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Читать книгу: «Educación financiera»

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Educación financiera. Mueve tu dinero

Primera edición, 2021

© 2021 Iñaki Jiménez Largo

© 2021 MARCOMBO, S.L .

www.marcombo.com

Diseño de la cubierta: ENEDENÚ DISEÑO GRÁFICO

Maquetación: cuantofalta.es

Correctores: Mónica Muñoz y Beatriz García

Directora de producción: M.ª Rosa Castillo

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra».

ISBN: 978-84-267-3394-8

Producción del ePub: booqlab

Dedicado a mis hijos, Marc y Àlex.

Gracias a ellos sé qué significa amar en el sentido profundo de la palabra: sin límites, sin contraprestaciones, sin dudas

Índice

PRÓLOGO

1. ¿POR QUÉ LA EDUCACIÓN FINANCIERA ES IMPORTANTE PARA TI?

2. LA IMPORTANCIA DEL AHORRO

2.1 ¿Cómo administro mi renta? Consumo versus ahorro

2.2 ¿Por qué debo hacer un presupuesto?

3. EL PRECIO DEL DINERO

3.1 ¿Qué son los intereses? Necesito una lavadora nueva

3.2 El papel del Banco Central Europeo (BCE)

3.3 Política monetaria expansiva y contractiva

4. LA MAGIA DEL INTERÉS COMPUESTO

5. GASTAR NO ES LO MISMO QUE INVERTIR

5.1 Cara o cruz: rentabilidad y riesgo

5.2 ¿Qué es la liquidez?

5.3 Alternativas de inversión: la importancia de tomar buenas decisiones

5.4 Renta fija o renta variable

6. INTERMEDIARIOS FINANCIEROS: LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y LOS PECES

6.1 Función principal de las entidades financieras

6.2 Quiero abrir una pizzería: ¿me das pasta?

7. DIBUJOS ANIMADOS: TIN Y TAE

7.1 La tasa de interés nominal o TIN

8. OBJETIVO FINAL: RENTABILIDAD

8.1 ¿Qué es la rentabilidad?

8.2 Rentabilidad económica y rentabilidad financiera

8.3 Rentabilidad económica

8.4 Rentabilidad financiera

8.5 El efecto cobra en economía: cuidado con la picadura de las serpientes

8.6 Ponme un gin-tonic

8.7 No te olvides de la rentabilidad fiscal

9. EL ENDEUDAMIENTO: ¿CUÁNDO ES SANO Y CUÁNDO EMPIEZA A SER UN PROBLEMA?

9.1 ¿Qué es una hipoteca?

9.2 Mis consejos a la hora de buscar una hipoteca

9.3 ¿Interés fijo o variable?

9.4 ¿A cuántos años pido el préstamo hipotecario? Azúcar Moreno

9.5 A negociar con el banco

9.6 Diferencia entre «préstamo» y «crédito»

10. EL MONSTRUO DE LA INFLACIÓN

10.1 Efectos negativos de la inflación

10.2 ¿Qué es la deflación? ¿Debo temerla?

10.3 ¿Cómo afecta a mis inversiones?

11. PANORAMA COVID-19

11.1 PIB y PNB

11.2 Dragon Khan: «Esto sí que es caer»

11.3 Reapertura y tercer trimestre: «Volvemos a respirar»

11.4 Cuidado con la segunda ola: «No encuentro el salvavidas»

11.5 La nueva teoría sobre la recuperación en forma de K

11.6 ¿Qué pasa con la clase media? El restaurante Hoy no cocino

11.7 Borrachera bursátil: aparecen las primeras vacunas

11.8 Y la recuperación, ¿para cuándo?

12. NO TE QUEDES QUIETO

PRÓLOGO

Querido lector:

Voy a intentar explicarte por qué he decidido escribir este libro. La verdad es que existen muchos y magníficos libros sobre educación financiera y, al respecto, no creo que el mío vaya a tratar temas muy diferentes al resto.

Pero, durante el confinamiento, he estado colaborando con algún prestigioso diario de economía que me permitió grabar vídeos relacionados con educación financiera básica.

En ellos, he utilizado aquellos ejemplos que, a lo largo de los años, me han servido para ilustrar a mis queridos alumnos, que son siempre el estímulo que me lleva a escribir o a grabar vídeos.

Por otro lado, también he tenido la suerte de hacer algunas colaboraciones en una fantástica cadena radiofónica en la que me han dado total libertad para expresar mis opiniones sobre temas básicos de educación financiera y comentar las noticias que iban golpeando a nuestra diezmada economía a raíz de esta maldita pandemia. Y me he dado cuenta de que la economía debe explicarse de forma sencilla y amena. La mayoría de las personas no aguantan ni cinco minutos a aquellos eruditos que utilizan un lenguaje técnico y rebuscado, que solamente entienden ellos y su selecto círculo de «grandes economistas».

Es más, me atrevo a decir que, cuando algo se entiende de verdad, uno debe ser capaz de acercar ese conocimiento al resto de los mortales.

Por estos motivos, creo que el libro que voy a empezar a escribir no será mejor en cuanto a contenidos que el resto que ya están publicados, pero será diferente.

Y la diferencia residirá en que, siendo fiel a mi forma de divulgar, intentaré acercar todos los conceptos que, a continuación, explicaré a cualquier público, ya sea experto o no en la materia.

Mientras tecleo en el ordenador, me estoy fijando dos objetivos fundamentales: que este libro te sea de ayuda cuando tomes decisiones financieras y que, además, si puede ser, te resulte ameno.

Son los mismos objetivos que me fijo cuando, a las ocho de la mañana, tengo que hablar con una mascarilla a más de veinte chicos que acaban de alcanzar la mayoría de edad sobre temas como la inflación, el ahorro, el precio del dinero, etc.

Y te puedo asegurar que, si no intentas hacer estos temas atractivos, los chicos pueden estar tentados a seguir en brazos de Morfeo o con la mirada perdida en el compañero o la compañera que tienen a su lado.

Así que, con estos ambiciosos objetivos, voy a intentar convencerte de que la educación financiera es importante para ti, mi querido lector.

1
¿POR QUÉ LA EDUCACIÓN FINANCIERA ES IMPORTANTE PARA TI?

A lo largo de este capítulo, voy a tratar de convencerte de que necesitas tener conocimientos sobre educación financiera para poder gozar de una salud económica que te permita vivir bien en este competitivo mundo capitalista.

Hace muchos años, en los colegios se impartía una materia llamada Pretecnología. En ella, se pretendía enseñar a los chicos y las chicas nociones básicas sobre el mantenimiento del hogar: cambiar un enchufe, arreglar electrodomésticos sencillos, trabajar un poquito con la madera…

Tengo que reconocer que, aunque siempre fui un notable estudiante, todo aquello relacionado con las manualidades se me daba francamente mal. Pero, aun así, me he ahorrado alguna vez un buen dinero haciendo alguna chapuza sencilla en casa y prescindiendo de los servicios de un profesional.

Si Núria, mi mujer, está leyendo este capítulo, seguramente se echará las manos a la cabeza y pensará que, sin duda, soy el hombre más desastroso para el bricolaje y menesteres similares. Y, pobre, tiene toda la razón del mundo. Pero, si yo me he ahorrado alguna vez una buena factura del lampista, imaginad en aquellos hogares donde hay auténticos «manitas» que dominan todas las vertientes del mantenimiento doméstico.

Te pongo este ejemplo porque, igual que hace más de treinta años se consideró que era fundamental que los chicos y chicas supiéramos algo de bricolaje, hoy día es más que fundamental que nuestros jóvenes, independientemente de la profesión que vayan a tener en el futuro, cuenten con conocimientos sobre finanzas.

No conozco a nadie que no haya acudido alguna vez a una entidad bancaria a contratar productos o a solicitar financiación para adquirir, por ejemplo, su vivienda. Y de verdad te digo que el resultado de esas negociaciones con el director de la oficina va a ser mucho más importante que el dinero que te puedas ahorrar al arreglar tú mismo un grifo.

Poder negociar en igualdad de condiciones con la persona que tienes delante resulta crucial para que el resultado de esa negociación pueda ser ventajoso para ti. Cuando hablamos de arreglar un grifo, nosotros mismos estamos hablando de una factura que puede ahorrarnos unos cien euros, pero, cuando hablamos de negociar con acierto la contratación de un producto o la demanda de financiación, podemos llegar a ahorrarnos decenas de miles de euros.

Y el problema es que, aunque somos conscientes de ello, parece que nos da miedo cuando delante nos encontramos con la «señora economía». Es como si fuera algo lejano e imposible de entender para los mortales.

En este libro te voy a demostrar que no es así. Que todos podemos tener los conocimientos suficientes como para que no nos tomen el pelo y para poder decidir por nosotros mismos qué hacemos con nuestro dinero; un dinero que, seguramente, nos lo habremos ganado con mucho esfuerzo y trabajo.

Así que no puede ser que se nos escape de forma inconsciente. Debemos saber exactamente qué es lo que necesitamos para que ese dinero crezca o, por lo menos, que no se desvanezca nada más llegar a nuestra cuenta corriente vía transferencia de nuestra nómina mensual.

La educación financiera es la respuesta a la sorpresa que puedes experimentar cuando ves que personas con trabajos y salarios aparentemente modestos pueden disponer de un piso ya pagado, un apartamento en la playa y algún inmueble alquilado.

Se trata de optimizar nuestros recursos y de que el dinero que tanto nos ha costado ganar trabaje para nosotros mientras nosotros estamos echando una siesta.

Para ello, existen ciertos aprendizajes básicos: conocer los productos financieros más habituales, saber qué es el precio del dinero, entender cómo nos afecta la inflación, diferenciar el interés simple del compuesto, etc.

A lo largo de este libro voy a intentar explicarte, de la forma más sencilla posible, todos estos conceptos, para que puedas tomar las mejores decisiones con tu dinero. El único requisito que necesito es que dejes de pensar en que la economía es algo complicado y lejano y que afrontes la lectura de las siguientes páginas con la seguridad de que, al acabar el libro, estarás un poquito más preparado para administrar tus propios recursos.

2
LA IMPORTANCIA DEL AHORRO
2.1 ¿Cómo administro mi renta? Consumo versus ahorro

Cuando oyes a alguien decir que no ahorra nada porque tiene una renta baja, no te está diciendo toda la verdad.

Ahorrar no es exclusivo para aquellas personas con grandes salarios; es más una actitud que algo relacionado con la cantidad de ingresos familiares.

No te voy a negar que resulta más sencillo ahorrar cuando, cada mes, entran muchos ingresos que cuando estos son escasos, pero conozco a familias con ingresos muy altos que no ahorran nada y, por el contrario, a familias con trabajos y nóminas humildes que son capaces de guardar una cantidad cada mes. Si este último es tu caso, es decir, tienes unos ingresos reducidos, todavía resulta más importante para tu salud financiera que ahorres.

La única manera que tiene una persona con ingresos bajos de mejorar y alcanzar un buen nivel de vida es, precisamente, ahorrar.

Del total de la renta que conseguimos, una parte la consumimos y otra la ahorramos. Si trasladamos esta frase a una ecuación matemática, nos saldría algo como esta expresión:

Y = C + S

donde:

Y = renta

C = consumo

S = ahorro

Muchos de vosotros estaréis pensando que, cuanto mayor es el consumo que podemos hacer de bienes y servicios, mayor será nuestra satisfacción. Y no seré yo quien contradiga a la teoría económica que nos dice que existe en el comportamiento del consumidor una ley sobre sus preferencias llamada «ley de no saturación», por la que se muestra que un consumidor siempre quiere más que menos de un bien o servicio.

Pero, si realizamos un análisis tan simple de la ecuación en la que decidimos que, de la renta total, vamos a consumir lo máximo posible (sin dejar nada al ahorro) para lograr la máxima satisfacción, estamos haciendo un análisis equivocado.

Y resulta equivocado porque, si toda la renta se dedica al consumo, jamás podremos aumentar nuestra renta, salvo por los pequeños aumentos salariales que, en la mayoría de los casos, se hallan absorbidos por el incremento de los precios.

Por lo tanto, querido lector, tendremos que hacer al principio algún sacrificio y dejar de consumir un poquito para poder ahorrar algo, ya que el ahorro representa el mecanismo que tendremos para aumentar de verdad nuestra renta.

Y ese es nuestro objetivo: que, a través del ahorro, se incremente nuestra renta y, de esa manera, poder destinar cada vez mayor cantidad de dinero a ahorrar y, claro está, también a consumir más. Cuando consumimos, estamos gastando, mientras que, cuando ahorramos, estamos destinando ese dinero a una inversión, la cual nos permitirá aumentar nuestra renta.

Así que una condición para ahorrar estriba en que ese dinero no podemos dejarlo sin producir ninguna rentabilidad debajo del colchón porque, cuando vayamos a echar mano de él, valdrá menos que cuando lo escondimos (esto es por el efecto de la inflación, es decir, por el aumento que los precios suelen experimentar).

Fíjate en que hay una enorme diferencia entre gastar e invertir. Cuando yo decido gastar, sé que el dinero que he dado a cambio de ese bien o servicio no me va a producir ninguna rentabilidad futura. Lo único que habré conseguido es pasar un buen rato (si, por ejemplo, he ido al cine) o haber disfrutado durante un momento de esa adquisición (por ejemplo, si he degustado una magnífica comida en un restaurante). En resumen, gastar me aporta una cierta felicidad sin esperar nada a cambio en el futuro. Y no te voy a engañar: gastar es bueno, porque también necesitamos nuestros caprichos, que nos den una alegría de vez en cuando.

En cambio, cuando yo decido invertir, estoy esperando unas rentabilidades futuras de esa renta que he decidido no consumir.

Y esa rentabilidad futura hará que, cuando la consiga, aumente mi renta y, por lo tanto, pueda consumir más y ahorrar más.

Te voy a poner un ejemplo. Imagina a dos familias: la de José y la de Manolo.

La familia de José tiene unos ingresos anuales que provienen de su trabajo de 40 000 euros y destina un 90 % de su renta al consumo y un 10 % al ahorro, es decir, consume 36 000 euros y ahorra 4000.

Por otra parte, la familia de Manolo tiene unos ingresos anuales laborales de 30 000 euros y dedica un 60 % al consumo y un 40 % al ahorro, es decir, gasta por valor de 18 000 euros y ahorra por un total de 12 000 €.

Imaginemos que las dos familias deciden ese año invertir en un producto que les da una rentabilidad del 10 % anual con intereses compuestos (es decir, que se acumula lo que van ganando) y que se rescata al cabo de cinco años. Aplicaremos la fórmula de interés compuesto y veremos qué cantidad de dinero rescata cada familia tras cinco años:

C = C * (1 + i)n

donde

C es el capital final (el que rescatamos al final de los cinco años)

C es el capital inicial (en nuestro caso, 4000 € para la familia de José y 12 000 € para la de Manolo)

i es el tipo de interés (en nuestro caso, el 10 %)

n son los años que dura nuestra inversión (en nuestro caso, cinco años)

Veamos qué cantidad rescata la familia de José al cabo de los cinco años:

C = 4000 € * (1 + 0,1)5 = 6442 €

En cambio, la familia de Manolo, que ha destinado más al ahorro, rescata a los cinco años:

C = 12 000 € * (1 + 0,1)5 = 19 326 €

Supongamos que, al cabo de los cinco años, los ingresos de nuestras queridas familias siguen siendo los mismos. La situación será la siguiente:

• La familia de José volverá a tener unos ingresos laborales de 40 000 euros y recibirá un extra de 6442, fruto de sus ahorros (en total, ingresará este año 46 442 euros).

• La familia de Manolo, que había dedicado un mayor porcentaje de su renta al ahorro, tendrá unos ingresos laborales de 30 000 euros y recibirá un regalito de 19 326 euros, gracias a sus convicciones, que les hicieron hace cinco años esforzarse por ahorrar un buen porcentaje de su renta (en total, ingresarán este año 49 326 euros).

Observa que, al cabo de cinco años, la familia de Manolo afrontará el año con mayores ingresos que la familia de José, a pesar de contar con unos ingresos laborales muy inferiores. Esta es la magia del interés compuesto, que permite que se vayan acumulando las ganancias que vamos obteniendo cada año y deja que nuestros ahorros crezcan de forma exponencial.

Y esto se produce suponiendo que las dos familias únicamente han ahorrado durante un año. Imaginemos ahora que tanto la familia de José como la de Manolo pueden ahorrar cada año la misma cantidad, es decir, 4000 y 12 000 euros, respectivamente.

Como puedes imaginar, en este caso, la magia del interés compuesto todavía premiará más a la familia de Manolo.

Suponiendo que cada año la familia de José ahorra 4000 euros y la de Manolo 12 000, en el supuesto de que rescatemos todo el capital al cabo de cinco años, los resultados son todavía más espectaculares, pues volveríamos a conseguir que nos den unos intereses del 10 % anual.

Aplicamos la fórmula que nos permite calcular el capital final cuando hacemos aportaciones periódicas a nuestro plan de ahorro.


donde:

a:es la anualidad que ahorramos.

i: tipo de interés.

C : capital final

t: tiempo en años.


Fíjate en que el ahorro de José ha sido de 4000 euros anuales durante cinco años. En total, ha ahorrado 20 000 € y ha obtenido, al cabo de los cinco años, 26 862 €.

Ha conseguido un premio de 6862 €, fruto de sus ahorros. En términos de rentabilidad, supone un 34,31 % (se calcula dividiendo 6862 € / 20 000 €).

La familia de Manolo es caso aparte. Su conciencia ahorradora lo ha llevado a lograr una plusvalía de 20 587 €. Ha obtenido 80 587 de una inversión de 60 000 € (12 000 € * 5 años). La rentabilidad es la misma que la que ha logrado la familia de José (20 587 / 60 000 €), es decir, de un 34,31 %, pero, en términos absolutos, no hay color.

Así que, al cabo de cinco años, la familia de José afrontará el año con unos ingresos previsibles de 66 862 € (la suma de su salario anual de 40 000 € más los 26 862 € que rescata), mientras que la familia de Manolo, a pesar de tener unos ingresos laborales inferiores, empezará el año con unos ingresos de 110 587 € (la suma de los ingresos laborales de 30 000 € más los 80 587 € que recibe al rescatar su dinero).

Como ves, en este punto, si seguimos con las costumbres consumistas de ambas familias, la familia de José volverá a consumir un 90 % de su renta (0,9 * 66 862 €), es decir, dedicará al consumo 60 175 € y ahorrará el resto, o sea, 6687 €.

Pero, curiosamente, la familia de Manolo, que dedica un 60 % al consumo, este año podría gastar hasta 66 352 € (0,6 * 110 587 €) y ahorrar el resto; en total, 44 235 €.

La conclusión de este ejemplo está muy clara. La cultura del ahorro para la posterior inversión permite que la familia de Manolo, a pesar de tener unos ingresos laborales menores, pueda llegar a una situación en la que el fruto de su esfuerzo le permita consumir más y ahorrar más que la familia de José.

Así, te quiero demostrar que el ahorro y su posterior inversión es el verdadero mecanismo que nos permite aumentar nuestra renta total, que debe ser nuestro objetivo. De esa manera, al cabo de un tiempo, el efecto multiplicador de los intereses compuestos nos permitirá cambiar nuestra situación financiera inicial.

No debemos conformarnos con intentar incrementar nuestro salario, sino que también debemos preocuparnos por rentabilizar al máximo nuestros ahorros.

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Объем:
107 стр. 30 иллюстраций
ISBN:
9788426733948
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