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Neurocreatividad

Neurocreatividad

Hacia una evolución dirigida a nuestro cerebro

Néstor Braidot

Índice de contenido

Portadilla

Legales

Introducción

Capítulo 1

¿Qué es el cerebro?

La corteza cerebral: qué es y para qué la usamos

Los hemisferios y la creatividad

¿Qué es la mente?

La evolución histórica del cerebro

El rol de las neuronas

Sinapsis: las neuronas en acción

Capítulo 2

¿Qué es la creatividad?

El cerebro y la creatividad

La creación de realidades

Cómo estimular la creatividad

La percepción: una herramienta clave

Ejercicios de percepción para estimular la creatividad

Capítulo 3

La inteligencia: una introducción

Inteligencia unitaria vs. inteligencias múltiples

¿Cualquiera puede ser inteligente?

Cada uno elige ser inteligente.Cada uno elige ser creativo.

Los diferentes “tipos” de inteligencia

La inteligencia creativa

Capítulo 4

¿Qué es la intuición?

La intuición y las neurociencias

La intuición femenina

El rol del estado metaconsciente

La importancia del sueño

Creatividad, inteligencia, intuición e innovación

Capítulo 5

Cómo se genera el pensamiento creativo

Pensamiento creativo versus pensamiento lógico

El proceso creativo: preparación

El proceso creativo: incubación

Proceso creativo: iluminación

El origen del instante “eureka”

Capítulo 6

Limitaciones a la creatividad

Factores que conspiran contra la creatividad

Eliminación de los bloqueos

Ejercicios sencillos para liberar el cerebro

Capítulo 7

Importancia del autoliderazgo emocional

Técnicas para el autoliderazgo emocional

Autoliderazgo emocional y creatividad

Ejercicios para el autoliderazgo emocional

Capítulo 8

Los hemisferios y la creatividad

Los hemisferios y la intuición

La inhibición latente

Ejercicios para entrenar el hemisferio derecho

Capítulo 9

Ejercicios para potenciar la creatividad

Trampas creativas y resultados de algunos ejercicios

Epílogo

Bibliografía

Acerca del Método Braidot


Braidot, Néstor PedroNeurocreatividad / Néstor Pedro Braidot.- 1a ed . Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Néstor Pedro Braidot, 2017.Libro digital, EPUBArchivo Digital: descarga y onlineISBN 978-987-42-3800-91. Creatividad. 2. Neurociencias. 3. Innovaciones. I. Título.CDD 158.1

Edición a cargo de Walter Duer | Diseño: Lucía Pérez Pozzan

Ilustración de tapa www.freepik.es

Primera edición en formato digital: abril de 2018

Digitalización: Proyecto451

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.

Inscripción ley 11.723 en trámite

ISBN edición digital (ePub): 978-987-42-3800-9

“La creatividad consiste, simplemente, en conectar cosas”.

Steve Jobs

Introducción

Imaginación, originalidad, diversidad, capacidad inventiva.

Estos son sólo algunos de los términos que se acuñan como sinónimos de creatividad: uno de los atributos más deseados, tanto por empresas como por individuos, para definir nuevas propuestas, encontrar soluciones innovadoras a un problema o idear conceptos disruptivos.

Históricamente, se creía que se trataba de una cualidad limitada a un selecto grupo de seres humanos, los “creativos”.

Si bien es cierto que las personas consideradas “creativas” tienen capacidades más desarrolladas, la generación de ideas nace normalmente de una amplia base de conocimientos que empapa los circuitos cerebrales y que puede ser estimulada, entrenada, mejorada.

Somos seres creativos por naturaleza.

Los avances en el estudio de las neurociencias y la revalorización de esta disciplina aplicada han abierto el juego y proponen saberes que permiten establecer los espacios propicios para que cada persona encuentre de dónde abrevar para que su creatividad resulte más frondosa, frecuente e innovadora.

Estos conceptos comienzan a desarrollarse hacia finales de la década del ‘90.

Primero, hubo una suerte de deslumbramiento inicial con las neurociencias, que se presentaban como la puerta de ingreso para develar todo lo que el cerebro tiene para articular con nuestro quehacer. La disciplina empezó a atravesar al ser humano en sus más diversos ejes.

Qué más tentador, entonces, que recurrir a estos nuevos conocimientos disponibles para convertirnos en seres más creativos.

La creatividad abarca desde el método para resolver un problema hasta la manera de criar a un hijo, pasando por las estrategias para mejorar nuestra empresa o labor profesional o las conductas que colaboran en la vida de pareja.

Esta obra se convierte en un aliado, entonces, para explorar técnicas y ejercicios que permitan explotar el potencial creativo de la manera más rica y fructífera posible.

Incluye un amplio recorrido teórico para dar un marco al conocimiento preciso que permita articular activamente las neurociencias con la creatividad.

Propone soluciones y recursos para incorporar a la vida cotidiana, tips para detectar caminos incorrectos y herramientas para motorizar sendas positivas, así como prácticas y ejercicios para potenciar capacidades.

Una propuesta para leer y releer, para sumar al escritorio de todo profesional, a la bibliografía de cualquier estudiante y a la mesa de luz de quien anhele obtener más recursos para hallar nuevas y mejores ideas.

Capítulo 1

Algunas definiciones para conocer el cerebro

¿Qué es el cerebro?

El primer paso para ejercitar el cerebro y liberar su creatividad es comprender qué es y cómo funciona este engranaje fundamental de los seres humanos.

Como primera aproximación, el cerebro es el órgano que alberga las células que se activan durante los procesos mentales conscientes y no conscientes.

Cada una de las partes que lo componen tiene una función específica, que es resultado de la activación y combinación de mecanismos complejos.

Las funciones del cerebro pueden agruparse en tres grandes conjuntos:


Sensitivas: el cerebro recibe estímulos de todos los órganos sensoriales, los compara, los procesa y los integra para formar nuestras percepciones.
Motoras: el cerebro emite impulsos que controlan los movimientos voluntarios e involuntarios de nuestros músculos.
Integradoras: el cerebro genera actividades mentales como el conocimiento, la memoria, las emociones y el lenguaje. Más aún, resuelve ambigüedades, da sentido al mundo y crea información a partir de datos incompletos.

Así, el cerebro nos permite un abanico infinito de posibilidades, que incluyen (por citar un número más que finito de ejemplos bien diferentes los unos de los otros)…

 Agitar la mano para saludar.

 Disfrutar de un aroma que nos resulta conocido en la puerta de nuestro café favorito.

 Distinguir una marca de otra sólo a partir de su logotipo.

 Transformar los pensamientos en habla y el habla en escritura.

 Almacenar conocimientos y recuerdos en la memoria.

 Reconocer las diferencias entre dos elementos prácticamente iguales.

 Completar un Sudoku.

Supongamos una persona que entra en un concesionario dispuesto a elegir su nuevo automóvil.

Se acerca a los diferentes modelos, toca el tapizado (función sensitiva: ¿Le da placer? ¿Le resulta suavecito? ¿Arremete el deseo de sentarse a manejarlo?), observa los colores (otra función sensitiva)…

Recorre el salón. Compara los modelos (función integradora: recuerda haber leído un artículo periodístico sobre que el que tiene delante de sus ojos consumía poco combustible y, al mismo tiempo, era muy cómodo, pero también le viene a la mente el comentario de un amigo que lo compró y que no estaba del todo satisfecho).

Sopesa toda esa información durante un buen rato. Se imagina al volante de uno y de otro. Finalmente, se acerca al vendedor y ejerce dos funciones motoras.

Primero, levanta su dedo índice, apunta al que se convirtió en el “auto de sus sueños”. Luego, habla: “Quiero ése, en color rojo”.


La corteza cerebral: qué es y para qué la usamos

La corteza cerebral es la zona responsable de la capacidad de razonar.

Es la región que nos diferencia del resto de los animales. Se encarga de las funciones cognitivas más elevadas, como el lenguaje, la planificación, la creatividad, la capacidad de relacionarse con los demás, la asociación, la innovación y la imaginación.

En otras palabras, la corteza cerebral se ocupa de todas las habilidades que requiere el comportamiento inteligente.

Esta estructura lleva miles de años de evolución. Alcanzó una superficie tan importante que necesitó plegarse sobre sí misma para poder acomodarse dentro de las fronteras del cráneo. Así dio origen a las arrugas que dan origen a los surcos y circunvoluciones.

Si pudiéramos desplegarla y extenderla, ocuparía unos 2500 centímetros cuadrados.

La corteza recubre el resto de las estructuras cerebrales y se encuentra dividida en cuatro grandes zonas:

 el lóbulo parietal,

 el lóbulo temporal,

 el lóbulo occipital,

 el lóbulo frontal.

Dentro de cada uno de los lóbulos existen varias áreas diferenciadas que cumplen distintas funciones.

Algunas son responsables del habla y el lenguaje, otras procesan la información que ingresa a través de los canales sensoriales, nos permiten mover voluntariamente los músculos para caminar, correr o subir una escalera.

También están las dedicadas a las funciones mentales superiores.

Los hemisferios y la creatividad

El cerebro humano está dividido en dos hemisferios que funcionan de modo diferente, pero complementario, y se conectan entre sí mediante una estructura que se denomina cuerpo calloso.

Cada hemisferio se ocupa básicamente de los procesos sensoriales y motores del lado opuesto del cuerpo, por ello, los movimientos del pie y de la mano izquierda son controlados por el hemisferio derecho, y viceversa.

Por ejemplo, si se sujeta con la mano izquierda una taza caliente de café, la sensación de quemazón que se registre a través del tacto será transmitida a la corteza sensorial del hemisferio derecho.

La única excepción en el cruce hemisférico de la información es el olfato, pues los olores se procesan en el mismo lado de la fosa nasal que los capta.

En la mayoría de los individuos diestros el hemisferio izquierdo controla el lenguaje y otras tareas de procesamiento serial de la información.

Mientras tanto, el derecho lo hace en procesos no verbales que incluyen la visualización tridimensional, la rotación mental de objetos y la comprensión del significado de expresiones faciales.

El hemisferio izquierdo, que controla el lado derecho del cuerpo, procesa la información en forma analítica y secuencial.

Es el que utilizamos cuando verbalizamos un discurso que preparamos con anterioridad o resolvemos ejercicios de matemáticas. Está relacionado con el pensamiento lineal.

El hemisferio derecho, que controla el lado izquierdo del cuerpo, procesa la información en forma holística.

Es el que empleamos cuando nos conectamos con la creatividad, visualizamos una obra de arte, escuchamos música… Está relacionado con el pensamiento creativo.

Cuando uno u otro hemisferio predomina en el momento de procesar, interpretar y presentar la información, se habla de “dominancia cerebral”.

Volveremos más adelante sobre los hemisferios y su entrenamiento puntual para favorecer la creatividad.

¿Qué es la mente?

La mente humana se define como el emergente del conjunto de procesos conscientes y no conscientes del cerebro, que se producen por la interacción y comunicación entre grupos y circuitos de neuronas que originan tanto nuestros pensamientos como nuestros sentimientos.

Si bien las discusiones sobre la relación mente-cerebro son dinámicas y se abordan incluso en el campo de la religión y la filosofía, los especialistas en neurociencias prácticamente no discrepan en cuanto a que la mente tiene una base física: el cerebro.

Mente y cuerpo no constituyen, en sí mismos, compartimentos estancos.

Ambos sistemas interactúan con el entorno, modificándose recíprocamente, en un proceso caracterizado por una interrelación y una interdependencia permanentes.

La evolución histórica del cerebro

Durante el transcurso de millones de años de evolución, en el cerebro humano se han superpuesto progresivamente tres niveles que funcionan de manera interconectada, cada uno de ellos con sus características específicas.

Los tres niveles del cerebro se conocen como:


El cerebro reptiliano es la zona más antigua. Su nombre alude al parecido con el cerebro de los reptiles. Se localiza en la parte baja y trasera del cráneo.

En el centro de este sistema se encuentra el hipotálamo, que regula las conductas instintivas y las emociones primarias, tales como el hambre, los deseos sexuales o la temperatura corporal.


Al sistema límbico se lo conoce como el “sistema de las emociones”.

Entre las principales estructuras que lo integran se ubican el hipocampo (que cumple una función muy importante en el aprendizaje y la memoria) y la amígdala, que dispara el miedo ante ciertos estímulos y desempeña un rol activo en nuestra vida emocional.


Por último, el córtex o cerebro pensante, denominado también neocórtex, es el resultado más reciente de la evolución del cerebro (tiene menos de 4 millones de años).

Como mencionamos, está dividido en dos hemisferios cerebrales conectados por el cuerpo calloso: una gran estructura de aproximadamente 300 millones de fibras nerviosas.


El predominio de uno u otro nivel cerebral suele variar de acuerdo a las características de las personas.

Por ejemplo, si un individuo basa gran parte de su vida en el razonamiento lógico (actúa bajo las directrices de su hemisferio izquierdo), tenderá a mantener distancia de sus emociones, ejerciendo un excesivo control sobre el sistema límbico, que no le permitirá desarrollar una vida afectiva plena.

En cambio, si es excepcionalmente emotivo, sus impulsos pueden ocupar todo el espacio sin que la función evaluadora y analítica del córtex pueda intervenir.

Una pequeña aclaración: la distinción entre distintos niveles cerebrales con sus especificidades no es estanca.

En el proceso de evolución del cerebro, el hipotálamo se desarrolló entre el sistema límbico y el sistema reptiliano.

El rol de las neuronas

Las neuronas son las células nerviosas que dan sustrato biológico a las funciones mentales como la atención, la memoria a corto y a largo plazo, la capacidad visual-constructiva y el razonamiento.

El paso del impulso eléctrico de una neurona a otra (que se realiza a través de las dendritas) se denomina sinapsis, y se estima que cada neurona puede estar conectada con hasta 100.000 neuronas diferentes, con las que establece múltiples sinapsis.

Los millones de conexiones sinápticas que dan forma al cerebro es lo que se denomina “arborización dendrítica”.

Esta arborización permite una comunicación veloz y sumamente precisa entre los diferentes núcleos de neuronas que estructuran las distintas zonas cerebrales.

Además de las dendritas, las neuronas tienen una ramificación más larga llamada axón. A partir de la activación de éste, se producen los contactos neuronales.


Sinapsis: las neuronas en acción

Los neurotransmisores son las sustancias químicas que transmiten información de una neurona a otra en la mayor parte de los procesos de comunicación que se establecen entre ellas, es decir, durante la sinapsis.

En la actualidad se conocen aproximadamente cien tipos diferentes de neurotransmisores y se cree que hay más.


Cuando el cerebro segrega demasiada cantidad de una de estas sustancias puede anularse la función de otras. Por ejemplo, un individuo puede estar demasiado deprimido o acelerado debido a la acción de sus neurotransmisores.

El estudio de estos mensajeros químicos es fundamental para comprender el funcionamiento de los procesos cerebrales y optimizar el desarrollo de algunas habilidades, como la velocidad mental, el aprendizaje y la memoria.

Por ejemplo, la acetilcolina favorece la capacidad de atender y memorizar, la dopamina regula niveles de respuesta y es fundamental en la motivación, las emociones y los sentimientos de placer y la serotonina regula el estado anímico.

Además de las neuronas, en el cerebro hallamos células gliales, que desempeñan funciones de nutrición y soporte de las neuronas y son esenciales para la formación de las redes neuronales, ya que intervienen en el procesamiento cerebral de la información.

La glía cumple otros roles muy importantes para la salud y el funcionamiento del sistema nervioso.

Entre ellos, defender a las neuronas de agentes patógenos que puedan afectarlas (cuando hay una lesión, se multiplican y participan activamente), protegerlas (mediante la vaina de mielina que recubre los axones) y remover residuos, como los derivados de la actividad neuronal (por ello se dice que actúan como el basurero del cerebro).

Capítulo 2

Creatividad: uso y estímulo

¿Qué es la creatividad?

Crear es lo que nos diferencia de los animales (con quienes compartimos las habilidades límbicas) y de las máquinas (con las computadoras compartimos la capacidad de análisis lógico).

Si bien muchos simios se comportan como si poseyeran mentes parecidas a la del hombre y son capaces de coordinar sus acciones, por ejemplo, para romper un huevo o cazar una presa, nunca se ha observado que puedan combinar sus habilidades para construir instrumentos sofisticados.

Las facultades superiores que poseemos los seres humanos son las que nos han permitido combinar los elementos de la naturaleza para edificar nuestras casas, nuestras ciudades, nuestros puentes y llegar a la Luna.

Estos ejemplos revelan, a su vez, que no estamos ante un fenómeno individual o hereditario, ya que la vida social es decisiva en la evolución de la inteligencia creativa.

La creatividad se define como la capacidad de un individuo para generar nuevas e inusuales ideas, desviándose de esquemas estereotipados del pensamiento.

La actividad creativa es un proceso mental heterogéneo que incluye diferentes propiedades del pensamiento y su integración a la experiencia de vida del individuo:

 Facilidad para generar ideas.

 Capacidad para la asociación semántica.

 Originalidad de las ideas.

 Imaginación.

 Fantasía.

 Procesamiento semántico.

En las sociedades humanas, muy pocas creaciones son radicales.

La mayoría consiste en una nueva combinación de elementos existentes. A veces, la base de conocimiento previo es imprescindible para crear. No hubiera sido posible enviar una sonda a Marte sin recurrir a la matemática y a la física.

CONCLUSIÓN

La creatividad es un proceso dinámico que puede desarrollarse y promoverse. Asimismo, diferentes aspectos socioculturales o educativos pueden atrofiarla. Los estímulos externos y el aprovechamiento de experiencias anteriores, sumados a un adecuado funcionamiento interhemisférico, permitirían y facilitarían la actividad creativa.

La actividad creativa es tan compleja como el sistema que la produce.

El cerebro no es una computadora de fines generales, sino más bien un dispositivo sumamente especializado que ofrece una gran cantidad de respuestas automáticas que se utilizan de una manera adaptativa, como resultado del aprendizaje adquirido.

A modo de conclusión, dos afirmaciones sobre la creatividad:

 No toda idea no convencional es necesariamente una idea innovadora.

 Un auténtico trabajo creativo, antes que nada, debe ser útil, relevante en algún aspecto y efectivo.

El cerebro y la creatividad

El cerebro es naturalmente creativo, tal como lo demuestra el llamado “efecto niño”: hasta las 10 ó 12 años, las personas no tenemos límites.

Un chico puede pedir a su padre como regalo de cumpleaños una estrella, porque no concibe restricciones que recién se incorporan en la vida adulta.

Del mismo modo, el palo de una escoba puede ser, en diferentes momentos, un caballo, una espada o un compañero de juegos.

Y no hace falta más que una caja para que pueda habitar un palacio majestuoso. Los niños son usinas generadoras de energía innovadora.

Con el paso de los años, ingresamos en una suerte de “proceso de pérdida de la creatividad”: elegimos modelos de vida y prácticas cotidianas que incorporan esos límites mentales que en principio no existían.

Esto ocurre no sólo con el avance de la edad, sino también con las elecciones de vida que vamos tomando. La cultura juega un papel gradual, pero inexorable, de censura y represión.

La escuela pone un elevado énfasis en enseñar a los chicos a resolver problemas correctamente y, al mismo tiempo, soslaya la creatividad.

Este sistema sesgado y arbitrario nos domina los primeros veinte años de nuestra vida: crecemos condicionados por exámenes, admisiones para la universidad y ámbitos laborales que casi siempre demandan y recompensan el pensamiento lógico, el lenguaje, y la inteligencia práctica.

La propensión al pensamiento analítico se premia desde la más temprana infancia en detrimento del pensamiento creativo, que queda relegado a un segundo plano.

A medida que transcurre el tiempo y maduramos, se vuelve más difícil superar estas barreras impuestas por la cultura si no trabajamos para lograrlo.

Cuando no desafiamos al cerebro, cuando lo hacemos circular por la autopista del confort, éste se acomoda en aquello que hace y empieza a perder tonicidad.

Nos volvemos amantes de las rutinas, de reutilizar nuestras experiencias y hasta nuestra vida.

Tenemos una rutina laboral. Pero cuando termina el horario, nos dirigimos todos las semanas a la misma hora a realizar alguna actividad social o deportiva. Es decir, estructuramos también una rutina del ocio.

Luego, ya en casa, continuamos con la rutina hogareña: desde el lugar en que nos sentamos en la mesa para comer hasta el programa televisivo que elegimos mirar.

Todo eso hace que nuestro cerebro actúe en función de las rutinas que tiene programadas por sus ganglios basales.

Existe un punto de inflexión concreto: los 40 años. A partir de ese momento, la naturaleza deja de desarrollar el cerebro y la responsabilidad de que continúe haciéndolo queda enteramente en nuestras manos.

Si no comenzamos a hacer algo para mantenerlo activo, para desafiarlo, entonces irá perdiendo neuronas y, consecuentemente, diversas capacidades. Entre ellas, la de ser creativo.

¡Justo a los 40 años! Un momento de la vida que se caracteriza por la estabilidad, una época en que las personas están relativamente regularizadas tanto en el plano laboral como en el personal.

A esa altura de la vida, ya sabemos cómo resolver nuestro trabajo: es probable que llevemos 20 años haciéndolo.

Cualquier cambio nos produce vértigo porque pone en riesgo otras certezas: ¿Dejar este puesto y resignar lo que me pagan que, a su vez, me permite sostener mi estándar de vida?

Desde el punto de vista familiar y afectivo, los movimientos, las actividades y los vínculos también están organizados: cada integrante en el hogar cumple funciones que no varían, los amigos son “los de siempre”.

La rutina familiar conserva una cadencia precisa en horarios y particularidades.

La jornada parece repetirse una y otra vez hasta el infinito. El efecto sorpresa brilla por su ausencia.

Todo esto tiene una repercusión en el cerebro: las relaciones neuronales asociadas con esas actividades repetitivas se vuelven más sólidas, mientras que todas aquellas que no usamos por no desafiar la rutina comienzan a perderse.

En el cerebro, lo que se usa se fortalece y lo que no, desaparece.

Se produce un movimiento hacia la robotización: afianzamos las tareas que el cerebro está acostumbrado a realizar, de modo que cada vez las piensa menos y las resuelve de manera casi automática.

Si se analiza desde el punto de vista físico la relación entre cerebro y creatividad, se notará una fuerte tarea de sincronización durante los procesos creativos.

Anatómicamente, los mecanismos cerebrales relacionados con la creatividad demuestran la intervención de una gran cantidad de estructuras en su desarrollo, en especial en regiones corticales altamente evolucionadas en el ser humano.

Estructuras más primitivas, como las que componen el sistema límbico, también participan en su funcionamiento.

En el acto creativo, el aprendizaje se da por medio de la información de la recompensa, que se utiliza para elegir entre las opciones previamente conocidas y las nuevas que aparecen, para ejecutar y dirigir el comportamiento hacia una meta.

Este proceso está mediado por neurotransmisores como la dopamina, que se generan en particular en el área tegmental ventral, y por la corteza temporal intermedia, que interviene en la detección y predicción de recompensas.

Por su lado, la amígdala y la región orbitofrontal consideran los valores y las expectativas relativos a la recompensa.

La representación de las metas, que se generan cuando la actividad creativa comienza, se mantiene en el lóbulo parietal, el área premotora y la corteza prefrontal dorsolateral.

Por otra parte, la motivación por alcanzar dicha meta, que no es más que la anticipación de una recompensa condicionada, se correlaciona con la actividad del striatum ventral.

Uno de los primeros autores que se preocuparon por ubicar anatómicamente el proceso de creatividad fue Silvano Arieti.

Luego de diferentes estudios, propuso que la creatividad se asocia con el incremento en el funcionamiento de la corteza témporo-occípito-parietal, con un incremento en la interacción con la corteza prefrontal.

Colin Martindale, por su parte, dio cuenta de las diferencias encefalográficas en individuos con un alto índice de creatividad que presentaron una actividad mayor en las áreas parieto-temporales derechas, así como mayores índices de actividad alfa y una sobre-actividad fisiológica.

Otra investigación reciente realizada con personas que poseen un alto índice de creatividad evaluado por la prueba de Torrance de pensamiento creativo (que mide el flujo sanguíneo cerebral con tomografía computarizada por emisión de fotones), puso de manifiesto que las áreas del cerebro que presentan mayor incremento metabólico se diferenciaban según el tipo de tarea, verbal o gráfica.


En el test de pensamiento creativo de Torrance se suministra a los participantes una serie de figuras simples (columna de la izquierda) y se les solicita que hagan un dibujo con esas mismas figuras (fila de arriba). Luego se les pide que las combinen de alguna forma (fila del medio) y, finalmente, que las completen para crear un dibujo mayor y más complejo (fila de abajo).

La actividad creativa para la parte verbal demostró activación de áreas tales como giro frontal medio izquierdo, giro recto derecho (incluido en el desempeño de tareas cognitivas complejas y en el procesamiento de emociones).

Estas estructuras mantienen una estrecha relación con la corteza del cíngulo anterior y con otras áreas del sistema límbico, lóbulo parietal inferior derecho, asociadas con el procesamiento multimodal y el giro parahipocámpico derecho, que no sólo se ha asociado con la memoria, sino también con el procesamiento de la novedad.

La conclusión de esta investigación hace hincapié en que el índice de creatividad se asocia con un mayor flujo sanguíneo de las áreas involucradas en el procesamiento multimodal, el procesamiento de emociones y en funciones cognitivas complejas.

Por tal razón, el proceso de creatividad se realiza en una amplia zona del cerebro y, a su vez, sustenta la importancia de las emociones y de las experiencias anteriores en el proceso creativo.

En este mismo sentido, es posible demostrar que el pensamiento creativo ocurre en formaciones cerebrales bilaterales, es decir, compromete ambos hemisferios.

La región más significativa es la corteza prefrontal, específicamente el área lateral, que se beneficia de una gran conectividad neuronal con el resto de las áreas corticales y subcorticales.

La riqueza en la interconectividad de esta área con el resto del cerebro la erige en una pieza clave para el proceso creativo.

La creación de realidades

El cerebro humano no se limita a percibir realidades:las crea.

El mundo que nos rodea es imaginario: lo que vestimos, lo que comemos, la casa en la que vivimos, el deporte que practicamos, los dispositivos electrónicos a los que nos hacemos adictos… Todo eso es creación del cerebro.

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9789874238009
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