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Histoire de La Commune de 1871 © lom ediciones / txalaparta Primera edición en Chile, abril de 2021 Impreso en 1000 ejemplares ISBN impreso: 9789560014009 ISBN digital: 9789560014177 Primera edición de txalaparta Enero de 2004 © autor: H. Prosper-Olivier Lissagaray © de la traducción: R. Marín y D. Iribar Maquetación: Amagoia Arrastio Fotografía de Portada : Barricadas de la Comuna, abril de 1871. Esquina de la Plaza del Ayuntamiento con la calle Rivoli. Pierre-Ambroise Richebourg (1810-1875) Metropolitan Museum of Art (New York) LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Teléfono: (56-2) 2860 6800 lom@lom.cl | www.lom.cl Registro n°: 403.021 editorial txalaparta s.l.l. www.txalaparta.eus Impreso en los talleres de LOM Miguel de Atero 2888, Quinta Normal Impreso en Santiago de Chile

Índice

  Introducción

  Primera parte El desastre

  Capítulo I Prólogo del combate el derrumbamiento del segundo imperio Francia antes de la guerra Capítulo II Cómo los prusianos se apoderaron de parís y los rurales de Francia Capítulo III Primeros ataques de la coalición contra parís. Los batallonesde la guardia nacional se federan y se incautan de sus cañonesLos prusianos entran en París Capítulo IV Los monárquicos abren fuego contra París se constituye El comité central Thiers ordena el asalto

  Segunda parte La Comuna

  Capítulo V El 18 de marzo Capítulo VI El comité central convoca a los electores. los alcaldes de París y los diputados del sena se alzan contra aquel Nuestros corazones destrozados, llaman a los vuestros. Los alcaldes y adjuntos de París y los diputados del sena a la guardia nacional y a todos los ciudadanos Capítulo VII El comité central se proclama, reorganiza los servicios y se adueña de París Capítulo VIII Los alcaldes, los diputados, los periodistas y la asamblea se lanzan contra París. La reacción se enfrenta a los federados Capítulo IX El comité central vence todos los obstáculos y obliga a los alcaldes a capitular Capítulo X Proclamación de la comuna Capítulo XI La comuna en Lyon, en Saint-Etienne, en Le Creusot Capítulo XII La comuna en Marsella, Toulouse y Narbona Capítulo XIII Primeras sesiones de la comuna deserción de los alcaldes y adjuntos Capítulo XIV Salida el 3 de abril los parisinos son rechazados en todas partes. Flourens y Duval asesinados. Los versalleses asesinan a los prisioneros Capítulo XV La comuna vencida en Marsella y Narbona Capítulo XVI Los grandes recursos de la comuna. las debilidades de su consejo el comité central decreto sobre los rehenes la banca Capítulo XVII Los primeros combates de Neuilly y de Asnieres organización y derrota de los conciliadores Capítulo XVIII El manifiesto de la comuna las elecciones complementarias del 16 de abril hacen que surja una minoría primeras disputas. gérmenes de derrota Capítulo XIX Las parisinas suspensión de hostilidades para la evacuación de Neuilly el ejército de Versalles y el de París Capítulo XX Los servicios públicos: hacienda, guerra, policía, relaciones exteriores, justicia, enseñanza, trabajo y cambio Capítulo XXI Los francmasones se unen a la comuna primera evacuación del fuerte de Issy creación del comité de salud pública Capítulo XXII Rossel sustituye a Cluseret estallan las rivalidades rencillas en la comuna. Rossel continúa la obra de cluseret la defensa del fuerte de Issy Capítulo XXIII París bombardeado el Fuerte de Issy sucumbe la comuna renueva su comité de salud pública. Rossel huye Capítulo XXIV Las conspiraciones contra la comuna Capítulo XXV La política de Thiers con las provincias. La traición de la izquierda Capítulo XXVI Impotencia del segundo comité de salud pública. Son evacuados el fuerte de Vanves y el pueblo de Issy. El manifiesto de la minoría. La explosión de la Avenida Rapp. Cae derribada la columna Vendôme Capítulo XXVII París en vísperas de la muerte. Versalles

  Tercera parte Lucha a vida o muerte

  Capítulo XXVIII Los versalleses entran. El domingo 21, a las tres de la tarde, se disuelve la asamblea de la comuna 285 Capítulo XXIX Lunes, 22 los versalleses invaden los barrios del este París se alza Capítulo XXX Martes, 23 toma de montmartre las primeras matanzas en bloque Arde París La última noche del Hôtel-de-Ville Capítulo XXXI Miercoles, 24 los miembros de la comuna evacuan el Hôtel-de-Ville. Toma del panteón los versalleses fusilan a los parisinos en masa.Los federados fusilan a seis rehenes la noche del cañón Capítulo XXXII Jueves, 25 toda la orilla izquierda en manos de las tropas Muerte de delescluze Los «brassardiers» activan la matanza la alcaldía del XI, abandonada Capítulo XXXIII La resistencia se concentra en Belleville. El viernes 26 son fusilados 48 rehenes en la calle haxo El sábado 27 es invadido todo el distrito XX toma del Pere-lachaise El domingo 28 termina la batalla a las once de la mañana El lunes 29 se rinde el fuerte de Vincennes

  Cuarta parte La venganza

  Capítulo XXXIV la furia versallesa Los mataderos Los tribunales prebostales muerte de varlin. La peste Los enterramientos Capítulo XXXV Los convoyes de prisioneros el invernadero Satory Las detenciones Los delatores La prensa la extrema izquierda maldice a los vencidos Manifestaciones en el extranjero Capítulo XXXVI Los pontones Los primeros procesos Capítulo XXXVII Los consejos de guerra Los suplicios Balance de las condenas Capítulo XXXVIII Nueva Caledonia. El destierro Capítulo XXXIX La asamblea de la desgracia El mac-mahonado Los indultos El gran regreso

Introducción

La Comuna era, esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo.

Karl Marx

La guerra civil en Francia

H.P.O. Lissagaray y la bibliografía de la Comuna

La bibliografía de la comuna de parís es muy extensa y variada en sus interpretaciones. Todavía hoy, los artículos, folletos y libros dedicados a esta primera experiencia de la clase obrera en el ejercicio del poder político tienen un gran interés. Son reeditadas las obras de los participantes en la Comuna y también las obras posteriores a la misma que desarrollan sus experiencias. Desde los escritos de Benoit Malon y K. Marx, pasando por los de Lenin y Trotsky, ha sido la corriente socialista la que ha extraído más enseñanzas del movimiento de 1871; aunque la historiografía no marxista posterior a la Comuna ha sido, también, muy extensa1.

A partir de la derrota de la Comuna, en mayo de 1871, en Francia, Inglaterra, Bélgica y Suiza, aparecen folletos y libros tanto de los partidarios del gobierno de Versalles como de los comuneros y adictos a la Comuna. Entre los escritores acérrimos enemigos de la Comuna destacan el mismo Thiers2, el general G. Vinoy3 y la conocida obra de Maxime Du Camp, Les convulsions de Paris4. En estas obras los comuneros son presentados como agentes de los prusianos, bandidos y terroristas, y la Asociación Internacional de Trabajadores como la organizadora de la conspiración, todo ello con el fin de justificar la represión llevada a cabo por las fuerzas del orden durante la semana sangrienta que siguió al fracaso de la Comuna.

Entre los autores simpatizantes de la Comuna y los participantes en ella no existe un criterio uniforme acerca de la interpretación y evaluación de los hechos. Las diferencias entre los federalistas y socialistas, y los republicanos son muy pronunciadas. En primer lugar, destacan las memorias de dirigentes como Elisée Reclus, Louise Michel y Jean Larocque5.

En segundo lugar, los relatos históricos de Gaston Da Costa, Charles Beslay, Benoit Malon, Arthur Arnould, Gustave Lefrançais y primero, formado políticamente en los medios estudiantiles revolucionarios del Barrio Latino, pertenecía al grupo blanquista y era uno de sus más jóvenes dirigentes. Colaboró con Raoul Rigault en la Comisión de Policía y Seguridad, y escribió La Commune vécue, publicada en París en 1903-19056. Ch. Beslay, que evolucionó desde un liberalismo burgués a un socialismo liberal, siguiendo a los prudhonianos, llegó a ser el delegado de la Comuna ante el Banco de Francia y escribió Mes souvenirs 1830-1848-1870 y La Verité sur la Commune7.

A Benoit Malon se debe uno de los escritos más importantes para la comprensión del carácter proletario de la Comuna: La troisième défaite du prolétariat français8. De oficio jornalero, Malon, se adhirió a la ait, primero en la corriente prudhoniana y luego en la colectivista. Fue, junto con Varlin, uno de los que mantuvo organizada la sección francesa de la Internacional. Elegido diputado por la Asamblea Nacional, dimitió y se incorporó a la Comuna, destacando como miembro de la Comisión de Trabajo y Cambio. Después del fracaso huyó a Suiza y se adhirió al ala federalista de la Internacional. En 1880 regresó a Francia y fundó con el exanarquista Paul Brousse9 el partido de los «posibilistas». Desde 1885 editó la Revue Socialiste, y se fue aproximando a la tendencia dirigida por Marx.

La Histoire populaire et parlamentaire de la Commune de Paris10 escrita por Arthur Arnould fue utilizada por Stalin al elaborar su folleto ¿Anarquismo o Socialismo? Arnould fundó el Journal du Peuple y fue elegido por el cuarto distrito del Comité de la Comuna. Al separarse de los republicanos se unió a la minoría socialista, adoptando los criterios federalistas. Huyó a Suiza. En el mismo país se refugió también Gustave Lefrançais, autor de Étude sur le mouvement communaliste á Paris, en 187111, obra que resultó muy bien acogida por la Federación del Jura y por Kropotkin, en particular.

Finalmente, una de las obras más conocidas sobre la Comuna fue la de H. P. O. Lissagaray, Histoire de la Commune de 1871, editada por Kistemaeckers en Bruselas en 187612, con varias ediciones posteriores en francés, traducida al alemán y al castellano en 1931 en una colección dirigida por Wenceslao Roces, de la Editorial Cenit.

Hippolythe Prosper-Olivier Lissagaray, nació en Toulouse el 24 de noviembre de 1838.13 Cursó estudios de filología y realizó un viaje por América. En 1860 regresó a Francia y se convirtió en uno de los opositores de Luis Napoleón a través de sus artículos en el periódico L’Avenir, fundado por él y que no tardó en ser el centro del movimiento democrático del S.O. de Francia. Conocido por sus agresivos artículos y por un duelo con el bonapartista Cassagnac, le son impuestas varias multas y es condenado a pena de prisión. Sale de la cárcel en la primavera de 1870 y huye a Bruselas. Proclamada la República, se dirige a Tours, donde colabora con Gambetta en la organización de los ejércitos de reserva. Es trasladado al frente en enero de 1871, y allí le sorprende el armisticio.

Desmovilizado, después del 18 de marzo se traslada a París y se adhiere a la Comuna, fundando los periódicos L’Action, journal politique quotidien14, cuyo primer número ve la luz el 4 de abril y el último el 9 del mismo mes, y Le Tribun du Peuple15 que aparece el 17 de mayo y del que salen solo ocho números. A través de estos periódicos se exigían enérgicas medidas políticas y militares supeditando toda consideración de principios y teorías a las necesidades del momento. Participó directamente en los combates de los últimos días en el distrito once y en Belleville. En el último instante se marcha a Londres, donde entra en contacto con el círculo de Marx, aunque nunca se afilió a ninguna organización. Amnistiado en 1880 con el último grupo de comuneros, vuelve a Francia, donde funda y dirige el periódico La Bataille (1881-1883). Reemprende su publicación en 1888 hasta 1893, donde combate las aspiraciones del general Boulanger. Muere el 25 de enero de 1901.

Además de la Histoire de la Commune y de sus artículos en L’Avenir, Le Tribun du Peuple y La Bataille, es necesario destacar dos obras más: Les huits Journées de Mai derrière les barricades, editada por el Bureau du Petit Journal, en 187116, y La Visión de Versailles, editada en Bruselas en 187317.

Por último, mencionar como aportaciones al estudio histórico y político de la Comuna el folleto de Karl Marx La guerra civil en Francia y el libro de P. Lavrov18 Parizhskaia Kommuna, obras fundamentales para la interpretación de los hechos de la Comuna, que sirvieron de base a los análisis que sobre el poder político realizaron posteriormente los autores marxistas, especialmente Lenin19, Trotsky20 y Stalin21.

Algunos datos históricos y políticos de la Comuna

En julio de 1870 estalla la guerra franco-prusiana. En los primeros momentos, Napoleón iii parecía el invasor22, pero las rápidas victorias de los prusianos convirtieron la guerra en un problema de defensa nacional para los franceses. Sin embargo, el proletariado francés, con una visión más clara de la situación, sobre todo los grupos organizados como las secciones parisinas de la Asociación Internacional de Trabajadores, llevaron a cabo un vigoroso ataque a la amenaza de guerra y lanzaron un Manifiesto a los trabajadores de todos los países23, dirigido fundamentalmente a los «hermanos de Alemania» en nombre de la paz, señalando que la guerra sería fratricida y que las divisiones no llevarían más que al triunfo completo del despotismo.

En Alemania, el joven Partido Social Demócrata, dirigido por Liebknecht y A. Bebel, se abstuvo de votar los créditos de guerra pedidos por Bismarck, pues no podían apoyar al gobierno, pero tampoco la agresión de Napoleón iii. El curso victorioso para los prusianos de la guerra, la derrota y capitulación de Sedán llevó a la caída del ii Imperio (2 de septiembre), y dos días más tarde era proclamada la República con un gobierno provisional de Defensa Nacional24. Gambetta intenta organizar varios ejércitos en el interior y Thiers es enviado a Europa en busca de ayuda. En París, sitiado por los prusianos, era reorganizada y armada la Guardia Nacional, dentro de la cual los obreros representaban una gran mayoría25. Fracasados los intentos de Thiers, derrotados los ejércitos de Gambetta y sitiado el ejército imperial en Metz, el gobierno provisional dimitió y convocó elecciones para la Asamblea que fue elegida en febrero de 1871, después del armisticio entre París y los prusianos.

La organización que el gobierno de Defensa Nacional hizo de las elecciones a la Asamblea llevó a que esta estuviera formada por una gran mayoría de monárquicos, legitimistas y orleanistas, una minoría de liberales y republicanos y solo cuatro de los candidatos socialistas revolucionarios26: Pyat, Malon, Gambon y Tolain. Después de elegir a Thiers como jefe del gobierno, la Asamblea debía firmar la paz con los prusianos aceptando las condiciones de Bismarck: cesión de Alsacia-Lorena, una fuerte indemnización y la ocupación de París.

La Guardia Nacional eligió un nuevo Comité Central y mantuvo en su poder las armas y los cañones construidos mediante suscripción pública. Los prusianos entraron en el barrio de los Campos Elíseos, aunque solo ocuparon los fuertes del norte y este de París; la mayoría de la población se retiró a los distritos obreros. Thiers, que había trasladado el gobierno a Versalles, ordenó la evacuación de la administración de la capital. En París quedaron como grupos organizados el nuevo Comité Central de la Guardia Nacional, los grupos sindicales obreros y las secciones de la Internacional.

Mientras, la Asamblea reunida en Burdeos aprobó una serie de decretos desfavorables a la pequeña burguesía, que acrecentó la indignación del pueblo de París.

Como afirma Engels27, Thiers «se daba cuenta de que las clases poseedoras estaban en peligro mientras los obreros estuviesen armados». Por lo tanto, después de una «especie de consejo de guerra» según el prefecto de policía Chopin, celebrado el día 17, intenta el golpe de fuerza sobre París. A partir de las tres de la madrugada del día 18, las tropas versallesas ocupan los puntos estratégicos de la orilla derecha del Sena, mientras que varios destacamentos se dirigen a los depósitos de cañones de la capital. El más importante era el de Montmartre, conocido como «Campo polaco». Pero la intervención del comité de vigilancia del distrito xviii, en el que Ferré y Louise Michel eran los principales dirigentes, frena el avance de las tropas del gobierno, y a las nueve de la mañana la derrota de las mismas era total. Thiers había declarado la guerra civil, y el pueblo de París, armado, se disponía a resistir los ataques de las clases poseedoras, representadas por el gobierno de Versalles y el ejército prusiano28. Engels afirmó, en 1891:29 «El carácter de clase del movimiento de París, que antes se había relegado a un segundo plano por la lucha contra los invasores extranjeros, resalta con trazos netos y enérgicos desde el 18 de marzo en adelante».

El desarrollo económico y social de Francia durante el siglo xix, la progresiva independencia política de los obreros de París y la experiencia de 1848, entre otros factores, hacían que las reivindicaciones de los obreros y del movimiento popular representasen una amenaza contra el orden social y político existente. Esta situación quedaba endurecida al estar los obreros organizados y armados. El 26 de marzo era elegida y el 28 proclamada la Comuna. La mayoría de los dirigentes eran jacobinos y blanquistas y el resto internacionalistas,30 entre los que prevalecían los partidarios de la Escuela de Proudhon31. El día 29 eran organizadas las comisiones de la Comuna en una comisión ejecutiva32 que el 20 de abril quedó constituida por los delegados de las nueve comisiones de la forma siguiente: Finanzas (Jourde, empleado de banca y prudhonista); Guerra (Cluseret, militar adherido a la Internacional); Justicia (Protot, hijo de campesinos, abogado republicano); Seguridad Nacional (Rigault, blanquista); Subsistencias (Viard, empleado de comercio, posteriormente anarquista); Trabajo y Cambio (Léo Frankel, obrero joyero, partidario de Marx); Relaciones Exteriores (Grousset, periodista jacobino y posteriormente socialista oportunista); Servicios Públicos (Andrieu, empleado administrativo, miembro de la Internacional); Enseñanza (Vaillant, ingeniero, doctor en Ciencias y médico, blanquista). De esta manera, tanto los órganos dirigentes como la misma Comuna de París, estaban integrados por las fuerzas populares de la capital.

Es interesante destacar el papel de las cámaras sindicales. Al final del Segundo Imperio se pueden contar treinta y cuatro sindicatos obreros o cámaras sindicales a los que es necesario añadir cuarenta y tres cooperativas de producción y siete de consumo. Son organizaciones recientes y débiles, que sufren un importante deterioro debido a la guerra y de las que, sobre todo, destaca su colaboración con la Comisión de Trabajo y Cambio, y Frankel en particular33.

Destaquemos, también, el papel de los clubs34 organizados paralelamente a las cámaras sindicales y a las secciones de la Internacional, y que desde octubre de 1870 ya propagan la idea de formar una Comuna Revolucionaria de París, motivo por el que fueron clausurados. A pesar de ello, su actividad continuó, confeccionando listas de candidatos a la Asamblea, entre los que destacan posteriores dirigentes de la Comuna: Delescluze, Lefrançais, Blanqui, Pyat, Gambon... Uno de los primeros objetivos era la educación política de los ciudadanos, objetivo que queda superado durante la Comuna por el de las necesidades sociales. Denuncian el derecho de propiedad y admiten como necesaria la supresión de todo privilegio35, elaboran numerosos programas sociales como bases para la edificación de la nueva sociedad36, atacan la influencia del clero defendiendo la separación de la Iglesia y el Estado, reclaman la emancipación de las mujeres37 y denuncian la prostitución. Exigen la reorganización de los servicios públicos, reduciendo la administración a la estrictamente necesaria y la reorganización de la policía –algunos incluso preconizan su supresión38-, insisten en la autonomía comunal y en la necesaria unidad de sus miembros. Actitud esta última que hace que acusen de deserción la retirada de los minoritarios (internacionalistas) del Consejo de la Comuna, aunque en más de un punto sostienen concepciones políticas próximas. Otro principio mantenido por los clubs es el de la soberanía del pueblo. Su participación en la defensa de la Comuna es muy importante, aunque crítica en algunos aspectos.

Por último, resaltemos el papel de las secciones parisinas de la Internacional39. En primer lugar, y como ya hemos indicado anteriormente, los internacionalistas no forman un bloque homogéneo, pues una mayoría es partidaria de las ideas de Proudhon y una minoría de las de Marx, incluyendo algunos blanquistas que colaboran con la mayoría de la Comuna. La Internacional no aparece como organización en el 18 de marzo, aunque destacan en esta fecha dirigentes como Assi, Avrial, Duval y Varlin. En los primeros momentos, las secciones de la Internacional dudan en comprometerse con el Comité Central, y es necesaria toda la autoridad de Frankel para superar las dudas. Otro aspecto destacable son las insuficientes relaciones de las secciones parisinas con el Consejo General de Londres, aunque de esto no puede deducirse, en ningún momento, que Marx no estuviera informado de lo que sucedía en París, pues mantenía correspondencia directa con Frankel, Varlin y otros. La Federación de París contaba con veintinueve secciones y no disponía de órgano central de prensa, pero su opinión se reflejaba en La Révolution Politique et Sociale. Sus deficiencias estribaban fundamentalmente, además de en su heterogeneidad, en la falta de un programa coherente y de una organización centralizada, sin la cual muchas de sus iniciativas quedaban diluidas en los numerosos frentes de lucha de los que participaban.

Destaquemos, además de los grupos organizados, el importante papel jugado por la prensa. Dos aspectos es necesario exponer. En primer lugar, la falta de decisión y energía en suprimir la prensa adscripta al gobierno de Versalles. Algunos de los periódicos enemigos de la Comuna subsistieron durante casi todo el tiempo.

Lissagaray atribuye este hecho perjudicial para la Comuna a la desorganización de la Comisión de Seguridad y Policía, y a la incompetencia de la misma, sobre todo de Raoul Rigault. Pero es necesario destacar que esto era más bien la consecuencia de que no se lograran superar las antiguas formas de la libertad de opinión y de prensa. Así como se dieron cuenta de que la clase obrera no podía ejercer el poder político con la vieja máquina del Estado y lo aplicaron en los aspectos más directamente ligados a la represión (ejército y policía), no llegaron a dilucidar la importancia que tenía el cambiar de modos y formas de acción en los aspectos de propaganda, como la prensa; pues al mismo tiempo la existencia de la prensa reaccionaria, la de la Comuna, dirigida por intelectuales pequeño-burgueses, no reflejaba tanto la opinión de una organización, a pesar de su sincero deseo de servir a la causa común, como la de sus fundadores o directores40.

Esta falta de energía es formulada y denunciada por Lavrov de la forma siguiente: «El París de los ricos y el de los proletarios míseros, el de los contrastes sociales, en tanto que Comuna política, exigía en el nombre de los principios liberales una completa libertad de palabra, de reunión, de critica de gobierno, etc. París, que acababa de realizar la revolución en interés del proletariado, y que se había señalado por principio el de realizarla en las instituciones, necesitaba, en tanto que Comuna del proletariado obrero emancipado, medidas revolucionarias, es decir, dictatoriales, con respecto a los enemigos del nuevo régimen»41.

Esta debilidad en el ejercicio del poder no solo destaca en el aspecto de la propaganda, sino también en aspectos políticos y militares fundamentales remarcados por Marx en el Manifiesto de la Asociación Internacional de Trabajadores sobre la guerra civil en Francia precisamente unos días después del desastre de la Comuna. Estos aspectos eran, por una parte, su actuación respecto a la actividad de los versalleses en la Comuna y la pasividad de los comuneros ante la huida hacia Versalles de los funcionarios del gobierno de Thiers, dejándoles la posibilidad de organizar el ejército de la represión42 y, por otra, su actuación dudosa y finalmente desfavorable respecto al Banco de Francia.

Estas deficiencias y la permanencia de las antiguas formas de acción están directamente relacionadas con la falta de consistencia de un programa político que, además, se hallaba todavía confuso y, por lo tanto, poco determinado. Agravado todo ello por las divergencias existentes entre los dirigentes de la Comuna. Esta confusión política y estas divergencias fueron señalados por Marx en una carta a los dirigentes de la Internacional en París, Frankel y Varlin, en mayo de 187143.

También por Lavrov, que en su estudio sobre la Comuna afirma que el primero de marzo de 1871, días antes de la proclamación de la Comuna, las «personalidades dirigentes de la Internacional en París no tenían todavía un programa político definido»44 y que «después del 18 de marzo París estaba en manos del proletariado, pero sus líderes, desconcertados por su inesperado poder, no tomaron las medidas de seguridad más elementales»45. El mismo Lissagaray los señalaba al reproducir una declaración de un miembro del Comité Central de la Guardia Nacional, en la que afirma que su talla no está a la altura del papel que deben jugar y que la única salida es la de sustraerse a las responsabilidades. Posteriormente, Trotsky, en su polémica con Kautsky, afirma que «reverenciaremos el recuerdo de la Comuna, a pesar de su restringida experiencia, la falta de preparación de sus militantes, la confusión de su programa, la ausencia de unidad entre sus dirigentes, la indecisión de sus proyectos, el excesivo desorden en sus decisiones y del espantoso desastre en que fatalmente concluyó»46.

Un breve examen de las medidas tomadas por el Consejo de la Comuna en las Comisiones de Trabajo, Enseñanza, Justicia y Finanzas, y de las divergencias entre el poder político y el militar, nos dará una pequeña imagen de la inexistencia de un programa político definido y de las contradicciones que representaba la puesta en práctica de determinados objetivos.

En la Declaración al pueblo francés, del 19 de abril, se afirma «el reconocimiento y consolidación de la República como única forma de gobierno compatible con los derechos del pueblo y el desarrollo regular y libre de la sociedad»; y el 13 de mayo, L. Frankel declara que «no debemos olvidar que la Revolución del 18 de marzo ha sido realizada por la clase obrera. Si no hacemos nada por esta clase, no veo la razón de ser de la Comuna»47. La misma Comisión de Trabajo, sostenida por las organizaciones de base, manifiesta la necesaria intervención del Estado en las relaciones del capital y del trabajo. Ahora bien, frente a la claridad de estos principios, las medidas tomadas son parciales y dirigidas exclusivamente a la solución de determinados aspectos de política social inmediata. Fundamentalmente son abordados el problema del paro, el de los alquileres, el control de los mercados y se prohibe el trabajo de noche de los panaderos. Respecto al paro se encarga a las cámaras sindicales la elaboración de un censo de talleres abandonados, un estudio sobre las condiciones necesarias para la explotación de estos talleres, no por los antiguos propietarios (huidos a Versalles), sino por la asociación cooperativa de los trabajadores allí empleados, y la constitución de un jurado arbitral para decidir las condiciones de la cesión definitiva de los talleres a las sociedades obreras y la indemnización a los patronos correspondientes.

El control de los mercados se realiza mediante su revisión por la Comisión de Trabajo, la adjudicación de los mercados a las corporaciones y el establecimiento de precios obligatorios fijados por Intendencia, la cámara sindical de la corporación, una delegación de la Comisión y la Comisión de Finanzas correspondiente. Además de las medidas señaladas anteriormente, se soluciona también el problema de los desempeños del Monte de Piedad, que afecta a los obreros en paro y a los comerciantes, y el de vencimientos de créditos que afecta a los comerciantes y artesanos.

En la Comisión de Enseñanza se regula la enseñanza laica y se organizan dos escuelas profesionales, peticiones realizadas por los adheridos a la Internacional y algunas cámaras sindicales. Al mismo tiempo, se realizan en algunos distritos campañas favorables a la gratuidad de la enseñanza (distrito xx).

La reforma del sistema judicial, basada en la necesidad de disponer de unos servicios de justicia gratuitos y en la elección de los jueces, era deseada por los miembros de la Comuna. Protot, delegado de la Comisión de Justicia, no pudo realizar más que algún arreglo en el sistema vigente, lo que provocó algunos descontentos en la opinión popular. Por último, la vacilación y la no nacionalización de la Banca llevó a que la Comuna se hallara siempre sometida a un insuficiente presupuesto para abordar los problemas de la guerra y de la organización interior, a pesar de los préstamos que tomó , y de que el gobierno de Versalles pudiera utilizar fondos de la Banca para destruir la Comuna.

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