Читать книгу: «La educación financiera en la enseñanza preuniversitaria de la Comunidad Valenciana»
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EDITA:
Cátedra de Empresa y Humanismo.
Universitat de València
PATROCINA:
Universitat de València
Consellería de Economía Sostenible, Sectores Productivos Comercio y Trabajo. Generalitat Valenciana
Caixa Popular
Seidor
AUTORES:
Sergio Camisón-Haba
Investigador Contratado Cátedra de Empresa y Humanismo, Universitat de València
José A. Clemente Almendros
Profesor de Empresa y Comunicación, Universidad Internacional de La Rioja
María Isabel Borreguero Guerra
Profesora Asociada de Didáctica y Organización Escolar, Universidad Miguel Hernández de Elche
José María Gómez Gras
Catedrático de Organización de Empresas, Universidad Miguel Hernández de Elche
EQUIPO DE REDACCIÓN:
Sergio Camisón-Haba
Investigador Contratado Cátedra de Empresa y Humanismo, Universitat de València
José A. Clemente Almendros
Profesor de Empresa y Comunicación, Universidad Internacional de La Rioja
María Isabel Borreguero Guerra
Profesora Asociada de Didáctica y Organización Escolar, Universidad Miguel Hernández de Elche
José María Gómez Gras
Catedrático de Organización de Empresas, Universidad Miguel Hernández de Elche
Montserrat Boronat Navarro
Profesora Contratada Doctora de Organización de Empresas, Universitat Jaume I
Beatriz Forés Julián
Profesora Contratada Doctora Organización de Empresas, Universitat Jaume I
Tomás González Cruz
Profesor Titular de Organización de Empresas, Universitat de València
Melanie Grueso Gala
Colaboradora Contratada Cátedra de Empresa y Humanismo, Universitat de València
Ignacio Mira Solves
Profesor Titular de Organización de Empresas, Universidad Miguel Hernández de Elche
Alba Puig Denia
Profesora Ayudante Doctora Organización de Empresas, Universitat Jaume I
Antonio José Verdú Jover
Catedrático de Organización de Empresas, Universidad Miguel Hernández de Elche
DISEÑO Y MAQUETACIÓN:
Victoria Lorenzo Plumed
Unitat de Suport al Vicerectorat de Projecció Territorial i Societat
ISBN: 978-84-9133-211-4
© de esta edición: Universitat de València, 2018.
© de los textos: los autores.
© de las imágenes: los propietarios.
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Índice
CAPÍTULO 1
La educación financiera: puntos clave para el debate
1.1. Justificación
1.2. Objetivos del informe
1.3. Nociones de educación financiera, alfabetización financiera y competencia financiera
1.4. Educación financiera a nivel nacional e internacional
1.5. Iniciativas de apoyo a la educación financiera
1.6. Desarrollo de programas curriculares y no curriculares de educación financiera
CAPÍTULO 2
Nivel de educación financiera en la juventud de la Comunidad Valenciana
2.1. Metodología
2.1.1. Determinación de la muestra
2.1.2. Recolección de información y medida de las variables
2.2. Base de datos
2.3. Análisis de los datos
2.3.1. Análisis descriptivo
2.3.2. Resultados por competencias
2.3.3. Análisis multivariante/factores explicativos
2.3.4. Conclusiones
CAPÍTULO 3
Propuesta de plan de educación financiera para la juventud de la Comunidad Valenciana
3.1. Cuestiones capitales del diseño curricular
3.2. Principios de educación financiera
3.3. Buenas prácticas de educación financiera
3.4. Objetivos de educación financiera
3.5. Competencias financieras a desarrollar
3.5.1. Competencias financieras en el área “Dinero y transacciones financieras”
3.5.2. Competencias financieras en el área “Planificación y gestión de las finanzas”
3.5.3. Competencias financieras en el área “Riesgo y diversificación”
3.5.4. Competencias financieras en el área “Perspectivas financieras”
3.5.5. Competencias financieras en la vertiente ética
Bibliografía
Anexo I. Cuestionarios
Anexo II. Fichas por preguntas/competencias
CAPÍTULO 1
LA EDUCACIÓN FINANCIERA: PUNTOS CLAVE PARA EL DEBATE
1.1. JUSTIFICACIÓN
Es imposible hoy negar la trascendencia de los temas económicos, porque de ellos dependen nuestras vidas como trabajadores, consumidores, inversores, ahorradores, empresarios o contribuyentes. La vida cotidiana de cualquier ciudadano está impregnada de decisiones económicas, que toma como demandante de bienes y servicios y como ofertante de capital y trabajo. La Economía pues ha dejado de ser un área técnica de interés restringido a los economistas, para pasar a formar parte de la cultura general de cualquier ciudadano.
Desde que se consolidó en nuestro país una economía de mercado moderna, todas las personas se han enfrentado a decisiones vitales de su existencia, como son el pago de impuestos, el ahorro, el grado de endeudamiento, la contratación de productos financieros o hipotecarios, la compra-venta de acciones o títulos financieros de cualquier otra clase, y el aseguramiento de una renta en la vez mediante fondos de pensiones, entre muchos otros. Es más, asuntos cotidianos como la compra de cualquier artículo precisan un análisis de las condiciones de venta dadas por el precio, los posibles descuentos, la relación entre coste y calidad y su comparación con productos competidores, entre otros factores, para en base a ellos tomar la decisión más racional. De igual manera, los jóvenes se ven impelidos cuando terminan la enseñanza obligatoria a tomar una decisión económica crucial, cual es la de diferir su percepción de ingresos con la entrada en el mercado laboral a cambio de una expectativa de mayores ingresos futuros gracias a la posesión de un título universitario o de formación profesional.
Estas necesidades justifican sobradamente la necesidad que tienen todas las personas de resolver sus lagunas de ignorancia financiera que les han impedido tomar las mejores decisiones. No hay que olvidar al economista británico Alfred Marshall, quien definió la Economía como “el estudio de la humanidad en las ocupaciones ordinarias de la vida”. En esta línea, la reconocida experta en educación financiera Annamaria Lusardi, profesora de la George Washington University y directora del Financial Literacy Center, sostiene que “al igual que no era posible vivir en una sociedad industrializada sin la alfabetización escrita (la habilidad para leer y escribir) no es posible vivir en el mundo de hoy sin estar instruido financieramente. Para participar plenamente en la sociedad actual, la alfabetización financiera es crítica” (Lusardi, 2012: 2).
Las dificultades y los debates puestos en la palestra por la crisis económico-financiera han sido igualmente relevantes para cualquier ciudadano porque han puesto de manifiesto de forma descarnada lo sujeto que está a fuerzas económicas distantes y difíciles de desentrañar, que condicionan su nivel de vida. El tsunami financiero que ha sacudido a Occidente durante la última década ha despertado inquietudes antes minoritarias sobre el porqué de la debacle, cómo se podría haber evitado, qué alternativas económicas existen, cuál ha sido la responsabilidad de cada uno en el estallido, en qué medida hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y qué va a quedar del Estado del Bienestar en aspectos como las pensiones o la cobertura del desempleo. Pero, además de estos temas de interés general, la última crisis financiera vivida a nivel mundial fue el colofón de una tendencia que no da signos de ceder, y que tiene que ver con la venta de productos financieros cada vez más complejos y arriesgados, cuya comprensión quizás escapa incluso al conocimiento de sus vendedores y compradores.
Los significados e implicaciones de arduos conceptos económicos como escasez o valor parece que todos los sepamos aplicar sin saber el por qué lo hacemos. Cuando los niños intercambian cromos, intuitivamente perciben el valor del cromo de algún futbolista por su escasez (al salir menos en la colección) o su mayor demanda por la popularidad de la figura. Ahora bien, en tanto que hasta bien avanzada la década de 1970, un ciudadano medio podía organizar sus finanzas de modo suficiente sabiendo comprar, ahorrar e invertir a plazo fijo, ahora se enfrenta a decisiones más complejas que escapan al común entender. La Comisión de las Comunidades Europeas (2007d: 3) reconocía paladinamente que “para muchos ciudadanos, los productos [financieros] son inherentemente complejos y su rendimiento futuro es difícil de evaluar. Las asimetrías en la información siguen siendo significativas: incluso productos financieros relativamente simples pueden parecer bastante complejos a un ciudadano medio que tenga poca o ninguna educación financiera”.
Sorprendentemente, los contenidos financieros desarrollados en el ámbito escolar han sufrido una regresión en la historia reciente. El crecimiento de la importancia ciudadana de una cultura financiera ha transcurrido en paralelo a su abandono por el sistema educativo. Prache (2014: 46) relata esta evolución para el caso de Francia: “un libro de escuela elemental francesa de los 1880s muestra que, hace más de un siglo, los niños recibían instrucción acerca del interés, tipos de interés, interés compuesto e incluso anualidades, junto con ejercicios de cómputo práctico relacionados. Hoy, a comienzos del siglo XXI, los currículos de matemáticas de mis hijos no incluyen ninguna de esas muy necesarias nociones ni de cómo usarlas: ni en la escuela privada ni en la secundaria”. En España, todavía antes del advenimiento del franquismo, era posible encontrar en los libros de texto de enseñanza primaria las nociones de capital e interés, las fórmulas de cálculo del interés simple y compuesto, la regla de descuento y la regla de compañía (que servía para repartir las ganancias o pérdidas comunes entre las personas asociadas para un negocio), con ejercicios prácticos para todas estas cuestiones.1 La asignatura de Economía doméstica fue otra pérdida irreparable en ese proceso de modernización que arrumbó con todo lo heredado sin calibrar frecuentemente su valor para el futuro.
La debacle económico-financiera vivida en años recientes ha puesto de manifiesto con crudeza las deficiencias de la ciudadanía en esta área (Gerardi, Goette & Meier, 2010, CE, 2007d, 2009). Estos hechos tienen fuerza suficiente para inducir una preocupación seria a nivel institucional y social por mejorar la educación financiera de todos los ciudadanos. Es un clamor la urgencia para priorizar la instrucción financiera de las generaciones más jóvenes, que además acceden cada vez a edad más temprana a servicios financieros sufriendo una más elevada exposición al riesgo (OCDE, 2014b: 14-15, Russia Trust Fund, 2013: 9). Como destaca la OCDE (2016: 3), “la evolución continua en el paisaje financiero, económico, demográfico y político, así como las transferencias graduales de riesgo hacia los individuos, han convertido la educación financiera en una habilidad clave en las sociedades de hoy”. Es decir, “la educación financiera se ha convertido en un elemento con vocación estructural dentro de la arquitectura del sistema financiero, dentro de la que está llamado a desempeñar un papel clave” (Domínguez, 2017).
Este capítulo 1 se inicia con la mención de los objetivos específicos que este informe persigue, a la luz de los antecedentes, las realidades, los beneficios (personales, sociales y económicos) y los riesgos que conllevaría la instauración de la educación financiera en la enseñanza preuniversitaria. A continuación, se aborda la naturaleza de la educación financiera en toda su relevancia, distinguiéndola de conceptos paralelos y señalando los elementos que la forman. Se desarrolla igualmente el debate sobre la idea de que “la alfabetización financiera debería ser incluida como una competencia básica dentro de la definición de competencias clave”, así como en un tema oficial del sistema educativo (ESBG, 2017: 3).
Los serios problemas que son consustanciales a una cultura financiera débil no han originado una demanda relevante de esta cualificación, de modo que la alfabetización de la población en este aspecto permanece varada. La investigación recoge los resultados del estudio empírico realizado a la juventud preuniversitaria de la Comunidad Valenciana para diagnosticar su grado de alfabetización financiera, en base a una encuesta administrada a una muestra representativa de esta población regional tras finalizar cada uno de sus ciclos educativos (ESO, Bachillerato o Formación Profesional de grado medio y Formación profesional de grado superior.
Los proyectos institucionales emprendidos por organismos nacionales internacionales están ayudando a corregir este desajuste entre las necesidades de cualificación financiera que la vida moderna plantea y las competencias reales que se tienen, pero a un ritmo demasiado lento. Este parsimonioso despliegue de la educación financiera tiene una de sus aristas en la discusión abierta que existe sobre el valor de estas iniciativas y la posible ideología encubierta que subyaciese tras sus lecciones. Mientras que en una fase inicial hubo un consenso elevado sobre la bondad y la efectividad de los programas de educación financiera, en el transcurso de su implantación y análisis han ido surgiendo voces discrepantes que cuestionan aquellas virtudes. Este tema se ocupa también de este debate, desmenuzando los beneficios económicos y sociales que una buena educación financiera aporta y los riesgos y sesgos ideológicos que pudiera la misma llevar adheridos.
El análisis de la literatura existente sobre los impactos de la educación financiera en los conocimientos y los comportamientos en finanzas, así como de las variables contingentes que influyen en su efectividad, permite reunir los factores que deben tomarse en consideración para el diseño de un plan de educación financiera para la juventud de la Comunidad Valenciana. Este diseño curricular de una materia específica de educación financiera se pretende que se adapte al perfil de los alumnos en los distintos ciclos formativos (ESO, Bachillerato, Formación Profesional de grado medio y superior y posterior acceso a la Universidad). El informe profundiza también en el resto de problemas a decidir, como son la fijación de los principios a seguir en el proceso educativo, las prácticas de excelencia a seguir en su diseño y puesta en práctica, los objetivos de aprendizaje y las competencias a desarrollar en cada etapa académica, de modo que todos los alumnos tengan asegurados al salir al mercado laboral, sea cuando sea se produzca este hecho, los conocimientos mínimos necesarios para tomar decisiones financieras efectivas y comportarse como un ciudadano financieramente competente y responsable.
Este informe es una iniciativa promovida por la Universidad Miguel Hernández de Elche, apoyada por la Consellería de Economía Sostenible, Sectores Productivos, Comercio y Trabajo de la Generalitat Valenciana, así como de la Cátedra de Empresa y Humanismo de la Universitat de València. En su ejecución han participado además colaboradores de la Universitat Jaume I y la Universitat de València. Igualmente, es necesario agradecer la cooperación necesaria y desinteresada de todos aquellos centros educativos que han sido participes del estudio empírico, asó como a los profesores de las universidades participantes en el estudio, que han hecho posible las labores de encuestado en todas las asignaturas de las que eran responsables.
1.2. OBJETIVOS DEL INFORME
La introducción de la educación financiera en la enseñanza preuniversitaria y su posible continuidad en los estudios superiores de la rama económica plantea una serie de cuestiones que este informe pretende despejar. En primer lugar, conviene saber qué se entiende por educación financiera, precisando las competencias, los objetivos, los principios y los contenidos que debería incorporar. El informe se preocupa también de diagnosticar la instrucción y la cultura financiera de la juventud estudiantil de la Comunidad Valenciana de los niveles básico y secundario.
Esta respuesta debe precisar cómo se incorporaría el diseño de la materia en el currículo básico de la educación primaria, en las diferentes áreas (especialmente ciencias sociales) del bachillerato y en los distintos módulos de formación profesional, y qué opciones emprender para consolidar la cultura financiera adquirida en la educación secundaria entre el alumnado de grados del ámbito económico. Este plan de alfabetización financiera debe indicar tanto cómo se debería incorporar la materia a las aulas como las necesidades de capacitación que requerirán los docentes en activo o los aspirantes a serlo.
Los objetivos específicos perseguidos en este informe son pues los siguientes:
1. Diagnosticar el grado de educación financiera del alumnado preuniversitario en la Comunidad Valenciana, y su progreso a medida que los jóvenes van atravesando los distintos ciclos formativos, a fin de enjuiciar si poseen las competencias necesarias para desempeñarse personal y profesionalmente de modo eficaz en la gestión de sus finanzas personales (economía doméstica).
2. Evaluar el conocimiento financiero de los jóvenes valencianos y su relación con el comportamiento habitual que asumen en temas financieros, a fin de saber si es suficiente para cubrir las necesidades exigidas para la toma de decisiones informadas en las condiciones del entorno contemporáneo.
3. Aprovechar la información recolectada en el diagnóstico para concienciar a la sociedad valenciana, a la opinión pública, a las instituciones, organizaciones y ciudadanos de esta comunidad autónoma, de la necesidad y la rentabilidad que se tiene, en términos sociales, de asegurar unos conocimientos mínimos de finanzas por todos los jóvenes en aras a promover comportamientos y actitudes ante el dinero, el ahorro, la deuda, la inversión y las transacciones monetarias, que favorezcan la estabilidad, el desarrollo económico, el progreso de todos los segmentos de la población y el bienestar económico y social general.
4. Promover diseños curriculares de una asignatura de Educación Financiera que capacite a los alumnos dentro del ciclo de enseñanza secundaria para entender el papel de las finanzas en la economía general y el engranaje básico de los productos y mercados financieros.
5. Diseñar currículos de educación financiera que capaciten a los estudiantes de enseñanza secundaria para desplegar una adecuada planificación financiera personal y familiar, de modo que sepan fijar su capacidad financiera, evaluar el grado de riesgo de su situación económica, elaborar presupuestos domésticos, e incluso calcular la cuota de un préstamo o la rentabilidad de un depósito. Es decir, la adquisición por los jóvenes durante su formación preuniversitaria de conocimientos financieros básicos debe servir para hacerles decisores más prudentes y concienciados de los riesgos que entrañan las decisiones de ahorro, inversión y especulación.
6. Promover experiencias y asignaturas que desarrollen en los alumnos preuniversitarios un conocimiento económico-financiero que les haga decisores conscientes de sus elecciones y sus efectos sobre el bienestar personal y el bien común. Este nuevo perfil podría contribuir a forjar una economía más estable y sostenible.
7. Mentalizar a los alumnos preuniversitarios sobre la importancia de la responsabilidad social, la sostenibilidad y la conducta ética en las finanzas. La mayor sensibilización sobre la exigencia de unas finanzas responsables aportará una mayor demanda ciudadana de comportamientos ejemplares a las entidades financieras.
8. Promover el conocimiento de las formas de inversión y financiación alternativas, como son la banca ética y la banca cooperativa. La mentalización sobre la existencia y el interés de las formas alternativas en modo banca ética y banca cooperativa puede ayudar al crecimiento de estos modelos financieros que hacen de la responsabilidad social y la cooperación los ejes de su discurso. Este avance debe aportar un empuje adicional significativo a la regeneración del sistema financiero regional.
1.3. NOCIONES DE EDUCACIÓN FINANCIERA, ALFABETIZACIÓN FINANCIERA Y COMPETENCIA FINANCIERA
La adopción de decisiones financieras requiere la posesión de una serie de destrezas y el despliegue de unas ciertas conductas por parte del consumidor o del inversor en orden a conseguir unos resultados eficaces.2 El concepto habitualmente manejado para designar la actividad o el proceso realizado para conseguir esos requisitos, el producto resultante o el nivel de instrucción logrado, suele ser el de educación financiera.3 Sin embargo, el criterio más ampliamente aceptado distingue la educación financiera como proceso de los resultados conseguidos, denominados indistintamente alfabetización, competencia o cultura financiera.
Según como la OCDE (2005b) la perfila en su Recommendation on principles and good practices for financial education and awareness, la educación financiera se concibe como “el proceso por el cual los inversores y los consumidores financieros mejoran su comprensión de los productos, conceptos y riesgos financieros y, a través de la información, la enseñanza y/o el asesoramiento objetivo, desarrollan las habilidades y confianza precisas para adquirir mayor conciencia de los riesgos y oportunidades financieros, tomar decisiones informadas, saber dónde acudir para pedir ayuda y llevar a cabo cualquier acción eficaz para mejorar su bienestar financiero”.
Es importante distinguir educación financiera, descrita como proceso, de la alfabetización financiera (financial literacy). La definición dominante a nivel internacional es la acuñada en el ámbito del informe PISA en su edición de 2011: “alfabetización financiera es el conocimiento y la comprensión de los conceptos y riesgos financieros, y las habilidades, motivación y confianza para aplicar tal conocimiento y comprensión en orden a tomar decisiones efectivas a través de un rango de contextos financieros, para mejorar el bienestar financiero de los individuos y de la sociedad, y para permitir la participación en la vida económica” (OCDE, 2012: 13). El proceso de educación financiera se materializa en el conjunto de habilidades, conocimientos y actitudes que les facultan para gestionar apropiadamente las cuestiones financieras a lo largo de su vida (Hung, Parker & Yoong, 2009) o, como dicen Lusardi & Mitchell (2014: 6), “la capacidad para procesar la información económica y adoptar decisiones informadas sobre la planificación financiera, la acumulación de riqueza, la deuda y las pensiones”.
Esta conceptualización tiene seis elementos característicos fundamentales, todos ellos derivados del enfoque establecido en el proyecto PISA de la OCDE (2010, 2012):
1. Entender la alfabetización como el resultado del proceso educativo. Esta la perspectiva adoptada por la OCDE (2010) en el marco del proyecto PISA, que expresamente busca construir un marco de evaluación de los resultados del proceso educativo que denomina alfabetización. Por tanto, se equipara la alfabetización financiera con la capacidad final adquirida por las personas a consecuencia del proceso de educación financiera (Russia Trust Fund, 2013: 9). Esta es la línea adoptada también por el European Savings and Retail Banking Group (ESBG, 2017: 3) cuando define la alfabetización financiera como “tener el conocimiento, las destrezas y las habilidades para tomar decisiones y acciones económicas y financieras responsables con el nivel de competencia requerido”, siendo la educación financiera el medio para alcanzar la alfabetización financiera. Sin embargo, el proyecto PISA (2012: 13) es cuidadoso al precisar que la alfabetización no es una línea estática que delimita una cierta cantidad de conocimiento acumulado tras el esfuerzo instructivo, y que separa a los alfabetizados de los que no lo están. Su visión es que se trata de un “conjunto expansivo de conocimiento, habilidades y estrategias, que los individuos construyen a lo largo de su vida”.
2. El marco de evaluación PISA ha optado por construir una definición del resultado del proceso educativo que “encapsule el producto de ese proceso en términos de competencia –competency– o alfabetización –literacy–” (OCDE, 2012: 13). Por tanto, alfabetización financiera y competencia financiera se interpretan como conceptos sinónimos.
3. En este marco (OCDE, 2012: 12) se da al término literacy el siguiente significado: “la capacidad de los estudiantes para aplicar conocimiento y habilidades en áreas clave del tema y analizar, razonar y comunicar efectivamente como ellos plantean, resuelven e interpretan problemas en una variedad de situaciones”. Por tanto, en la interpretación de PISA, la alfabetización financiera alude más a la capacidad de las personas para usar sus conocimientos y habilidades para responder a retos relacionados con demandas financieras de la vida cotidiana en la sociedad contemporánea, que al grado de dominio alcanzado respecto de los contenidos específicos establecidos en el currículum académico (OCDE, 2012: 13). El foco de la educación financiera se coloca entonces en conseguir que los jóvenes adquieran la habilidad para transferir y aplicar lo que han aprendido sobre finanzas personales a la toma de decisiones efectivas, entendiendo como tales las decisiones informadas y responsables que se toman para satisfacer una necesidad dada (OCDE, 2012: 14).
4. La alfabetización financiera se entiende como un conjunto de conocimientos (dominio de conceptos y técnicas), habilidades (para buscar información en orden a involucrarse en actividades financieras y en aplicar los conocimientos en decisiones financieras), comportamientos (regidos por el criterio de responsabilidad financiera que significa participación activa e informada en el mercado) y actitudes (preferencias respecto al riesgo, la rentabilidad y el ahorro) (Atkinson & Messy, 2012, ACCA, 2014: 4), entendiéndose que todos ellos son “necesarios para realizar adecuadas decisiones financieras y en última instancia alcanzar el bienestar individual” (OCDE INFE, 2015b: 5).
5. Aun cuando es obvio que no cabe esperar de jóvenes de 15 años que tengan un conocimiento avanzado de finanzas personales o de los riesgos financieros asociados, sí cabe afirmar que es deseable que cuenten con un conocimiento de elementos fundamentales del mundo financiero, que les hagan conscientes del entorno financiero en el que viven y de los riesgos financieros que sobre ellos penden. PISA incluye en este grupo cognitivo contenidos de dinero y transacciones, planificación y gestión de las finanzas, riesgo y beneficio, y panorama financiero.
6. Las habilidades financieras incluyen procesos cognitivos complementarios a los conocimientos financieros, como son los de buscar, comparar, contrastar, extrapolar, evaluar y aplicar información dentro de cierto contexto financiero. Estas habilidades incluyen competencias matemáticas como las que permiten calcular un porcentaje o convertir el valor de una moneda en otra; competencias lingüísticas tales como la de leer e interpretar textos publicitarios y contractuales; y competencias para gestionar los factores emocionales y psicológicos que influyen en la toma de decisiones (OCDE, 2012: 13-14).
7. Es más, un individuo financieramente alfabetizado es aquel que aúna a los conocimientos y habilidades antes descritos, otros atributos no cognitivos como son la motivación y la confianza para buscar información y asesoramiento antes de introducirse en actividades financieras. PISA define estos atributos como un objetivo de la educación financiera y como un instrumento para construir conocimientos y habilidades financieras (OCDE, 2012: 14).
8. La alfabetización financiera debe facultar a los jóvenes para desempeñarse tomando decisiones efectivas en todo tipo de contextos financieros en los que puedan verse involucrados, desde los más sencillos y frecuentes en su vida cotidiana (como comprar un móvil o manejar el dinero de bolsillo) hasta otros más complejos y cuyas consecuencias se prolongarán a largo plazo en su vida adulta (como son sus decisiones sobre estudio y trabajo).
9. La educación financiera tiene un propósito finalista bien definido: mejorar el bienestar financiero personal. Por tanto, la educación financiera debe centrarse en las finanzas personales, es decir, en la capacitación para comprender, gestionar y planificar los asuntos financieros suyos propios y de sus familias u hogares. No obstante, una comprensión, gestión y planificación adecuadas al nivel personal o familiar requieren un entendimiento de aspectos más amplios del sistema financiero y del sistema económico cuyo desarrollo impacta sobre la vida de los individuos y las familias, en muchos casos de forma considerable. En sentido contrario, la alfabetización financiera también ilumina la capacidad de las personas para contribuir constructivamente, mediante sus decisiones efectivas, a la vida económica de la comunidad (OCDE, 2012: 14).
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