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Índice de contenido
INTRODUCCIÓN
Capítulo I. LA COMPETENCIA Y EL CAMBIO CIENTÍFICO: LA NECESIDAD DE UNA TEORÍA DIALÓGICA INTRODUCCIÓN
La objetividad del conocimiento
La construcción de la realidad
La pluralidad
La racionalidad contextual
El progreso discontinuo
La competencia en la dinámica del cambio científico
ANTECEDENTES. LA DIALÉCTICA, LA CRÍTICA Y EL CAMBIO
La dialéctica
La libertad como precondición de la crítica
Rescher y el cambio
La dialéctica de la competencia teórica
La crítica de la dialéctica
LOS MODELOS DEL CAMBIO CIENTÍFICO
El positivismo lógico y el progreso acumulativo
Popper y el progreso evolutivo
Kuhn y las revoluciones científicas
Lakatos y el progreso por competencia de programas
LA COMPETENCIA ENTRE PROGRAMAS
Larry Laudan y la competencia entre tradiciones
Feyerabend y la proliferación teórica
El modelo intermedio de Kitcher
Las prácticas de consenso
EL MARCO GENERAL DE UN MODELO DE COMPETENCIA TEÓRICA
La competencia y la crítica
La elección de teorías en competencia
CONCLUSIÓN
Capítulo II. ANTECEDENTES DE LA CONTROVERSIA CHOMSKY-SKINNER
LA POLÉMICA RACIONALISMO-EMPIRISMO
EL PUNTO CRÍTICO DE LA POLÉMICA El cartesianismo
La duda y la certeza
El legado metodológico
EL EMPIRISMO Francis Bacon
La realidad y el engaño
La nueva lógica de Bacon
John Locke
Las objeciones al racionalismo
LOS ARGUMENTOS EMPIRISTAS
La mente y la experiencia
HUME
Crítica del racionalismo
CONCLUSIÓN
Capítulo III. LA REPRESENTACIÓN EN GRAFOS DE LAS TEORÍAS DE CHOMSKY-SKINNER
LA TEORÍA DE LOS GRAFOS
LA METODOLOGÍA
LA TEORÍA E-R DE SKINNER
Introducción
La teoría del conductismo
La tradición conductista
El modelo conductista La teoría de Skinner
El conductismo de Skinner
Postulados fundamentales del conductismo
Las regularidades conductuales
Algunos programas
La teorización del modelo E-R
Teoría estímulo-respuesta de Skinner en grafos
Conclusión
LA TEORÍA DE CHOMSKY Introducción
Noam Chomsky y la lingüística transformacional
Presupuestos del cognoscitivismo
La teoría de 1957
La versión teórica de 1957
La estructura teórica
Las reglas de estructura de frase
Algunas restricciones
Reglas transformacionales
Reglas morfofonémicas
LA VERSIÓN TEÓRICA DE 1965 La estructura
El componente sintáctico
Teoría generativa transformacional de Chomsky (estándar)
CONCLUSIÓN
Capítulo IV. LA METODOLOGÍA DE DASCAL APLICADA AL ANÁLISIS DE LA CONTROVERSIA CHOMSKY-SKINNER
INTRODUCCIÓN
LA METODOLOGÍA Y LAS CONTROVERSIAS La metodología de Dascal
Características de las controversias, según Dascal (1998)
Análisis de la metodología de Dascal
Las tesis de Dascal
Las cualidades de las controversias según Dascal (1998)
La dinámica de la controversia
ANÁLISIS DE LA CONTROVERSIA CHOMSKY-SKINNER
El contexto
LA CENTRALIDAD DEL CONDUCTISMO
OBSERVACIONES AL CONDUCTISMO
ORIGEN Y FUNDACIÓN DEL COGNOSCITIVISMO
Antecedentes
La fundación de la ciencia cognoscitiva
TEXTO
COTEXTO
ANÁLISIS DE LAS CRÍTICAS DE CHOMSKY A SKINNER
EXPANSIÓN DE LA CRÍTICA
LAS CRÍTICAS DE CHOMSKY A SKINNER Y SUS RÉPLICAS (cuadro 1, p. 186)
DINÁMICA DE LA CONTROVERSIA
RESULTADOS DE LA CONTROVERSIA CHOMSKY-SKINNER
ANÁLISIS DE LA CONTROVERSIA
¿QUÉ NOS REVELA LA CONTROVERSIA ENTRE CHOMSKY Y SKINNER?
DESDE LAS PROPUESTAS DE KUHN
INTERPRETACIÓN DESDE UNA TEORÍA DE LA COMPETENCIA
SÍNTESIS DE LOS RESULTADOS
¿CONTROVERSIA O DISPUTA?
CONCLUSIÓN
CONCLUSIÓN GENERAL
BIBLIOGRAFÍA
AVISO LEGAL
INTRODUCCIÓN
Esta investigación muestra que la controversia Chomsky-Skinner contribuyó de manera decisiva al advenimiento de la revolución cognoscitiva (Gardner, 1985; Baars, 1986; Fetzer, 1991), pues, como dice Laudan, “se produce una revolución científica cuando una tradición de investigación, hasta entonces desconocida o ignorada por los científicos de un campo dado, alcanza un grado de desarrollo tal que los científicos del campo se sienten obligados a considerarla seriamente como aspirante a su lealtad o la de sus colegas” (Laudan, 1977, p. 179). El estudio de la mente, un tema proscrito por los conductistas, comienza a ser tema de interés, al igual que la analogía mente-computación, la metodología dominante. Con ello dicha controversia muestra su papel progresivo en la historia y en la filosofía de la ciencia.
El trabajo consta de tres partes: un esbozo de una teoría de la competencia, la representación en grafos de las teorías de Chomsky y Skinner y la controversia Chomsky-Skinner. Los primeros trazos de una teoría de la competencia como marco teórico explicativo mediante el cual se leerá la controversia Chomsky-Skinner. Pretende cubrir la carencia de una teoría de la crítica, ya que el estudio de las controversias se reduce hasta ahora al trabajo empírico. La teoría de la competencia explica el papel de la crítica y de las controversias científicas. Además, podría constituir el boceto de una teoría de la crítica para la filosofía y la historia de la ciencia.
Se utilizó la metodología de los grafos con la finalidad de hacer la representación gráfica de las teorías de Chomsky y Skinner. Partimos del supuesto de que los grafos tienen como mérito la transparencia y claridad de las teorías. Esa representación nos facilitó destacar la parte estructural de las teorías de Chomsky y Skinner y sus leyes, además de formular con claridad las dos teorías. En el caso de Chomsky representamos la teoría estándar, en tanto no pretendimos representar su última propuesta teórica, sino el estado de la teoría del lenguaje en que se suscita la controversia (1959), sin ningún demérito teórico, pues, como dicen Eguren y Fernández, pese a los cambios en la teoría lingüística de Chomsky, el núcleo duro se mantiene a lo largo de todo la obra (Eguren y Fernández, 2004). Por otra parte, la teoría de Skinner es tácita, producto de su negativa a teorizar, antes de establecer una sólida base empírica:
La ciencia es desde luego, algo más que un conjunto de actitudes. Es la búsqueda de un orden, de relaciones válidas entre los hechos […]. En un estadio posterior, la ciencia avanza de la recopilación de reglas o leyes a más amplias ordenaciones sistemáticas. No solamente hace afirmaciones acerca del mundo, sino que elabora proposiciones de proposiciones. Construye un modelo del tema que le interesa (Skinner, 1953, p. 44).
Esta propuesta facilitó mostrar el potencial heurístico y didáctico de la representación en grafos de la teoría estímulo-respuesta. Conviene considerar este ejercicio como un primer paso con el que se espera inaugurar una nueva forma de la representación en grafos de las controversias científicas.
La controversia Chomsky-Skinner es el núcleo central de la investigación, a la que en un primer momento se aplicó la metodología de Dascal (1998a) para el estudio de controversias. Se espera que los resultados contribuyan a esclarecer el papel de las controversias en la ciencia; se muestra que el caso Chomsky-Skinner coadyuvó al surgimiento de la revolución cognoscitiva, en tanto que demostró las insuficiencias de la teoría de Skinner y presentó como promisorio el nuevo paradigma cognoscitivo. La propuesta lingüística de Chomsky contribuyó en la fundamentación del cognoscitivismo y, además, ayudó a desarrollar una nueva área de investigación: la psicolingüística, con lo que no sólo se hicieron evidentes las insuficiencias de la teoría criticada, sino que se creó un nuevo horizonte teórico.
La metodología de Dascal (1998a) nos permitió comprender la dinámica de la controversia, y también distinguir entre controversia, disputa y discusión.
En síntesis, el esbozo de una teoría de la competencia es el marco explicativo de la controversia Chomsky-Skinner, que muestra el papel progresivo de las controversias científicas en la ciencia. Se representaron en grafos las teorías de Chomsky y Skinner como paso previo para representar en grafo la controversia misma. Así, la idea es mostrar el papel progresivo que jugó la controversia Chomsky-Skinner en la historia de las ciencias cognitivas en psicología.
LA COMPETENCIA Y EL CAMBIO CIENTÍFICO:
LA NECESIDAD DE UNA TEORÍA DIALÓGICA
INTRODUCCIÓN
En este apartado se desarrolla una visión de la ciencia que rompe con la noción idealizada que presuponía la transparencia de los hechos del mundo y una racionalidad sostenida por reglas incontrovertibles, normativas y hegemónicas. Se destaca de la ciencia su contexto histórico, su carácter humano, sus recursos teóricos y cognoscitivos. Los científicos compiten con criterios de validez que ellos han creando. No obstante, el conocimiento científico es objetivo, racional y progresa; por ejemplo, para Laudan la resolución de problemas y el progreso científico forman una unidad al aumentar los problemas que podemos resolver y disminuir los problemas conceptuales y anomalías. Concluye: “He aseverado que cualquier tradición de investigación que pueda ejemplificar este proceso a lo largo del tiempo es progresiva” (Laudan, 1977, p. 164). Para llegar a esbozar un modelo de la teoría de la competencia teórica es necesario hacer un breve recorrido histórico que nos muestre cómo han sido las diferentes formas como la objetividad científica, la racionalidad y el progreso científico.
Para el positivismo lógico la base del conocimiento estaba en la observación de los hechos: “Entre los positivistas lógicos llegó a prevalecer la opinión de que la exigencia de un enunciado sea verificable de un modo concluyente […]. En vez de ello optaron por darse por satisfechos con un criterio más débil, que únicamente exigía que un enunciado fuese capaz de ser confirmado o refutado en algún grado de observación” (Ayer, 1959, p. 20), pero la realidad es que entre el agente y los hechos existe una mediación teórica que abarca paradigmas, programas de investigación, tradiciones, etc., lo cual no niega el carácter objetivo de los hechos; no obstante, se afirma que éstos no se entienden ni explican al margen del marco teórico o referencial desde donde son concebidos. Dice Putnam: “La mente y el mundo, en común, constituyen la mente y el mundo” (Putnam, 1987, p. 39).
Los marcos teóricos con los cuales nos acercamos a los hechos del mundo tienen carácter histórico; no son suprahistóricos ni suprahumanos, están sujetos a la prueba y a la crítica de su tiempo. Por esta razón consideremos que son relativos en relación con el contexto histórico; así, tanto la teoría de Galileo como la de Newton son más transparentes racionalmente a la luz del contexto que les dio validez científica, y de la crítica y las controversias a las que se sometieron (Dascal, 1995, 1999).
Como nos muestra la historia, no existe un solo marco conceptual con el cual nos acercamos al mundo, sino que hay diversidad de tradiciones y escuelas de pensamiento. Existe pluralidad de formas de concebir al mundo y las teorías se validan desde el marco conceptual que constituye su génesis. Esta visión puede desembocar en un relativismo donde todo sea válido y dependa del cristal con que se mire. La forma de resolver este problema consiste en reconocer que como el motor de la historia de la ciencia es la actividad crítica, una adecuada conceptuación de la competencia teórica (históricamente contextualizada) permitirá señalar en qué sentido una teoría puede explicar mejor el mundo.
Si no hay una forma única e incontrovertible de concebir la realidad, tampoco existe una racionalidad universal, válida para todo tiempo y lugar, sino una racionalidad contextual históricamente determinada, desde donde se considera válida una teoría o tradición científica. Claro está que esta validez no surge al margen de la competencia científica, de las controversias ni de la crítica de sus competidoras.
Ésta es una visión más acorde con el carácter humano de la ciencia, limitada tanto por sus recursos conceptuales como por la tradición o la época en que se postula. De ahí que el desarrollo de la ciencia no sea lineal, como lo concibió la versión clásica, sino discontinuo o, mejor dicho, en zigzag (Dascal, 1995).
Sostengo que la base de la comprensión de las polémicas en la ciencia, su carácter crítico y las controversias científicas sólo resultarán claros a la luz de una teoría aún ausente de la competencia científica, mejor dicho de la competencia-cooperación, debido a que el “arma” de la competencia teórica es la crítica. Por ello se desarrolla un “esbozo teórico-conceptual”, en donde la competencia científica es el motor del desarrollo de la ciencia y se rige bajo criterios epistémicos1 de un diálogo controversial, el cual es racional porque consiste en dar y recibir razones.
La objetividad del conocimiento
En un primer momento, la concepción heredada consideró que la observación proporcionaba una base segura e incontrovertible del conocimiento, a partir de la cual era posible establecer consenso universal. Carnap,2 uno de los más significativos defensores de esta pos tura, afirmó:
a) Hay una clara distinción entre el lenguaje observacional y el lenguaje teórico.
b) Hay una base observacional, no problemática, que se acepta sin más.
c) El vínculo entre el lenguaje teórico y el observacional se establece por medio de reglas de correspondencia.
d) En el lenguaje teórico también puede establecerse una línea de demarcación, que separe lo que tiene significado científico de lo que no (Carnap, 1956, pp. 300-310).
La tradición empirista inglesa, principalmente Locke (1690), sostenía que nuestras ideas provienen de la experiencia y que las ideas complejas se forman a partir de ideas simples. Los términos con significado deben ser definidos en términos elementales, esto es, como elementos de la experiencia. El problema desde entonces consiste en preguntarnos qué pasa con aquellas entidades que no son directamente observables. ¿Cuál es el papel de la teoría? ¿Son necesarias las teorías? Bertrand Russell trató de darle respuesta a estas interrogantes tratando de hacer equivalentes las entidades teóricas con “construcciones lógicas” (Russell, 1951).
Se trató de resolver el problema por medio del operacionalismo de Bridgman: pasando de entidades teóricas a operaciones de la experiencia, pero un problema surgió inmediatamente: ¿qué se quiere decir con operación? Más aún, términos como “espacio absoluto”, relevantes para la ciencia, no pueden ser definidos operacionalmente (Shapere, 1965). La principal crítica al operacionalismo la dio Carnap (1956) al señalar que si el significado estaba dado por el conjunto de procedimientos asociados a la determinación de un término, entonces habría tantos conceptos de X como formas de determinar si es o no el caso que X (o el valor de X para los conceptos métricos), con lo cual los conceptos científicos perderían universalidad.
Respecto a la distinción entre teoría y observación, Maxwell señaló que no es posible establecer una demarcación clara entre ambas. Aun eliminando los términos teóricos, no podemos por ello eliminar la “referencia a entidades inobservables” (Maxwell, 1962). Las dificultades que se presentan en la distinción teoría-observación, según Shapere, son: “Después de todo, ¿exactamente bajo qué circunstancias estamos ‘meramente observando’ y no interpretando a la luz de la teoría?” (Shapere, 1965, p. 62).
Por su parte, para los relativistas, en particular para Rorty, la filosofía debería renunciar a su pretensión de establecer un tribunal infalible de la razón y aceptar que lo conmensurable sería el producto de acuerdos a los que llegaremos a partir de un conjunto de reglas, resolviendo con ello la diversidad de puntos de vista y los respectivos conflictos derivados (Rorty, 1979). El planteamiento de Rorty es: si no podemos establecer una base incontrovertible a partir de lo dado, la única opción consiste en destacar el carácter dialógico del conocimiento, a partir del cual podemos alcanzar más fácilmente consensos, los que pueden ser el único referente posible de lo “real”. Recordemos que lo real, para el relativismo, es consensual. El problema del consensualismo es que enfatiza los acuerdos, olvidando que es necesario que dichos acuerdos surjan sin suprimir las divergencias; se trata de que los acuerdos sean producto de discrepancias de carácter racional, a partir de evidencias emanadas de la “realidad”; de otra manera sería movernos en el vacío. Si llevamos a sus últimas consecuencias el anarquismo metodológico del “todo vale” de Feyerabend, se hace insostenible el absolutismo de la razón, pero se arriba a un relativismo extremo donde la subjetividad establece sus reales. De esa forma el relativismo, al tratar de evitar el “objetivismo”, toma partido por la subjetividad. Kuhn, siguiendo la tradición constructivista kantiana (Olivé, 2000, p. 172), considera que en la conformación de la realidad intervienen tanto ésta como los esquemas a partir de los cuales se estructura lo real (Kuhn, 1962).
En la tradición pospositivista se reconoce que la “observación está cargada de teoría” (Duhem, 1954; Kuhn, 1962) —en contraposición al positivismo lógico, donde la observación es neutra—, ya que la inducción es insostenible lógica y empíricamente (Popper, 1959); la evaluación teórica no se realiza contrastando la teoría con los datos, sino a la luz de otras teorías en competencia con los datos (Laudan, 1977); las causas de la dinámica de la ciencia no son sólo internas, sino también externas; el desarrollo de la ciencia no sigue un proceso lineal y continuo, sino discontinuo, ya que existen —entre otros procesos— revoluciones científicas, cambios de paradigmas (Kuhn, 1962).
Desde nuestro punto de vista, la única manera de salvar el relativismo y el objetivismo es considerar que la objetividad de los hechos y el mundo está mediada por el contexto histórico desde donde se enfocan; con ello no se niega que existan aquéllos, como lo ha venido señalando el positivismo lógico, lo que se objeta es que exista una representación-espejo de lo real en la conciencia del agente.
La construcción de la realidad
Partimos de la idea de que en la construcción de lo “real” intervienen tanto el mundo como los esquemas con los cuales nos apropiamos de él (Putnam, 1987). Por ello, lo “real” es producto de los insumos de la realidad y de las mentes; dicha realidad no se refleja en los esquemas- espejo del realismo ingenuo con los que se supone que nos apropiamos del mundo.
1. La tesis central del realismo: la realidad existe independientemente del agente.
2. La tesis central del constructivismo radical: la realidad es una construcción del agente.
El constructivismo débil sostiene que en la construcción del mundo participan tanto éste como los esquemas con los cuales nos apropiamos del mundo (Olivé, 2000). Esta postura tiene varias ventajas para alcanzar una noción racional, objetiva y válida del conocimiento, al margen de los inconvenientes epistémicos del realismo metafísico y el constructivismo radical.
Es incorrecta la tesis de que la realidad existe independientemente de la subjetividad humana si se excluyen las teorías, categorías, metodologías, paradigmas, etc., marcos conceptuales con los cuales nos apropiamos del mundo. En sus extremos, esta tesis es fundamentalista, pues postula a la observación como el punto incontrovertible y pretende que no haya sesgo ni mediación de categorías entre el observador y el hecho observado.
La tesis del constructivismo radical también es insostenible, ya que pretende hacernos creer que el mundo es creado al margen de la realidad, es decir que no conocemos el mundo sino la construcción que hacemos de él.
El constructivismo débil recupera parte del realismo metafísico y parte del constructivismo radical, al afirmar que conocemos el mundo mediante marcos categoriales, construidos por nosotros. Se retoma del realismo al reconocer la participación del mundo, los hechos y las cosas y del constructivismo, la postura de que dicha construcción se basa en los esquemas. Así, la apropiación del mundo es construida por los marcos conceptuales.