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ENTRE BESTIAS Y BELLEZAS

ENTRE BESTIAS Y BELLEZAS

RAZA, GÉNERO E IDENTIDAD EN COLOMBIA

MICHAEL EDWARD STANFIELD

TRADUCIDO POR MATEO CARDONA



RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS

© PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

© MICHAEL EDWARD STANFIELD

TÍTULO ORIGINAL: OF BEASTS AND BEAUTY: GENDER, RACE AND IDENTITY IN COLOMBIA. AUSTIN, TEXAS: UNIVERSITY OF TEXAS PRESS.

PRIMERA EDICIÓN

DICIEMBRE DE 2020

BOGOTÁ, D. C.

ISBN (IMPRESO): 978-958-781-511-5

ISBN (DIGITAL): 978-958-781-512-2

DOI: HTTP://DOI.ORG/10.11144/JAVERIANA.9789587815122

CONVERSIÓN EPUB: LÁPIZ BLANCO S.A.S.

HECHO EN COLOMBIA

MADE IN COLOMBIA

EDITORIAL PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

CARRERA 7.ª N.° 37-25, OFICINA 1301

EDIFICIO LUTAIMA

TELÉFONO: 320 83 20 EXT. 4205

WWW.JAVERIANA.EDU.CO/EDITORIAL

EDITORIALPUJ@JAVERIANA.EDU.CO

BOGOTÁ, D. C.


TRADUCCIÓN

MATEO CARDONA

CORRECCIÓN DE ESTILO

ÁLVARO DAVID URREA RAMÍREZ

DIAGRAMACIÓN

ISABEL SANDOVAL MONTOYA

DISEÑO DE COLECCIÓN

TANGRAMA | TANGRAMAGRAFICA.COM

IMAGEN DE PORTADA

FOTOGRAFÍA: ESPERANZA GALLÓN Y EL

BRIGADIER GENERAL GABRIEL PARÍS.

CORTESÍA DEL CONCURSO NACIONAL DE

BELLEZA, LAS MÁS BELLAS: HISTORIA DEL

CONCURSO NACIONAL DE BELLEZA; COLOMBIA,

60 AÑOS (1994), 49.

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA. VIGILADA MINEDUCACIÓN. RECONOCIMIENTO COMO UNIVERSIDAD: DECRETO 1297 DEL 30 DE MAYO DE 1964. RECONOCIMIENTO DE PERSONERÍA JURÍDICA: RESOLUCIÓN 73 DEL 12 DE DICIEMBRE DE 1933 DEL MINISTERIO DE GOBIERNO.

Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J.

Catalogación en la publicación

Stanfield Michael Edward, autor

Entre bestias y bellezas : raza, género e identidad en Colombia / Michael Edward Stanfield ; traducido por Mateo Cardona. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2020. (Opera Eximia).

Incluye referencias bibliográficas.

ISBN: 978-958-781-511-5

1. Belleza femenina (Estética) - Historia - Colombia 2. Reinados de belleza - Aspectos sociales - Colombia 3. Reinados de belleza - Historia - Colombia, 1845-1985 4. Reinados de belleza - Aspectos culturales - Colombia 5. Mujeres - Condiciones sociales - Historia - Colombia 6. Identidad cultural – Identidad cultural 7. Colombia - Historia cultural, Siglo XX I. Cardona, Mateo, traductor II. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Sociales.

CDD 305.409861 edición 23


inp16/06/2020

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana. Las ideas expresadas en este libro son responsabilidad de su autor y no comprometen las posiciones de la Pontificia Universidad Javeriana.

A mi gran familia colombiana de exalumnos, colegas y amigos; a las familias Pérez Triana, Escobar, Perry y Durán; aun a Amandita, Arzú, y LoLu; y, especialmente, a mi hermana colombiana, Leonor, y a mi querido hermano colombiano eterno, Alberto.

AUTOR

MICHAEL EDWARD STANFIELD

ES PROFESOR DE HISTORIA

LATINOAMERICANA EN LA UNIVERSIDAD DE SAN FRANCISCO. CRECIÓ EN SAN DIEGO (CALIFORNIA), EN LA FRONTERA NACIONAL, JUSTO FRENTE A TIJUANA (MÉXICO). CON FRECUENCIA CRUZABA LA FRONTERA COMO PARTE DE SU INMERSIÓN EN LA HISTORIA COMPARADA DE LAS AMÉRICAS. DESPUÉS DE LA ELECCIÓN DE RONALD REAGAN EN 1980, SALIÓ DEL PAÍS EN SEÑAL DE PROTESTA Y RECORRIÓ MÉXICO EN BICICLETA (DE TIJUANA A YUCATÁN), AFIANZANDO SU AMOR POR LA HISTORIA Y LA CULTURA DE AMÉRICA LATINA. LUEGO INVESTIGÓ Y VIAJÓ POR CENTROAMÉRICA, JUSTO CUANDO ESTADOS UNIDOS EMPRENDÍA OTRA VICTORIA HEGEMÓNICA SOBRE LA REGIÓN DURANTE LA GUERRA FRÍA.

LLEGÓ A COLOMBIA POR PRIMERA VEZ EN 1985, CUANDO ESTADOS UNIDOS COMBINABA LA POLÍTICA EXTERIOR DE LA GUERRA FRÍA Y LA GUERRA CONTRA LAS DROGAS EN LA REGIÓN ANDINA. LOS ÚLTIMOS TREINTA Y CINCO AÑOS HA VIAJADO POR COLOMBIA Y LA HA INVESTIGADO NUTRIENDO SU DESEO POR ENTENDER SU HISTORIA Y SU COMPLEJA SOCIEDAD. EN RED RUBBER, BLEEDING TREES, SU PRIMER LIBRO, RELATA EL MODO EN EL QUE LA PRODUCCIÓN DE CAUCHO, LOS INTERESES DE LA INDUSTRIA NACIONAL Y LOS ESCÁNDALOS INTERNACIONALES MOLDEARON LA HISTORIA DE LA REGIÓN DEL PUTUMAYO ENTRE 1850 Y 1933. ENTRE BESTIAS Y BELLEZAS ES EL RESULTADO DE SU SEGUNDO PROYECTO INVESTIGATIVO DE GRAN ENVERGADURA E IMPLICÓ UN TRABAJO DE ARCHIVO EN BOGOTÁ, MEDELLÍN, CALI Y CARTAGENA, QUE AFIANZÓ SU AMOR POR COLOMBIA, SU PAÍS FAVORITO EN LATINOAMÉRICA.

CONTENIDO

AGRADECIMIENTOS

INTRODUCCIÓN

1. ESCENARIO

2. “LA MUJER REINA PERO NO GOBIERNA”: 1845-1885

3. BICICLETAS, MODA Y RAZA: 1885-1914

4. MODERNIDAD APARENTE: 1914-1929

5. BELLEZA LIBERAL: 1930-1948

6. BESTIAS EXCLUYENTES: 1948-1958

7. DE MISS UNIVERSO A LA ANTIRREINA: 1958-1968

8. GOBIERNO ESTÁTICO, EVOLUCIÓN SOCIAL: 1968-1979

9. PULCRITUD, EL PALACIO Y EL PODER: 1979-1985

CONCLUSIÓN Y EPÍLOGO A 2011

EPÍLOGO A 2019

BIBLIOGRAFÍA ESCOGIDA

SIGLAS

AH Archivo Histórico

AHA Archivo Histórico de Antioquia

AHC Archivo Histórico de Cali

AMVA Archivo de Memoria Visual de Antioquia

AUC Autodefensas Unidas de Colombia

BD Biblioteca Departamental

BLAA Biblioteca Luis Ángel Arango

BN Biblioteca Nacional

BRB Banco de la República, Biblioteca

BRCDR Banco de la República, Centro de Documentación Regional

BRH Banco de la República, Hemeroteca

CNB Concurso Nacional de Belleza

CPJ Committee to Protect Journalists (Comité para la Protección de los Periodistas)

DAS Departamento Administrativo de Seguridad

DEA Drug Enforcement Administration (Agencia Antidrogas)

ELN Ejército de Liberación Nacional

EPL Ejército Popular de Liberación

FAES Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales

FARC Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia

LAHNOCA Latin American Historians of Northern California

MAS Muerte a Secuestradores

PSR Partido Socialista Revolucionario

SDSU San Diego State University

SENDAS Secretaría Nacional de Asistencia Social

TLCAN Tratado de Libre Comercio de América del Norte

UABG Universidad de Antioquia, Biblioteca General

UP Unión Patriótica

UVB Universidad del Valle, Departamento de Bibliotecas

USF University of San Francisco

FIGURAS

FIGURA 1.1. Colombia (relieve sombreado), 2008

FIGURA 2.1. “Bogotanos en Choachí”

FIGURA 2.2. “El bambuco”

FIGURA 2.3. “Camisón”

FIGURA 4.1. “La Farsa de Colombina”

FIGURA 4.2. “La Cruz Roja”

FIGURA 4.3. “Vendedoras de Flores”

FIGURA 4.4. María Gómez (Medellín), 1913

FIGURA 4.5. Matilde de Santa Teresa (Medellín), 1913

FIGURA 4.6. Enrica Espinelli (Italia) (Medellín), 1916

FIGURA 4.7. María Loaiza (Itagüí) (Medellín), 1918

FIGURA 4.8. Grupo de Mujeres (Medellín), s. f. (ca. 1930)

FIGURA 5.1. “Reinas tensas tras el Bogotazo”

FIGURA 6.1. “Reina de la FAC”

FIGURA 6.2. Hotel Nutibara, Reinado de los Estudiantes

FIGURA 6.3. Hotel Nutibara

FIGURA 6.4. Hotel Nutibara, coctel con Roberto Soto, 1958

FIGURA 6.5. Hotel Nutibara

FIGURA 6.6. Esperanza Gallón y el brigadier general Gabriel París

FIGURA 6.7. “Una escena chocoanísima”

FIGURA 6.8. Doris Gil y Luz Marina Zuluaga, noviembre de 1957

FIGURA 6.9. “Llamamiento de la mujer colombiana al plebiscito”

FIGURA 6.10. Luz Marina Zuluaga, Miss Universo, 1958

FIGURA 7.1. Stella Márquez en un moderno vestido estadounidense, 1959

FIGURA 7.2. Stella Márquez como princesa indígena, 1959

FIGURA 7.3. “Cali, solo para mayores de 21 años”

FIGURA 7.4. “Un sedante para la violencia”

FIGURA 7.5. “El jurado no puede ocultar su admiración”

FIGURA 7.6. María Victoria Uribe, la “antirreina”, 1968

FIGURA 8.1. “María Arango, la vida burguesa”

FIGURA 8.2. “María Arango captando votos para los candidatos de su partido comunista”

FIGURA 9.1. Susana Caldas, 1983

FIGURA 10.1. “Paula Andrea Betancourt y Carolina Gómez”, 1993

FIGURA 10.2. “Nuestra Reina”, Vanessa Mendoza

TABLAS

TABLA 2.1. Clasificación social colombiana, 1825-1912

TABLA 2.2. Población colombiana, 1825-1912

TABLA 7.1. Folclor, reinados y el Frente Nacional: 1959-1961

AGRADECIMIENTOS

Este libro surgió de un impulso creativo que requirió la asistencia y el apoyo de profesionales comprometidos y amigos que aprecio tanto en Colombia como en Estados Unidos. En Bogotá, mis amigos y colegas Augusto Gómez y Angelina Araújo compartieron amablemente su tiempo, experiencia y conocimientos personales sobre la belleza y Colombia. Mis exalumnos María José Perry, Santiago Perry y Sonia Durán me alentaron a lo largo de los años a continuar con este trabajo, sin importar las dificultades en Colombia o las complejidades de vivir en los Estados Unidos. Como siempre, mi familia colombiana adoptiva, Alberto, Leonor, Jenny, doña Carmen, Gloria, Mercedes, Wilson, Sebastián y Jonathan (QEPD) me recibieron en sus hogares y compartieron conmigo la calidez personal que hace que Colombia sea tan acogedora. En la concurrida e interesante Biblioteca Luis Ángel Arango (BLAA), Ángela Torres Pérez, Luz Caridad Peña Carvajal y Alberto García F. atendieron pacientemente mis múltiples solicitudes; otro tanto hizo Magdalena Santamaría en la Biblioteca Nacional. Mario Bohórquez Martínez y Hugo Alonso Albarracín Barriga, del Banco de la República, colaboraron amablemente en la reproducción de algunas imágenes de la BLAA.

En la encantadora Cartagena, el personal del Archivo Histórico, Archivo General del Distrito, me facilitó el acceso a sus colecciones de periódicos. Esperanza del Valle me permitió conocer la sede y las actividades del Concurso Nacional de Belleza, mientras que el ingenio de Jacklin Rojas Camargo me permitió usar varias imágenes del Concurso Nacional de Belleza de Colombia. En la igualmente cálida Cali, Amanda Henao J., del Banco de la República, me compartió sus conocimientos de las colecciones a su cargo, así como el personal de apoyo del Archivo Histórico, la Biblioteca Departamental y los bibliotecarios de la Universidad del Valle.

Las magníficas colecciones de archivos en Medellín solo son equiparables a su personal diligente y dispuesto. Adriana Yaneth Álvarez C., Ángela María Cardona Gómez y Carolina María Gil S., de la Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales (FAES), merecen más crédito que estas líneas. Aunque la FAES ya no existe como organización independiente, sus colecciones se encuentran en la actualidad en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina (BPP), donde Jackeline García Chaverra me auxilió diligentemente para usar imágenes de la FAES que ahora se encuentran en la BPP. Hilda María Hincapié Gil, Lucía Vásquez Molina, Jorge Humberto Yépez y Mariela Ríos Madrid me abrieron las puertas del Archivo Histórico de Antioquia y de su excelente Archivo de la Memoria Visual, una colección fascinante para este proyecto. En la Biblioteca General de la Universidad de Antioquia, Rosa Delia Álvarez, Celina Alzate M. y Myriam Medina Muñoz hicieron que este “pobre gringo perdido en la selva colombiana” se sintiera como en casa mientras trabajaba con esa colección.

En los Estados Unidos, tanto la investigación como las conferencias públicas en el Davies Forum de la Universidad de San Francisco a cargo de Beverly Stoeltje, Amelia Simpson, Ellen Zetzel Lambert, Lois Banner y Randy Thornhill me ayudaron a enmarcar los principales temas de este libro. Mis mentores y amigos Thomas M. Davies Jr., Brian Loveman y Linda B. Hall apoyaron la investigación y compartieron conmigo sus puntos de vista. El Fondo de Investigación de la Facultad de la University of San Francisco (USF) cubrió la mayor parte de los costos de la investigación mientras trabajaba feliz en Colombia. Mis colegas en los departamentos de Historia y Estudios Latinoamericanos de la USF me oyeron hablar sobre este proyecto demasiado tiempo, pero continuaron apoyándome con obstinación. Patrick Steacy, del Centro de Instrucción y Tecnología de la USF; Santiago Perry; Marissa Litman y Jeanine Hoy me ayudaron en la selección y reproducción de muchas de las ilustraciones que se incluyen en este libro. Mi querida amiga y colega Cheryl Czekala, mi exalumna Liz Jones y, en mi familia, Susan Stanfield y Marilyn y Dave Searing editaron y mejoraron los borradores de los capítulos. Theresa May, editora en jefe de la University of Texas Press, convirtió la preparación del manuscrito en un ejercicio sin angustia gracias a su puntualidad, profesionalismo y humanidad. La colaboración de Kaila Wyllys con las ilustraciones, Victoria Davis con la producción y la perspicaz edición de Teri Sperry hicieron de la publicación con la University of Texas Press un verdadero gozo. Agradezco mucho a Jane Rausch y Frank Safford sus comentarios comprometidos y perspicaces sobre el manuscrito. La revisión de pares por parte de mis colegas del grupo de los Latin American Historians of Northern California (LAHNOCA), organizada y coordinada por Myrna Santiago y Theresa Alfaro-Velcamp, me instó a obtener mejores análisis comparativos e interpretativos durante una charla de investigación en una de nuestras primeras reuniones.

En Bogotá, la Editorial de la Pontificia Universidad Javeriana hizo realidad mi sueño de llevar este trabajo a los lectores hispanos de Colombia y todo el mundo, gracias a la visión, paciencia y habilidad de su director Nicolás Morales Thomas y al profesionalismo de su equipo editorial (Félix, Jhon, Marcel y Mateo). Agradezco profundamente que Mateo Cardona Vallejo haya traído su profunda voz colombiana a esta traducción.

Finalmente, me gustaría agradecer a mis hijos, Lincoln, Payton y Sophia, por concederle a su padre sus “momentos de quietud” para terminar este trabajo.

INTRODUCCIÓN

Este libro registra la importancia social, cultural y política de la belleza femenina en Colombia1 desde 1845 hasta 1985. A lo largo de su historia, los colombianos han valorado la belleza en las mujeres, al igual que los pueblos de todo el mundo por miles de años. La belleza, además, es un poderoso espejo cultural a través del cual los historiadores pueden observar la evolución de las sociedades y las naciones. El análisis serio de la belleza revela mucho acerca de nuestra humanidad compartida, ya que pone al descubierto el poder y los escollos de una obsesión humana que es crucial para la imagen y el estatus de las naciones y pueblos de todos los colores, mezclas, etnias, géneros y edades.

Cuestiones importantes y controvertidas condimentarán esta obra. ¿Por qué ha sido tan importante la belleza para los seres humanos? ¿Qué es la belleza, cómo se la define, valora, impugna, mide, muestra, expresa y comercializa? ¿Quién es bello y por qué, y qué nos dice esto sobre el género, el color, la clase, la moralidad, la evolución social y el desarrollo político? ¿Cómo y por qué la belleza ha reforzado las nociones de desarrollo, modernidad y una pigmentocracia blanca heredada del colonialismo europeo durante el último medio milenio en las modernas repúblicas americanas?

¿De qué manera la torturada geografía de Colombia y su igualmente torturada historia política han protegido las definiciones locales y regionales de la belleza, que a menudo tienen tan poco que ver con el ideal del Atlántico Norte? ¿Cómo, cuándo y por qué se fusionó la belleza colombiana con los estándares internacionales de belleza y se decidió emularlos? ¿Cómo ha cambiado el significado y la expresión de la belleza en las diferentes regiones con el paso del tiempo a medida que el medio masivo de su expresión se hacía más visual? ¿Por qué Colombia tiene hoy en día más de trescientos concursos de belleza anuales, y qué nos dice esto sobre la sociedad civil y el estado de la política nacional?

La bestia masculina es el alter ego y el compañero inseparable de la belleza femenina en Colombia. Esta bestia representa muchos de los problemas históricos y estructurales no resueltos de la nación: un Estado no soberano que no puede proteger las vidas ni las propiedades de sus ciudadanos, proveer servicios sociales básicos ni defender y cumplir la ley; un Estado que se percibe como ilegítimo y al que desafían determinados grupos armados; las oleadas periódicas de violencia política, económica y social, de inseguridad, guerra civil, insurgencia y contrainsurgencia a menudo dirigidas contra la población civil; las instituciones elitistas y excluyentes, trátese de organizaciones gubernamentales, religiosas o empresariales; la exclusión social y el racismo consuetudinarios que limitan la movilidad social de los colombianos no blancos; la extrema concentración de la tierra y la riqueza, y la desigualdad concomitante y el empobrecimiento de, por lo menos, la mitad de la población. Los conflictos civiles, un gobierno débil e ineficaz, reformas poco significativas y tasas de homicidios diez veces mayores que las de los Estados Unidos de América, otra nación sumamente violenta, definen la historia nacional de Colombia. En las últimas décadas del siglo XX, más de la mitad de todos los casos de secuestro extorsivo en el mundo tuvieron lugar en Colombia. Sostendré que una de las razones principales por las que los colombianos valoran tanto la belleza es que el terror de la bestia —violencia, inseguridad, racismo, pobreza y la ilegitimidad o insuficiencia percibida del gobierno— refuerza los roles de género (las mujeres deben ser hermosas y los hombres poderosos), puesto que restringe las opciones de reforma y liberación. La belleza, por consiguiente, representa la constante femenina y social opuesta al orden/caos masculino institucional, elitista, disfuncional y, a menudo, violento; la belleza es femenina, moral, virtuosa, civil, edificante, pacífica y esperanzadora.

Los reinados y festivales yuxtaponen la belleza y la bestia en espacios no partidistas, cívicos y de celebración donde se realizan rituales y espectáculos de gran simbolismo regional y nacional. Desde mediados del siglo XX el Concurso Nacional de Belleza Señorita Colombia, en la costeña y tropical Cartagena, se ha convertido en la obsesión nacional. Celebrado en la semana del 11 de noviembre, Día del Armisticio y aniversario de la independencia de Cartagena del yugo español, el certamen atrae a reinas de belleza en representación de varios departamentos y territorios de la nación. El proceso en su totalidad implica meses, desde la selección de las reinas locales y departamentales hasta la preparación de la soberana y su séquito para el concurso nacional, todos cubiertos por una intensa campaña mediática. A menudo el concurso de la Señorita Colombia se convierte en la mayor historia mediática y en el acontecimiento más popular de toda la nación desde finales de octubre. Personas de todas las clases y sectores escogen sus favoritas, discuten y chismean sobre pequeños y grandes detalles, apuestan su dinero y esperan con ansias la competencia para coronar a su nueva soberana nacional.

Los concursos locales, departamentales, nacionales e internacionales son muy importantes para los colombianos, debido a la presencia inquietante de la bestia y a la horrible reputación nacional e internacional del país. Los colombianos no tienen muchos héroes nacionales, en particular durante el siglo veinte: los políticos no suelen granjearse el respeto nacional debido a las divisiones partidistas y el cinismo general, y los líderes militares son, por lo general, superfluos debido a la inexistencia de guerras extranjeras. Las selecciones nacionales de fútbol atraen gran atención tanto dentro como fuera del país, pero incluso los equipos prometedores pierden los grandes partidos, como en las debacles de la Copa del Mundo de 1994 y 1998; la selección nacional no logró clasificar para jugar los Mundiales de 2002, 2006 y 2010. Los jugadores colombianos de fútbol y béisbol, los ciclistas, pilotos de carreras, golfistas y patinadores en línea han tenido buen desempeño internacional en las últimas décadas, pero sus triunfos individuales no tienen el significado nacional e internacional de un triunfo nacional colectivo como el del campeonato de la Copa del Mundo.2 Yuxtapuestos a estos triunfos atléticos intermitentes, Colombia tiene todos los problemas sociales y políticos relacionados con la pobreza y la violencia generalizadas, el narcotráfico, la insurgencia guerrillera, las masacres paramilitares y la actividad de los escuadrones de la muerte (la bestia), con poco para llenar el vacío y el temor de la vida cotidiana salvo la familia, los amigos y la belleza.

Los colombianos necesitan de la belleza para ponerle una cara amable a la nación, tanto en sentido literal como figurado. Necesitan una ganadora y la consiguen cada año, a veces cada semana, gracias a las reinas nuevas, frescas, jóvenes, vibrantes y muy femeninas. Y la que es reina una vez reina por siempre. La gente en la calle, en los caminos de las montañas y en los anchurosos ríos recuerda a la ganadora colombiana por antonomasia del siglo XX, la icónica Luz Marina Zuluaga, Miss Universo 1958. Ella fue la primera colombiana en participar en Miss Universo y la única ganadora colombiana del concurso hasta 2014, cuando Colombia parecía nuevamente preparada para una transición de la violencia a la paz relativa, para alivio de las élites nacionales y los inversionistas internacionales. Desde entonces, las participantes colombianas en los concursos de Miss Universo y Miss Mundo se han ubicado bien, presentando una imagen positiva de la nación a los medios de comunicación internacionales, ya que promueven los productos, las exportaciones y el potencial turístico del país. Otras mujeres latinoamericanas, en particular las de Venezuela, Brasil, República Dominicana, Puerto Rico, Perú, Argentina y México, también se han destacado en el escenario mundial. Explicar a qué se debe esto requiere de una investigación comparativa adicional y no puede responderse con certeza aquí, pero ciertamente puede afirmarse que los colombianos en los últimos setenta años —como los venezolanos tras el colapso del petróleo y las crisis políticas de los ochenta— han promovido a sus reinas de belleza como símbolos positivos nacionales e internacionales en tiempos de crisis, deriva y patriotismo flaqueante.3 Los colombianos y los venezolanos, vecinos y rivales que a menudo se enfrentan por diferendos limítrofes y se disputan los principales lugares en los concursos internacionales, señalan con orgullo hacia sus reinas y hermosas mujeres como prueba de la bondad, modernidad, estilo y encanto de su nación cuando a los medios masculinos de la honra nacional —deporte, trabajo, política— les falta potencia.

Este proyecto evolucionó a partir de una serie de observaciones y accidentes fortuitos. Siendo muy niño, recuerdo una ocasión en la iglesia en que miré por encima del hombro de mi madre a una mujer sentada en la banca detrás de la nuestra. Su belleza y su voz, de canto angelical, están tan vivas para mí hoy como lo estaban hace décadas. La belleza es memorable; los niños, como los adultos, lo notan y lo recuerdan.4 Mientras ocultaba a mi madre mis varios enamoramientos secretos de compañeras de la escuela primaria, ella compartía conmigo su pasión por las películas y los concursos de belleza. Veíamos películas en los teatros locales, pero, más importante, nos sentaba frente a la televisión a ver el concurso anual de Miss America. Al principio no estaba seguro de que ver Miss America no fuera “cosa de niñas” y pensaba que tal vez debía estar afuera jugando fútbol o viendo a mi papá romperse los nudillos mientras trabajaba en el carro. Pero esos años en que lo vi, aprendí algunas cosas mientras le hacía fuerza a miss California, nuestra favorita por ser de nuestro Estado de origen. La primera, que el resultado del concurso era impredecible y dramático, y que las personas del público, así como quienes participaban, invertían gran cantidad de energía en toda la empresa. Incluso si miss Texas ganaba, con su áspero acento y su enorme cabellera, al menos aprendía algo sobre los concursos, la geografía, las diferencias regionales y el país en su conjunto.

Décadas más tarde, mientras le huía a mi trabajo de grado, mi exploración de canales de televisión terminó decidiéndose por el concurso de Miss Universo. Interrumpiendo mi letargo de teleadicto, el bombillo creativo se me encendió en el cerebro para hacer un análisis geopolítico de la belleza a partir de los parámetros del certamen. Varias conclusiones surgieron rápidamente. Primero, las mujeres africanas carecían del tipo de cuerpo preferido: tenían gran cantidad de grasa corporal en las caderas y piernas —marcador de belleza y fertilidad de las sociedades agrícolas—, y evidentemente no habían tenido el tiempo o la disposición para pasar varias horas al día en el gimnasio, ponerse a dieta rigurosa o someterse a una liposucción. Las mujeres de Asia oriental tenían las proporciones correctas, el índice de aproximadamente 90, 60, 90 cm en el busto, la cintura y las caderas, pero les faltaba estatura. Las concursantes europeas, estadounidense, canadiense y las de los países de la Mancomunidad Británica representaban bien el ideal del Atlántico Norte y, por consiguiente, hacían alarde de la riqueza, el desarrollo y el esparcimiento del mundo moderno. Pero las latinas tenían la estatura, la figura, el rostro y el estilo para enfrentarlas, y para colmo poseían una feminidad sexy pero sencilla y una “alteridad exótica” que era familiar y atractiva, a la vez que tradicional y moderna.

Un año después, durante una pausa en la edición de mi tesis doctoral ya terminada, me topé con el concurso de Miss Universo de 1993 que se llevaba a cabo en Ciudad de México. México estaba entonces en el proceso de realizar cambios importantes a la Constitución de 1917 y a su identidad del siglo XX, destruyendo gran parte de lo que la nación había defendido tras la Revolución Mexicana para poner en marcha un comercio más libre y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Los jueces del certamen, símbolos del internacionalismo y el nuevo orden, cometieron el error de no seleccionar a miss México como una de las diez finalistas, lo que puso iracundo al público ya exaltado y bullicioso. Los mexicanos no podían tolerar semejante afrenta, particularmente cuando la derogación del artículo 27, que las exigencias y hazañas de Emiliano Zapata hicieran famoso, indicaba una vez más que el gobierno mexicano no defendía los intereses de los ciudadanos mexicanos, sino de los inversionistas extranjeros. Sus silbidos y gritos obligaron a realizar varios cortes comerciales no programados y aun así la multitud no se callaba. Los jueces, de espaldas al público enardecido, miraban nerviosamente por encima del hombro mientras que al maestro de ceremonias Dick Clark, quien temblaba visiblemente, se le quebraba la voz. El público se puso de parte de miss Puerto Rico como su latina sustituta; las tres primeras finalistas —de Venezuela, Colombia y Puerto Rico— se dirigieron al público respondiendo sus últimas preguntas en español. Miss Puerto Rico5 ganó la corona. Básicamente la multitud se apoderó de lo que supuestamente era un evento corporativo, internacional y, sin embargo, “objetivo”. El público modificó el espectáculo y el resultado del concurso, demostrando que podía abrirse a cierta presión popular y que el certamen corporativo podía ser más “democrático” y sensible al honor nacional.

En 1994 estaba de regreso en Colombia haciendo más trabajo de campo para mi primer libro6 cuando un incidente final suscitó mi interés por investigar la belleza. Se celebraba en Cartagena un concurso departamental que, como en una pirámide, enviaría a la ganadora al concurso nacional de Señorita Colombia y, tal vez, a Miss Universo o Miss Mundo. La evidente favorita de la multitud era una morena de raíces afrocolombianas, una típica belleza local de cabello y ojos oscuros. Los jueces eligieron en su lugar a una concursante más clara y de aspecto europeo, lo que provocó las protestas del público. Tal parece que los jueces decidieron que una morena no podría ganar el concurso nacional ni representaría adecuadamente a la élite de la ciudad y del departamento. El público, entonces, hizo algo fascinante: sacó a su favorita a la calle, la coronó como su reina y la llevó en desfile de celebración. La política del concurso oficial y el ritual paralelo en la calle pusieron de relieve los profundos problemas de clase y color que dividen a la élite y al pueblo de Colombia.

El trabajo de campo para este libro comenzó propiamente en 1997, seguido dos años más tarde por otra recolección de datos. Los periódicos, diarios y revistas abundaban en las bibliotecas y archivos de Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena, lo que me suministró fuentes de belleza para esas ciudades y sus alrededores, y para otros países. Los relatos de viajes del siglo XIX me permitieron asomarme a la vida de provincia en Antioquia, Cauca, Santander, Cundinamarca y el río Magdalena tras los pasos de los viajeros nativos y extranjeros que se enfrentaron a la difícil y extensa geografía de Colombia en camino a diversas ciudades. Cromos, el equivalente colombiano de Life Magazine, me sirvió como una buena fuente longitudinal, debido a su publicación semanal desde 1916 y porque en sus portadas suelen predominar las imágenes de mujeres atractivas e importantes. Como la mayoría de los seres humanos usamos muchísimo la vista para estudiar y comprender nuestro mundo, también me centré en fuentes visuales como fotografías, grabados y caricaturas para complementar las fuentes textuales.7

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533 стр. 39 иллюстраций
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9789587815122
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