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Cartografías críticas y enseñanza literaria

El legado de Cristo Figueroa

Cartografías críticas y enseñanza literaria

El legado de Cristo Figueroa

María Piedad Quevedo Alvarado

Editora académica



Reservados todos los derechos

© Pontificia Universidad Javeriana

© María Piedad Quevedo Alvarado, editora académica

© Clemencia Ardila-Jaramillo, Ariel Castillo Mier, Betty Osorio, César Valencia Solanilla, Carmen Elisa Acosta Peñaloza, Diana Galindo Cruz, Diana Guzmán Méndez, Javier H. Murillo, Javier Arenas Cala, Juan Alberto Blanco Puentes, Luis Fernando Restrepo, María Piedad Quevedo Alvarado, Juan Cristóbal Castro Kerdel, Carolina Alzate, Camilo Cerpa de la Puente, Felipe Sánchez Villarreal, Juan Felipe Robledo Cadavid, Luz Mary Giraldo, Roberto Burgos Cantor, Liliana Ramírez Gómez, autores

Primera edición: Bogotá, D. C.

Noviembre de 2019

ISBN: 978-958-781-423-1

ISBN electrónico: 978-958-781-424-8

DOI: https://doi.org/10.11144/Javeriana.978-958-781-424-8

Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

Hecho en Colombia

Made in Colombia

Editorial Pontificia Universidad Javeriana

Carrera 7.a n.° 37-25, oficina 1301

Edificio Lutaima

Teléfono: 3208320 ext. 4752

www.javeriana.edu.co/editorial

Bogotá, D. C.


Coordinación editorial

Camilo Sierra Sepúlveda

Diagramación y diseño de cubierta

Inti Alonso

Imagen de cubierta:

© Cristo Hoyos, sin título, 1982

Pontificia Universidad Javeriana, vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno. Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana. Las opiniones expresadas en este libro son responsabilidad de sus autores y autoras y no compromenten necesariamente la opinión de la Pontificia Universidad Javeriana.

Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J.

Catalogación en la publicación

Quevedo Alvarado, María Piedad, editora académica, autora

Cartografías críticas y enseñanza literaria : el legado de Cristo Figueroa / María Piedad Quevedo Alvarado [y otros diecinueve]. -- Primera edición. – Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2019.

ISBN : 978-958-781-423-1

1. Figueroa Sánchez, Cristo Rafael - Crítica e interpretación 2. Literatura colombiana - Historia y crítica - Siglo XX 3. Literatura barroca - Historia y crítica - Siglo XX 4. Estudios literarios I. Pontificia Universidad Javeriana. Departamento de Literatura

CDD C860.9 edición 21


inp.30/10/2019

Como cartógrafo trazo mapas, encuentro puentes visibles y otros invisibles, me sorprendo al descubrir intersecciones y atajos en los caminos de los estudios literarios que no conocía, encuentro salidas y el trazado que emprendo no siempre se corresponde con lo que intento caracterizar, pero usualmente lo circunscribe y hasta lo potencia en insospechados horizontes y vínculos interdisciplinarios.

CRISTO FIGUEROA, “Horizontes y agendas de los estudios literarios en la actualidad”

Autora

Cristo Figueroa nació en 1953 en Sahagún (Córdoba). Como maestro, crítico y teórico de la literatura, ha consagrado su vida a la formación literaria de profesores, críticos y escritores en todo el país. Es licenciado en Filosofía y Letras con especialización en Literatura, maestro en Literatura y doctor en Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana. Se vinculó como profesor a la Pontificia Universidad Javeriana en 1976 y se ha desempeñado como director encargado del área de Literatura, director del Departamento de Literatura y director de la Maestría en Literatura.

Igualmente, ha colaborado con instituciones culturales como el Banco de la República y casas de cultura en varias regiones del país, a las que ha sido invitado como conferencista y tallerista de quehaceres literarios, críticos y culturales. La labor académica y docente de Cristo Figueroa se expresa por medio de diálogos disciplinarios e interdisciplinarios en los cuales cree y a los cuales le apuesta de manera permanente como posibilidad de compartir saberes, de crear vínculos y de descubrir inquietudes y búsquedas análogas en los proyectos académicos, literarios y culturales del país.

También fue profesor y directivo de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca por 30 años, así como catedrático en distintas universidades de Bogotá, como la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de los Andes, la Universidad Jorge Tadeo Lozano, la Universidad Externado y la Universidad Santo Tomás. Su contribución como docente también ha sido notable en universidades regionales, como profesor de diversos programas de maestrías y doctorados en literatura y humanidades: Universidad del Valle, Universidad de Antioquia, Universidad eafit, Universidad Tecnológica de Pereira, Universidad del Tolima y Universidad Surcolombiana.

Para Cristo Figueroa, la docencia es una experiencia de vida en la que se tiene que dar lo mejor de uno mismo, lo más decantado de un saber y siempre hay que disponerse a buscar con los otros, búsqueda que implica riesgos. La experiencia docente ha de comportar más preguntas que respuestas, más deseos de conocimiento que posesiones de saberes congelados. Solo de esta manera la actividad docente es una experiencia de vida, un espacio de diálogo y una plataforma para colaborar en la construcción ética de la cultura, del conocimiento y de la historia misma.

Contenido

Presentación

María Piedad Quevedo Alvarado

Primera parte. El trazado

Cartografía de un lector en filigrana

Clemencia Ardila-Jaramillo

El canon caribeño de Cristo Figueroa

Ariel Castillo Mier

El ejercicio intelectual de Cristo Figueroa: sus redes simbólicas y discursivas

Betty Osorio

El código barroco

César Valencia Solanilla

Continuidades y discontinuidades: una lectura de las formas de la literatura del siglo XIX

Carmen Elisa Acosta Peñaloza

Del gabinete de curiosidades al museo contemporáneo: nación y literatura del siglo XIX en la obra de Cristo Figueroa

Diana Galindo Cruz

Del lector en clave barroca al lector antiteórico

Diana Paola Guzmán Méndez

La explicación de textos como una reivindicación de los silencios en el análisis de textos literarios

Javier H. Murillo

El maestro emancipador

Javier Ernesto Arenas Cala

Cristo Figueroa en Unicolmayor: crónica de una vida dedicada a construir universidad

Juan Alberto Blanco Puentes

Segunda parte. Horizontes críticos

Cartagena de Indias en el siglo XVII: la retórica del asco y la humanidad denegada

Luis Fernando Restrepo

Monstruosidad y norma poética: la Invectiva apologética de Hernando Domínguez Camargo

María Piedad Quevedo Alvarado

Los dominios de Clío: esbozo para pensar una historia literaria alternativa

Juan Cristóbal Castro Kerdel

Rafael Pombo en Nueva York, 1855-1856: de diarios, fisuras y travestismos

Carolina Alzate

Manuela, de Eugenio Díaz Castro: cuadro de costumbres de la ciudad letrada neogranadina

Camilo Cerpa de la Puente

El porro en la fundación de una comunidad regional imaginada en el valle y las sabanas del Sinú: apuntes preliminares para su estudio

Felipe Sánchez Villarreal

Tercera parte. Retratos

El maestro y el amigo

Juan Felipe Robledo Cadavid

Semblanza: entre la amistad y la literatura

Luz Mary Giraldo

Retrato a varios lentes

Roberto Burgos Cantor

Cuarta parte. Ethos

Educación literaria: Cristo Figueroa en conversación con Liliana Ramírez

Publicaciones de Cristo Figueroa

Autores y autoras

Presentación

Este libro es un homenaje a la trayectoria vital y académica de Cristo Rafael Figueroa Sánchez en el campo de los estudios literarios en Colombia. Su labor como profesor, crítico, estudioso de la literatura, cartógrafo y lector agudo y sensible es reconocida en los trabajos aquí reunidos, escritos por colegas y exestudiantes suyos. Estos son, pues, un testimonio de su fecunda labor crítica y de su pauta de acercamiento a la literatura. El lector encontrará la configuración de preguntas críticas de largo aliento, así como la transformación de intereses investigativos y la emergencia de nuevas inquietudes que avivan y enriquecen la reflexión sesuda, detallada y deleitosa, de modo que el trabajo de Cristo no solo nos habla sobre problemas literarios o textos, periodos o autores, sino sobre la constitución de una personalidad intelectual, la confluencia de centros, afectos y experiencias de vida, la sensibilidad crítica, la pasión por leer y escribir.

Podría decirse que su ethos tiene la forma de un ágape: su apertura al otro, la literatura como una vida compartida, como un don que se ofrece a los demás, ya sea en sus clases, en su conversación inteligente y cálida, en la intensidad del recuerdo en su voz apasionada y alegre, en sus desayunos amarillos y demás banquetes barrocos, en su solidaridad, en su amistad generosa.

Desde campos como las literaturas latinoamericanas de los siglos XIX y XX y problemáticas como el barroco y el neobarroco, la novela de la Violencia, las poéticas del Caribe, la narrativa centrada en la ciudad, las escrituras de mujeres o la teoría literaria, entre otros, sus trabajos se han movido entre centros y márgenes, poderes y contrapoderes, tiempos y confluencias estéticas, los cuales abren inéditos interrogantes, suscitan nuevas relaciones textuales y culturales y motivan lecturas heterodoxas que recuperan materialidades contingentes y trazos impuros de la historia.

Las cuatro partes que conforman el libro aproximan desde distintos ángulos sus contribuciones a los estudios literarios. La primera parte aborda los trabajos críticos de Cristo, ponderando sus aportes y haciendo visibles las indagaciones que han abierto, las discusiones y tradiciones que rastrean y ahondan y los enfoques nuevos que han propuesto o alentado. La segunda parte la componen trabajos académicos que dialogan con algunos de los temas estudiados a lo largo de su carrera: la Colonia y el barroco neogranadino, el siglo XIX latinoamericano, la teoría y la historia literarias, así como su interés por las músicas del Caribe y por lecturas que lleguen más allá del canon, que muevan o retracen sus límites. La tercera parte la constituyen tres textos más personales, en los que se hacen aún más visibles el mentor y el amigo. La cuarta es una entrevista en la que Cristo conversa sobre su concepción de los estudios literarios, la lectura analítica, su pasión por el barroco, entre otras cuestiones.

Podemos contar su trabajo y este libro como un referente importante para reconstruir la historia de la formación de un pensamiento académico literario en Colombia y lo que este ha significado para el estudio, la difusión y la problematización tanto de la literatura como de los propósitos y alcances de nuestra propia práctica crítica.

Agradezco mucho la disposición, el trabajo y la paciencia de cada uno de los autores que participaron en este volumen, de quienes destaco su aprecio intelectual y personal por el maestro y amigo que aquí celebramos, así como el apoyo que a este proyecto le dieron desde su inicio Germán Mejía Pavony, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana; Juan Felipe Robledo Cadavid, entonces director del Departamento de Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana; Ana María Noguera, coordinadora de publicaciones de la Facultad de Ciencias Sociales; Nicolás Morales Thomas, director de la Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Jhon Mesa, su editor general, y Camilo Sierra, editor encargado de este volumen. La entrevista que cierra este libro se publicó originalmente en el libro Pensamiento educativo en la universidad: vida y testimonio de maestros, editado por Fabiola Cabra-Torres (Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2016); la reproducimos aquí con su autorización. Mi gratitud también a Juan Pablo Díaz Clavijo, por su oportuna y valiosa ayuda en el cierre de este libro.

MARÍA PIEDAD QUEVEDO ALVARADO

Primera parte

El trazado

Cartografía de un lector en filigrana

Clemencia Ardila-Jaramillo

En el año 2015, en su participación como conferencista central del XIX Congreso de la Asociación de Colombianistas, Cristo Rafael Figueroa Sánchez se presentó como “docente, investigador, crítico y divulgador” de la literatura. Esta enumeración da cuenta de los diferentes ámbitos de su desempeño: como pedagogo, a través de cursos y seminarios; como conferencista, en simposios y congresos nacionales e internacionales; como lector crítico de la literatura hispanoamericana y, muy especialmente, de la colombiana, y como escritor, reseñista y promotor de escritores del país, en revistas, coloquios y entrevistas. La voz del profesor, del investigador, del crítico y del divulgador la han escuchado no solo quienes viven en Bogotá, su sede desde hace muchos años, sino también quienes hacemos parte de otras regiones. En una suerte de movimiento de descentramiento –quizá a tono con los movimientos de la cultura y la literatura en los últimos tiempos, como bien lo señala Cristo Rafael–, sus clases, sus conferencias y sus textos han hecho presencia en otras instituciones del territorio, como la Universidad de Antioquia, la Universidad eafit, la Universidad Pontificia Bolivariana, la Universidad del Valle, la Universidad Tecnológica de Pereira, la Universidad del Norte, la Universidad de Cartagena y muchas otras situadas más allá de los límites de la República, en Estados Unidos y en México, por ejemplo.

Sin embargo, lo que interesa destacar en este momento es que dicha enumeración desliga, por razones prácticas y culturales, actividades estrechamente relacionadas, por cuanto involucran siempre –y en el caso de Cristo Rafael de una manera decidida, rigurosa y comprometida– la lectura y la escritura. Es del lector y del escritor, quienes se visten con el ropaje del profesor, del investigador, del crítico y del divulgador, según las exigencias de nuestra cultura, de quien se quiere seguir su rastro en este texto, y aventurarnos entonces a validar la afirmación del escritor argentino Ricardo Piglia, quien anota: “La crítica es una forma moderna de la autobiografía. Uno escribe su vida cuando cree escribir sus lecturas. ¿No es a la inversa del Quijote? El crítico es aquel que encuentra su vida al interior de los textos que lee” (13).

Son diversos los formatos –ensayos críticos, conferencias, coloquios, sesiones de clase, libros– y múltiples los textos en los que, en cada trazo de su escritura, Cristo Rafael deja algo de sí mismo, de su pasión por la literatura, de su mirada emotiva y crítica, apasionada y analítica sobre las obras literarias, sobre los movimientos estéticos.

Asumimos, pues, las sesiones de clase que como estudiantes vivimos, las conferencias y coloquios que como discípulos y amigos escuchamos, y los ensayos que como colegas leemos, subrayamos y discutimos, como el material por medio del cual se puede reconstruir una vida intelectual, como el insumo para trazar una cartografía con algunos de los rasgos que identifican su propuesta de lectura, explicación e interpretación de una obra literaria. Volver sobre algunas notas de clase en las que se destacan rasgos del barroco y del planteamiento estético de sor Juana –que conservo desde hace más de veinticinco años en mi reducido archivo de “inolvidables experiencias de lectura”–; releer algunos de los artículos sobre la obra de Domínguez Camargo, Germán Espinosa, Roberto Burgos Cantor, Andrés Elías Flórez, Albalucía Ángel, Luis Fayad, Parra Sandoval, Julio Cortázar, Fernando del Paso, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, entre otros; y, en fin, revisar las reflexiones acerca de la literatura, su estatuto y su lectura que, desde los años ochenta hasta el presente, forman parte de las preocupaciones de Cristo Rafael significa revisitar una propuesta de lectura crítica de obras, autores, teorías literarias, valoraciones estéticas y presupuestos históricos, culturales y sociales.

Este recorrido es el que se quiere compartir en este artículo, propósito para el cual se seleccionaron algunos términos convergentes en su escritura,1 cuya resonancia significativa, dentro del proyecto investigativo, crítico y divulgador de Cristo Rafael, se busca demostrar a continuación. En efecto, dichos términos actúan como puntos de referencia del mapa que se quiere trazar y ayudan a seguir el desarrollo de una propuesta de lectura que se presenta en dos momentos: el primero, “Praxis cr ítica”, enfatiza en las destrezas del lector crítico y en el papel de los estudios literarios al momento de analizar una obra literaria; el segundo, “Diálogo interdisciplinario”, señala la necesidad de involucrar saberes y disciplinas diversas por parte del crítico, con el fin de dinamizar las diversas dimensiones significativas del texto. En uno y otro se cifra la propuesta de una lectura en filigrana en la que, paso a paso, el lector teje y desteje los hilos –discursivos, retóricos, diegéticos, culturales– con los cuales un autor configura una propuesta estética y literaria.

Praxis crítica

Esta expresión se toma como núcleo central de un recorrido en el que, desde la perspectiva del docente y pedagogo de la literatura, primero, y más tarde, como crítico e investigador, se desarrolla una propuesta de lectura con propósitos críticos. Además de los múltiples ensayos respecto a escritores colombianos e hispanoamericanos en los que es posible inferir un modelo de lectura, cuatro textos de reflexión acerca de la relación entre teoría, crítica e historia literarias, y sobre la enseñanza de la literatura, dan cuenta de algunas de las premisas en las que se sustenta dicha propuesta: “La explicación de textos en el Departamento de Literatura: una experiencia a través de los cursos” (1979); “Necesidad y vigencia de la teoría literaria/debates y reformulaciones contemporáneas en Hispanoamérica y Colombia” (2005); la conferencia dictada en el XIX Congreso de la Asociación de Colombianistas en 2015, “Horizontes y agendas de los estudios literarios en la actualidad”, y el que es quizá el último aporte a esta discusión, “La enseñanza de la crítica literaria: entre el concepto y la praxis”, conferencia dictada en el I Simposio de Estudios Literarios y publicada en el 2016 como prólogo al libro que recoge las memorias de este evento académico. La experiencia del docente, el ejercicio del crítico literario y la voz del investigador confluyen en estas reflexiones, así como en documentos en los que se encuentran algunas nociones y posiciones de estudiosos de la literatura y de la cultura respecto al ejercicio de la crítica literaria.

Un interés didáctico y pedagógico motiva las primeras aproximaciones sobre el modo de proceder del crítico literario en el ensayo de 1979, en el que, como su título lo anuncia, se presenta la fundamentación teórica y didáctica del curso Explicación de Textos, del programa de Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana. En este escrito, se busca articular una propuesta de lectura consciente y metódica de la obra literaria para, a partir de aquella, proceder después a una valoración crítica. Los calificativos de tal lectura como consciente y metódica establecen, de hecho, una concepción en la que el análisis fundamentado en categorías y un proceso de validación y confirmación constituyen los pilares de una propuesta de explicación de textos constituida por tres etapas: “de comienzo, la intuición primigenia –contacto directo, emocional y afectivo con el texto– luego, un proceso de racionalización y conceptualización a través del análisis; finalmente, la valoración del yo del lector, basándose en las verificaciones analíticas” (212). Ese primer paso inicial, en el que se promueve el contacto directo, emocional y afectivo con el texto, es quizá uno de los asuntos más singulares de esta propuesta, en tanto significa introducir la emoción y la afectividad en el proceso de lectura y les otorga un espacio y una función de apertura hacia el sentido de la obra. En esa dirección, constituye un movimiento de ruptura respecto a modelos de corte estructuralista –en boga durante los años setenta y ochenta, momento en el que se publica este artículo– y a la rigurosidad de esa analítica descriptiva, que privaba de cualquier intento de aproximación simpatética2 al texto por parte del lector.

No se piense, sin embargo, que el análisis de la obra propuesto adolece de la objetividad que reclaman desde sus inicios la teoría y la crítica literaria, puesto que, como bien se señala en el fragmento antes citado, a la emotividad y a la pasión del lector le siguen procesos de análisis y verificación que neutralizan, pero no eliminan, esa carga de subjetividad que señala hacia el lector. No de otra manera se comprende la elección de un autor, una obra o una postura estética, entre el múltiple universo literario, al momento de diseñar un programa curricular o escribir un ensayo crítico, por ejemplo. Esa selección es un asunto absolutamente personal, que habla del gusto, los intereses y los desafíos del estudioso de la literatura. Esa selección, por lo que ella significa en términos de pasión y reto intelectual, garantiza que al momento de hablar, de escribir sobre un autor, sobre una obra, se evidencie el estatuto humanístico de la literatura en todas sus dimensiones, individual, social, cultural y política, por ejemplo, y que el discurso crítico y pedagógico no transforme ese universo vital de la obra literaria en un objeto inerte desprovisto de sentimientos, críticas, contradicciones, visiones del mundo y propuestas de sentido acerca del ser humano y su mundo.

Esa intuición primigenia, ese contacto directo con el texto, como primer paso del proceso de explicación y punto de partida de una lectura crítica, constituye una de las características presente y constante a través del tiempo en todos y cada uno de los artículos, conferencias y clases de Cristo Rafael. La emoción y la pasión por cada una de las obras y autores que promueve, investiga y valora es quizá una de las lecciones más importantes que imparte.3 Allí, en los juicios críticos, se escuchan los ecos de un compromiso vital con la literatura. Para citar solo un caso y, a manera de ejemplo, Cristo afirma, a propósito de la producción narrativa del escritor colombiano Roberto Burgos Cantor, que sus novelas y cuentos

sugieren la posibilidad de un rescate imaginario de Cartagena a través del poder regenerador de la memoria colectiva, que si en algunos casos sólo constata ausencias o duda de su mismo poder restablecedor; en otros, logra recuperar memoriosamente esencias de un sujeto colectivo y de un entorno que nos identifica. (“Memoria y ciudades” 265)

Su inclusión como analista –a través de ese pronombre personal y plural a la vez– dentro del grupo de a quienes se convoca y se representa en la narrativa del escritor cartagenero va más allá de ser él también un escritor costeño. A quien se escucha es no solo al lector sensible a las propuestas y resonancias críticas de una obra, es también al ciudadano del siglo XXI que se sabe un ser global y a quien le cabe la responsabilidad de contribuir activamente en la construcción de una sociedad.

Esta participación del analista y la puesta en escena de su subjetividad, no solo como parte del proceso de lectura analítica de una obra, sino también como responsable de una valoración, resonará en algunas de las premisas que, a manera de recomendación para los actuales y futuros estudiosos de la literatura, enuncia en varios de sus artículos de la primera década del siglo XXI, momento en el cual la expresión praxis crítica se privilegia para referir procesos de lectura y análisis literario. En esa dirección, la noción de crítica se define como un “ejercicio valorativo y contextualizado de los textos, se concibe como espacio de preguntas, problematizaciones y búsquedas” (Figueroa, “La enseñanza de la crítica” 12). La importancia del contexto social, histórico y político que el texto literario convoca y la eficacia de la naturaleza propositiva –pues los juicios interpretativos no cierran el texto a futuras interpretaciones y valoraciones; no constituyen una verdad inamovible– se destacan como rasgos que definen el quehacer del crítico literario.

En términos operativos, se precisa que la praxis crítica, “en vez de fijar el objeto de estudio ‘en un locus preciso de indagación epistemológica’”, debe “desestabilizarlo a través de una mirada centrífuga, capaz de insertar la producción literaria en las complejas redes locales/globales de la cultura contemporánea” (Figueroa, “La enseñanza de la crítica” 15). Tres asuntos deben destacarse en esta premisa rectora: el primero, la reiteración del rechazo hacia modelos fijos que predeterminan la aproximación a una obra literaria y, por tanto, restringen la libertad, la imaginación y la creatividad del lector;4 el segundo, la inclusión de la literatura en el circuito cultural, y, por último, la caracterización de un modelo de lector cuya visión plural del texto responda a los nuevos desarrollos y concepciones de la cultura y la literatura. Asuntos los tres que confluyen en una propuesta en la que, a cambio de la aplicación de modelos sistematizados, descriptivos y predeterminados, se postula una praxis crítica que, por una parte, implica un quehacer del lector, en el que participan la imaginación y el análisis, la afectividad y la razón, la creatividad y el rigor científico; y, por otra, concita al menos tres disciplinas: la teoría, la crítica y la historia literarias. En el primer caso, ese haz de categorías dicotómicas sintetiza la colaboración que el texto literario reclama de sus lectores, en términos de las competencias necesarias para desplegar las propuestas de sentido cifradas en el texto literario. En el segundo, se postula que la sumatoria y el intercambio de nociones, categorías y procedimientos al interior de los estudios literarios favorece nuevos desarrollos, renueva las categorías5 y proyecta la literatura en la sociedad en un movimiento continuo,6 ya que

la praxis crítica confrontada con categorías conceptuales hace crecer el espectro teórico, que, enriquecido a su vez, ilumina nuevamente el ejercicio valorativo de textos, autores y circuitos; este doble movimiento nutre los fundamentos propios de la historia literaria, cuyos procesos remueven continuamente criterios, establecen trayectos o perciben intersecciones, de acuerdo con los descubrimientos críticos y con las categorías teóricas, cada vez más renovadas. (Figueroa, “Necesidad y vigencia” 162)

De este modo, se establecen los dominios de cada una de estas disciplinas; se llama la atención sobre el hecho de que comparten un mismo objeto de estudio y, lo más importante para nuestros fines, se señala una ruta, un proceder por parte del crítico literario. A las teorías y metodologías de análisis literario las precede una praxis crítica, esto es, la puesta en acto de un ejercicio valorativo por parte de un sujeto lector, fruto de ese primer contacto directo y afectivo con el texto, en el que las conjeturas, las indagaciones y el riesgo se hacen presentes. En esa dirección, anota Cristo Rafael que:

No se trata hoy de fijar modelos analíticos para proceder luego a su aplicación per se, desconociendo muchas veces la singularidad de los textos, sino, y sobre todo, de adiestrar al estudiante en el conocimiento y utilización de conocimientos y estrategias que vinculen teoría y praxis durante el proceso de lectura de los textos, sin perder de vista la complejidad de los lugares de enunciación de los mismos. (“La enseñanza de la crítica” 13)

Así, se reitera cómo en un segundo momento se deben confrontar esos primeros juicios, producto de una visión plural acerca del texto, con categorías de análisis diversas, cuya función en términos de legitimación de las valoraciones e intuiciones del lector y de potenciación del significado del texto no deben perderse de vista, a riesgo de caer en ejercicios obtusos. Dicho de otra manera, se trata de reconocer “la supremacía de la praxis crítica, sin la cual [la intervención teórica] desembocaría en abstracción hermenéutica” (Figueroa, “Necesidad y vigencia” 163). Igualmente, se reclama la experticia del lector en el manejo de las herramientas que la teoría literaria le provee y se enfatiza en la importancia de un uso pertinente y relevante de estas, de acuerdo con las características del texto literario en cuestión. Estas son acciones en las que tanto la imaginación, la creatividad y la pasión como la razón, el análisis y el rigor científico actúan como catalizadores que atraen, refuerzan y agrupan sentimientos, ideologías, visiones del mundo y, en fin, todos aquellos elementos que conforman el universo ficcional.

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9789587814248
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