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Ruidos equivocados
Algunas cosas hacen
ruidos equivocados:
problemas de doblaje con el mundo.
De pronto un vaso tiene voz de niño,
el tenedor escarba una cabeza,
una mesa chirría su neumático.
El desorden provoca observación
en la misma medida que la música
discrepa de sus previas armonías.
Llevo en la espalda el eco
de la puerta que acabo de cerrar,
como esa noche en que dijimos frases
que merecían otros.
Pequeñas desventuras del triángulo isósceles
Un triángulo tiene algo de mueca.
No hay plenitud posible en un tejado,
sólo sabe trepar o despeñarse.
Los estados de ánimo, ¿son hogar o intemperie?
Quiero pisar la mano de ese Bécquer alpino
que envasó corazones como víveres.
La simetría, un bien inmobiliario.
Si cruzase de pronto esa ventana,
me pregunto qué ruido haría mi retórica.
Perímetro del canto
Convertirme en pasaje,
ser apenas lo que este cuerpo mueve,
pensar mi propio peso.
Entre el hueco y el pie
queda lo suspendido,
conjetura de carne,
el hueso ecuacional.
Significar asfixia
cuando mi cuello asoma
fuera de la canción y su perímetro.
Bacanal ambidiestra
Para Alejandro Magallanes
Incumpliendo las leyes laterales
se embriaga lo ambidiestro.
Me gusta que una imagen cruce el límite,
como una ventana entrometida
que absorbe el exterior.
La sed del otro extremo sólo quiere
botellas transversales,
refutación con hielo.
Voy a hacer una fiesta con desenfreno abstracto.
Voy a buscar la danza anterior a la música.
Voy a beberme esto por aquello.
Le regalé una lupa a mi maestro
En memoria de José Viñals
Era casi minúscula y gigante
como su colección de ojos.
En sus últimos años
–y todos fueron últimos–
no podía leer sin esa ayuda.
La ayuda es ilegible.
Movía su barriga entre paréntesis
arrastrando una máquina de oxígeno.
Fumaba sus hipérboles.
Tenía un surrealismo de víscera de campo.
De niño confundía caballo con papá.
Cierto día me dijo que soñó
con un hombre colgado de una soga:
un pie descalzo, el otro
con una media negra,
que llaman calcetín
a este lado del mar.
¿Por qué tenía pies que discrepaban?,
se preguntaba insomne mi maestro.
Cuando fui a dar el pésame
vi la lupa dormida
sobre una hoja en blanco,
aumentando el silencio.