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MANIFIESTO AL CONGRESO DE ESCRIBANOS CATÓLICOS
no somos católicos:
porque dios hace 15 días que no se afeita.
porque el diablo tiene caja de dientes.
porque san juan de la cruz era hermafrodita.
porque santa teresa era una mística lesbiana.
porque la filosofía de santo tomás de aquino está fundada en dios y dios no ha existido nunca.
porque somos fieles descendientes de los micos de darwin.
porque en el infierno no hay fogones “Westinghouse” sino pailas trogloditas de la edad de piedra remendadas por los gitanos. Y a nosotros nos gusta condenarnos confortablemente al estilo yanki.
no somos católicos por respeto a nosotros mismos:
porque en Colombia son católicos el tuso navarro ospina, el general rojas pinilla, laureano gómez, mariano ospina pérez, rafael maya, darío echandía, josé gutiérrez gómez, alberto lleras, silvio villegas, pablo j. echavarría, tulio botero salazar, javier arango ferrer, fernando gómez martínez, manuel mejía vallejo, otto morales benítez, félix henao botero, carlos castro saavedra, abel naranjo villegas, nuestros padres, las prostitutas, los senadores, los curas, los militares, los capitalistas.
TODOS, menos los Nadaístas.
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ustedes ya atentaron bastante contra la libertad y la razón, ahora les decimos: ¡BASTA!
basta de inquisiciones. basta de intrigas teológicas. basta de sofismas. basta de verdades reveladas. basta de morales basadas en el terror de Satanás. basta de comerciar con la vida eterna. basta de aliarse con dictaduras militares y burguesas. basta de asistir al banquete de la Andi. basta de viajar en “Cadillacs” último modelo. basta de catolicismo…
¡BASTA…! ¡¡¡EL DIABLO NO EXISTE!!!
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ustedes fracasaron. ¿qué nos dejan después de 50 años de “pensamiento católico”? Esto: un pueblo miserable, ignorante, hambriento, servil, explotado, fetichista, criminal, bruto. ése es el producto de sus sermones sobre moral, de su metafísica bastarda, de su fe de carboneros. ustedes son los responsables de esta crisis que nos envilece y nos cubre de ignominia.
ustedes no son dignos de venir a representar intereses del espíritu. consideramos, por simples razones de ética nadaísta, que en Colombia no se puede ser escritor y católico al mismo tiempo. porque lo uno repugna a lo otro. ustedes son católicos porque no piensan. o no piensan porque son católicos. en los dos casos indica que ustedes son unos vejetes caducos y conformistas.
nosotros queremos ser libres y no tenemos miedo al infierno. consideramos que el catolicismo es una ingenuidad de la razón y una cobardía.
nosotros estamos de parte de la vida y ustedes vienen de una falsa taumaturgia a resucitar un cadáver: la máscara inmunda con que se oculta el rostro revolucionario de Cristo, quien no compró acciones en el negocio que ustedes explotan; esa bolsa negra; esos templos afiliados a la Andi y a la aristocracia que viene vendiendo a Cristo como si fuera una yarda de “Otomana” o una botella de ron medellín añejo.
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ustedes llevan dos mil años prometiendo el paraíso y la redención, la justicia y la paz. ¿no es suficiente su fracaso milenario? permitan el acceso del conocimiento, del pensamiento científico, de la lógica histórica. permitan que una política de la inmanencia restituya al hombre sus posibilidades de salvación y de solidaridad humana que ustedes le negaron… ¡Y no apesten más!
el paraíso que nos ofrecieron no existe. ustedes que saben tanto de Sagradas Escrituras, ¿no han leído en el versículo del Apocalipsis que dios se ahogó en el diluvio universal y que su cadáver no ha sido rescatado por los bomberos?
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ustedes nos proponen una fe muerta, la resignación, la culpa, el remordimiento, toda una filosofía de la muerte y el pesimismo.
no somos culpables. no tenemos remordimientos. nuestros padres gozaron al fabricarnos. nosotros estamos contentos de vivir. el mundo es bello. sabemos que vamos a morir, pero no nos creen más complejos de trascendencia. honramos con orgullo la existencia y su límite. por eso no vamos a llorar ni a suicidarnos a las 4 ni a las 5, ni ahora ni a deshoras. es interesante vivir y es interesante morir. no hagan de la vida y la muerte una desgracia. todo es simple como el huracán y la guerra.
déjennos el orgullo de la tierra y no conviertan este hermoso terrón de estiércol, oro, rosas convulsivas, hombre, energía nuclear, sexo, estroncio, brigitte bardot, verano, acetileno, catástrofe y maravilla en el valle de lágrimas y el reino triste del ascetismo.
a su ortodoxia enfermiza oponemos los poderosos instintos animales, el amor sin estatutos, la digestión, el hígado, el pulso exacto de la sangre como un reloj suizo o “bulova” y la negación creadora.
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la juventud quiere deshipotecarle Colombia al corazón de jesús, en vista de que ustedes se la han adjudicado sin nuestro consentimiento, para girar cheques chimbos sobre la eternidad, sucursal de Fenalco en el cielo.
prevenimos a la juventud para que no se deje embaucar por estos negociantes que viven cambiando pecados por limosnas, cosechas por oraciones, delitos por misericordias. ¡CUIDADO! que son los enemigos más peligrosos de la cultura.
congresistas católicos:
en nombre del NADAÍSMO les impedimos defecarse una vez más en esta pobre alcantarilla que se llama Colombia. y les manifestamos que los delitos que se cometen contra el espíritu no quedarán impunes.
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¡Vivan los cohetes victoriosos!
Viva el Sputnik ruso; arriba el Thor Able y su ratón.
Disparen contra la paloma del espíritu santo.
Que venga Satanás y alce con nosotros a los profundos infiernos. ¡El demonio será siempre bienvenido!
Cristo, resucita, ven a luchar con los Nadaístas contra los escribas y fariseos.
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Irrespetuosamente a los escribanos católicos:
SOMOS GENIALES,
LOCOS,
Y PELIGROSOS.
TERRIBLE 13 MANIFIESTO NADAÍSTA
Desde nuestra aparición nadaísta en el infierno de la sociedad colombiana, ha crecido una rosada ola de maldad en los espíritus. Una oscuridad terrible se cierne sobre nuestros corazones que encarnan el peligro de un nuevo amor hacia la historia.
A temprana edad conocimos el gusto de la grandeza y de la fama, y sin pedirle permiso a los oráculos nos erigimos en los profetas del mal y de la destrucción.
Hemos gozado de la admiración frenética de la juventud, que ve en nosotros la encarnación de un oscuro heroísmo.
Hemos desertado nuestros amores, credos, fanatismos, esperanzas, recuerdos y felicidades, no por otros idealismos, sino a cambio de nada, o por una oceánica indiferencia.
Consideramos que era ya demasiado tarde para luchar, triunfar, pensar, amar, trascender y ser formales como seminaristas, porque vivimos tiempos de terror y muerte, y las estrellas del cielo han sido sustituidas por temibles signos anunciadores de guerras atómicas y aniquilamientos terrestres.
Nos convencimos que la vida era breve y que no había tiempo sino de vivir y no complicarnos con las causas de los humanistas y los redentores.
Entonces legitimamos una vez más el sentimiento de que era el hombre la pasión y el centro del universo, y consagramos nuestra vida a rendirnos una adoración limitante con la idolatría.
A partir de esta reivindicación de nuestras prodigiosas desilusiones, hemos emborrachado nuestros cuerpos hasta la locura…
hemos crucificado nuestros sexos en las caderas de lolitas y proxenetas…
hemos viajado en alguna dirección huyendo de nosotros mismos, sin rumbo, sin destino, porque el hombre no tiene sino sus dos pies, sus zapatos rotos, y un camino que no conduce a ninguna parte…
hemos ido a reposar en los pinares nocturnos fuera de la ciudad agobiados por la angustia, la soledad y el aburrimiento…
hemos hecho fogatas en la oscuridad, y asado en las brasas un recuerdo de amor, o un pedazo de ternera…
nos hemos amado sin pasión bajo el fuego trepidante de las locomotoras, porque lo que verdaderamente amábamos no era digno de nosotros…
nos hemos desvestido bajo el foco de bujías glaciales de luz y mirado nuestro sexo como un gusanito triste…
nos masturbamos con sadismo y brutalidad y a ese acto solitario consagramos un amor puro y esquizofrénico…
hemos dormido en nuestros cuartos tristes como en las oscuridades del topo, sin importarnos que el mundo sigue girando movido por un misterioso mecanismo…
hemos bailado danzas locas con negras sudorosas bajo el resplandor de las antorchas en la selva, o bajo biliosas bujías de prostíbulo…
hemos alabado a los pederastas que se besan a la luz del sol desafiando los sexos y el rubor de los policías que guardan la moral pública…
hemos hecho conspiraciones con el hampa para que realicen impunemente sus violaciones, sus incendios, sus genocidios, sus profanaciones, sus asesinatos y sus hurtos…
hemos convidado a los garitos a nuestras amistades reputadas para que los desplumen los tahúres con barajas marcadas, y luego hemos repartido las ganancias…
hemos destruido los lampadarios del templo en la oscuridad límite del alba para esquivar la mirada iracunda de los dioses dormidos…
hemos robado en el comercio lo que necesitaba el apetito y apedreamos las vitrinas inaccesibles a nuestro deseo…
hemos asaltado en la noche a un transeúnte para conocer el rostro del miedo y luego lo pusimos en libertad. Nos hemos burlado de su miedo y del orín que destilaba por el pantalón ante la amenaza metafísica de nuestros puñales niquelados cortantes como chispas de hielo…
hemos blasfemado en el silencio para que retumbe la voz en los nidos de los rascacielos y golpee con furia las ventanas de las habitaciones donde se reza o se copula…
hemos escarbado los basureros como gatos famélicos en busca de la suciedad humana y nos ha parecido que el hombre es el animal más puerco de la zoología…
hemos fumado colillas de cigarrillos recogidas en los escupideros de los teatros, prefiriendo los de boquilla y los nimbados de colorete…
hemos hecho mixturas de sustancias viscosas y hemos transubstanciado el alcohol en una loca explosión de vértigos…
hemos bebido tragos acerados que quemarían los cinco estómagos de la vaca, y derretirían las entrañas poderosas del buitre…
hemos alucinado el espíritu con drogas y mescalinas para que sucumba la razón y flote el subconsciente tenebroso legendariamente oprimido…
hemos engañado a las amantes con votos de fidelidad, pero las traicionamos con rameras que nos aseguran bajo juramento de honor las cruces de la sífilis, y una maravillosa colección de blenorragias. En sus lechos podridos gozamos del amor impuro y de las enfermedades…
nos hemos cansado de amar en lechos católicos y en lechos mercenarios, y en el colmo del hastío ensayamos el odio y la indiferencia sádica hacia los sexos.
Hemos elegido en cambio las vulvas de las ranas o el sexo hiriente de las lechuzas por parecemos de sexualidad más idealista…
hemos prometido la desesperación y la muerte, porque la felicidad y la vida son heredad común de los idiotas y de los cocheros… creemos enormemente en la santidad del crimen y hemos crucificado en altares de sangre a nuestras vírgenes para que regresen Atila, Nerón, Eróstrato, Judas, y todos los asesinos de la historia…
hemos deseado instaurar un gobierno que sea superior en crueldad a todas las tiranías criminales…
hemos deseado que sucumban los débiles, los justos, los desheredados, los puros de corazón y los imbéciles…
hemos añorado en calidad de hombres libres el retorno implacable de la inquisición, de las persecuciones y de las pestes mortíferas que han azotado a la humanidad para que el espíritu sea ungido por la sangre y el sufrimiento…
nos hemos orinado en los asfaltos calientes para ver ascender el humo en forma de plegaria hasta cielos de creencias contradictorias…
dejamos de creer en los dioses vencidos por la máquina para revertir nuestro ateísmo militante en la adoración de las locomotoras y los cohetes de velocidades supersónicas y ultraluminosas…
hemos comulgado, orado sin fe, profanado y blasfemado para desafiar la indignación de los dioses y para que lo divino penetre nuestra carne miserable así sea a través del rayo o del remordimiento…
hemos padecido la miseria con un odio a muerte por el Capital, pero no trabajamos porque el trabajo es atentatorio contra la poesía y contra la dignidad humana…
hemos comido migajas de pan negro y bebido aguas sucias en las alcantarillas para defender el ocio contra el trabajo y la inutilidad de toda acción. Pero también nos hemos hartado de menúes europeos en los night clubs con el producto de nuestras actividades anormales…
nos hemos bebido, comido, fumado y acostado a la burguesía que ve en nosotros la continuación de los valores aristocráticos, pero nos burlamos de su admiración y de paso nos vomitamos en sus floreros y en la bóveda azul de sus retretes…
hemos abdicado los últimos gramos de amor a cambio de una nota de jazz que reviente en nuestros oídos como la trompeta del juicio final…
hemos identificado las profecías del Apocalipsis con la guerra atómica, y nos lamentamos con la cobardía de nuestros jefes de Estado que no se deciden a matarnos…
somos partidarios de las guerras termonucleares y de las armas radioactivas, y estamos políticamente de parte de la potencia que quiera destruirnos y estallarnos como una bomba de jabón en un día pálido de la primavera…
hemos dudado de toda fe, de toda verdad revelada y heredada, no creemos en nada, ni siquiera en nosotros, pero hemos ratificado la bondad de nuestros instintos insaciables, y la confusión maravillosa de la esperanza…
hemos conservado la sangre fría ante las desgracias innumerables de nuestro tiempo…
hemos predicado la necesidad del suicidio y regalamos la receta de nuestros venenos letales. Festejamos la muerte de esas víctimas que sucumben ante la evidencia de nuestras predicaciones malignas, y nos regocijamos porque no despertarán nunca más en la eternidad…
hemos hecho el amor en sitios prohibidos para prolongar el espasmo y los sacudimientos ante el peligro, y nos han encarcelado por aplicar la estética en el erotismo. Porque nos hemos amado bajo los vientres chispeantes de las locomotoras, en los confesionarios, las tumbas putrefactas, los sanitarios públicos, los ascensores, las terrazas celestes, los anfiteatros con los muertos, y bajo los semáforos que iluminan nuestros cuerpos semidesnudos en la semioscuridad acechada por los serenos y las sirenas de los altos hornos industriales…
hemos destruido ídolos de barro y plomo por el solo placer de destruir y renegar de las tradiciones, de los santos y de los héroes…
hemos hecho una literatura alucinada convocando las inmundicias, las libertades, las dudas, los furores y las iniquidades, y nos hemos escandalizado con el poder de nuestro genio negativo…
Somos de una raza nueva que santifica el placer y los instintos, y libra al hombre de los opios de la razón y de los idealismos trascendentes…
Todo lo que tenemos para ofrecerle a la juventud es la locura, pues es necesario enloquecernos antes de que llegue la guerra atómica. El hombre será aniquilado por el hombre. La humanidad borrará en un segundo la historia infame que escribió en un millón de años. Nosotros nos apresuramos a saludar regocijados su desaparición, y nos vomitamos jubilosamente en su inútil historia de miles de siglos. Estamos asqueados, y nos negamos a sobrevivir en esa ilustre inmundicia…
el sol nace siempre según su eterna costumbre sobre la cima de las cordilleras, pero nunca lo vemos porque nos levantamos cuando estalla con los últimos arreboles el alba eléctrica de la nueva noche.
Estamos aterrados de nuestra maldad y solicitamos al Estado que abra para nosotros los manicomios, los presidios y los reformatorios, porque somos geniales, locos y peligrosos, y no encontramos otros sitios más decentes para vivir en la sociedad contemporánea.
Todavía ustedes los moralistas, los racionalistas y los estetas se estarán preguntando: “Y más allá del horizonte de la locura ¿cuál es realmente el fin del nadaísmo?”. Y nosotros diremos: “El Nadaísmo no tiene fin, pues si tuviera fin, ya se habría terminado. Nosotros nos contentamos con progresar devotamente hacia la locura y el suicidio. Hacemos el mal, porque el bien no sienta a nuestro heroísmo”.
NADITACIÓN 14
Al escribir no bebo, ni me estupefaciento, ni me inspiro. A lo sumo estoy algo aburrido, o no timbró el teléfono para escuchar su voz de jazz que tanto me gusta, o estoy harto de medir la extensión tornasolada de Junín, recibiendo el homenaje indignado de los energúmenos.
el nadaísta opina
—No hay que estar orgulloso de ser hombre, ni de pensar. ¿Ves ese par de moscas que se aman? (Señala los bichos con el bolígrafo). Ese par de moscas son felices si supieran qué cosa es la felicidad.
refuta el humanista
—Pero, el hombre es el que ha inventado la palabra “mosca” y la palabra “felicidad”. En eso radica su horrible superioridad sobre los otros animales. A través del lenguaje nombra las cosas como un reclutamiento a la existencia: las convoca de la Nada al Ser.
el nadaísta cierra la discusión
—¿Qué necesidad hay de decir “mosca” si ella Es? Esas moscas hacen el amor sin saber qué es el amor. Para ellas la vida es su lenguaje. En cambio el lenguaje del hombre es un lenguaje para asesinar la vida, un lenguaje de enterradores, un lenguaje de muertos.
Declaro que no escribo mi poesía bajo ninguna influencia mágica, ni turbado por desarreglos psíquicos, ni bajo padecimientos metafísicos, ni buscando fuentes creadoras en la soledad, el platonismo o los éxtasis purificadores. A lo sumo cuento con una porción racional y equilibrada de mi locura, que es la condición insustituible del genio. Sobre mi genio no admito discusiones. Es un dogma.
No sufro éxtasis gloriosos. El misticismo siempre me pareció una enfermedad nerviosa a cuyo trance se llega mediante el ascetismo, las renuncias del placer y las flagelaciones sádicas de la carne. El misticismo es un contrabando; un comercio ilícito del Espíritu con el reino de la Nada donde habitan las esencias puras que no existen.
Maravillosamente yo no me privo de nada, no soy un renunciador; más bien soy un hedonista desenfrenado, un glotón de los sentidos, una especie de bandido de la cultura que ejerce con absoluta libertad sus oscuras y lúcidas inclinaciones al Capitalismo Erótico, o si prefieren, un técnico en la ejecución de los once pecados capitales. ¿Por qué once? Los P. C. (no se lea partido comunista) son siete y el último ha salvado a la Humanidad: la pereza.
En su novedosa aportación a la corrupción de las costumbres, el Nadaísmo ha fundado cuatro nuevos P. C. Son ellos: El Vómito, La Concupiscencia del Estiércol, La Infamia de la Belleza y La Exaltación de la Iniquidad Humana.
—Mamá, ¿qué has hecho para yo nacer?
—Nada, hijo mío, tú eres un fruto del azar.
—¿Por qué no has hecho de tu pobre hijo un Monje Pasionario o un cacharrero edificante?
—Hijo, se nace poeta como se nace con ombligo.
—Yo no soy poeta. Yo soy el Profeta de la Oscuridad Nueva.
En el Hotel. 1 de la mañana.
Acabo de perfumar la planta del pie con sándalo y esencia de tungsteno, como en las bacanales fabulosas de los sibaritas de algún imperio antiguo. Luego piso una cucaracha que es elevada por miles de hormigas atómicas sobre la gravedad terrestre hacia una bacanal zoológica.
¿Qué pasa? Mi antena de la belleza se pone a vibrar como una onda hertziana y me pone alerta porque allí está la Poesía.
Un pelito rubio que tengo en el ombligo –un pelito anglosajón pero no utilitario–, es en mí la antena de la belleza que me guía con certidumbre y adivinación en los misterios del Arte.
Cuando este pelito diminuto, sedoso, cargado de vibraciones eléctricas: conductoras y receptivas, no produce los resultados sensibles por una especie de atrofia o hiperestesia, entonces lo afeito y se produce la catástrofe: el horizonte del arte colombiano se nubla, la poesía se enlutece, Minerva toma Mejoral, se pone histérica, le regresa la mensualidad o las fiebres de la menopausia y termina en el consultorio del psiquiatra o en una clínica de maternidad.
SU PROBLEMA: los poetas nadaístas preñaron a las rosas con electrones de propulsión a chorro.
DIAGNÓSTICO: Padecimiento de complejos ultrarrománticos.
SOLUCIÓN ÚNICA: la marihuana o el suicidio.
¡Yo no tengo la culpa! Aviso a nuestros
críticos de arte que una cuchilla Gillette
azul es la causa desastrosa de nuestra crisis poética.
La poesía nace, en fin, de la Nada de mis pensamientos. De-de-ti-zo el cerebro y dejo que el agujero cerebral se inunde de una eclosión de ruidos disgustantes, olores pútridos, visiones repulsivas, audiciones maquinales, pulsaciones escabrosas, gustos escatológicos, percepciones gelatinosas, y un cierto presentimiento mágico que anuncia desde alguna lejanía que la Oscuridad Nueva se levanta dentro de la boca acerada y mugrienta de un cañón, único seno de un tanque blindado con destellos de hollín, sangre coagulada, olor a pólvora y asesinato.
(Ustedes, los que habitan el reino puro de la normalidad, ignoran los placeres inefables de un tanque blindado que procede de las batallas con licencia de amante).
—¿Cuándo te piensas morir?
—Nunca. Yo soy el Profeta de la Oscuridad Nueva.
No me hago ilusiones sobre la Eternidad. Mi Eternidad es social. Cuando incumpla la cita de amor o no se escuchen mis aplausos en el estadio; estaré difunto cuando yo no sea el motor móvil de las carambolas y del Universo. Entonces yo seré el primero en enterarme: estoy muerto. Mi aniquilamiento también será decretado cuando todas las mujeres que amo caigan como frutos podridos en los brazos de otros al día siguiente de mis funerales. Ya no será mi cielo, ni mi tierra, ni mis novias de ayer, y ellas hablarán entre sí de nuestro amor como un recuerdo sin memoria. Para ese día me doblaré sobre mí mismo como una pestaña o como una flor de aburrimiento. Y algo en mí se asqueará y tendrá horror de saludar lo desconocido.
—Camarero: tráigame un helado de fresas y los Cantos de Maldoror.
—O. Kay.