Читать книгу: «Abigael Bohórquez. Disidencia sexo-genérica y VIH/sida en Poesida»

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE LA CIUDAD DE MÉXICO

DIFUSIÓN CULTURAL Y EXTENSIÓN UNIVERSITARIA

RECTORA

Tania Hogla Rodríguez Mora

COORDINADORA DE DIFUSIÓN CULTURAL Y EXTENSIÓN UNIVERSITARIA

Marissa Reyes Godínez

RESPONSABLE DE PUBLICACIONES

José Ángel Leyva


COLECCIÓN: AL MARGEN


Abigael Bohórquez. Disidencia sexo-genérica y VIH/sida en Poesida

Primera edición 2021

D.R. © Porfirio Miguel Hernández Cabrera.

D.R. © Blanca Julia Corrales Bojórquez, por Abigael Bohórquez

D.R. © Eduardo Flores Soto, ilustraciones

D.R. © Universidad Autónoma de la Ciudad de México

Dr. García Diego, 168,

Colonia Doctores, alcaldía Cuauhtémoc,

C.P. 06720, Ciudad de México

ISBN (impreso) 978-607-8692-01-9

ISBN (ePub) 978-607-8692-36-1

Imagen de portada: Cuando el alba aletee otra vez, Eduardo Flores Soto, 2018.

Esta obra se sometió al sistema de evaluación por pares doble ciego y su publicación fue aprobada por el Consejo Editorial de la UACM.

publicaciones.uacm.edu.mx

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, archivada o transmitida, en cualquier sistema —electrónico, mecánico, de fotorreproducción, de almacenamiento en memoria o cualquier otro—, sin hacerse acreedor a las sanciones establecidas en las leyes, salvo con el permiso expreso del titular del copyright. Las características tipográficas, de composición, diseño, formato, corrección son propiedad del editor.

A mi padre, Juan Hernández Mejía;

a mi madre, María del Refugio Cabrera Valencia;

y a mi hermano Jaime Hernández Cabrera,

por la amorosa vida compartida.

A Gerardo Bustamante Bermúdez,

por su amistad.

A Juan Gabriel,

a Luis González de Alba

y a Antonio Salazar,

(en orden de desaparición en 2016),

por sus aportaciones a la

cultura de la diversidad

y la disidencia sexuales.

«José Luis, Sebastián, Emilio, Manuel,

Pedro, Arturo.

El sida arrebató la vida de nuestros amigos,

el amor mantendrá su recuerdo

en nuestra memoria».

Manta en la X Caminata Nocturna Silenciosa

en Conmemoración de los Muertos por Sida.

Ciudad de México, 1997

Porque es el lector quien elabora

su propio universo

luego de la lectura de cada uno de los versos,

y así arma el puente que comunica

sus episodios

con realidades mucho más amplias,

con sus imágenes sencillas

que lo convocan a recrear su cotidianidad.

ISMAEL LARES

Agradecimientos

En el proceso de gestación, escritura y publicación de este libro participaron diversas personas y áreas institucionales de la UACM, y personas sin vinculación directa con la misma, a todas las cuales doy las gracias por sus valiosas contribuciones; evidentemente, la responsabilidad del resultado es sólo mía.

A mi amigo Gerardo Bustamante Bermúdez, por invitarme a formar parte de su apasionado proyecto de difusión de la obra de Abigael Bohórquez y así enmarcar mis esfuerzos investigativos en esa tarea, por su generosa colaboración al compartir información necesaria sobre diversos aspectos de la vida y obra del poeta caborquense, por su lectura del manuscrito, por sus amables gestiones para la obtención de los derechos de autor del poemario y por su asesoría en materia editorial.

A la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), por brindar las condiciones para trabajar en este proyecto durante mi año sabático.

A los profesores Ernesto Bravo Núñez y Miguel Ángel Godínez, coordinadores en su momento del Colegio de Ciencias y Humanidades, por su respaldo institucional para la publicación de este libro.

A la Comisión Editorial del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UACM, por su loable labor de impulsar la publicación de los productos académicos de las y los profesores adscritos.

Al Consejo Editorial y al área de Publicaciones de la UACM, por su apoyo, en especial a José Ángel Leyva y al equipo de edición y diseño.

A mi familia más cercana, por secundarme, siempre cariñosamente, en mis proyectos académicos y personales, especialmente a mi amado padre (†), quien me acompañó desde el inicio de este proyecto y hasta el final del mismo y de su vida; a mi querida madre, por su paciente e intuitiva interlocución; y a mis apreciados hermanos Jaime y Juan, por su entrañable solidaridad y por proporcionarme los nombres de los autores de «La cumbia del sida», respectivamente.

A Eduardo Flores Soto, por su cordial complicidad y apoyo artísticos en la elaboración de las obras plásticas que se integran en este libro, y por su sensible y perspicaz diálogo.

A Héctor Domínguez-Ruvalcaba, por su invaluable aportación en la escritura del prólogo, y por sus valiosos comentarios para el mejoramiento del manuscrito, en especial, la sugerencia de revisar el poema «Tergiversito» a partir de una copla del poeta Jorge Manrique.

A Guillermo Núñez Noriega, por su cordial interlocución para compartir conmigo interesantes testimonios sobre su amigo Abigael, por la solidaria lectura del manuscrito y por contribuir con conceptos y enfoques para una adecuada interpretación antropológica de algunos de los poemas de su querido paisano.

A Rosalva Cabrera Castañón, por su atenta lectura y observaciones al manuscrito.

A Leticia Romero Chumacero, por sus amables comentarios al original y por la información proporcionada sobre la escritora Concha de Villarreal.

A las personas dictaminadoras anónimas de esta obra, por sus estimulantes sugerencias para corregirla.

A Luis Manuel Arellano, por su apreciable información sobre escritores mexicanos relacionados con el tema del VIH/sida.

A Moisés Agosto, por el gentil envío de sus poemarios.

A Miguel Bejarano, por darme a conocer el disco colectivo en el que canta y hace arreglos a algunos de los poemas de su coterráneo (De cierto te lo digo. La poesía de Abigael Bohórquez vuelta canción).

A Joaquín Hurtado, por su valioso testimonio sobre algunos antecedentes del abordaje del homoerotismo y la seropositividad en la poesía mexicana.

A Joey Pons, por su atenta contribución con datos sobre su trayectoria.

A Margarita Nabor Govea, por su dedicado y cariñoso trabajo en la captura de los poemas.

A Nancy Yanira Valdés, por su colaboración en la búsqueda de algunos poemarios.

A Belén Jiménez Sánchez, por su entusiasta ayuda en la compilación de lo que llamo el «disco pirata» de Las canciones de Poesida.

A mis amigos y amigas abigaeleanos (y en proceso de serlo), por compartir conmigo el deleite y la pasión por la obra del poeta y dramaturgo de Sonora.

Presentación

En 2001 me encontré Poesida en una pequeña librería del sur de la Ciudad de México; mi ejemplar era la segunda edición publicada en 2000 por La Voz de Sonora. Era la época en que realizaba mi tesis de maestría en antropología social —bajo la dirección de mi amigo, el antropólogo sonorense Guillermo Núñez Noriega— y en ella cité el poemario de Abigael Bohórquez como un ejemplo más de la creciente producción cultural literaria en México sobre la temática de diversidad sexual.

Muchos años después, Gerardo Bustamante Bermúdez, mi amigo y colega en la UACM-Cuautepec, me invitó a participar en el Congreso-Homenaje al poeta y dramaturgo Abigael Bohórquez (1936-1995), que organizó en la Casa Talavera de la UACM el 13 y 14 de noviembre de 2014. Fue entonces cuando decidí emprender la tarea de hacer una lectura de Poesida desde mi campo de estudios, la antropología de la diversidad sexual, y escribir una ponencia para analizar las representaciones sociales sobre el VIH/sida y el homoerotismo en el poemario.

Como le ocurre a muchas personas, Poesida fue mi puerta de entrada al mundo de la poesía abigaeleana, y a partir de mi participación en el congreso-homenaje conocí más de su obra poética (Navegación en Yoremito), de su obra dramatúrgica (Dramaturgia reunida de Abigael Bohórquez, UACM, 2014, el libro de piezas compiladas gracias a los nobles oficios de Gerardo Bustamante y presentado en el congreso-homenaje) y del abordaje ensayístico que sobre su trabajo poético hizo Ismael Lares (Abigael Bohórquez. La creación como catarsis), ponente en el mismo evento. Tuve también la oportunidad de aprender de la experiencia de muchos y muchas abigaeleanos que convivieron con el gran «Poeta del siglo en Sonora» —como bien lo describen Alejandra Olay, Mónica Luna y Carlos Sánchez en su nota introductoria a la segunda edición del poemario—, y que se dieron cita en Casa Talavera para homenajear al maestro. Escuchar las inspiradoras ponencias sobre la vida y obra del vate caborquense de Mónica Luna, Carlos Sánchez, Mario Bojórquez, Juana Reyes y los demás exalumnos de Bohórquez en Milpa Alta, y de muchos otros abigaeleanos/as de la anterior y de la presente generación, me hizo desear formar parte del círculo de iniciados lectores del «Poeta del Norte», según la descripción del bardo Efraín Huerta.

Y así entré en el círculo.

En 2015 me propuse presentar una versión corregida y aumentada de mi ponencia sobre Poesida en el XXXIV International Congress of the Latin American Studies Association (LASA) realizado del 27 al 30 de mayo de 2016 en la Ciudad de Nueva York. Fue entonces cuando mi acercamiento a Abigael, y a la obra crítica que sobre su trabajo se ha producido, se hizo rotundo. La ponencia creció y creció alimentada de las relecturas del poemario, de las lecturas de otros poemarios de Bohórquez, de las valiosas apreciaciones de los diversos analistas de la obra del vate sonorense y de las múltiples ideas que me generaron para cumplir con mi objetivo de analizar Poesida desde una perspectiva antropológica y como un producto poético-etnográfico.

La obra de Abigael Bohórquez ha sido reeditada y editada gracias a los admirables esfuerzos de Mónica Luna (perseverante promotora abigaeleana sonorense, quien publicó una tercera edición de Poesida en 2009, en coedición con diversas instituciones de cultura del noroeste del país) y de Gerardo Bustamante, quien editó el compendio de obras de teatro ya citado, pero también las reediciones de los poemarios Digo lo que amo (UACM, 2015; y edición de colección, 2018) y Acta de confirmación/Canción de amor y muerte por Rubén Jaramillo y otros poemas civiles (UACM, 2015), y la edición de Abigael Bohórquez. Poesía reunida e inédita (Instituto Sonorense de Cultura, 2016) en la que, obviamente, se incluye una cuarta edición de Poesida.

Sin embargo, ante la necesidad de seguir dando a conocer a las y los lectores del país la importantísima obra del poeta caborquense, y ante las nunca suficientes nuevas ediciones de sus libros, Gerardo Bustamante me invitó a realizar una edición de Poesida que fuera más accesible a las nuevas generaciones y que tuviera una mirada nueva, más antropologica que literaria. Para ello acordamos incluir como estudio introductorio una nueva versión de la ponencia que había retrabajado tan profusamente para el congreso de LASA. Ello implicó mayor investigación, y no menos esfuerzo, para explicar los contextos personal, histórico y sociocultural en los que Bohórquez gesta el poemario, pero al mismo tiempo su vinculación con su obra poética de tema homoerótico. No obstante, la amplitud de la investigación me llevó a realizar un estudio crítico más que un estudio introductorio. La escritura del estudio fue posible como parte de la actividad académica desarrollada en 2016, durante mi año sabático en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

En el proceso, tratando de ser fiel a los designios de Bohórquez y siguiendo sus indicaciones sobre las características editoriales que deseaba para la publicación del libro, invité a Eduardo Flores Soto —otro amigo, colega de la UACM y artista plástico— para que realizara las ilustraciones que acompañarían los poemas, las cuales, en realidad, resultaron sus versiones plásticas, obras de arte en sí mismas que, sin duda, los dotan de un doble valor estético.

Mientras esta edición esperaba ver la luz, a mediados de 2019 surgió la oportunidad de que el poemario fuera editado por quinta ocasión, con un tiraje de diez mil ejemplares, gracias a un convenio de coedición entre la UACM y la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México promovido por José Ángel Leyva. El volumen se tituló Poesida y otros poemas homoeróticos e incluyó las versiones plásticas de Eduardo Flores Soto; la selección de once poemas de otros poemarios de Bohórquez y la cuarta de forros fue de Gerardo Bustamante; y la introducción de mi autoría. El libro fue distribuido gratuitamente en el marco del festival de poesía «Di/Verso. Fiesta de la Diversidad y la Palabra», realizado del 28 al 30 de junio de 2019, y en la 41 Marcha del Orgullo LGBTTTI del 29 de junio.

El resultado de estos arduos empeños colectivos es la presente edición de Abigael Bohórquez: disidencia sexo-genérica y VHI/sida en Poesida. En 2020 se conmemoran los veinticinco años de la muerte del poeta, qué mejor ocasión para dar a conocer a las jóvenes generaciones lectoras esta nueva edición antropológica de una de las obras más importantes de Abigael Bohórquez —«poeta anónimo del siglo XX, que será valorado el próximo siglo XXI», según su autodescripción—, a la vez digna representante de la poesía nacional y vívido testimonio de la historia cultural del VIH/sida en México.

PORFIRIO MIGUEL HERNÁNDEZ CABRERA

Prólogo

Por muchas razones era muy necesaria esta edición de Poesida de Abigael Bohórquez. En primer lugar, es un acto de justicia literalmente poética a una de las obras más contundentes que se hayan dado en la literatura mexicana de finales del siglo XX, escrita, sin embargo, por uno de los autores más ignorados del periodo. Al realizar un estudio crítico tan amplio como revelador, Porfirio Miguel Hernández Cabrera abre una perspectiva antropológica de una obra que destaca por tener versos ingeniosos y urdidos con apasionamiento en una época en que la poesía entraba en franco declive, atascada en la trampa de los talleres literarios, los premios, las poses, la burocracia cultural y los favoritismos mafiosos.

En efecto, Hernández Cabrera destaca la tensión entre el poeta y su mundo. Exiliado en la región periférica de la urbe (Milpa Alta, Chalco), vetado en los espacios hegemónicos de la literatura, Abigael Bohórquez no aparece en las antologías de poesía de la época, lo que no significa que sus poemas no lo merecieran. Esta exclusión es, en todo caso, una evidencia de la mezquindad con que se desenvuelve la burocracia cultural en México. No es exagerado decir que esta omisión es una de las más lamentables censuras de la poesía en la época contemporánea. No se trata de una censura orquestada desde los círculos de poder del Estado, como se hiciera durante la guerra sucia contra obras como La sombra del caudillo de Julio Bracho; no es ésta una censura a la usanza del binomio izquierda-derecha en que se reeditaron por muchos años los conflictos políticos. Es la censura homofóbica y centralista que aún desdeña la voz diversa al heterosexismo y no tolera que, fuera del centro político y cultural del país, se practiquen disonancias tan potentes como la poesía del sonorense Bohórquez.

Tengo una imagen recurrente de Bohórquez recitando en algunas de las reuniones literarias organizadas por el también fallecido y memorable Darío Galaviz Quezada en Hermosillo. Su bien estudiado histrionismo, su dicción precisa, nos hizo entender que la poesía es una puesta en escena de la voz, pero nunca solamente una voz que se deleita en su narcisismo retórico, sino una que enardece al oyente, pone en efecto giros irónicos que salen a contender y, sobre todo, a hablar desde la urgencia. Genio del neologismo, Bohórquez no cesaba de proferir con sentenciosa voz sus justos enojos. Con esta «poderosa y macha poesía», como la describió Efraín Huerta, su yo lírico no se recata y ni se contiene. Vive del arrojo y se sustenta en una retahíla de razones para no quedar callado.

Poesida, la obra de Bohórquez más comentada, tiene el honor de ser el primer y único libro en México, por muchos años, en tratar poéticamente el tema de la epidemia del sida. Hernández Cabrera elige una mirada etnográfica para leer Poesida como el testimonio de los estragos físicos, emocionales y morales que llevan a la urgente necesidad de reconocer las prácticas homoeróticas y las subjetividades disidentes como partes constitutivas de la vida social y no meramente zonas de condena y abyección. La apuesta metodológica de leer la poesía como un texto etnográfico es también una renuncia a seguir las formas habituales de lectura practicadas en la crítica literaria al uso. El mismo hecho de salirse (o quedarse fuera) de esa maquinaria ideológica que dicta las inclusiones en el canon literario ha hecho de Bohórquez, precisamente, un poeta en toda la extensión de la palabra: él rompe expectativas en cuanto a la composición poética, la selección de temas, imágenes, referencias y, sobre todo, en cuanto al lugar que ocupa el bardo en el concierto social. No obstante, paradójicamente, todas estas virtudes que hacen de un poeta un sujeto que abre brechas en la cartografía simbólica, se han revertido contra él hasta proscribirlo del panteón de las letras mexicanas. No serán los criterios que designan valores literarios, entonces, los que Hernández Cabrera tome en cuenta para ofrecer su comprensión de Poesida.

Destaca el antropólogo la emergencia de la epidemia como un fenómeno que detona un doloroso sarcasmo, una carcajada doliente, que corresponde a un posicionarse políticamente como hombre homosexual. Enmarcar el poemario en un momento catastrófico de la epidemia y recorrer los conflictos íntimos de los afectados acerca la poesía al testimonio. Los versos nos proponen la reinvención del cuerpo y los deseos en la circunstancia en que los horrores se multiplican al vernos desnudos, a la intemperie de los prejuicios y los escrúpulos dominantes. Ante la ansiedad homofóbica que revuelve las entrañas de una sociedad sometida a creencias obsoletas y dominada por un machismo atávico y primitivo, la poesía toma formas desgarradoras, amargamente irónicas, festivamente patéticas, donde reír es una mueca de agonía, y cantar una diatriba lanzada contra quien resulte responsable, sea Dios, el Diablo, el capitalismo o la cultura nacional.

No es precisamente la lectura propuesta por Hernández Cabrera un mero regodearse en las lamentaciones. Se trata de reconocer la voz doliente y carnavalesca como una caja de resonancia en la que se intersectan los asuntos biológicos con las significaciones sociales, religiosas, científicas y políticas, que finalmente se entretejen para articular nuestras concepciones del cuerpo.

Para la mirada etnográfica, la poesía no puede ser un fenómeno inmanente del sentido que se solace en la frase perfecta y la imagen suculenta prescrita en la crítica, que persigue sobre todo un deleite esteticista. La poesía no sublima, al modo freudiano de la sublimación, tampoco es sublime en el sentido del terror que desborda las posibilidades de expresión en el concepto kantiano… no hay razón ni tiempo para el escapismo ni para el silencio. En todo caso, la poesía de Bohórquez, a los ojos de Hernández Cabrera, revela el mundo concreto del padecimiento físico que va de la mano del padecimiento social. La epidemia concreta que ha dejado concretísimas víctimas a su paso es el momento histórico en que se propaga la infección, la nada etérea carne en que se muere. Pero es también el momento en que se posiciona el cuerpo del disidente sexual como un sujeto de derecho, como un ciudadano. Ahí donde el cuerpo enfermo es puesto en duda, nos toca inventar categorías, explorar razones y concebir caminos para no quedar fuera de la humanidad.

Este encuentro entre la etnografía de Hernández Cabrera y la poesía de Bohórquez termina por convencernos de que el acto poético más auténtico es aquel que termina siendo un acto político, no el de las oratorias predecibles y los chanchullos con que se mantienen los autoritarismos, sino el de los cambios de rumbo obligados por el efecto de la tragedia sufrida. Se trata de una poesía que emprende una política emergente, es un llamado de alerta y una voz de alarma. Su mayor hallazgo es ver en el peligro de muerte el motivo suficiente para cambiar los términos con que entendemos el mundo.

HÉCTOR DOMÍNGUEZ-RUVALCABA

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