobre la retaguardia de la formación de Bueras, que por encontrarse arriando gran cantidad de ganado se había demorado, perdiendo contacto con el resto de las fuerzas que se replegaban.

El ataque realista fue llevado a cabo por alrededor de 500 hombres dispuestos en tres columnas que repentinamente incidieron sobre las tropas de Bueras. Pero el sargento mayor Juan Gregorio de Las Heras que con unos 100 Auxiliares Argentinos se encontraba sosteniendo la retirada, hizo una rápida apreciación de la situación y a pesar de estar en inferioridad numérica, decidió evitar que los realistas corten la retirada de la columna patriota. Las Heras y sus hombres lograron rechazar tres cargas realistas. Durante las dos primeras protegieron a las fuerzas de Bueras, y durante la última, apoyados por el fuego de una pieza de artillería, cargaron con empuje y valor a la bayoneta, produciendo así el retroceso del enemigo que se replegó con bajas. Luego de ello, y para asegurarse que los realistas no realizarían un nuevo intento, mantuvo el terreno por un cuarto de hora, dirigiéndose finalmente hacia el campamento del Membrillar en perfecto orden, llevándose todos los honores de aquella jornada.

Las fuerzas patriotas tuvieron un total de 3 muertos y 8 heridos, la mayoría leves. Entre aquellos que ofrendaron sus vidas en este combate se encontraban los soldados argentinos Juan de la Barca y José Agustín Ríos, y si bien no se tienen datos de las bajas sufridas por los realistas, se estima que fueron mayores a las de las tropas patriotas.


Los honores y los reconocimientos

A las cinco de la tarde las fuerzas llegaron al campamento patriota del Membrillar y los Auxiliares Argentinos fueron recibidos con eufóricos vítores y estridentes aclamaciones por parte de las tropas chilenas.

El coronel Mackenna escribió su parte de guerra (que fue publicado en El Monitor Araucano, uno de los primeros periódicos chilenos) detallando los acontecimientos de Cucha Cucha y haciendo mención al “valeroso Sargento Mayor de Auxiliares de Buenos Aires D. Juan Gregorio de las Heras, quien con 100 hombres de su cuerpo, y bien sostenido por el Capitán Vargas del mismo, avanzó en el mayor orden sobre el enemigo y le obligó con pérdida considerable a replegarse a una altura inmediata…”. También en este parte, Mackenna destaca el comportamiento de los tenientes Román Deheza y Ramón Alday, y detalló: “El siguiente rasgo de valor personal no debe sepultarse en olvido. Un cabo del cuerpo de auxiliares de Buenos Aires, Manuel Araya viendo a un oficial enemigo que con suma intrepidez animaba su tropa, marchó sobre él, mátalo y vuelve montado en su caballo a su formación.

El coronel Balcarce recibió una nota con fecha 6 de abril enviada por el gobierno de Buenos Aires, que expresaba: “El parte del valeroso Sargento Mayor D Gregorio de Las Heras, en que se detalla la bizarra y plausible acción ganada a los enemigos en la cercanía de Cucha-Cucha, y en su consideración al distinguido mérito que los oficiales y tropas de su mando han contraído por su valor y energía, previene a Uds. que en rueda de ordenanza les haga a su nombre la muy expresiva demostración de su aprecio.” Además, esta nota solicita que se propongan para ser ascendidos todos aquellos que han tenido una actuación destacada en este combate.

El gobierno de Buenos Aires autorizó al coronel Balcarce a diseñar un escudo de honor por la acción de Cucha Cucha, que fue aprobado el 8 de agosto. Dicho escudo de forma ovalada y de una medida de 7,5 centímetros por 6,5 centímetros, estaba orlado con palmas y hojas de laurel plateado sobre un fondo de paño azul oscuro, y tenía bordada con hilos de plata la inscripción: “La Patria a los valerosos de Cucha Cucha, Auxiliares en Chile”. Se utilizaba sobre la manga de la casaca.


355,18 ₽
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174 стр. 8 иллюстраций
ISBN:
9789878719634
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