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Miradas desclasificadas

El Chile de Salvador Allende en los documentos estadounidenses (1969-1973)

Antonia Fonck Larrain

Ediciones Universidad Alberto Hurtado

Alameda 1869– Santiago de Chile

mgarciam@uahurtado.cl – 56-228897726

www.uahurtado.cl

Primera edición agosto 2020

Este texto fue sometido al sistema de referato ciego externo

Registro de propiedad intelectual Nº 4394

ISBN libro impreso: 978-956-357-256-8

ISBN libro digital: 978-956-357-257-5

Coordinador colección Historia: Daniel Palma Alvarado

Dirección editorial: Alejandra Stevenson Valdés

Editora ejecutiva: Beatriz García-Huidobro

Diseño de la colección y diagramación interior: Francisca Toral

Imagen de portada: Presidente Gerald Ford con el secretario de Estado Henry Kissinger, 1974. © Alamy Stock Photo

Diagramación digital: ebooks Patagonia

www.ebookspatagonia.com info@ebookspatagonia.com

Con las debidas licencias. Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.




Dedicado a mi familia, mi tribu de nueve,

por el camino recorrido, el amor y la inspiración.

AGRADECIMIENTOS


Este libro es el resultado de mi magíster en Historia llevado a cabo en la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Antes de empezar con la escritura de tuve un momento de incertidumbre asociado a las expectativas, las dudas, los atrasos y la presión. Mi madre me aconsejó que dejara todos esos pensamientos de lado y me concentrara en contarles lo que aprendí en mi investigación. Me inspiró para que, a través de mi escritura, transmitiera que antes de esta investigación era una persona y después de hacerla soy otra. Me pidió que disfrutara contando esta historia, explicando qué es lo que vi en la fuente y qué es lo que finalmente me hizo sentido. Y este fue un momento clave dónde logré comprender hasta qué nivel la historia no solo es un oficio, sino que también una forma de vida. El siguiente libro narra un fenómeno específico, con una pregunta y las respuestas encontradas. Pero no es solo eso. Es el resultado de una experiencia de investigación, que, durante varios años, fue una parte fundamental de mi vida. Este tipo de proyectos se va entretejiendo con la vida cotidiana y hoy puedo decir que investigar y escribir historia es realmente una experiencia de vida.

Por eso mismo, le quiero dedicar esta tesis a las personas que estuvieron conmigo en este proceso entrelazado. En primer lugar, quiero agradecer a mi tutor Joaquín Fermandois. El profesor me dio desde el inicio un voto de confianza incluso en minutos cuando dudaba de mí misma. Sus consejos, apoyo, lectura y comentarios me acompañarán toda una vida y nunca dejaré de agradecer su empuje que, finalmente, determinó la escritura este libro. Esta investigación tuvo el apoyo del proyecto Fondecyt Regular Nº 160098 “Las relaciones de Chile con los países sudamericanos, 1964-1980” a cargo de Joaquín Fermandois y el historiador Sebastián Hurtado. Este proyecto me invitó a pensar en Chile dentro de la región y a buscar la influencia que tuvieron los países vecinos en la visión norteamericana. Sebastián también aportó mucho, guiándome en momentos de crisis y respondiendo preguntas importantes.

En el Instituto conocí personas que fueron claves en el proceso. Agradezco la oportunidad de encontrarme con Marisol Vidal quien, desde el inicio, me impulsó a atreverme. Gracias por las risas, la comprensión en momentos duros y en darme la confianza para entender que teníamos mucho en común. Agradezco también a Mileny Contreras, quien, desde el primer día de la licenciatura, fue un pilar fundamental de mi experiencia formativa. También conocí a Macarena Ponce de León, quién no solo me enseñó mucho sobre las formas de hacer historia, sino que también me entregó una linda amistad y risas. A ella le debo mis primeras experiencias como historiadora, las cuales me confirmaron que este era el camino que quería seguir. Alfredo Riquelme fue una de las primeras personas en presentarme la belleza del estudio de la Guerra Fría. A él le quiero agradecer sus comentarios, entusiasmo y tener siempre la puerta abierta para responder mis preguntas. Agradezco también a Manuel Gárate, quien me enseñó la importancia de hacer de la historia una literatura contemporánea. A él le debo la comprensión de lo fundamental de la narración. Le agradezco a Véronica Undurraga por ver en la tesis un libro, motivarme a atreverme a publicarlo y ser un ejemplo del poder femenino en la academia. También quiero agradecer a todos los profesores del Instituto, los cuales, de distintas formas, han influido en mi camino por la historia. En esas aulas entendí que la disciplina es más que un oficio, es una pasión.

El Instituto de Historia y el Programa de Magíster me proveyeron de instancias fundamentales para permitirme construir esta historia. Los seminarios de investigación, los cursos, talleres y congresos me brindaron un espacio para compartir, pero también para escuchar y comprender la importancia de la comunidad académica en este trabajo aparentemente solitario.

Cada uno de los integrantes de mi familia tiene un espacio en esta tesis. Mi papá ha sido mi bastón, mi mamá mi consejera, Martín mi riguroso y celebrador lector y Elisa mis pies en la tierra. El amor y el apoyo de mi familia fueron mi motor durante todo este proceso. También agradezco a Sebastián Arellano, mi pareja, quien se llevó la parte más dura de la contención emocional. Cumplió su rol siempre con una sonrisa y oídos para escuchar. Gracias por hacerme las preguntas claves y por mostrarme que a veces lo evidente guarda la clave. En el magíster gané la amistad de José Araneda, a quién le debo tanto. Sin sus consejos, apoyo, compañía y lectura, no lo podría haber hecho. Agradezco a mi gran amiga Antonia Salvestrini, por la cotidiana, contenedora y bella compañía. También a Sebastián Santander, por estar disponible para la lectura y sus consejos. Agradezco a todos mis compañeros de magíster, con quienes compartimos este duro camino, logrando vivirlo con risas. También a Rodrigo Mayorga, quien, en una servilleta de un café, me explicó como se iniciaba una tesis.

Agradezco a todas las personas que están en mi vida. Con las que he compartido mi historia y con quienes la seguimos construyendo. Gracias por tener la paciencia para esperarme y por siempre creer en mí. Les dedico a todos ellos estas páginas que, según mi amigo José, son tan intensas como yo. Cada uno de ustedes tiene un espacio en esta historia, en la cual dejo una parte de mí.

ÍNDICE


INTRODUCCIÓN

Una discusión en curso: historiografía de la responsabilidad

Representación, imágenes políticas y discusiones

Desclasificando miradas: la serie Foreign Relations of the United States

CAPÍTULO I UNA POLÍTICA EXTERIOR ESTADOUNIDENSE

Guerra Fría

La caída del consenso

Doctrina Nixon

Una burocracia de política exterior para el “grand design"

América Latina, ¿una relación especial

Los aliados

Chile en los tiempos de Estados Unidos

CAPÍTULO II CHILE COMO UNA PARADOJA: LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL DE SALVADOR ALLENDE

Eduardo Frei: la dicotomía y el fin del reformismo

Chile: The problem

Una democracia ruidosa y excepcional

Un intento de golpe al klatsch

El patrón, el yugoslavo y el marxista

Chile, ¿una isla?

La pregunta de la intervención

Si los cariocas tienen carnaval, los chilenos elecciones

Un siguiente paso I: la vía de Korry

Un siguiente paso II: la vía de la Casa Blanca

El secuestro y el ascenso

CAPÍTULO III CHILE COMO UN DESAFÍO: CRÉDITOS, NACIONALIZACIÓN Y DEUDA

El remezón y las opciones

“Fidelismo sin Fidel”: descifrando a Salvador Allende

Un foreign devil

Ser correctos, pero fríos

El símbolo del explotador extranjero

Aviones Boeing para Chile

La nacionalización del “sueldo de Chile

Chile necesita un alivio a la deuda externa

Los ITT papers

CAPÍTULO IV CHILE COMO UNA ENCRUCIJADA: POLÍTICOS, MILITARES O PRIVADOS

Lo evidente se transforma en lo obvio

La prueba de abril

En búsqueda del apoyo estadounidense

¿Partidos políticos o militares

Una sociedad resiliente

El paro de octubre

El viaje de Salvador Allende a las tierras de Goliat

El “plebiscito” de 1973

Debates sobre los próximos pasos

That Chilean guy may have some problems

Y todo se acaba de golpe

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

INTRODUCCIÓN1


El Chile de Salvador Allende fue un Chile paradójico y difícil de descifrar desde Washington. Esto porque las representaciones construidas sobre el país se tensionaron en la visión de Chile como un oasis democrático en una región convulsionada. La discusión sobre esta imagen política sigue vigente hasta nuestros días y tiene un poder político decisivo. Es una mirada que recorre imaginarios internacionales, pero también define drásticamente los devenires propios del país. En momentos decisivos de nuestra historia, se nos ha preguntado y nos hemos preguntado qué tipo de democracia tenemos y qué nos define como país, y si bien hay distintas respuestas, siempre la controversia se somete a la percepción de la excepcionalidad democrática chilena. Ese mito ha recorrido nuestra historia y está más presente que nunca.

Esta historia nos puede ayudar a entender los efectos que ha tenido la noción del jaguar latinoamericano o la decepción latina. Si bien no pretendemos estudiar la construcción de la autopercepción de superioridad, proponemos una historia que estudie el impacto que tuvo esa batalla de imágenes políticas en Washington, en el momento que apareció el desafío de la Unidad Popular y tuvieron que comenzar a construir una política exterior. Aferrándose a nociones históricas, preconcepciones ideológicas y anhelos políticos, los estadounidenses comenzaron un proceso de interpretación y proyección, basado en una idea casi narcisista de que estaba en sus manos definir el futuro de Chile.

De esa forma se fue desarrollando un tipo de vértigo institucional en un espíritu de Guerra Fría y de acontecimientos dramáticos. El Chile de Salvador Allende, este pequeño y largo país del sur, tenía el potencial para retar a Estados Unidos y al mundo, y algunos lo leyeron como un duelo a muerte; otros no. Pero ese es el tema con las percepciones: trabajan en la dimensión más íntima, determinando una multiplicidad de lecturas. De todas formas, la pregunta decisiva fue: ¿Era Chile una república bananera o un paraíso democrático?

Lo que propone este libro es valorar históricamente lo que nos entregan los documentos desclasificados estadounidenses, publicados en dos volúmenes, el año 2014 y 2015, por el Departamento de Estado en la serie Foreign Relations of the United States (FRUS). Abarcando desde 1969 hasta 1973, se van a analizar las relaciones entre Chile y Estados Unidos desde la perspectiva de la mirada desclasificada: un análisis de cómo los burócratas y políticos estadounidenses leyeron el Chile de Salvador Allende, rescatando las representaciones e imágenes políticas que definieron las decisiones de política exterior estadounidense.

Los documentos diplomáticos desclasificados por el Departamento de Estado permiten que nos adentremos a ese mundo. Nos abren la puerta a un recorrido por los escritorios donde se narraban experiencias en Chile, las conversaciones de pasillo en Washington, los enfrentamientos y consensos que quedaron plasmados en papeles que, en su mayoría, se han mantenido inexplorados. Esto debido a que historiográficamente solo se consideraron aquellos que contaban una historia de la intervención y dólares.

De esta forma, vamos a entrar a una dimensión a menudo ignorada, pero que nos entrega una oportunidad de análisis invaluable. Detrás de cada debate, decisión y política exterior anunciada, existió un proceso complejo que se nos revela en aquellos párrafos que se desecharon en las primeras lecturas historiográficas. Rescatar esa mirada desclasificada se presenta como una tarea necesaria en el impulso de renovar los estudios históricos desde las preguntas del presente, sobre todo al comprender que las relaciones internacionales son, inevitablemente, un encuentro cultural entre naciones y tienen un efecto profundo en la política interna. El Chile actual, aquella nación que estalló, pide en forma urgente una definición, despejando todas aquellas herencias históricas de excepcionalismo, reactivando el debate sobre los pilares de nuestra sociedad, las fuerzas internas y nuestra posición en el mundo. Una de las formas de animar el debate es proponiendo una historia sobre las imágenes de excepcionalismo y sus impactos.

Como en el presente, el proceso burocrático y político de representar, imaginar y discutir es arduo. Desde ese tiempo y espacio, cualquiera pensaría que responder la pregunta del peligro de Chile en un contexto de Guerra Fría y marxismo democrático fue fácil. Pero el camino estuvo lleno de contradicciones, tensiones, decepciones y arrebatos. Analizar este camino de interpretación desde las narrativas de comprensión del otro, no solo nos permite identificar las imágenes políticas en conflicto, sino que también nos permite develar los antagonismos entre burócratas, políticos y agentes, que fueron surgiendo en la trama, en un proceso donde se entretejieron conflictos institucionales, políticos y personales.

El tema de las relaciones entre Chile y Estados Unidos ha sido profusamente estudiado a través de documentos que develan o niegan una intervención, por una gran variedad de autores. Lo novedoso de este trabajo es su apuesta metodológica: develar la dimensión más cotidiana del proceso de política exterior, trascendiendo a la pregunta de la responsabilidad de Estados Unidos en el golpe de Estado de 1973. Conociendo los límites documentales, se asume una contextualización del conflicto de intervención, pero a la vez se propone un desafío: buscar las otras historias que nos puede contar esta documentación y que permiten enriquecer nuestro conocimiento sobre el fenómeno.

Siguiendo estas pistas se invita a la lectura de una historia de actores, representaciones, imágenes políticas y apuros cotidianos, entrelazados en un conflicto internacional en el momento que Chile se embarcó en aquel experimento de marxismo democrático, inspirando admiración y desafiando el mundo como se había conocido. ¿Era posible? Y de ser así, ¿qué significaba para Estados Unidos?

El libro se divide en seis partes: la introducción, cuatro capítulos y la conclusión. En la introducción, vamos a ver la discusión historiográfica, el marco teórico y una breve reseña de los documentos utilizados.

El primer capítulo va a mostrar a los actores y fuerzas que movieron a la política exterior estadounidense de la época, sentando las bases del escenario en el cual se desenvolvió la cultura política que le dio un significado a Chile. Asumiendo el contexto mundial de Guerra Fría y el convulsionado fin de la década de los años 60, se van a introducir en el factor doméstico de la política exterior estadounidense, las demandas de los ciudadanos y los anhelos de los arquitectos de esta política internacional.

Los siguientes capítulos se ordenan según los hitos que se consideraron significativos en el proceso de interpretación y toma de decisiones estadounidenses con respecto al Chile de Salvador Allende. Tal o cual reacción internacional ante los desafíos de la Unidad Popular, tenía un impacto potente y no era una decisión que se pudiera tomar a la ligera. Ante cada desafío se dieron distintos conflictos de representación, donde fueron apareciendo varios personajes, siempre en tensión. De esta forma se fueron delineando dos bandos, ordenados en dos imágenes políticas: Chile como una excepción democrática y Chile como una república bananera.

El Capítulo II trata la elección presidencial de 1970, retratando la forma en la que fue vivida la posibilidad de una presidencia marxista elegida y estableciendo que la preocupación fue aumentando de forma progresiva. No hubo consenso sobre el dramatismo. Incluso, para muchos, todos los candidatos eran perjudiciales y a Estados Unidos arriesgarse a intervenir le costaría un escándalo internacional. El recuerdo de Bahía de Cochinos y Vietnam era una pesadilla para la Casa Blanca. De esta forma, Chile se fue presentando como una paradoja difícil de descifrar. Las ansiedades aumentaron una vez que fue elegido Salvador Allende por el Congreso Nacional, deteniendo las empresas torpes de las agencias de inteligencia estadounidense. El capítulo trata de delinear los principales actores, las ideas fuerza y busca dar luz sobre las representaciones que fueron surgiendo tímidamente desde las distintas esferas.

El tercer capítulo trata los desafíos que se vivieron en la presidencia de Salvador Allende, partiendo con los primeros meses de su administración y culminando con las reuniones del Club de París sobre la renegociación de la deuda externa de Chile. Una vez elegido Salvador Allende, tuvieron que construir una política para Chile llamada cool and correct, y ella refleja los conflictos entre ambas culturas políticas, los cuales fueron complejizando las relaciones. Poco a poco, las imágenes políticas de excepcionalidad democrática versus estereotipo latino fueron determinando decisiones concretas, significando verdaderas batallas en el aparato de política exterior estadounidense.

El cuarto y último capítulo se centra en la crisis democrática chilena. Para lo mismo, se hizo crucial tratar la forma en la que se interpretaron el sistema partidista chileno, las Fuerzas Armadas y la oposición en Chile. Surgen los primeros diagnósticos y pronósticos de cómo terminaría esta historia. En este capítulo, vemos cómo a medida que aumentaron las tensiones en Chile, aumentaron en Washington, en momentos donde el choque de imágenes políticas determinó la forma en la que se concibió el deterioro del gobierno de la Unidad Popular y las fuerzas que determinarían su final.

Volver a la política estadounidense hace sentido cuando se cambia la pregunta y se define de qué forma van a aportar estos documentos contenidos en FRUS a nuestro conocimiento. Trascendiendo la novela de agentes encubiertos y la búsqueda de culpables, este libro invita a descubrir todo lo que la desclasificación nos puede ofrecer. En los documentos se encuentran voces, representaciones y personajes que pensaron y discutieron con respecto a Chile. Analizando estas imágenes políticas y su rol en las discusiones políticas, nos podremos acercar a una cultura política estadounidense que abrió su paso en la política chilena, con una intención hegemónica, pero con menor espacio de maniobra del que imaginaban.

Una discusión en curso: historiografía de la responsabilidad

La política estadounidense en Chile ha sido ampliamente estudiada, con un especial énfasis en el período de la Unidad Popular y el rol que jugó la potencia en el golpe de Estado de 1973. Los relatos e interpretaciones de estas relaciones han tomado diversas formas, asociadas al contexto social y político desde el cual se han escrito. Principalmente, el debate se ha ordenado en torno al concepto de responsabilidad, que oscila entre el imperialismo y la implosión interna, primando la narrativa condenatoria a las acciones de Estados Unidos. Esto porque el golpe que derrocó a Salvador Allende dejó una huella potente, interpretada desde varios ámbitos como el asesinato de una ilusión, lo que invitaba a buscar un culpable.

En el contexto de la Guerra Fría, los caminos políticos que tomaran los países tenían un significado insigne. El caso de Chile fue especial, en el sentido de que Salvador Allende y Augusto Pinochet encarnaron las imágenes de las opciones políticas en juego. Esperanza inédita y brutalidad trágica. De esta forma, el acontecer político del Chile de los años setenta impactó al mundo, con un Allende y un Pinochet que representaron una utopía y una antiutopía2. Sus devenires e imágenes proyectadas se transformaron en un espejo, desde donde los distintos modelos se miraron y midieron. El impacto internacional del bombardeo a La Moneda y la muerte del jefe de Estado, dieron inicio a la búsqueda de los responsables de la muerte de la democracia chilena. Desde la herida o el júbilo, el mundo comenzó a apuntar, y los dos clásicos culpables fueron la irrupción del comunismo o el capitalismo. Ambos elementos comprendidos como extranjeros habían irrumpido en un país con una tradición democrática percibida como intachable, para contaminar y destruir. Esa percepción se entiende desde la mirada de la Guerra Fría, pero también desde la mirada del dolor. Alguien tenía que ser el culpable de esta tragedia y costó pensar en que fueran los mismos chilenos.

En esta búsqueda se generalizó la percepción del “asesinato de Chile”3. Pero, ¿quién lo había asesinado? El escritor Gabriel García Márquez escribió que el bombardeo a La Moneda había sido obra de “un grupo de acróbatas aéreos norteamericanos que habría ingresado al país bajo la pantalla de la Operación Unitas”4. Para otros había sido el destino inevitable de un proyecto que, dentro de una democracia liberal y las reglas del juego mayoritario, buscó transformar el orden establecido. Otros se dedicaron a dudar de la capacidad política de un presidente elegido con mayoría relativa. Raymond Aron, sin dudar de la legalidad, escribió que inevitablemente, este proyecto colisionaría con una poderosa oposición y eso determinaría el fin5.

El rol de la política estadounidense en el Chile de Allende ha sido materia de constante debate, no solo en una escala internacional. Cala en lo más profundo de nuestra sociedad por el hecho de que ha sido una forma de buscar una respuesta al quiebre democrático. Desde el ámbito académico, pero también desde las discusiones privadas, la intervención estadounidense es una discusión controversial, dado que, ante la pregunta de qué papel jugó Estados Unidos en el golpe de Estado, se responde según la interpretación que se tenga de la Unidad Popular. Comprendiendo los matices, se puede decir que desde el ala izquierda se culpabiliza a Estados Unidos, como una interrupción imperial a un proyecto floreciente, y desde la derecha se le exculpa, asumiendo que la vía chilena al socialismo estaba destinada al fracaso. Ambas respuestas refuerzan el argumento de cada bando en el ejercicio de nombrar a un culpable.

Tras el golpe de Estado, se fue creando una imagen política de un imperio infalible que había irrumpido en los asuntos internos de un país lejano, manejando su acontecer político y designándole un final trágico. Los “patrones” no permitieron el cambio. Esta imagen fue alimentada por las víctimas del golpe, pero también por la misma sociedad estadounidense que, indignada, buscó una respuesta. En este proceso de revisión interna, el Comité Church jugó un rol preponderante, y el resultado de esta investigación definió la forma en que, por muchos años, se entendió la política estadounidense en Chile.

La sociedad estadounidense, desde el estallido en las calles en 1968, estaba viviendo un proceso de profundo cuestionamiento. Uno de los focos de atención, en esta ola de dudas, fue la política exterior. La crítica estaba centrada en Vietnam, pero se extrapolaba a todos los aspectos del actuar internacional estadounidense6. Una fuerte crítica hacia el “deber ser” estadounidense en el exterior, fundamentó las voces que pedían un retiro de los asuntos del mundo. En ese contexto, y como veremos más adelante, llega Richard Nixon prometiendo distensión y reducción de los compromisos internacionales. Chile desafió el sentido de esta prerrogativa y, a través de escándalos periodísticos y denuncias, potenció la imagen del gigante interventor. Pero más allá del escándalo del sur, y en medio de la crítica al comportamiento exterior, Richard Nixon protagonizó el escándalo del espionaje doméstico de Watergate. Ya no solo se desconfió del comportamiento secreto en el mundo: el enemigo estaba en casa. La relación entre ambos hechos deviene en el impacto que tuvieron en la sociedad civil estadounidense. Los dos fenómenos unidos pasaron a determinar la imagen de la administración de Richard Nixon revestida de percepciones de corrupción, espionaje e intervención.

El pueblo estadounidense, ante este escenario, clamó por la transparencia y el retorno de los fundamentos de la democracia, viviendo un proceso de transformación bajo el alero de la investigación legislativa. De esta forma fue creado el Comité Church, que investigaba lo que tras bambalinas había hecho el Ejecutivo en nombre de la sociedad. Fundamentalmente se encargó de investigar los abusos de poder. Se convocó a una especie de dream team que unió a demócratas y republicanos, en una misión por esclarecer una oscuridad creada por la malicia de Nixon. Pero, como todo comité político y por ende humano, también existía una cuota de interés en sepultar su presidencia. En Chile asociamos este comité a la investigación de la acción encubierta en el país. Pero fue mucho más que eso. El recuerdo de Chile se fusionó con el trauma de Watergate, en un debate que cuestionó los cimientos de la democracia estadounidense.

La creación del Comité Church fue motivada por el clima de impaciencia, la investigación del caso Watergate (que había cuestionado a las agencias de inteligencia bajo el mandato ejecutivo) y por la denuncia del periodista Seymour Hersh en un artículo en el New York Times. Este último había causado conmoción en el debate público al hablar de las actividades ilegales de la CIA7. En enero de 1975, el senador demócrata John O. Pastore propuso la creación de un comité que investigara las operaciones federales de inteligencia, para determinar su ética y legalidad. El 25 de ese mismo mes, se creó el comité a cargo del senador demócrata Frank Church y se componía de once miembros: seis demócratas y cinco republicanos. David Atlee Philips, agente de la CIA involucrado en la mayoría de los escenarios controversiales de intervención estadounidens de la época, recuerda esta fecha como el momento donde llegó una tormenta que cambió su vida. Desde ese instante, la imagen de la CIA sería destruida por revelaciones diarias que golpearían a los agentes, hasta el punto que sus propios hijos repudiarían su profesión8.

La conclusión general del comité, en su reporte final, fue que a partir de la presidencia de Franklin Roosevelt los excesos de inteligencia domésticos e internacionales no habían sido producto de un partido, administración o individuo, sino que se habían desarrollado junto al crecimiento de Estados Unidos como una superpotencia. Los resultados fueron publicados en catorce volúmenes, que abarcaron desde planes de asesinato a líderes extranjeros hasta los derechos fundamentales norteamericanos, todo enfocado en las actividades de inteligencia. El reporte final incluyó 96 recomendaciones que tenían como fin posicionar las actividades de inteligencia dentro del esquema constitucional de poder gubernamental. Posteriormente, estos resultados desembocarían en la legislación que se encargaría de vigilar y asegurar que las actividades de inteligencia se enmarcaran en la ley9.

Dentro de este contexto de revisión, el caso de Chile se vio revestido de un significado potente. Era un ejemplo de una acción encubierta, que se hacía aún más reprochable ante la ciudadanía por estar relacionada al derrocamiento de un presidente electo. El resultado fueron dos documentos. El primero trató los complots e intentos de asesinato de líderes extranjeros (Senate Report: Alleged Assassination Plots Involving Foreign Leaders) y el segundo (Staff Report: Covert Action in Chile, 1963-1973) se centró en las operaciones encubiertas llevadas a cabo en Chile entre los años 1963 y 1973. Estos dos documentos se convirtieron en la base y fuente primaria de cualquier investigación sobre la política estadounidense previa a la desclasificación iniciada en la década de 1990.

Se hace fundamental entender el contexto histórico en el que se escribieron estos documentos. La investigación legislativa de la intervención en Chile no fue solo fruto de una excepcionalidad del caso chileno. Chile había sido producto de controversia anterior, fruto de la revelación del periodista Jack Anderson en 1972 acerca de la relación de la CIA con la compañía internacional ITT. Esto, sumado al impacto del golpe, convirtió a Chile en un foco significativo de lucha entre el Congreso y Nixon10. Y de esta forma se insertó en un proceso de cuestionamiento de los fundamentos de la acción encubierta, el consenso de la Guerra Fría y, finalmente, el compromiso de los estadounidenses con la democracia.

Leyendo el documento sobre la acción encubierta, no deja de llamar la atención la representación sobre el país. Se escribió que la historia chilena era una de trascendente continuidad democrática, con solo tres breves interrupciones en su tradición. El informe decía que Chile desafiaba el estereotipo que el estadounidense tenía de América Latina. Chile habría sido uno de los países más urbanizados e industrializados en América Latina, con una población alfabetizada casi en su totalidad11. Ante esta imagen construida de excepción, se acentuaba la tragedia del golpe.

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