Читать книгу: «El libro tibetano de los muertos»

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© Plutón Ediciones X, s. l., 2021

Diseño de cubierta y maquetación: Saul Rojas

Traducción: Benjamin Briggent

Edita: Plutón Ediciones X, s. l.,

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I.S.B.N: 978-84-18211-62-1

Introducción

Según la tradición budista, El libro tibetano de los muertos o Bardo Thödol, también conocido como El gran libro de la liberación por la audición en el estado intermedio (o de transición), fue escrito en el siglo VIII de nuestra era por Padma Sambhava, (en sánscrito, “Nacido del loto”), fundador del lamaísmo y considerado el segundo Buda.

Cuenta la leyenda que Padma Sambhava escribió varios textos esotéricos de forma codificada y los escondió en templos, cuevas y en las hendiduras de las montañas porque la gente aún no estaba preparada para algunas de las prácticas y doctrinas que deseaba impartir. Posteriormente, predijo que sus discípulos volverían en vidas futuras para revelar esas enseñanzas en el momento más indicado, siendo este uno de sus escritos principales.

Reconocido durante siglos como un clásico de la sabiduría budista y del pensamiento religioso, El Libro tibetano de los muertos constituye una lectura imprescindible para todo aquel que quiera conocer la tradición espiritual tibetana.

A grandes rasgos, el texto funciona como un manual de instrucciones que se lee al oído del moribundo, y posteriormente al difunto, quien logra percibirlo a través de una forma de conciencia sutil que, según las creencias tibetanas, sobrevive a la conciencia empírica y a la muerte física. El objetivo de hacerle llegar al difunto dichas indicaciones es liberarlo de las tribulaciones a las que su «yo» metafísico se ve inevitablemente sometido, a causa de su karma personal, durante el llamado “estado de transición”, espacio de tiempo que se inicia con la agonía que antecede a la muerte y concluye (en aproximadamente cuarenta y nueve etapas o, simbólicamente, días), si no se consigue la iluminación, asumiendo una nueva forma de vida en el ciclo incesante de renacimientos conocido como samsara.

El libro tibetano de los muertos sostiene que, después de morir, todas las personas nos vemos proyectadas a un vórtice de espantosas visiones y sensaciones que son el resultado y la manifestación de nuestro último karma. Por tanto, la preparación del alma es necesaria para soportar las adversidades y transformaciones que le depara el más allá.

Concretamente, se dice que este viaje comienza en los momentos de agonía, cuando aparece la Luz Infinita, fuente de toda vida, con la que el difunto puede fundirse y alcanzar así la liberación. Esta Luz es tan intensa que, si no estamos purificados, cegados ante su poder y esplendor, huiremos aterrorizados, y es aquí cuando comienza el despliegue de divinidades que, como el mismo libro señala, no son más que proyecciones del individuo:

Si reconoces todos los fenómenos que aparecen bajo imágenes divinas o resplandores de luz como a radiaciones de tu propia mente, te fundirás, inseparablemente, con las luces e imágenes y alcanzarás el estado de iluminación. Oh, hijo, veas lo que veas, por muy terrorífico que sea, reconócelo como a tus propias proyecciones; reconócelo como la luminosidad y radiación natural de tu propia mente.

A lo largo del texto, se insiste en la importancia de recordar las enseñanzas del Maestro y la confrontación con la Gran Luz, reconociendo las manifestaciones que aparecen en la conciencia del difunto cuando abandona su cuerpo: miedo, dolor, apego, pasión, dependencia, rencor, ambición, odio, futilidad, comodidad, placer, entre otras, ya que así se logra evitar un nuevo renacimiento y alcanzar el deseado estado de iluminación.

Para finalizar, cabe señalar que la presente obra es una adaptación de la traducción al inglés de Walter Evans-Wentz (Oxford University Press) y F. Fremande & Chógyam Trungpa (Shambala Ed.: Boulder & London), ambas ediciones escritas a partir de diferentes manuscritos tibetanos.

Libro I:

La gran liberación por la

audición en el estado de transición

Loa a los Maestros, a los tres Estados:1

Amitabha, Luz Infinita, Estado de la Realidad Absoluta,2

las divinas apariencias mentales de la paz

y de la cólera, estado de beatitud,3

Padmasambhava, protector de los seres, estado del devenir. 4

Esta “Gran liberación por la audición”5, medio de liberación en el estado de transición6, para los adeptos de desarrollo espiritual ordinario, consta de tres partes: introducción, cuerpo temático central y conclusión.

Los espíritus más elevados deben haber reconocido y dominado ya en vida, a través de su práctica de meditación, las instrucciones para la liberación del ser humano, pero si no han alcanzado esta, debe realizarse en el estado de transición de los momentos de la muerte la transmutación de conciencia, que libera inmediatamente incluso con solo recordarla. Esta debería, asimismo, liberar a los adeptos de desarrollo espiritual medio, pero, en caso contrario, estos han de escuchar esta “Gran liberación por la audición” en el estado de transición de experiencia de la realidad trascendental.7

Por ello el adepto, en primer lugar, ha de examinar la serie de signos de la muerte de acuerdo con la “Liberación espontánea de los signos de la muerte”;8 y, cuando todos estos síntomas se hayan completado, debe realizar la transmutación de conciencia, que confiere la inmediata liberación con solo recordarla. Si la transmutación se ha efectuado, no hay necesidad de leer la “Liberación a través de la audición”, pero si esta no ha sido realizada debe leerse de forma clara y precisa junto al cuerpo del muerto.

Si el cuerpo no está presente, el lector debe situarse en el asiento habitual o cama del difunto, y a través del poder de la verdad apelar a su conciencia e, imaginándolo sentado enfrente escuchando, empezar a leer. Durante estos momentos no son buenos los lloros o gemidos de los familiares, a los que debe silenciarse.

Si el cuerpo está presente, en el momento en que la última espiración seca, su Maestro9 o un hermano espiritual al que él amara y respetara debe leer esta “Gran liberación por la audición” cerca de su oído, pero sin tocarlo.

Aplicación práctica de esta “Liberación por la audición”:

Si puedes reunir una gran ofrenda, ofrécesela a las Tres Joyas10. Si ello no es posible, concentra tu mente y ofrécesela en ilimitada adoración.

Entonces por siete o tres veces recita la “Plegaria que invoca la ayuda de los Budas y Bodhisattvas”11 y, a continuación, de forma clara y precisa la “Plegaria de protección contra el miedo en el estado de transición”, la “Plegaria de salvación en el peligroso camino del estado de transición” y “Las palabras fundamentales del Bardo”. Entonces leer “La gran liberación a través de la audición” siete o tres veces.

En esta viene en primer lugar la confrontación con la Luz, tal como se produce durante los momentos de la muerte; a continuación, el recuerdo vivo o confrontación con la realidad durante el estado de transición y, finalmente, los métodos para cerrar la puerta de las matrices cuando, en el Estado de transición, el muerto busca renacer.

Los tres kayas. Ver Glosario.

El Dhamakaya.

El Sambhogakaya.

El Nirmanakaya.

Thödol.

Bardo.

Dharmata.

Obra tibetana generalmente utilizada por los lamas como suplemento del Bardo Thödol, que trata científicamente y con gran detalle sobre los síntomas de la muerte.

Gurú. Gu = oscuridad; ru = luz. Gurú es aquel que conduce de la oscuridad a la luz.

“Las Tres Joyas son el Buda, el Dharma y el Sangha. Por Buda o Iluminado quiere decirse, no solo el histórico fundador del budismo, sino el Ideal de Iluminación, tanto en su aspecto universal como en su realidad última. El Dharma o Doctrina no es solo la suma total de las enseñanzas de Buda, sino el conjunto de leyes morales y espirituales, descubiertas y reveladas por él. De manera similar al Sangha o Asamblea es la comunidad espiritual de aquellos que, siguiendo el Dharma, han alcanzado los mismos niveles de experiencia espiritual u observado las reglas de una misma disciplina monástica o, simplemente, el conjunto de fieles que buscan refugio en las Tres Joyas —iluminado y no iluminado, monástico y laico, real y nominal—. Las Tres Joyas son, por tanto, de capital importancia en el budismo”. De hecho, las Tres Joyas son el budismo, Sangharakashita. The Three Jewels. Págs. V-VI. Anchor Books, New York, 1970.

Ver Glosario.

Parte I:

El estado de transición del

momento de la muerte (Bardo Chikhai)

En el momento de la primera confrontación frente a frente con la Luz Primordial, durante el estado de transición12 del momento de la muerte, habrá quienes habiendo recibido las enseñanzas no la reconocerán y quienes habiéndola reconocido estarán poco familiarizados con ella. Pero escuchando esta lectura todo individuo reconocerá la Luz Primordial y, atravesando el estado de transición, alcanzará el increado Dharmakaya13.

Método de aplicación:

Es mejor si el Maestro que guiaba al difunto se encuentra presente o, en su defecto, un hermano espiritual y, si este último tampoco es posible, entonces alguien instruido en la misma fe. Y si ninguno de ellos puede estar, entonces cualquiera que pueda leer de forma clara y precisa, repetidas veces el Thödol. Así, el difunto recordará lo que había oído de esta gran confrontación, podrá reconocer la Luz Primordial y, sin duda alguna, obtener la liberación.

Momento para seguir las instrucciones:

Cuando la expiración haya cesado, la fuerza vital14 será absorbida en el centro nervioso de la sabiduría, y la Luz Primordial, libre de ataduras, brillará en la conciencia.

Entonces la fuerza vital, habiendo sido devuelta, desciende a lo largo de los nervios psíquicos derecho e izquierdo, apareciendo momentáneamente el estado de transición.

Estas instrucciones deben aplicarse antes de que la fuerza vital se expanda por el nervio izquierdo, después de haber atravesado el centro nervioso del ombligo.

El tiempo generalmente necesario para este movimiento de la fuerza vital dura mientras la respiración existe, es decir más o menos el tiempo que se emplea en tomar una comida.

Método de aplicación:

Es mejor si la transmutación de conciencia se efectúa cuando la respiración está a punto de cesar, pero, si no ha sido efectuada, hay que decir las siguientes palabras:

Oh, noble hijo (nombre), ha llegado tu momento de buscar el camino. Tu aliento va a cesar. La Luz Primordial que tu Maestro te reveló vas a conocerla ahora en el estado de transición. Esta es la realidad, abierta y vacía como el espacio, vacío luminoso, pura y desnuda conciencia sin centro ni circunferencia. Reconócela, y permanece en ese estado. Yo también voy a ayudarte en estos momentos.

Habiendo leído esto, repetirlo muchas veces al oído del agonizante, antes de que la expiración cese, de modo que quede bien grabado en su mente. Entonces, cuando se oiga que la respiración ha terminado, hay que tenderlo del lado derecho en la “postura del león”,15 y presionar fuertemente las dos arterias que inducen al sueño (a ambos lados del cuello), hasta que cese su pulsación. De este modo, la fuerza vital no podrá volver al nervio medio y saldrá con seguridad por la abertura de Brahmán16. Es entonces cuando la confrontación real debe hacerse.

En este momento el primer bardo de la brillante luz de la realidad,17 la clara conciencia de la realidad trascendente18 es experimentada por todos los seres animados.

Durante el intervalo entre el cese de la expiración y de la inspiración, la fuerza vital19 permanece en el nervio mediano. La gente común llama a este estado el desvanecimiento de la conciencia. La duración de este es incierta, dependiendo de la condición espiritual y fase en el desarrollo yóguico. Estos momentos duran mucho tiempo en aquellos que se han dedicado largamente a la pacífica concentración de la meditación. Para favorecer dicha confrontación hay que persistir en la repetición de las instrucciones hasta que salga pus de las diversas aberturas del cuerpo. En la gente maligna e insensible dicho estado no dura más que un chasquido de dedos; pero en algunos dura tanto como el tiempo de una comida. En la mayoría de sutras y tantras20 se dice que este estado dura cuatro días y medio; por lo que esta confrontación directa con la Luz Primordial debe mantenerse durante este tiempo.

Las instrucciones son las siguientes: si el moribundo puede, llevará a cabo por sí mismo las instrucciones que se le den. Pero si es incapaz de ello, entonces su Maestro o un hermano de fe que fuera amigo íntimo debe estar cerca y leer con voz clara los signos de la muerte en su secuencia natural: “Ahora viene el momento en que la tierra se disuelve en el agua, el agua en el fuego, el fuego en el aire, y el aire en la conciencia”. Cuando todos los síntomas de la muerte han sido enumerados, entonces hay que decir en voz baja al oído del moribundo: “Oh, noble hijo (o, si era un maestro, “oh, Señor”) no dejes que tus pensamientos te distraigan”.

En el caso de un condiscípulo o cualquier otra persona debe llamársele por su nombre y decirle las siguientes palabras:

Oh, noble hijo, lo que se llama muerte ha llegado para ti. Ahora debes tomar la siguiente resolución: “Me ha llegado el momento de la muerte; frente a ella voy a adoptar únicamente la actitud de la mente en estado de iluminación, amor y compasión, y obtener así la perfecta iluminación para el provecho de todos los seres animados que habitan en espacios sin límite. En esta actitud, reconoceré la luminosidad de la muerte como la Gran Luz Primordial21, alcanzando en este estado la suprema realización del Gran Símbolo22 para el bien de todos los seres sensibles.

Pero si no puedo realizarla, reconoceré este Bardo y fundiéndome en la forma del Gran Símbolo, cualquiera sea su apariencia, actuaré en beneficio de todos los seres sensibles, tan infinitos en número como el cielo ilimitado”. Firme en esta actitud deberás recordar y practicar cualquier técnica de meditación que hayas recibido en tu vida pasada.

Estas palabras deben ser dichas claramente con los labios cerca del oído, de forma que queden firmemente impresas en el agonizante y que su mente no pueda dispersarse ni por un solo momento.

Entonces, cuando la respiración haya cesado por completo, uno debe presionar con fuerza las arterias del sueño y hacerle recordar, si era un maestro o hermano de fe más elevado que uno mismo, con las siguientes palabras: “Señor, ahora la Luz Primordial brilla ante ti; reconócela y permanece en ella”. Y a las demás personas, el lector dirá:

Oh, noble hijo (nombre), escucha. La Luz Primordial de la verdadera realidad está brillando ahora ante ti. Reconócela. Oh, noble hijo, en estos momentos tu estado mental es el del puro vacío; no posee naturaleza alguna, ni sustancia ni color, es puro vacío; esta es la verdadera realidad, el principio femenino de iluminación.23

Pero este estado mental, que por su propia naturaleza es el vacío, no debes considerarlo como el vacío de la nada, sino como la Conciencia misma, sin trabas, brillante, universal y feliz; esta conciencia es el principio masculino de iluminación.24 Ambas, tu conciencia cuya naturaleza es vacía sin sustancia alguna y tu conciencia vibrante y luminosa, son inseparables. Su unión constituye la realidad trascendental de perfecta iluminación.25

Esta conciencia tuya, brillante, vacía, inseparable luminosidad y vacío en forma de una gran masa de luz, no posee nacimiento ni muerte; es el principio de iluminación de inmortal luz.

Este conocimiento es lo único que importa: reconocer el vacío de tu propio intelecto como el estado de iluminación26 y considerarlo como tu propia conciencia es mantenerte en el estado de iluminada conciencia.

Esto debe repetirse tres o siete veces, de forma clara y precisa, lo que recordará al muerto las enseñanzas que le había revelado en vida su Maestro; en segundo lugar, le hará reconocer a su desnuda conciencia como la realidad trascendental; y, en tercer lugar, habiendo reconocido su propia esencia, quedará inseparablemente unido a la realidad trascendental, y su liberación será cierta.

Bardo.

Ver Glosario.

Prana.

La posición de Gautama Buda a su muerte: tendido sobre el costado derecho, con la mano derecha bajo la cabeza.

Abertura en la coronilla; extremo superior de la vía energética central, a través de la cual la conciencia debe salir después de la muerte para ser liberada.

Dharmata.

Dharmakaya.

Prana.

Ver Glosario.

Dharmakaya.

El Gran Símbolo (en sánscrito: mahamudra) es una práctica de meditación tántrica en la que la experiencia se transforma en la visualización de la deidad en mandalas; en este estado la Gran Beatitud es producida por la unión del aspecto masculino y femenino de la práctica. Es la visualización de las propias proyecciones como energías divinas.

Samantabhadrí.

Samantabhadra y Samanta simbolizan la indisolubilidad de la Compasión y el Conocimiento, coeficientes ambos de la Iluminación. Como encamación del Dharmakaya (Ver Glosario) constituyen el origen de las cinco familias búdicas u Órdenes de la Iluminación, que emanan de ellas y aparecen en el estado del Sambhogakaya (Ver Glosario). Este es también el nombre de un bodhisattva, que aparece en el tercer día del Bardo.

Dharmakaya búdico.

Buda.

Instrucciones para la segunda fase

del estado de transición del

momento de la muerte: la clara

luz secundaria vista inmediatamente

después de la muerte

Si la Clara Luz Primordial ha sido reconocida, se alcanza la liberación. Pero si existe el temor de que no ha sido reconocida, entonces brillará la Clara Luz Secundaria, que aparecerá aproximadamente “el tiempo necesario para una comida” a partir de la expiración.

Según el karma27 sea positivo o negativo, la fuerza vital desciende al nervio derecho o izquierdo y sale por una de las aberturas del cuerpo, produciéndose entonces un lúcido estado de conciencia.

Decir que la duración del estado en la Clara Luz Primordial puede durar el “tiempo de una comida” significa que esta depende de la sensibilidad o insensibilidad nerviosa y también de la práctica en meditación.

Cuando el principio consciente sale del cuerpo, se pregunta: “¿Estoy muerto o no?”. No puede saberlo; ve a sus allegados y familiares como los veía antes y oye sus llantos. Las terroríficas proyecciones del karma todavía no se producen, ni tampoco las apariciones o experiencias de los Señores de la muerte.

Durante este intervalo, el Maestro o lector debe seguir las direcciones del Thödol.

Existen los adeptos de la meditación perfecta y los de la meditación visualizada.28 En el caso de un adepto de la meditación perfecta, llamarlo por su nombre tres veces y repetir las palabras de confrontación con la Luz Primordial, leídas en el primer capítulo. Si es un adepto de la meditación visualizada, entonces leer las plegarias de introducción y el texto de la meditación sobre su divinidad tutelar29 y, a continuación, decir: “oh, noble hijo, medita sobre tu divinidad protectora (aquí, decir el nombre de la divinidad). No te distraigas. Concéntrate en tu dios tutelar. Visualízalo como una apariencia sin sustancia en sí misma, como el reflejo de la luna en el agua, pero no como si tuviera una forma sólida”.

Y si el muerto es una persona corriente: “Medita sobre el Señor de la Gran Compasión”.

Instruidos así, incluso aquellos que no han podido reconocer el estado de transición podrán hacerlo sin duda alguna.

Las personas que en vida experimentaron esta confrontación por medio de un Maestro, pero sin familiarizarse con ella, no podrán reconocer solos el Bardo. Un Maestro o un hermano de fe deberá ayudarles en estos momentos.

Puede haber también quienes, entrenados en la meditación, no pueden resistir a la ilusión, a causa de una muerte demasiado violenta. Para ellos también la instrucción es absolutamente necesaria.

Esta es también extraordinariamente imprescindible para aquellos que, aunque con experiencia en la meditación, entran en existencias más bajas por haber faltado a los preceptos o al cumplimiento honrado de sus obligaciones.

Es mejor si el reconocimiento ha sido realizado durante la primera fase, pero, en su defecto, con esta nueva llamada en la segunda etapa, el intelecto se despierta ante el recuerdo y puede alcanzar la liberación.

Durante esta segunda fase del estado de transición, la conciencia del individuo, no sabiendo si está muerto o no, llega a un estado de lucidez, llamado el cuerpo de ilusión.30 Si las instrucciones son aplicadas al difunto con éxito durante este estado, el karma no podrá impedirle su encuentro con la Madre-Realidad y la Realidad de descendencia.31 Como los rayos del sol disipan las tinieblas, así la Clara Luz del Camino disipa el poder del karma.

El llamado segundo bardo brilla entonces ante el cuerpo mental, y la conciencia es capaz de oír de nuevo como antes. Si las instrucciones son comprendidas ahora, el objetivo ha sido alcanzado, pues como las confusas proyecciones del karma todavía no han aparecido no pueden arrastrarle de aquí para allá.

Ver Glosario.

Estas constituyen dos prácticas complementarias de meditación en el yoga tántrico. En la práctica de visualización, el sujeto contempla sus proyecciones en forma de deidades y se identifica con ellas; en la meditación perfecta, todo queda disuelto en el vacío sin forma, en la Pura Luz.

Yidam.

Contrapartida etérea del cuerpo físico a nivel terrestre: el “cuerpo astral” de la Teosofía.

La Realidad de Descendencia o Realidad Secundaria es la que se realiza en este mundo a través de la meditación profunda. La Madre-Realidad es la Realidad Primordial o Fundamental, experimentada únicamente después de la muerte.

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