promo_banner

Реклама

Читать книгу: «Retrato hablado», страница 6

Javier Darío Restrepo, Martha Cerda, Luis Vicente de Aguinaga, Rafael Rojas, Juan Carlos NúñezLuis Carlos Nájera Gutiérrez de VelazcoJaramar JaramarFrancisco Rodríguez HerrejónÁngel Meulenert PeñaNaciely Antón LariosMago BelliniJosefina García de RodríguezRogelio Padilla DíazLuis González de AlbaFray Maseo Salcedo HaroDaniel VarelaJesús Ramón Bórquez CorveraLuis Carlos Rodríguez SanchoHéctor Navarro ReyesZenón Martínez GarcíaPedro Valle CasillasRigoberto Navarro PérezPatrice PatriceJesús Torres NuñoJosé Octavio de la Vega GalindoSheila RíosGustavo Sprague GuerreroAlfredo López CasanovaJavier Torres RuizMaría Guadalupe Otero MorfínPaco de la PeñaJosé ForsRodolfo Rosales LópezJuan Carlos de la Torre BouvetSara ValenzuelaLeonor Montijo BeraudJosé de Jesús Gómez FregosoTomás Salvador López RochaMartín MalverdeManuel GalindoBasilia Sánchez de RamírezMiguel Miramontes CarmonaRamíro Hernández GómezJosé Enrique Azpeitia IbarraJavier Martínez AriasJulieta MorónRafael Sánchez AlonsoDaniel Velázquez SolorioJosé Vázquez BlancoManuel Vega LópezDaniel Santos GaliciaEdmundo Odilón Santillana GonzálezMaría de Jesús PatricioFernando QuintanaYolanda Rodríguez SarabiaSalvador García VillalpandoMireille Manuel PaillaudLuis KuCarlos Reyna FloresRubén Mosqueda SernaJosé Antonio Ortega GuzmánIgnacio CruzJuan Manuel López AmezcuaJuan González ArreolaCecilia Álvarez Sánchez AldanaAbraham Orozco MendozaJosé Leopoldo Rodríguez ÁvalosMiguel Gutiérrez GonzálezHumberto Algaba de los SantosCapitán Carlos Flores JarquínAraceli CortésJuan José RamírezVictor González CamarenaSilvestre Macías de la TorreRoberto Sedano VargasMaría del Carmen Gil AlonsoManuel Ornelas GómezGerardo EncisoMargarita SierraMario Fregoso GuzmánRosa María Cárdenas MercadoMartín de la Cruz de AndaGabriela AraujoGilberto Manzo ChávezRosalío Sánchez JiménezAlfredo Rodríguez GarcíaSalvador Salazar SevillaBertha EncisoLorena González MedinaAmedeo Pescatore AcamporaSalvador Villanueva VeytiaAnnemarie MeierGabriel Alejandro Contreras CoronadoBenito Juárez BenítezMargarita MedinaRigoberto Sigala SánchezJorge Villaseñor SillerPaco RenteríaBelín VillasanteJosé Luis Jiménez CastroHéctor López CruzRogelio Ignacio Corona и другие
Шрифт:

Edmundo Estrada
“Hacedor” de tesis


© Humberto Muñiz

HT Edmundo Estrada. Eso dicen sus tarjetas de presentación y su publicidad. “HT” significa Hace Tesis. Un oficio, que afirma, es único en el mundo. Nació en el df, en 1959. Llegó a Guadalajara como contador de una empresa. Cuatro años después, en 1989, dejó la compañía “porque iba a nacer mi hijo y no me iban a dar vacaciones. Yo quería tener hijos para estar cerca de ellos”. Esto sumado a la “estupidez de la novia de un amigo” que no tenía idea de cómo hacer una tesis lo llevó a pensar: “como ésta ha de haber muchas que no entienden qué es lo que tienen que hacer y a lo mejor yo las podría ayudar”. Desde hace quince años ese es su trabajo.

La tesis no sirve para nada

¿Para qué sirve una tesis?

Para nada. Realmente sirve para que hagas tu examen profesional. Lo veo como un trámite. La verdad, es una estupidez.

¿No se supone que aportan conocimiento?

Muchas son un bodrio que nadie entiende y que no sirven para un demonio. Podrían servir para atender un problema si se les permitiera a los alumnos una mayor intervención. Pero haces tu tesis, haces tu examen y adiós: la tesis se va a la biblioteca. Se le da al traste a la poca utilidad que pudiera tener. Son millones de horas hombre que se van a la basura.

¿Cuántos licenciados tienen su título gracias a usted?

A esas alturas no te podría hablar de títulos, porque no voy hasta ese punto, pero creo que he hecho como 3,500 tesis.

¿Cómo las asesora?

La persona me dice el tema, yo hago toda mi investigación, elaboro el protocolo y el proyecto. Una vez que se aprueba el tema, lo desarrollo y entrego la información haciendo todas las correcciones que surjan.

¿Usted las hace?

Sí. No es ilegal, a lo mejor alguien lo pudiera calificar de inmoral, pero ilegal absolutamente que no es.

¿Es inmoral?

Es una alternativa para cumplir con un requisito.

¿Sus clientes son los alumnos “burros”?

No necesariamente. Los recién egresados no son mi mayor mercado sino los rezagados. Tengo clientes de todas las edades, incluso de 70 años y de maestría.

¿También de maestría?

Sí, claro y también de doctorado.

Se supone que quien hace un posgrado le gusta investigar.

Pues se supone. Tantas opciones de titulación que hay ahora han minado mi trabajo a nivel licenciatura, pero gracias a Dios viene gran cantidad de posgrados. Yo espero que entre maestrías y doctorados me caigan algunos.

Con tantas tesis que ha hecho, será ya un sabio.

Te queda mucha cultura y mucha información que a final de cuentas te sirve para resolver de manera muy ágil los problemas de tu trabajo, pero sabio no soy. Soy, como decía un amigo mío, pendejo pero tesonudo.

Después de las tesis de Derecho ¿ya puede litigar?

No podría respaldar un juicio, pero sí te puedo hacer una tesis al respecto porque lo que hay que hacer es investigar y en eso soy bueno. Hace quince años que desarrollo este trabajo. Cuauhtémoc Blanco es bueno por el tiempo que ha pasado jugando futbol, no porque sea tan bueno.

¿En medicina es más difícil?

No. En términos de grado de dificultad es lo mismo una tesis de medicina que una de educación básica, tienes que encontrar un problema sobre el cual hablar y encontrar la metodología con la cual vas a resolver un problema.

¿Teóricamente usted ya tendría cualquiera de esos títulos?

Pues sí, pero quién sabe si hubiera podido con las materias.

¿De qué carreras le piden más tesis?

Principalmente de educación y derecho. Y de ahí pa”l real vienen todas las demás carreras.

¿De cuáles le llegan menos?

De filosofía y medicina. Evito las de arquitectura y las de ingeniería química, civil y mecánica.

¿Cuánto tiempo le lleva hacer una tesis?

El tiempo que tú me digas. Hasta media hora.

¿Un “fusil?

Sería muy inocente pensar que no recurra a mis acervos de investigación, pero en la mayoría de las veces los clientes escogen el tema. Tardo dos o tres semanas.

¿Cuál ha sido el tema más extraño?

Un día me llamó un doctor y me pidió que lo asesorara. Pensé que sería sobre asuntos médicos. Cuando llega, me dice que el tema es policiología. Al principio creí que era una infección que yo no conocía. Luego me explicó que es la técnica con la que se estructura un departamento de policía. Era médico, pero que estaba haciendo una maestría en seguridad pública.

¿Y usted hizo la tesis de policiología?

Ya que entiendes de qué se trata te vas de pecho.

¿Cuántas tesis lleva al mismo tiempo?

Como unas 20, sin ningún problema.

¿Alguna le ha roto la cabeza?

Muchas. La primera que hice de filosofía fue para un cuate que estudiaba en un seminario y me costó mucho trabajo. Todos mis primeros trabajos fueron muy difíciles. Las de filosofía me cuestan mucho trabajo.

¿Tiene clientes de fuera de Guadalajara?

Sí. Ha venido gente de Ciudad Juárez, Aguascalientes, Puebla, León. Me acaba de llamar uno de Córdoba, Veracruz. Otros son de aquí, pero sus tesis son de universidades de otros lados, he hecho algunas de gente que hizo el doctorado en España.

¿Tiene ayudantes?

No, todo lo hago yo solo.

¿Sabía que es usted muy famoso?

Será porque he gastado mucho dinero en publicidad (Risas).

Takashi Shiguema
Vendedor de tortas ahogadas


© Humberto Muñiz

En los años 30 sus padres salieron de Japón rumbo a Estados Unidos. Llegaron luego a Mexicali y se establecieron en Guadalajara donde nació hace 57 años. En su vida desempeñó diversos oficios. Trabajó en Sistecozome donde “hice de todo menos chofer y director”. Al mismo tiempo tenía una paletería. Abrió un restaurante de comida japonesa y después estableció un puesto de hamburguesas hasta que en 1986 comenzó a vender tortas ahogadas en la esquina de Pedro Moreno y Enrique Díaz de León.

Yo no pruebo el picante

¿No debería usted estar haciendo sushis?

Hace 30 años puse un restaurante japonés, pero fracasé porque en aquella época a mucha gente no le gustaba, estaba más acostumbrada a la comida china. Entonces se me quitaron las ganas de hacer comida japonesa.

Un experto en mercadotecnia no recomendaría que un japonés pusiera un puesto de ahogadas.

Al principio a la gente se le hacía raro ver a un japonés preparando un platillo auténtico de Guadalajara, claro que es algo curioso. Pero a la gente le gustaron mucho las tortas y volvieron.

¿Por qué se le ocurrió vender ahogadas?

No era mi intención. Yo antes tenía un puesto de hamburguesas y pensé que sería más fácil hacer las tortas que las hamburguesas así que cambié a las ahogadas, pero no fue más fácil, fue al revés.

¿Es más difícil hacer una torta ahogada que una hamburguesa?

Al momento de despachar es más rápido aquí en las tortas, pero tiene más trabajo dentro de casa.

¿Quién lo enseñó a preparar tortas ahogadas?

Nadie. Pregunte por aquí y por allá y me dieron como cinco recetas diferentes del chile. Yo hice experimentos hasta que encontré lo mejor.

¿Le gustan las tortas?

No, lo curioso es que no me gustan, el picante no lo pruebo.

¿Y entonces cómo sabe si la salsa que prepara está buena?

No sé si será por la mano, como dicen por ahí. La cosa es que yo sé que está bueno.

Quienes se comen una torta y se enchilan hasta llorar ¿son unos masoquistas?

No. Es gente que lo disfruta.

¿Se divierte al ver moquear a los enchilados?

No, nunca hay que burlarse del dolor ajeno.

¿Le sorprende la cantidad de chile que pueden soportar algunas personas?

Sí, muchas mujeres me han sorprendido. A veces llegan parejas y piden dos tortas, una media ahogada y la otra completa. Yo las preparo y le entrego la media a la mujer y la completa al hombre, pero resulta que es al revés. Entonces sí me sorprende.

¿Comida mexicana o japonesa?

Las dos, pero más la japonesa.

Algunos dicen que una buena torta ahogada es una obra de arte. ¿Está de acuerdo?

La verdad no sé si sea una obra de arte o no.

¿Qué es?

Un antojo.

¿Cuál es el mayor enemigo de su negocio?

La lluvia. Aunque no es para tomarla como enemigo. Sólo hay esperar que pase.

¿Aplica los sistemas de producción japoneses a la elaboración de tortas?

Yo me levanto desde las 6 de la mañana y trabajo en promedio de doce a catorce horas.

¿Requiere tanto tiempo un puesto callejero?

Sí, porque yo hago todo, yo cocino todo, yo preparo todo, yo lavo todo. Lo hago así para evitar problemas y hacer las cosas como a mí me gusta.

¿Entonces sufre mucho?

No, al contrario, me divierto mucho. El trabajo hay que tomarlo como un juego. Si no lo tomo con esa filosofía, me la pasaría muy mal. Yo me divierto de verdad, platico con la gente y si todavía me pagan, pues ¡a todo dar!

¿Un mexicano tendría éxito vendiendo sushis en Japón?

No creo.

¿Por qué?

Porque el japonés es muy especial. Aquí han aceptado muy bien mis tortas, pero no creo que pueda ocurrir al revés, que un mexicano venda comida japonesa allá.

¿Abrirá una sucursal en Japón?

No. Hace años vino un japonés, quería aprender a preparar comida de mexicana, especialmente tacos, para poner algo allá, pero ya no supe de él.

¿Cómo se dice torta ahogada en japonés?

No hay traducción.

¿Cómo le diría usted?

Lo mismo, torta ahogada.

¿Qué significa Takashi?

Depende cómo se escriba. Uno de los significados es: lo que se propone se logra.

¿Y es cierto?

No es fácil, pero sí se puede. Todo es cuestión de querer. Hace poco vino un cliente y me dice: “el día que llegas a los 50 años y no hiciste nada ya estás mal”. Pero no es así, todo se puede hacer y es cuestión de que tú quieras.

¿Cuál es la petición más rara que le ha hecho un cliente?

Una vez vino un señor y me pidió tacos dorados. Me dijo que les pusiera salsa en medio, pero sin quebrarlos. Y yo pensé: “¿pues cómo le hago?”. Si hubiera podido, pues sí, con mucho gusto. Entonces me quedé un rato así pensando cómo hacerle y él me dijo: “No me los quieres vender o qué”. Entonces le conteste que sí, “nomás dígame cómo” y no me pudo decir.

Anastacio Aguayo Zaragoza
Sacerdote confesor


© Humberto Muñiz

Es uno de los sacerdotes más buscados por los fieles que acuden a confesarse al templo de La Merced. Nació en Degollado, Jalisco, y tiene 84 años de edad. Fue periodista. Es autor, entre otras publicaciones, de Oraciones a Jesús y María y El pecado. También es responsable de Misa Diaria. En 2003, la Secretaría de Gobernación le hizo un extrañamiento por un comentario sobre las elecciones que apareció en la publicación.

Lo peor es pecar.
¡Que Dios me libre!

¿Qué tan pecadores son los tapatíos?

De eso no puedo decir nada; de pecados, no.

No me diga nombres, sólo si somos más pecadores que en otros lados.

No puedo decirlo porque cualquier insinuación puede dar origen a faltar al sigilo y eso es muy delicado ante Dios. De pecados, ni una palabra.

¿Ni aunque me diga el pecado y no el pecador?

Ni en general.

¿A cuánta gente confiesa en un día?

A un promedio de 20 personas, pero duro mucho confesándolas.

¿Qué siente al oír tantos pecados?

Como todo trabajo, se cansa uno. A veces uno se pone de mal humor porque no sabe la gente lo que es pecado, entonces a veces da un poquito de enfado. Pero en general, es muy agradable ayudar a los fieles.

¿No se asusta al oír tantas cosas malas?

No, porque no me lo dicen a mí, se lo dicen a Dios. Yo nomás soy intermediario.

¿Se queda preocupado?

Muchos me dicen alguna cosa que consideran que es muy seria, muy grave, muy fea. Pero así que me escandalice, que me asuste, que ¡ay que feo!, no.

¿Qué características debe tener un buen confesor?

Ser muy humano, nomás con eso.

¿El confesor es un juez?

Hasta cierto punto. Porque uno juzga si algo está bien o mal, pero Dios es el que define. El juez es Dios, uno es un instrumento que le sirve más o menos a determinar si hay gravedad o no. Es todo.

Algunas personas temen al regaño de los confesores.

A veces nos falta comprender al penitente. Pero aquí tenemos mucha gente, a veces hay cien que quieren confesarse y ¿qué hace uno? Pues échame lo que puedas y ya; y Dios sabrá. Ayudarlos más profundamente es problemático porque hay que comprender su situación civil, de salud, su cultura, etcétera.

¿Dar mordida es pecado?

Bueno, eso depende mucho, depende mucho de la moral pública.

¿La gente que se confiesa lo ve como malo?

Unos, otros no.

Le han confesado alguna vez algún acto de corrupción.

De eso no puedo decir nada, párele por ese lado.

¿Se confiesan más los pobres que los ricos?

De todo.

¿Políticos también?

También políticos.

¿Y a poco se arrepienten?

Eso sí no sé. Si él trae pecados, él lo sabe, y me los dice, si quiere. Yo no voy a estar buscándole, preguntándole ¿usted es político y anda de baquetón? No, me dice lo que quiere y lo que puede.

¿Los confesores no deben preguntar detalles?

No, nada más lo que la gente quiera decir. Si yo sé que usted está en pecado, pero usted me dice que no, pues depende de usted, no de mí.

¿Se le ha antojado cometer algún pecado de los que le han dicho?

¡Ay caramba! Oiga no, cambie de disco.

¿Es un trabajo muy pesado?

Sí, es muy pesado. A veces sale uno muy cansado porque hay mucho frío, mucho calor o se desveló y entonces hay que despejarse. O empieza uno a dormirse y eso para mí es trágico. Yo les digo a los fieles: vámonos poniendo de pie porque me estoy durmiendo.

Muchos quisieran confesarse con un sacerdote dormido.

Eso sí yo no sé. Yo no busco a quién esté dormido.

¿Es un trabajo agradable?

Es útil y muy agradable, ojalá pudiéramos ayudar totalmente a los fieles, sobre todo a los que vienen con problemas serios.

¿Sufre?

No, al contrario, es muy agradable porque estamos cumpliendo como pastores. Esto no se sufre. Sufro yo con los políticos.

¿Por qué?

Por baquetones que son.

Pues regáñelos cuando vengan a confesarse.

No, no. Sólo que ellos me digan, si no, no. ¡Qué esperanzas, cómo voy yo a sacarle sus trapitos al sol!

¿La gente está dispuesta a oír consejo?

Sí, mucho. Consejo, porque no es dar respuesta. Uno dice: a mí me parece esto y se acabó.

¿Cómo le hace para estar tan seguro de lo que tiene que decir?

Seguro que yo diga la verdad, pues no. Yo digo lo que puedo y lo que sé. La verdad, sólo Dios sabe. Ahí sí se la dejamos a Él.

¿Él le ayuda a dar el consejo?

Todo depende de Dios. A veces dice uno cosas que luego piensa: ¡Ah caray! ¿Cómo se me ocurrió? Dios es el que dirige, se convierte uno casi en títere de Dios.

¿Cuál es la diferencia entre un buen confesor y uno malo?

Eso lo sacan los fieles, no uno.

¿Por qué tiene usted tanta clientela?

Eso depende de los fieles. Es como las tiendas, aquí me atienden muy bien pues aquí vengo.

¿Qué es lo mejor de su trabajo?

Ser sacerdote, mejor no se puede.

¿Y lo peor?

Lo peor es pecar. ¡Que Dios me libre!

Trinidad López Rivas
Director de la Unidad Estatal de Protección Civil


© Marco A. Vargas

De niño no soñó con ser bombero. “En ese tiempo ni existían”, bromea. Conoció el oficio a los 20 años cuando presenció un incendio en Ocotlán. En 1961 ingresó al cuerpo de Bomberos de Guadalajara con la intención de pasar unos meses y se quedó 38 años. En 2001 dejó la dirección de bomberos para convertirse en director de la Unidad Estatal de Protección Civil. Tiene 64 años de edad y ocho hijos. Nació en el estado de Zacatecas, pero desde los doce años reside en Jalisco.

Nunca he llorado en la batalla

¿Qué sintió en su primer incendio?

Miedo, como todo bombero nuevo. Cuando no has estado en un incendio viviendo la intensidad del fuego, el calor, los gases, claro que tienes miedo, pero con el tiempo, con conocimiento y con práctica lo vas superando.

¿Se puede controlar?

El miedo se supera, pero no se olvida. Hay que buscar la forma de dominarlo porque un bombero con miedo va al fracaso. Hay que pensar con la mente fría porque en un incendio no te puedes echar para atrás.

¿Cuándo ha sentido más miedo?

Un miedo terrible que no he vuelto a sentir fue cuando se cayó la juguetería Ramar. Yo estaba en el sótano y nos ordenaron salir. Ya afuera, le pedí al jefe que me dejara volver. En eso, el edificio de seis pisos se desplomó. Me temblaba desde la punta de los pies hasta la cabeza. El miedo fue terrible porque yo no quería salir del sótano, donde cayó todo el edificio. Es la única vez en mi vida que tuve mucho miedo, pero hasta que vi lo que pasó porque cuando estaba adentro no lo sentía.

¿Cuántas veces se ha salvado?

Creo que ya le llegué a la siete; esa fue la primera en incendio, pero hubo otras. Además, varias veces estuve a punto de ahogarme y otra vez me arrolló un tren.

¿Tiene un buen ángel de la guarda?

Dios ha sido muy grande conmigo, nunca me ha abandonado. Ya fueron muchas veces en que me salvé por muy poco. A veces no lo creo.

¿Anda cucando a la muerte?

No lo diría de esa forma. Exponerte es parte del trabajo. Nomás hay que pedirle a Dios que nos ayude.

¿Alguna vez pensó en tirar la toalla?

En varias ocasiones, pero sólo el primer año. Enseguida del edificio que se derrumbó hubo otro incendio muy duro. Fue la segunda vez en que pensé: llegando al cuartel, aviento lo que quedó de las botas y ahí nos vemos.

¿Por qué se quedó?

Después de darte un baño y platicar con los compañeros vuelves a las mismas. Y sobre todo cuando le salvas la vida a una persona. Eso fue lo que propició que nunca me saliera de bombero. Jamás me he arrepentido de haber sido bombero durante 38 años.

¿A cuántas personas ha salvado?

Me ha tocado rescatar muchos cuerpos y muchas personas con vida. En el incendio de una panadería entré a sacar a un hombre. Estaba muy oscuro. Lo tomé de los brazos y yo sentía que se le caía la piel cocida ya por la temperatura. Como pude lo saqué. Pensaba que lo que sentía en las manos era su piel quemada y la sangre. Hasta que llegué a la luz vi que era pura harina con manteca que él traía en los brazos porque era el panadero.

¿La lucha contra el fuego es personal?

Recuerdo bien a un bombero, un muchacho de Yahualica. Él le gritaba al fuego: “Te voy a partir la...”. Entraba al incendio enojado, con coraje, como si anduviera peleando con un león. Es una lucha cuerpo a cuerpo y eso es lo bonito, que sientas el coraje para entrar, pero con conocimientos. Es rabia, pero también inteligencia.

¿Lo ha vencido algún incendio?

He perdido batallas. Se prolonga el combate, pero le tenemos que ganar siempre. Muchas veces cuando estás a punto de apagarlo, te falla la motobomba o algo. Da mucho coraje porque el fuego resurge a veces hasta con más fuerza, como si se estuviera burlando de ti.

El humo hace llorar al bombero, ¿también el sentimiento?

Yo nunca he llorado durante la batalla, creo que afloran las lágrimas después cuando lo platico. Me acostumbré a ser fuerte en el momento y me jacto de actuar con la mente fría.

¿Si pudiera regresar el tiempo, qué haría?

Volver a lo mismo aparejado con una profesión que siempre me gustó y no tuve la oportunidad de seguir: yo debería haber sido ingeniero militar, además de bombero.

¿Cuál ha sido la mayor quemada de su vida?

Con eso de que me he mantenido al margen de la política, creo que nunca me he quemado.

¿Es más fácil sobrevivir a un incendio que a los trienios?

Es más fácil vivir y salir avante de una emergencia que estar sujeto a los planes de las diferentes administraciones, eso es un hecho. Al final de los tres años era una angustia saber qué iba a pasar conmigo. Pero nunca le pedí a ningún presidente que me diera chamba. Afortunadamente, los siete con los que trabajé me invitaron, y yo, encantado de la vida.

¿Es cierto que entre bomberos no se pisan la manguera?

Tampoco nos la acariciamos.

¿Es verdad que la Minerva es el monumento de los bomberos?

Es la madre de los bomberos, así lo dice la gente.

Бесплатный фрагмент закончился.

Retrato hablado
Javier Darío Restrepo
и др.
928,49 ₽
Возрастное ограничение:
0+
Объем:
452 стр. 105 иллюстраций
ISBN:
9786074506297
Правообладатель:
Bookwire
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

С этой книгой читают

Антидемон. Книга 15
Эксклюзив
Черновик
4,7
324