Читать книгу: «Sanos y seguros»

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"No creo que haya un mejor libro sobre la guerra espiritual. Disipa la confusión y el miedo que suelen acompañar a este tema con ideas bíblicas dispensadas cuidadosamente por este hábil cirujano del alma. Todos los cristianos deberían leer este libro para que estén preparados para las batallas inevitables que enfrentarán entre el “ya” de su conversión y el “aún no” de su arribo a casa".

Paul David Tripp, presidente de Paul Tripp Ministries, pastor y autor del superventas Nuevas misericordias cada mañana

"Durante su vida, David Powlison le dio a la Iglesia demasiados dones como para mencionarlos. Su último obsequio, este libro, no es la excepción. Basándose en Efesios 6, David muestra contundentemente que la vida y el ministerio cristiano es una guerra espiritual cotidiana en el poder del mismísimo Guerrero Divino, nuestro Dios trino. Esta es una guerra desmitificada, una batalla contra el mundo, la carne y el diablo que se lucha en oración y dependencia, de rodillas y con la Escritura en las manos y el corazón".

Michael R. Emlet, consejero y decano de docencia, Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF); autor de CrossTalk: Where Life and Scripture Meet [Interferencia: el punto de encuentro de la vida y la Escritura] y Descripciones & prescripciones: una perspectiva bíblica sobre los diagnósticos y medicamentos psiquiátricos

"Sanos y seguros te protegerá de la peor clase de guerra espiritual, la clase en que permites que Satanás “se te meta en la cabeza”. Tenemos la ventaja. Ese es uno de los muchos conceptos deliciosos que David Powlison presenta en este libro reflexivo sobre la lucha con los poderes de las tinieblas. Tomar en serio la guerra espiritual no es sinónimo de dejar que Satanás moldee las historias que tratan de su poder. ¡El diablo es un enemigo derrotado, que recibió una herida letal en la muerte y resurrección de Jesucristo!".

Paul E. Miller, director de seeJesus; autor de Una vida de oración y J-Curve: Dying and Rising with Jesus in Everyday Life [Vuelta en jota: morir y resucitar con Jesús en la vida cotidiana]

"David nos ayuda a recuperar el lenguaje, la perspectiva y la práctica de la guerra espiritual a partir de las Escrituras. Aconsejar es involucrarse en batallas cósmicas que se desatan en los momentos comunes de la vida cotidiana. Powlison nos mantiene con los pies en la tierra al recordarnos que no luchamos según la filosofía moderna del naturalismo, sino con la armadura de Dios y la espada del Espíritu. En medio de sus propias batallas con las sombras constantes de la muerte, Powlison es transparente y vulnerable al pastorearnos y llevarnos a descansar en la paz que se halla en la Palabra de Dios. Sus oportunos consejos bíblicos son certeros en la exposición, prácticos en la teología y encantadores por su relevancia: es bueno que los leas, atiendas y atesores".

T. Dale Johnson Jr., director ejecutivo de la Asociación de Consejeros Bíblicos Certificados; director de los programas de consejería del Midwestern Baptist Theological Seminary; profesor asociado de consejería bíblica del Midwestern Baptist Theological Seminary

"¡Vaya obsequio que nos dio David Powlison en este, su último libro! Su voz familiar hace lo que siempre ha hecho: une con amor los puntos de la realidad espiritual con la realidad presente de la vida. Escúchalo bien: la guerra espiritual no es una rareza ocasional, es el dilema central de la vida de todas las personas. Este libro no solo describe nuestra batalla constante ―creer, arrepentirnos y amar―, sino que también nos muestra cómo luchar, hasta el final. Y nadie que haya amado a David, en persona o por su ministerio, podrá leer el último capítulo sin lágrimas en los ojos".

Steve Midgley, director ejecutivo, Biblical Counselling UK; pastor principal, Christ Church Cambridge

"Trabajé treinta y ocho años con David, así que reconozco que tengo un sesgo que me hace favorecer todo lo que escribió, pero este libro muestra a David en todo su esplendor: es pastoral, conecta Efesios con las estrategias presentes de Satanás, nos muestra la propia vida del autor y nos abre los ojos a la luz de Jesucristo. Más que un libro, este es un regalo".

Edward T. Welch, profesor y consejero, CCEF; autor de Un pequeño libro sobre un gran problema

"Para ser sincera, yo siempre había tenido más preguntas que respuestas sobre la guerra espiritual y la actividad demoniaca. Por eso, estoy agradecida por este librito saturado de la Biblia, que no solo enseña claramente lo que de verdad es la guerra espiritual, sino que también presenta estrategias adecuadas para ayudar a la gente que está en medio de batallas espirituales contra el mal, las mismas estrategias que todos necesitamos para vivir en este mundo: la Palabra y la oración".

Nancy Guthrie, escritora y profesora bíblica

"Este libro es lo mejor que he leído sobre la guerra espiritual. Sanos y seguros de David Powlison me equipó para entender la guerra espiritual como nada lo había hecho antes. Léelo, y te garantizo que crecerás en la fe".

Deepak Reju, pastor de consejería bíblica y ministerio familiar, Capitol Hill Baptist Church (Washington, DC); autor de On Guard [En guardia] y She’s Got the Wrong Guy [Está con el chico incorrecto]



Publicado por:

Publicaciones Faro de Gracia

P.O. Box 1043

Graham, NC 27253

www.farodegracia.org ISBN 978-1-629463-14-8

Safe and Sound: Standing firm in spiritual battles Copyright © 2019 by David Powlison

Published by New Growth Press, Greensboro, NC 27404 www.newgrowthpress.com

All rights reserved. Todos los Derechos Reservados.

©2021 Publicaciones Faro de Gracia. Traducción al español realizada por Julio Caro Alonso, diseño de la portada y las páginas por Juan Diego Chaves. Todos los Derechos Reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro— excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.

Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina–Valera 1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión. Utilizado con permiso.

Contenido

INTRODUCCIÓN

PARTE 1: ¿QUÉ ES LA GUERRA ESPIRITUAL?

CAPÍTULO 1: LA REALIDAD DE LA GUERRA ESPIRITUAL

CAPÍTULO 2: LA VISIÓN PAULINA DE LA GUERRA ESPIRITUAL

CAPÍTULO 3: LAS ARMAS Y EL LLAMADO DE DIOS

PARTE 2: LA CONSEJERÍA EN LA REALIDAD DE LA GUERRA ESPIRITUAL

CAPÍTULO 4: PODER Y GUÍA PARA EL MINISTERIO PERSONAL

CAPÍTULO 5: CÓMO PELEAR LAS BATALLAS COMUNES: ENOJO, MIEDO Y ESCAPISMO

CAPÍTULO 6: LA BATALLA CON LA SOMBRA DE MUERTE

CAPÍTULO 7: EL CONFLICTO CON LAS CIENCIAS OCULTAS

CAPÍTULO 8: LA BATALLA CONTRA EL ANIMISMO

CAPÍTULO 9: LA GUERRA ESPIRITUAL SE ENFOCA EN LA PERSONA

CAPÍTULO 10: LA ÚLTIMA BATALLA

APÉNDICE: EL MODO MINISTERIAL DE JESÚS Y EL NUESTRO

ste libro trata sobre la guerra espiritual. Tú estás en una batalla. Yo estoy en una batalla. Además, todas las personas que aconsejamos viven (al igual que nosotros) en la niebla de la guerra, acechadas por un depredador mortal y enfrentando a un maestro del engaño. Cuando nuestros corazones nos engañan y nuestra cultura nos despista, estamos ante la acción de los deseos y propósitos de Satanás.

¿Qué te parece?

Si eres como yo, tal vez te sea difícil notar que estás en esta guerra en el día a día. Como ocurre con todas las realidades espirituales, es fácil olvidar esta si no la ves con tus propios ojos. Escribí este libro porque quiero que estemos conscientes y alertas respecto a las verdaderas batallas que enfrentamos. Estos son días oscuros, y este libro trata de cómo tú, tus seres queridos y las personas que aconsejas pueden mantenerse firmes contra las huestes de las tinieblas. A medida que avancemos, seré personal. Compartiré historias para mostrarte cómo han sido algunas batallas de mi vida. Compartiré historias de las vidas de otras personas para que podamos aprovechar lo que ellas han aprendido sobre cómo debemos mantenernos firmes. Contaré historias porque este no es un tema en que podamos ser abstractos. La realidad de la gran guerra por nuestras almas se trata en la Biblia desde Génesis 3 hasta Apocalipsis 22. Somos gente real con un problema real. Esto es personal para todos nosotros.

Por lo tanto, para partir, hablemos de mis inicios.

Los primeros veinticinco años de mi vida, yo no tenía la conciencia de que estaba en medio de una batalla con fuerzas invisibles. Crecí en una iglesia de Hawái que no creía en el diablo ni tenía mucho que decir sobre Jesús. En verdad, no necesitábamos a un salvador porque realmente no éramos pecadores, al menos no muy grandes. Pensábamos que, en el fondo, éramos gente buena con algunos problemas que podíamos resolver por nuestra cuenta. Desde luego, tampoco pensábamos en el diablo ni hablábamos de él. Pero eso no cambiaba la realidad de que yo sí tenía enemigos: el mundo a mi alrededor, donde todos vivíamos sin pensar en Dios; mis propios deseos, que a fin de cuentas se centraban en mí mismo; la muerte y la sombra de muerte, y, por sobre todo, Satanás, el señor de las tinieblas.

Cuando llegué a la adolescencia, empecé a sentir que no me estaban enseñando el panorama completo de lo que era la vida en mi iglesia. Podía ver que de verdad había mal en el mundo. Mi papá fue marino en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Después de la Guerra, enfrentamos la amenaza de ser aniquilados por una bomba nuclear. Hacíamos simulacros en la escuela, en los que todos nos escondíamos debajo de las mesas en caso de que se lanzara una bomba atómica. Ese era el mundo en el que yo vivía. Era un mundo en el que la religión con la que crecí parecía totalmente irrelevante.

Cuando salí de mi hogar para ir a estudiar en la Universidad de Harvard, ya había perdido todo mi interés en la religión, pero mi mundo siguió expandiéndose. Ahora incluía un campus agitado por las protestas estudiantiles. Protestábamos contra la injusticia social en Cambridge, las reglas y políticas de Harvard, y la guerra de Vietnam.

Además, la muerte se volvió real para mí. Mi abuelo falleció mientras yo cursaba el primer año en la universidad. Lo vi tratar de encontrarle sentido a su vida en presencia de la muerte. No tenía respuestas, y yo tampoco tenía respuestas que compartir con él. El año siguiente, estudié un semestre en Francia. Una noche, iba en el asiento trasero de un auto cuando un joven, en evidente estado de ebriedad, se cayó a la calle delante de nosotros. Lo miré a los ojos antes de que el vehículo lo arrollara, provocándole la muerte. Una vez más, me vi ante la muerte sin tener respuestas. ¿Cómo era posible darle sentido a una vida que podía acabar tan repentina y absurdamente en la muerte?

Además, yo tenía deseos, pensamientos e intenciones. Quería tener relevancia, entender a la gente, vivir una vida que importara, servir de algún modo a los demás y tener una relación con una chica agradable. Con esos fines, decidí estudiar psicología, les llevaba agua y vendas a los lesionados en los disturbios y tuve una serie de relaciones monógamas. También había cosas que no quería. No quería estar cerca de los cristianos. Pensaba que los cristianos eran retrógrados y conservadores. Si conocía a alguien que dijera ser cristiano, me mantenía lo más lejos posible.

Aun así, tenía dudas espirituales sin responder, pero no estaban en el primer plano de mi vida. Luego de unos años en la universidad, mi cosmovisión empezó a agrietarse muy lentamente. Dios irrumpió a través de Bob Kramer, un amigo que conocí en Harvard, donde los dos participábamos juntos en las protestas. Él viajó a Europa para estudiar un año y terminó en L’Abri, donde conoció a Francis Schaeffer y se convirtió al cristianismo. Cuando volvió a la universidad, se dio la coincidencia de que teníamos espacio en nuestro apartamento y se mudó a vivir conmigo.

Ese año, Bob y yo empezamos una conversación sobre Jesús que se extendió por cinco años. Fue la primera persona con una actitud reflexiva respecto a su fe que yo conocí. Podía esgrimir una defensa intelectual muy convincente del cristianismo, pero el motivo por el que nuestra conversación duró cinco años era que yo no quería un salvador. No quería un señor. Quería estar a cargo de mi vida y mis decisiones. Nuestra amistad perduró ―incluso fui testigo en su boda con Diane―, pero yo no cambié. Seguía sin querer ser cristiano.

Sin embargo, el 31 de agosto de 1975 pasó algo diferente. Nuestra conversación empezó en la misma línea, con Bob explicándome las razones filosóficas y existenciales a favor del cristianismo, las que tenían perfecto sentido para mí. Entonces, él dejó de defender el cristianismo y sencillamente me abrió el corazón. Dijo: "Diane y yo te queremos mucho y te respetamos. Pero por lo que crees y por cómo estás viviendo… te estás destruyendo".

Bob se había ganado el derecho de decirme eso, y el Espíritu usó esas palabras en mi vida. De inmediato sentí una intensa convicción de pecado. Mis pecados destellaron ante mis ojos: actitudes, pensamientos y acciones en las que apenas unos minutos antes no veía nada malo. Pero lo más fundamental de todo fue que me impactó el hecho de que no había creído en el amor de Dios por mí.

Me quedé sentado allí. Bob tuvo la valentía y la sabiduría de seguir en silencio. Al fin, dije: "¿Cómo puedo ser cristiano?". Su respuesta fue graciosa porque empezó a hablar de apologética otra vez. Tuve que detenerlo y decir: "No, no. No me importa nada de eso. ¿Qué tengo que hacer para ser cristiano?".

Fue ahí cuando Bob me compartió la promesa de limpieza y de un nuevo corazón que se encuentra en Ezequiel.

"Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne"

(Ezequiel 36:25-26).

Esa oferta de limpieza, renovación, transformación… era todo lo que yo quería, y por primera vez entendí que la necesitaba. Pero entonces, Satanás, que todo ese tiempo había estado en el fondo de mi vida como fuerza motriz de las tinieblas y mentiras, me habló abiertamente. La única forma en que puedo describirlo es que escuché una voz maligna. No era mi voz; era una voz burlona, gruñona y acusadora que competía directamente con la promesa de un nuevo corazón que Bob acababa de leerme. Esa voz decía cosas como: "Estás demasiado sucio. No hay esperanza para ti. Dios no te aceptará jamás. Si acudieras a Cristo, lo contaminarías".

Tuve la sensación vívida de estar atrapado en una batalla entre dos voces: por un lado, la voz de la promesa y la esperanza; por el otro, la voz de las tinieblas y la hostilidad. Esa fue la única vez en que he tenido una experiencia así. Sin embargo, estaba a punto de abandonar el reino de las tinieblas, y el rey de las tinieblas no iba a dejarme ir sin luchar.

Le dije a Bob: "Siento que soy muy malo como para acudir a Cristo. Y no puedo… simplemente no puedo pedirle a Dios que me cambie". Bob dijo: "Puedes pedirle a Dios que te ayude a pedirle a Dios que entre a tu corazón. Puedes pedirle cualquier cosa a Dios, así que puedes pedirle las fuerzas para pedirle que te rescate". Eso fue lo que hice. Mi oración salió directamente de Lucas 18: "Dios, sé propicio a mí, pecador" (v. 13). Clamé al Señor; la voz maligna se alejó. Mi experiencia de esa noche fue tal como enseña Santiago 4:7-8. Me acerqué a Dios en arrepentimiento y fe, y el diablo huyó.

A la mañana siguiente, desperté en un universo nuevo. El mundo estaba lleno de luz y brillantez, y yo estaba colmado de torrentes de gozo. Las primeras palabras que cruzaron mi mente fueron: "Soy cristiano. Estoy en casa". Tenía casi veintiséis años, y sentía que había transitado veinticinco años por un camino caluroso y polvoriento que no llevaba a ningún lugar. Ahora estaba donde en verdad debía estar.

Esas veinticuatro horas fueron las primeras en que tomé conciencia de que estaba en una batalla. Estaba frente a enemigos poderosos: el mundo a mi alrededor, que ignoraba a Dios y se reía de los cristianos; mis deseos de ser mi propio señor y salvador, y Satanás, la fuerza motriz de todas las mentiras que creía y las tinieblas en que vivía. Pero Dios irrumpió en mi vida. El Espíritu usó a un amigo que estuvo dispuesto a amarme y contarme la verdad sobre Dios, el mundo y mí mismo para alumbrar mi oscuridad personal.

En el ministerio personal, encontrarás a mucha gente que, al igual que yo, no tiene idea de que está en las garras del señor de las tinieblas y sus mentiras. Cuando aconsejas a alguien que aún no conoce al Señor, sabes que esa persona está viviendo en la niebla del engaño fundamental. Está desorientada respecto al sentido de la vida. Está andando en oscuridad y no sabe en qué tropieza (Proverbios 4:19). Además, sabes que el engañador de todo el mundo no ama a sus seguidores. Al final, pretende matarlos, así que debes estar preparado para ofrecer ayuda.

También encontrarás y ayudarás a otras personas que sí conocen a Cristo. Cuando aconsejas a un hijo amado del Señor, sabes que el diablo tiene especial aversión contra esa persona. El gran dragón, "la serpiente antigua", está furioso "contra la mujer… [y] contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (Apocalipsis 12:9, 17). Esa descendencia una vez fue suya (Efesios 2:3; 5:8). Sin embargo, cambiaron de bando: pasaron de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida. No obstante, debido a sus problemas y luchas, tienen la necesidad crucial de conocer a Cristo como refugio, protección y fortaleza, así que debes estar preparado para ofrecerles ayuda.

Este libro trata de cómo ayudar a la gente. Resistir el mal nos lleva a navegar en aguas profundas y oscuras: la complejidad del corazón humano, la complejidad de las influencias culturales, la complejidad del enemigo. Debemos aprender a luchar bien, a revestirnos del mismísimo Jesucristo, a vestir las armas de luz con las que Él derrota a las huestes de las tinieblas.

¡Resistamos juntos las tinieblas en la sabiduría pastoral del propio Jesucristo!

aime y Cristina son una pareja de tu iglesia. Jaime no cree en Satanás. En realidad, tampoco cree en Dios. En su mundo, todo depende de él. No hay fuerzas espirituales externas, solo decisiones que él toma. Ahora mismo, ha decidido tener una amante y dejar a Cristina, su esposa desde hace diez años. Quiere que le des permiso para alejarse.

Joel se reúne contigo para contarte que su esposa Laura cree que él tiene un demonio de adicción que hace que beba demasiado. Ella suele orar con él, expulsando el demonio. En un comienzo, Joel pensaba que las oraciones de Laura habían curado sus problemas con el alcohol. Tenía más control sobre la bebida. Sin embargo, el último tiempo las cosas prácticamente volvieron a lo mismo de antes. Todavía bebe demasiado. Se pregunta si de verdad tiene un demonio de adicción y quizás no hayan encontrado la forma correcta de orar.

Catalina acaba de convertirse al cristianismo. Creció en un hogar cristiano donde le enseñaron de Jesús, pero decidió apartarse por su propio camino. Se casó, tuvo tres hijos y hace un año puso su fe en Jesús. Ahora, su esposo Tomás está firmemente opuesto a que ella asista a la iglesia y lleve a los niños con ella. No sabe qué hacer. Viene a pedirte orientación.

Sandra ve la acción del diablo en todos los problemas, sean grandes o pequeños. Una vez, le sacó un demonio a su computador. Estaba segura de que el virus del equipo era obra del diablo. Cuando habla de sus malas decisiones, siempre dice que Satanás se apoderó de ella. De verdad cree, en sus propias palabras, que "el diablo me hizo hacerlo".

Si tuvieras que aconsejar a Jaime, Joel, Catalina y Sandra, ¿qué les dirías? ¿Les hablarías de la batalla espiritual en la que están y de los enemigos invisibles que enfrentan o tendrías una tendencia natural a hablarles de asuntos concretos y más fáciles de describir: dinámicas psicológicas, influencias sociales y hechos fisiológicos? ¿Cómo encaja el poder misterioso de las tinieblas con los factores más comprensibles de las vidas de las personas? ¿Acaso es posible que esos factores aparentemente comprensibles en realidad sean mucho más esquivos de lo que nos imaginábamos porque operan codo a codo con el tejedor de espejismos y engaños?

Piensa en Jaime, que no cree en Dios ni Satanás, pero al mismo tiempo está atrapado en las mentiras del diablo con respecto a quién está sirviendo realmente y qué produce verdadera felicidad. ¿Podemos entender sus decisiones a la plenitud sin aludir al modo en que está siendo influenciado por las mentiras del mundo que lo rodea y sus propios deseos, mentiras que se originan en el señor de las tinieblas? O piensa en Catalina. ¿De verdad puede entender el odio que su esposo siente por todo lo cristiano sin aludir a la batalla espiritual en la que ahora se encuentra?

También tenemos a Sandra. ¿Es correcto que convierta al diablo en el "actor principal"? ¿Sería correcto que habláramos del diablo de inmediato y con frecuencia, como si sus acciones fueran la explicación más relevante de todo lo que sale mal? Quizás Laura, la esposa de Joel, tiene razón al ver al diablo como el "demonio de las carencias", factor extra que solo es aplicable cuando un problema resulta complejo, extraño y especialmente difícil de resolver.

¡¿Cómo debemos entender el rol del diablo en nuestras batallas?!

Estas preguntas son difíciles, y es muy fácil errar el camino al pensar en el rol del maligno en este mundo. En la primera parte de este libro, veremos que la Escritura nos ayuda a responder estas preguntas sabiamente. Quizás la explicación más completa de cómo debemos resistir el mal se encuentra en Efesios 6:10-20, el texto clásico sobre nuestra participación en el conflicto entre la luz y las tinieblas. El motor de este libro consistirá en desentrañar ese pasaje y probarnos cada implemento del equipo que Dios nos dio para combatir el mal. En la segunda parte, ilustraremos cómo luce la guerra espiritual en la vida real, usando ejemplos de personas que han enfrentado diferentes batallas.

Partamos hablando de lo que la Biblia nos lleva a pensar sobre la guerra espiritual.

EL CONCEPTO BÍBLICO DE LA GUERRA ESPIRITUAL

¿Sabías que el término guerra espiritual nunca aparece en las Escrituras? Es un término pastoral-teológico que designa el conflicto que ocurre en el núcleo de la vida cristiana. Por motivos prácticos, bíblicos y buenos, los cristianos siempre hemos entendido que enfrentamos un enemigo moral triple: el mundo, la carne y el diablo. Sobre esta impía trinidad, flota el fantasma de nuestro último enemigo: la sombra de muerte y la muerte misma. La Escritura enseña que todos estos enemigos son regidos por Satanás, el príncipe de este mundo.

Aunque el término no aparezca en la Escritura, aludiré a cuatro formas de entender la guerra espiritual de un modo bíblico. Haré algunos comentarios después de cada una de ellas.

En primer lugar, la guerra espiritual es una metáfora que alude a ponerse del lado del Señor en la lucha épica entre Dios y Sus enemigos. Tus aconsejados toman un bando. Tu objetivo como pastor, consejero y amigo cristiano es proteger a los hijos de luz (Efesios 5:8) para que no sean seducidos a volver a las tinieblas, y conquistar al resto de la humanidad (Efesios 2:3) para que pase de las tinieblas a la luz.

En segundo lugar, la guerra espiritual es una lucha moral. Es un conflicto en torno a quién eres, qué crees y cómo vives. Nuestros sufrimientos, cualquiera sean sus formas o causas (la malicia de Satanás es parte del conjunto de causas), nos brindan ocasiones para tropezar en las tinieblas o estar firmes en la luz. Nuestra lucha es en torno a cuál de esas dos cosas ocurrirá. Por ejemplo, en el caso de Job, Satanás incitó las muertes de sus hijos, la pérdida de su fortuna, la enfermedad que atormentó su cuerpo y el mal consejo de su esposa. Sin embargo, en última instancia, la guerra espiritual era por la lealtad del alma de Job. Él tuvo que tomar una decisión moral: ¿a quién iba a servir? ¿Quién sería su pastor?

En otra sección de la Escritura, el libro de Santiago se centra en el conflicto moral al interior del corazón. Santiago se enfoca en dos impulsos del corazón humano: el "soy" y el "quiero" (Santiago 3:13―4:12). Toma el ejemplo de los conflictos interpersonales y nos muestra que la afirmación ególatra "soy dios" conduce a "quiero hacerlo a mi manera" y "no importa el costo que haya para los demás, mi voluntad es la que debe hacerse". Santiago enfatiza que Satanás interactúa con nuestro propio corazón, al que él llama "la carne". Las mentiras y distorsiones del diablo son parte de la combinación, pero el arrepentimiento y la humildad ante Dios lo hacen huir (Santiago 4:7). Esta acusación penetrante contra el corazón humano termina con el llamado a someternos a Dios, resistir al diablo y humillar nuestros corazones.

En tercer lugar, la guerra espiritual es un sinónimo de las luchas de la vida cristiana. No hay conceptos o técnicas especiales que entren en juego solo porque las huellas del diablo están presentes en algo que ocurre. Todo es una sola guerra, y las marcas de Satanás están en todas las luchas malas y oscuras.

En cuarto lugar, la guerra espiritual es una batalla por el señorío. En su esencia, es la batalla por quién será tu amo. ¿A la imagen de quién te estás conformando? ¿Reflejarás al buen Pastor que da Su vida por Sus ovejas o te parecerás cada vez más a Satanás, el mentiroso y destructor? Esta batalla engloba toda la vida, no solo algunos momentos raros e inusuales, sino que en cada momento de la vida cotidiana estamos en una batalla en torno a quién serviremos.

En resumen, la Escritura trata la guerra espiritual como una parte normal y cotidiana de la vida cristiana, y eso es lo que nosotros también deberíamos hacer. No tiene que ver con efectos especiales espeluznantes. Tiene que ver con cómo pensamos, sentimos, vivimos, deseamos y actuamos en presencia de nuestros enemigos. La pregunta suprema presente en la vida de todos y en toda la Biblia es ¿quién será tu pastor? ¿Te pastoreará tu buen Padre celestial o Satanás, el mentiroso y homicida?

Los cristianos suelen confundirse respecto al verdadero rol de Satanás en el mundo y específicamente en nuestras vidas. Pero la Palabra de Dios nos da claridad y dirección. Por lo tanto, miremos más de cerca a nuestro enemigo y lo que está tramando.

LA REALIDAD DE SATANÁS

La Biblia nunca ignora a Satanás y las fuerzas del mal dispuestas contra el pueblo de Dios. El maligno no es el actor principal, pero no aparece solamente cuando ocurre algo inusualmente extraño o perverso. El diablo real es totalmente normal, y tiene un rol plenamente integrado en la vida cotidiana. El mal rutinario es obra del diablo.

Al mismo tiempo, la Escritura nunca coloca a Satanás y sus acciones en primer plano. Dios coloca a las personas y nuestras relaciones con Él y con el prójimo en primer plano. Entonces, solo de vez en cuando, alza las cortinas para que no nos olvidemos y dice: "A propósito…". En ese momento, nos da un atisbo de lo que está pasando tras bambalinas.

Jesús nos da una de las descripciones más claras de quién es Satanás y qué es lo que él hace en Juan 8, donde habla con los líderes religiosos que lo han rechazado.

"¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira"

(Juan 8:43-44).

Este pasaje encapsula los aspectos fundamentales de la identidad, los propósitos, las obras, las motivaciones y las intenciones de Satanás. El diablo es malo adrede y no trama nada bueno. Tiene deseos que quiere que sigamos. Es padre. Cría hijos. Disciplina a sus hijos en el mal. Jesús precisa que esto no es nada nuevo. Traza las mentiras de Satanás hasta Génesis 3, donde las falsedades de la serpiente ocasionaron la muerte de la raza humana.

Cuando el apóstol Juan habla de la interacción entre la carne, el mundo y el diablo en su primera epístola, resume el problema en una oración concisa: "El mundo entero está bajo el maligno" (1 Juan 5:19). No es que Juan quiera asustarnos o vea demonios detrás de cada arbusto. Como hemos visto, la vida humana está definida por la lucha entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre la vida y la muerte. El diablo sintetiza todo lo oscuro, maligno, falso y mortal.

De igual manera, el apóstol Pablo habla de esta misma interacción de males en todos sus escritos y de forma más directa en Efesios 2:1-3:

"Estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás".

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9781629463148
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