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“Una carcajada en un velorio”

“Una carcajada en un velorio”: los inicios de la República Liberal en la caricatura de Ricardo Rendón, 1930-1931

Resumen

Este libro es un acercamiento a la muerte del caricaturista Ricardo Rendón. Desde los momentos inmediatos a su última decisión, en el café La Gran Vía, de Bogotá, se han hecho muchas interpretaciones de su vida, obra y muerte. El “caballero de la triste figura” fue especialmente analizado por sus pares y compañeros de vida bohemia, tanto en su natal Antioquia como en la ciudad que lo recibió para sus ácidos retratos de la vida política del país. Sin embargo, desde la historiografía aún es muy escasa la interpretación sobre su influencia como caricaturista, su vida y los aspectos de la política revuelta de la que hizo parte a través de su trabajo gráfico. En estas páginas, nos acercamos a sus últimos meses de vida, que coinciden con el inicio de la República Liberal. Es una lectura de sus caricaturas sobre los diferentes acontecimientos de la vida política del país, el transcurso del primer año de gobierno de Enrique Olaya Herrera, la irrupción de la violencia (especialmente en el campo) y los temas picantes de la política petrolera, hasta llegar a ese decisivo 28 de octubre de 1931.

Palabras clave: Ricardo Rendón, caricatura, política, Colombia, principios del siglo XX.

“A Laugh at a Wake”: The Beginnings of the Liberal Republic in the Caricature of Ricardo Rendón, 1930-1931

Abstract

This book offers an approach to the death of cartoonist Ricardo Rendón. Since immediately after his ultimate act, at the La Gran Vía café in Bogotá, many interpretations of his life, work, and death have been proposed. Especially, the “Gentleman of the sad figure” was analyzed by his peers and companions in the bohemian lifestyle, both in his native Antioquia and in the city that welcomed him to elaborate his acid portraits of the political life of the country. However, from a historiographical perspective, there is a shortage of interpretations of his influence as a cartoonist, his life and the aspects of the political revolt of which he was part through his graphic work. In these pages, we examine his last months of life, which coincided with the beginning of the Liberal Republic. It is a reading of his cartoons about different events in the political life of the country, during the first year of Enrique Olaya Herrera’s government, the outbreak of violence (especially in the countryside), and the hot topics of oil politics, until reaching that decisive October 28, 1931.

Keywords: Ricardo Rendón, caricature, politics, Colombia, early 20th century.

Citación sugerida/Suggested citation

Herrera Correa, Juan Carlos. “Una carcajada en un velorio”: Los inicios de la República Liberal en la caricatura de Ricardo Rendón, 1930-1931. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2020. https://doi.org/10.12804/urosario9789587845310

“Una carcajada en un velorio”

Los inicios de la República Liberal en la caricatura de Ricardo Rendón, 1930-1931

Juan Carlos Herrera Correa

Herrera Correa, Juan Carlos

“Una carcajada en un velorio”: los inicios de la República Liberal en la caricatura de Ricardo Rendón, 1930-1931 / Juan Carlos Herrera Correa. – Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2020.

Incluye referencias bibliográficas.

1. Rendón, Ricardo – caricaturista – 1930-1931. – Biografía. 2. Humorismo gráfico – Colombia. 3. Liberalismo – Colombia – 1930-1931. 4. Caricatura política – Colombia – Prensa. 5. Historia política – Colombia – Siglo XX. I. Herrera Correa, Juan Carlos. II. Universidad del Rosario. III. Título.


741.59861SCDD 20

Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. CRAI


DJGROctubre 16 de 2020

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995


© Editorial Universidad del Rosario

© Universidad del Rosario

© Juan Carlos Herrera Correa

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 n.º 12B-41, of. 501

Tel: 297 0200, ext. 3112

editorial.urosario.edu.co

Primera edición: Bogotá, D. C., 2020

ISBN: 978-958-784-530-3 (impreso)

ISBN: 978-958-784-531-0 (ePub)

ISBN: 978-958-784-532-7 (pdf)

https://doi.org/10.12804/urosario9789587845310

Coordinación editorial: Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo: Ella Suárez

Diseño de cubierta y diagramación: William Yesid Naizaque Ospina

Diagramación: William Yesid Naizaque Ospina

Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

Hecho en Colombia

Made in Colombia

Los conceptos y opiniones de esta obra son responsabilidad de sus autores y no comprometen a la Universidad ni sus políticas institucionales.

El contenido de este libro fue sometido al proceso de evaluación de pares para garantizar los altos estándares académicos. Para conocer las políticas completas visitar: editorial.urosario.edu.co

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

Contenido

Prólogo Ricardo Rendón o el espíritu enigmático y callado

Introducción

Rendón como persona

El contexto

La crisis

El epílogo

Conclusiones

Bibliografía

Cronología

Lista de ilustraciones

Ilustración 1. Propaganda que ilustra la publicación del álbum

Ilustración 2. Ricardo Rendón y Mario Ibero

Ilustración 3. El maestro Ricardo Rendón, de M. España

Ilustración 4. Las caricaturas de Rendón por Serrano

Ilustración 5. Agosto 7 de 1930

Ilustración 6. Centenario de la muerte del Libertador

Ilustración 7. Para los hombres de buena voluntad

Ilustración 8. Año nuevo 1931

Ilustración 9. Con tinta indeleble y Polvo eres y en polvo te convertirás

Ilustración 10. Las opiniones divididas

Ilustración 11. Ante el bloque liberal

Ilustración 12. El primer aniversario

Ilustración 13. Cosi va il mando

Ilustración 14. Reincidencia

Ilustración 15. La reorganización del M. de O. P.

Ilustración 16. Juegos malabares con “los del balde”

Ilustración 17. Hamlet príncipe de Dinamarca

Ilustración 18. Nuestras relaciones con Rusia

Ilustración 19. ¡Al año!

Ilustración 20. Cómo pasaron las cosas

Ilustración 21. El ministro reportero

Ilustración 22. Día de fiesta

Ilustración 23. El momento político

Ilustración 24. Las auras populares y las cometas de agosto

Ilustración 25. En los puros ladrillos

Ilustración 26. El viaje del presidente

Ilustración 27. La Constitución del 86

Ilustración 28. El doctor

Ilustración 29. Los “Tigrecitos” en Tunja

Ilustración 30. La justicia cojea, pero...

Ilustración 31. La víctima desconocida

Ilustración 32. Los escrutinios de Bolívar

Ilustración 33. El Escuadrón Silvio Villegas

Ilustración 34. El desarme de la provincia de García Rovira

Ilustración 35. El relámpago del Catatumbo

Ilustración 36. Santas pascuas

Ilustración 37. El sanalotodo

Ilustración 38. El Catatumbo ante la cámara

Ilustración 39. El memorial de Quintín Lame a la Cámara

Ilustración 40. Leiga pa que se instruiga

Ilustración 41. Se acabó el Catatumbo

Ilustración 42. La última caricatura del maestro Rendón

A Luis Vidales

Ancho el sombrero se posa pájaro negro en su cabeza y no es la tristeza con la que el pintor adorna el cuadro. Es el país Con su botella de ajenjo Sobre la mesa donde un día él en contra Vía, escribió, “No me lleven a casa”, mientras la pequeña pistola apunta contra el tiempo cincuenta años después, desde el agujero de la sien por donde se le escapa todavía la caricatura de la patria.

“Ricardo Rendón”, de Armando Orozco Tovar1

PRÓLOGO


Ricardo Rendón o el espíritu enigmático y callado

Rendón estaba llegando en ese tiempo a una de las etapas más agudas y atormentadoras del alcoholismo, y comprendía, y temía que lo que había hecho su vida y su gloria, la claridad y firmeza de su línea, la inspiración mordaz, el ingenio servido físicamente por una maestría insuperable, estaba llegando poco a poco a su término. Es cierto también que debió parecerle, en medio de su temblorosa visión del futuro cercano, que la cantera de donde extraía la inspiración para sus dibujos, estaba a punto de cerrarse. Y decidió romperse la cabeza en un momento de terrible desfallecimiento y de supremo valor.2

¿¡A quién no impresiona Rendón!? Todo de negro, del ancho sombrero a los zapatos largos que me los imagino, como un gitano de taberna en taberna en la Bogotá aquella de su tiempo; presente en todo y ausente con todos. Disfrutando de la calle de esa pequeña Bogotá que era la de su tiempo, y que solo en un recorrido breve daba para toparse con Alberto Lleras, con León de Greiff, con Luis Tejada y con José Mar, y con toda esa muchachada que a poco andar sería la clase literaria y política de Colombia.

El joven historiador Juan Carlos Herrera dialoga con todos los implicados en adivinar y suponer lo que fue vida y muerte de Ricardo Rendón. En realidad, nadie ha podido saber qué fue lo uno y lo otro. Aproximaciones a un hombre que dejó para que lo juzgaran no su vida íntima, sino su gráfica. Fue hijo de Ricardo Rendón y Julia Bravo, estudió en el taller del maestro Francisco Antonio Cano y en el Instituto de Bellas Artes, dirigido por José Antonio Gaviria, en Medellín. Sus primeros dibujos aparecieron en Panida, revista de un juvenil grupo que capitaneaba León de Greiff. Frisaba apenas los diecinueve años. Escribió versos y su primera caricatura fue publicada en Avanti, que dirigía Samuel Delgado. Fue colaborador de La Semana, un suplemento literario de El Espectador.

Rendón, junto con De Greiff y junto con muchos otros, había subido de la remota Antioquia a la húmeda e insalubre pero culta Bogotá de entonces. No era cosa de un mercado nacional que ponía a un colombiano en conocimiento de otro, sino la cultura, el arte, la literatura que todo junto constituía la política de entonces. Bogotá, esa rara capital de la república, encumbrada, gélida, eternamente con gripa y con lluvia, alejada del mar, tenía una inexplicable atracción que ninguno de los llegados de las montañas de occidente u oriente explicó, pero que sabían que solo aquí los intelectuales podían verse e interactuar y, sobre todo, trabajar y producir arte a la vez, ¡quién sabe!

Era Rendón, desde siempre, arte y parte de la Bogotá que para esa época podía expresarse por tener el vehículo para hacerlo. Su talento, su competencia artística que había demostrado en sus trabajos en Medellín, le abrió las puertas en Bogotá en el diario La República, cuyo dueño era don Alfonso Villegas, el mismo que lo fuera de El Tiempo, el viejo e inquieto republicano antioqueño, suegro generoso de don Eduardo Santos. Pertenecía Rendón a esa sensibilidad, que fue también la de Villegas, Santos, Carlos E. Restrepo, militantes duros del republicanismo y adversarios altivos de la Hegemonía Conservadora. Corrían los últimos años de la década de 1910 cuando arribó a la capital; tenía veinticuatro años, y cuando empezó a caminar parriba y pabajo a lo largo de la carrera séptima hasta alcanzar las sedes de Bogotá Cómico, Cromos, El Espectador, El Gráfico, Universidad y El Tiempo, donde trabajó.

Vivió 37 años. Los últimos trece los pasó en Bogotá. Pocos, en verdad, pero vividos con inaudita intensidad. Fueron trece años de vida productiva. Se sabe poco de su pensamiento expresado verbalmente. Se pronunciaba por el transcurso de sus trazos. Sus líneas agudas y rápidas retrataban lo que de sus objetos de trabajo pensaba, y lo que pensaba era por lo mucho que oía en una Bogotá de intelectuales que no tenían para dónde pegar, distinto de recorrer las pocas calles y refugiarse en los mentideros políticos de entonces, que no eran bastantes.

Nada escapaba de la política, y todo era tan pequeño que Rendón, taciturno y expectante, lograba manifestarlo en rasgos. Por la edad en que estaba, se movía entre la generación de Los Nuevos, lo que quería decir que tenía por encomienda contribuir a la caída de la Hegemonía Conservadora. Así lo entendió y así lo practicó.

Que estaba con Los Nuevos lo demostró al convertirse en el ilustrador de la revista Universidad, que dirigió Germán Arciniegas a partir de 1921, época en que los estudiantes aparecían como parte de la clase política. Su trabajo en la primera época de Universidad consistió en dibujar para la portada los rostros de los dirigentes estudiantiles. Más adelante, los estudiantes son remplazados por curiosas estampas de niños. En la segunda etapa de la revista, el país ve complicarse el dibujo de Rendón, conforme se complicaba la vida política del país. En Universidad, Rendón coincide con lo más granado del arte colombiano de entonces: su maestro Francisco Antonio Cano y los pintores Ricardo Gómez Campuzano, Lois Barbe, Adolfo Samper, Fernando Caro, León Cano, Rinaldo Scandroglio; con los escultores Marco Tobón Mejía y Gustavo Arcila, y con el caricaturista Lisandro Serrano. Selecto el campo artístico de entonces que, aunque quisiera, no pudo liberarse del campo político; arte y política caminaban de la mano. Los artistas con sus obras, lo más que hicieron fue darle un poco de estética al ácido transcurrir de la política cotidiana que lo era todo.

Rendón se dedicó a demoler con la fuerza de su lápiz. De los retratos del físico de los protagonistas, del proceso histórico con el que ilustraban los periódicos noticias y acontecimientos fue pasando al retrato crudo de la represión. La fotografía apenas despegaba; sorprenderá en el lente de Jorge Obando, que lograba capturar el espectáculo de las masas despiertas, pero era la fotografía gráfica de Rendón la que demolía. Se fue ganando poco a poco la primera página de El Tiempo, toda la parte superior. Su sorprendente dibujo lo fue todo para el periódico: mensaje y editorial.

Inmensa fue la obra desarrollada por Rendón en una vida tan corta. No tenemos una obra de conjunto. Apenas esbozos. Juan Carlos Herrera aborda en su libro la última etapa de la vida de Rendón. Se aproxima a ella con detalles que permitirán hacerse a una idea del proceso último de su muerte. Sus puntos de vista son los de la sensibilidad de gente muy joven que se interesa por descubrir aspectos interesantes del fenómeno Rendón.

César Augusto Ayala Diago

Departamento de Historia Universidad Nacional de Colombia


INTRODUCCIÓN


En torno a la muerte de Ricardo Rendón, muchas conjeturas se han lanzado. Entre las diferentes interpretaciones, estudiosos del arte y de su obra, como la crítica de arte Beatriz González Aranda, historiadores como Germán Colmenares y Alfredo Iriarte, así como en el periodismo, se han movido por hipótesis que parten de su comportamiento y condiciones mentales, por ejemplo, la ciclotimia —trastorno del estado de ánimo, menor a la bipolaridad—. Aspectos como la relación que el melancólico artista tenía tanto con el periodismo como con el Gobierno también aparecen. Se ha vinculado, además, el alcoholismo, una crisis económica, sentimientos de traición en los liberales y, a fin de cuentas, su relación cercana a la muerte; esto último desde la temática de sus caricaturas y su “obsesión necrofílica”.3 Ante este panorama, se pone en hilo la cuestión de la muerte del llamado “mejor caricaturista colombiano del siglo XX”.4 En este problema, nos corresponde hablar de su vida, entender a su familia, su formación y trabajo en las artes gráficas, artísticas y pictóricas. Es un cruce de relaciones desde lo personal, su vida privada, aquellos quienes lo rodearon y lo retrataron, acompañado de una vista de su mente, genialidad y, en especial, su caricatura.

Al ser Rendón un hombre de periódicos, y según Germán Colmenares, un hombre de opinión pública,5 se trata de la comprensión de su trabajo en caricatura para el periódico El Tiempo desde 1924 hasta el día de su muerte. Es el momento cuando su producción perteneció al periódico de mayor circulación en el país y de lectura de millares de personas.6 Son publicaciones de primera página (y, en ocasiones, la ocupan completa) del medio de corte liberal que, con su enorme actividad combatiente, terminó por apoyar y contribuir a la caída de la Hegemonía Conservadora. La llegada a este punto, sin embargo, no correspondió a una línea de trabajo única desde sus inicios en Antioquia. Se habla de dos épocas bien definidas: la juvenil, de Medellín, y su época en Bogotá.7 Pero surge el interrogante: ¿cómo entender su último año de vida? Aunque nos refiramos a una posición intacta en su capacidad de ser radiografía de la historia política del país, como lo define Miguel Escobar para la segunda etapa, este es un año de enormes cambios. Es el tiempo de la victoria liberal, el auge de la figura de Enrique Olaya Herrera y del mismo Rendón.8 A diferencia del ataque constante a los conservadores, con el nuevo Gobierno hubo cambios en la temática, miradas e impresiones que en sus caricaturas dejó en su paso por El Tiempo durante este último año. Si nos conectamos a las hipótesis de la relación de Rendón con el Gobierno, su alejamiento, su crítica y la traición que pudo sentir, resultó en un año diferente a los anteriores, una tercera etapa, un tercer Rendón.

El análisis de su trabajo gráfico se delimitó desde el 7 de agosto de 1930 (día de la posesión del presidente Enrique Olaya Herrera) hasta el 30 de octubre de 1931 (día en que se publica su última caricatura). Esta es la historia del primer año de Gobierno de Olaya Herrera. Un periodo atravesado por el cambio de régimen. Es la formación y sostenimiento de la Concentración Nacional y la crisis económica que desde la Gran Depresión acabaron por descomponer al Partido Conservador y el sistema fiscal nacional. Es el periodo de la reorganización nacional en torno a la figura de la nueva república liberal, con amplias expectativas y enormes presiones por alcanzar un desarrollo económico sostenible, el cual se esperaba estuviera a la par de la búsqueda de la paz; pero que, en cambio, en temas como la cuestión petrolera y la violencia electoral terminarían por agitar esta época.

Su aporte gráfico en las diferentes portadas de El Tiempo durante esos quince meses presenta una línea de historia política. Es un periodo de amplias expectativas y de diferencias entre las denuncias de Rendón con otros sectores de la política agitada de los años treinta. Es un juego entre Rendón, el Partido Liberal, el Conservador, el periódico El Tiempo y la opinión pública, que Rendón representó muy bien. Se trata del cruce y el diálogo entre las dos esferas que forman al Rendón que acaba con su vida el 28 de octubre de 1931. Es una composición de dos caras: una de un hombre excepcional, un artista, pero que a su vez es un “Caballero de triste figura”,9 un hombre acongojado y ciclotímico, de un renombre y una enorme trayectoria intelectual y gráfica en el país. Por otro lado, cuenta una historia política muy agitada, de escenas claras, empapadas de decenas de referencias y múltiples discusiones en torno al cuerpo de Gobierno, aunque llevadas al mundo de las comunicaciones para hacerse líder de una opinión pública. Es un avance en la comunicación como en la publicación de su álbum en 1930, cuando su trabajo queda como consigna transparente de la vida colombiana, así se perdieran “toneladas de papel de imprenta”,10 que tanto se han escrito sobre el país.

Con relación a lo historiográfico, es importante hacer un balance, un estado del arte en torno a Rendón y a su contexto. Sobre la caricatura como fenómeno político y medio de comunicación, Beatriz González Aranda, en La caricatura en Colombia a partir de la independencia,11 lo sitúa como un paradigma, un fenómeno marcado por su contexto sociopolítico, de una formación intelectual notable y bien definida. Es la pluma de momentos clave en la historia política del país, especialmente antes del periodo liberal. Su temática recorría la intervención del clero en la política y las “roscas” alrededor de la Alcaldía de Bogotá. Su figura, luego de su muerte, queda marcada en una serie de descendientes que dejaron al caricaturista antioqueño como un signo de prestigio y, por tanto, resultaba un afán de remplazarlo y encontrarle sucesor. En la publicación del Banco de la República Bogotá en caricatura12 se ubica a Rendón en la esfera de participación sobre la imagen construida de la ciudad de Bogotá desde la caricatura. Lo sitúa como una carrera de amplia cotización y la formación de una leyenda agitada en vida (en torno a su trabajo de caricatura y a su espíritu bohemio) e impulsada con su suicidio.

En lo que corresponde a su trabajo en específico, la literatura disponible es aún muy corta. Con respecto a trabajos especializados, está Ricardo Rendón: una fuente para la historia de la opinión pública de Germán Colmenares.13 Aparte de reivindicar su figura, presenta el trabajo histórico desde la capacidad de uso de las fuentes gráficas. Se acerca a Rendón como expresión del fenómeno contemporáneo de la opinión pública. Es una caricatura que se mueve entre la conciencia subjetiva y la colectiva, en una imagen construida para el entendimiento de una vida pública que permanecía “aislada y solemne”.14 Como análisis discursivo, Rendón vuelve a aparecer en la tesis de grado de Luz Stella Velázquez Sierra, “Rendón en primera plana”.15 Su aporte está en el tratamiento de la caricatura política en cuanto a una relación compleja entre la imagen visual y el texto escrito, en la formación de un discurso desde elementos semióticos para su producción y comprensión.

El tema de su vida y muerte ha estado más que todo en manos de la literatura y el periodismo. Para la construcción de su biografía, los datos de que disponemos están en manos de autores como Alfredo Iriarte Núñez, en El silencio de los artistas es la muerte,16 y Adel López Gómez, con Ellos eran así: anecdotario de la literatura y la vida.17 Este primer autor se mueve en torno al ensayo y la novela histórica. Reconstruye una serie de pistas y datos con respecto al final de la vida de Rendón. Es un acercamiento a su muerte con la entrega de la interpretación de Edmundo Rico, pionero de la psiquiatría en Colombia, el cual describe el comportamiento ciclotímico y la cenestesia (sumatoria de sensaciones internas) que en un momento anémico y un “raptus ansioso” lo llevaron a su decisión fatal.18 El trabajo de Adel López, por su parte, en su contacto directo con el caricaturista, entrega algunos datos de su espíritu y su figura en la vida en Bogotá. Relata algunas anécdotas que López compartió con Rendón, entre ellas un diálogo sobre la publicación del álbum de caricaturas en 1930. Por último, la reconstrucción de la vida, la imagen y el legado siguen en manos del periodismo. En este espacio, en algunos momentos se ha discutido la figura de Rendón enérgicamente. Se han presentado diversos datos, como descripciones de su espíritu; su obra, tanto en caricatura como en la gráfica publicitaria (pues es el padre del indio de la marca de cigarrillos Pielroja), y sobre su muerte. En El Tiempo se encuentran datos en los aniversarios de su muerte19 y los homenajes y despedidas que allegados al artista realizaron entre el 29 y 30 de octubre de 1931. A ellos se suma la palabra del poeta contemporáneo a Rendón, Luis Vidales, quien da su impresión del artista en el medio de su cercanía política, Voz Proletaria.20

El trabajo gráfico de Rendón para el periodo fue de 64 caricaturas publicadas en la primera página del diario. De una selección de su trabajo, las clasificamos en cuatro temas: el Gobierno, la esperanza, la violencia y el petróleo. Son cuatro historias de exposiciones y denuncias que hace a lo largo de su carrera durante esa época en El Tiempo. Antes de estas cuatro líneas narrativas, tenemos como primer capítulo a “Rendón como persona”, enfocado en un acercamiento a su vida. Es la construcción, desde los datos biográficos, de sus dos primeras etapas y formación, hasta la llegada a Bogotá. De su estilo bohemio y su vida en esta ciudad, llegamos al final de este camino con su entrada a El Tiempo. Se relatan, además, ciertos momentos de su actividad fuera del periódico y otros aspectos cotidianos que lo marcaron hasta ese 28 de octubre. Luego, las cuatro categorías temáticas en las que se agruparon sus caricaturas, a su vez, se ilustran en dos capítulos: “El contexto”, donde se trabaja, por un lado, “La esperanza”, línea ideológica de Rendón. Son las posibilidades de renovación y la celebración de la figura de Olaya Herrera. Es un avance a las críticas y el derrumbe en ciertos momentos de esta imagen. Es el despertar del país luego de la muerte de la Hegemonía Conservadora y la relación que finalmente va a tener Rendón con el nuevo Gobierno, donde se observan los momentos de distancia y cercanía. Por otro, “El Gobierno”, tema que se encarga de la narración de los términos cotidianos, sobre la actividad de los ministros, el Parlamento, el Ejecutivo y la reorganización de la política en construcción del Gobierno liberal.

Los otros dos temas, como epicentro de las situaciones más intensas de la obra de Rendón, se agrupan en el tercer capítulo: “La crisis”. Ahí, con “La violencia” están las tensiones y denuncias que, desde la caricatura, se hacen para comprender este periodo no como un conflicto circunstancial derivado de la época electoral, sino para entender esto como una temprana violencia. Es la configuración de las actitudes de los directorios políticos (conservador y liberal), en una escalada de maniobras políticas y guerreristas, que evolucionaron al paso de la mitad de siglo hasta llegar a la explosión definitiva en el conflicto armado. Con el contrato del Catatumbo, tenemos el último tema: “El petróleo”. Se habla de una política en específico y la cobertura extensa desde los medios de comunicación. No se trata únicamente de relatar lo inmerso en la caricatura, sino también de ver algunos aspectos anteriores. Es una breve historia de los tratados en torno a la explotación petrolera en la región. Es salir del tiempo de Rendón para detallar algunas consecuencias del contrato. Acá está la distancia de un hombre de élite, de intelectualidad y de ciudad, con un mundo social más complejo como el indígena, de relaciones complejas trazadas no solo por la raza y la etnia; también por su condición de protegidos desde los resguardos (con condiciones diferentes a las de otros habitantes de las regiones del país, campesinos y colonos). Es, así mismo, una reflexión desde la historia social. Son los comportamientos de las distintas clases (una alta, que es política, económica e intelectual al mismo tiempo, y un pueblo raso de campesinos, colonos, indígenas y habitantes urbanos) frente al cambio de Gobierno. Sin embargo, veremos que, según el ojo de Rendón, no se alcanza a retratar una realidad de complejas organizaciones e identidades en conflicto (clase, raza, etnia, región, otros partidos políticos, etc.), sino en una tensión de dos mundos, de ese lugar de la política y la élite, contra una base que compone el resto de la población civil. Como cierre de la exposición narrativa, se pone en consideración una sola caricatura en “El epílogo”. Es la interpretación sobre su última caricatura del 30 de octubre adjunto a la exposición de los hechos inmediatos a su suicidio. Es el cubrimiento de El Tiempo a su funeral y las diferentes publicaciones que, desde el día siguiente hasta nuestros días, se hace de su persona, su alma, trabajo y última decisión.

Este libro resulta ser el cruce de miradas que terminan por reencaminar un proceso. El encuentro con tan enigmático personaje fue gracias a la intención del profesor César Ayala y el curso Métodos Históricos, del pregrado de Historia de la Universidad Nacional de Colombia. El azar me puso junto al caballero antioqueño, en un curso en el cual se dio rienda suelta al estudio de la caricatura política en Colombia. Esta producción nace del esfuerzo académico y la imaginación de toda una serie de futuros historiadores, quienes dimos nuestra semilla por recuperar el valor de esta serie de artistas. A través de la prensa, resultaron ser receptores y transmisores a la opinión pública, de la convulsionada política colombiana, especialmente durante el siglo XX. Solo era cuestión de un empujón para seguir avanzando en esta investigación, hasta aterrizar en estas páginas.

El valor de la pluma entintada terminó por ser un aguijón. Los artistas picarían las fibras de los regímenes furibundos desde la consolidación del espíritu republicano en Colombia a finales del siglo XIX. Rendón fue ese punto final. Fue la clausura de una serie de pícaras escenas que estimulaban a los espectadores y hacían tambalear a los gobiernos decadentes. Mi intención e interés fue arrastrar la visión de ese punzón del fenómeno Rendón hasta el pilar de la política y la historiografía liberal. La muerte terrenal del artista y sus arrasadoras hipótesis al respecto no eran mi único punto de atención. Estas páginas son también una revolcada, entre los archivos y las letras del periodismo, a los agrios pasados de la clase política en general que, entre guerrerismo y corrupción, sumió al país en una cruenta violencia. La reconstrucción de ese pálido rostro, decorado con tan vistoso chambergo, salta ahora a las nuevas miradas gracias al apoyo de la Editorial de la Universidad del Rosario. Esta es la nueva etapa de un camino redirigido por un fulguroso encuentro.

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