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EL APAGÓN ANALÓGICO Y EL DESPERTAR

DEL PERIODISMO DIGITAL

Coordinador del número: Jorge Cruz

Editor de la serie: Marco López Paredes

© 2020 Pontificia Universidad Católica del Ecuador

© Jorge Cruz

Grupo de Investigación en Ciencias de la Comunicación - GicCom

Observatorio de la Comunicación - OdeCom.


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Mtr. Santiago Vizcaíno Armijos

Diseño de portada y diagramación:

Rafael Castro

Corrección:

Centro de Publicaciones

ISBN: 9789978775158

Impresión:

Tiraje: 000 ejemplares

Quito, diciembre 2020

Impreso en Ecuador. Prohibida la reproducción de este libro, por cualquier medio, sin la previa autorización por escrito de los propietarios del Copyright.

Diseño epub: Hipertexto – Netizen Digital Solutions

ÍNDICE

Prólogo

El análisis y la visualización de datos en la investigación periodística: una revisión de cinco casos latinoamericanos

Comunicación algorítmica en la elaboración de contenidos

La importancia de las analíticas en el periodismo digital

Leo Burnett, el paso del periodismo al copy publicitario y la evolución del texto impreso a la narrativa digital

La brecha digital ecuatoriana y sus efectos en el desarrollo de la televisión del futuro

Estonian journalists reactions to audience feedback

¿Por qué aceptamos las noticias falsas en la era digital?

Periodismo cultural de Quito en las plataformas digitales. El caso de La Barra Espaciadora y Cartón Piedra

Comunicación política en Twitter. Análisis de los perfiles de los principales medios de comunicación españoles durante la campaña del 10N

PRÓLOGO

Xosé López García1

Más de siglo y medio de periodismo moderno nos aporta una rica herencia para afrontar los desafíos en la era digital. El camino recorrido hasta aquí no ha sido fácil, pero ha resultado socialmente útil —su aportación ha sido crucial para conocer qué hay detrás de las noticias puntuales y para un mejor funcionamiento de las sociedades plurales— y ha estado salpicado de episodios relevantes —desde el “Watergate” a los “Panama Papers” —. Para los profesionales que lo han ejercido, ha sido desde el mejor oficio del mundo (Gabriel García Márquez) hasta un oficio para el que no sirven los cínicos (Kapuscinski). Esa curiosa profesión (Vázquez Montalbán dixit) ha sido objeto de dimes y diretes, pero ha conseguido convertirse en imprescindible para la construcción de sociedades bien informadas.

Alrededor del periódico (de los impresos periódicos) comenzó la etapa dorada del periodismo, a la que luego contribuyeron la radio, la televisión y los medios digitales online. Al calor de la industrialización emergió la industria periodística con el diario como referente informativo. Los periódicos —esos museos de minucias efímeras, en palabras de Borges— indicaron la ruta del progreso (Víctor Hugo) cuando reinaba la escasez informativa. De gacetas pasaron a faros, voces, ecos… que fijaban la agenda, marcaban los temas sobre los que había que pensar y situaban a los ciudadanos ante el espejo. La radio y la televisión enriquecieron el panorama con la voz y la imagen como estandartes.

Bajo la alargada sombra de dos grandes guerras mundiales, la industria mediática estableció modelos y fijó posiciones en un contexto de “guerra fría”. Distintas innovaciones tecnológicas —en especial el paso del plomo al offset— mejoraron los sistemas de producción de la pesada industria de los medios impresos, mientras la informática avanzaba y en los laboratorios se investigaba sobre la comunicación entre ordenadores. Era la segunda mitad del siglo XX y la tecnología digital llamaba a la puerta, aunque nadie adivinaba los grandes cambios que llegarían con la entrada del nuevo milenio. Había, eso sí, importantes investigaciones en marcha que permitieron explorar renovados territorios. Fue en ese contexto cuando, tras la aparición de la web, la evolución de la red de redes y de la tecnología digital impulsó la construcción del camino a la sociedad red actual.

Desde mediados de los noventa del siglo pasado, la migración de los medios a la red, con estrategias más o menos acertadas —algunas, muy inocentes—, se convirtió en un campo de experimentación de la mano de los profesionales que tuvieron la oportunidad de practicar el periodismo para los medios online. Después de la crisis de las punto com, ya en el tercer milenio, todos los vientos fueron favorables a la búsqueda de vías para conquistar los nuevos territorios. La emergencia de la web social y la aparición de las grandes redes sociales contribuyeron a alimentar el renovado ecosistema comunicativo, donde la hiperabundancia de mensajes enterraba definitivamente el viejo modelo comunicativo del siglo XX.

En medio de constantes cambios, el periodismo hacía todo lo posible por adaptarse a los tiempos de la sociedad red, que caminaba bajo la estela digital y la ubicuidad comunicativa. Los procesos de reconfiguración en marcha incentivaban las prisas, lo que favoreció la improvisación y el desconcierto en muchas estrategias. Con todo, a pesar de las dificultades, la necesidad de afrontar desafíos y la constante innovación, alimentaron la ilusión por emprender la conquista de nuevos tiempos para el periodismo durante la primera etapa de la transición al escenario digital, en el que convivían y competían medios migrantes digitales y nativos digitales.

Los resultados de esta fase de transición al escenario digital han mostrado no solo la capacidad de adaptación del periodismo al nuevo entorno sino su empeño en cumplir su papel en la sociedad mediante renovadas alianzas con los ciudadanos, en especial con las audiencias activas que participan y generan contenidos. No obstante, el cambio tiene una cara B. Lo que ha quedado patente en este tránsito es que también hay consecuencias negativas para los periodistas (más precarización en el empleo, más tareas), para la industria (la ruptura del modelo de negocio, las necesarias reestructuraciones periódicas) y para los ciudadanos (nubes de desinformación, más ruido, vigilancia colectiva).

Una rápida mirada al periodismo del pasado siglo XX nos muestra que, aunque lo básico de esta técnica de comunicación social permanece —los elementos básicos, la preceptiva, los principios deontológicos—, Internet ha cambiado el panorama comunicativo y ha obligado al periodismo a dar renovadas respuestas y explorar dimensiones antes desconocidas. En cualquier caso, no todo ha sido aciertos y muchos desafíos del pasado persisten (más y mejor investigación, mejores condiciones de trabajo, cumplimiento de los principios éticos, rendición de cuentas), sin que se conozcan recetas mágicas que conduzcan al éxito.

El mapa de los mundos periodísticos actuales muestra un escenario global poblado de culturas periodísticas que reflejan gran diversidad por áreas geográficas y por países. El periodismo digital es una realidad de la sociedad red de la tercera década del tercer milenio que, aunque tiene dos caras como el mítico dios Jano (la que mira al pasado y la que mira al futuro) no tiene vuelta atrás, pero que cuenta en el horizonte con un futuro que debe conquistar en el día a día informativo. A fin de cumplir este objetivo, necesitará renovar alianzas con los sectores ciudadanos empeñados en la construcción de sociedades bien informadas.

En un entorno donde cada vez tiene más peso el entramado tecnológico —la tecnología 5G, la inteligencia artificial, la tecnología Blockchain— el compromiso con el interés público sigue siendo la piedra angular sobre la que se asienta un periodismo que debe mantener un nítido camino ético que selle la calidad de las piezas que explican lo que ocurre en la sociedad. Los periodistas siguen precisando un marco que garantice su autonomía profesional para enarbolar la bandera de la imparcialidad y de los roles de vigilancia, altavoz de la ciudadanía y dinamizador social, es decir, los que se sitúan en el campo de los estimuladores de la opinión pública y que combaten a los narcotizadores de esa misma opinión.

Tras el apagón tecnológico y el despertar digital, como el profesor e investigador Jorge Andrés Cruz Silva ha titulado con acierto este libro, el periodismo está más vivo que nunca, aunque no es menos cierto que hay muchas amenazas que se ciernen sobre él. En un escenario mundial marcado por la desinformación, con un caldo de cultivo muy favorable para la propaganda y otras técnicas de comunicación lícitas pero que nada tienen que ver con el “mejor oficio del mundo”, el periodismo digital precisa vitaminas que le fortalezcan en las complejas sociedades actuales, a fin de que no renuncie a cumplir sus cometidos esenciales.

Con el objetivo de mantener ese papel central que tiene el periodismo digital en las sociedades actuales, los medios precisan mejorar los mecanismos y las técnicas para conocer bien a sus audiencias y atender sus demandas y necesidades. Los usos y consumos informativos han cambiado radicalmente en el tercer milenio y los medios no siempre han conseguido fidelizar a sus públicos porque han tenido problemas para entender los comportamientos de las audiencias en general y de las suyas en particular. Las métricas se han convertido en una pesadilla para muchos periodistas, que encuentran dificultades para implicar adecuadamente a las audiencias mediante distintas estrategias colaborativas, que van desde la participación hasta las diferentes modalidades de cocreación.

Además de la pérdida de credibilidad —la confianza en los medios y los periodistas se ha resentido en casi todos los países de nuestro entorno iberoamericano en las dos últimas décadas— y las dificultades para sintonizar con las viejas y nuevas audiencias, en el ecosistema comunicativo se libra un pulso entre las empresas tecnológicas y la industria mediática —tanto de medios matriciales como de medios nativos digitales—. Las difíciles relaciones de la industria mediática, en constante transformación para adaptarse a los procesos de la sociedad red, y los gigantes tecnológicos (Google, Facebook, Microsoft, Apple) que fijan las reglas de funcionamiento del campo de la comunicación e imponen sus criterios, anuncian tiempos convulsos en los que todo apunta a que se mantendrá la tendencia de los últimos años, en los que han aumentado las voces que demandan reforzar el control sobre el entramado tecnológico y nuevos mecanismos de rendición de cuentas —de las tecnológicas y de la industria mediática—. Cada vez son más los ciudadanos que demandan mejoras en los mecanismos de transparencia de los actores de un ecosistema comunicativo que muestra luces y sombras.

Los desafíos son muchos y diversos, pero el talento periodístico tiene ante sí renovadas oportunidades en el empeño de dar pasos adelante que hagan posible una sociedad mejor informada. Con iniciativas informativas sostenibles, mediante modelos de negocio eficaces y periodistas bien preparados, dotados de formación humanística y capaces de emplear las herramientas actuales, el periodismo tendrá ocasión de revalidar su centralidad en la construcción de las sociedades futuras en el horizonte del Ecuador del siglo XXI. Siempre, eso sí, en alianza con los sectores sociales más dinámicos y en clave digital.

EL ANÁLISIS Y LA VISUALIZACIÓN DE DATOS EN LA INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA: UNA REVISIÓN DE CINCO CASOS LATINOAMERICANOS

Paúl Mena Mena, MLitt University of Strathclyde, Glasgow, UK hpaulmena@gmail.com

RESUMEN

En Latinoamérica cada vez es más común que las investigaciones periodísticas se sustenten en el análisis de datos, y que sus publicaciones vayan acompañadas de visualizaciones de los mismos. Ante este escenario cabe preguntarse: ¿de qué manera el análisis y la visualización de datos se han integrado a la metodología de la investigación periodística? A partir del estudio de los cinco proyectos que fueron galardonados con el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación entre 2013 y 2018, el presente ensayo muestra que el trabajo con bases de datos ya no se utiliza solo para contextualizar y profundizar los hallazgos de una investigación, sino que los periodistas usan los datos como fundamento para confirmar sus hipótesis planteadas previamente, para abrir nuevas líneas de investigación e, incluso, para consolidar sus revelaciones mediante la construcción de bases de datos propias. Además, este ensayo expone cómo ha ido creciendo la aplicación de técnicas narrativas basadas en datos para crear visualizaciones con el fin de explicar de mejor manera las revelaciones de las investigaciones periodísticas. Para entender qué implicaciones epistemológicas se derivan del trabajo con datos, este artículo hace un recorrido teórico sobre la definición y la metodología del periodismo de investigación, se discute el lugar que ocupan los datos en la investigación periodística, y se repasan las técnicas narrativas basadas en datos que han sido aplicadas al trabajo periodístico.

INTRODUCCIÓN

El periodismo de datos ha ganado terreno en los medios de comunicación latinoamericanos en los últimos años. Importantes medios han integrado en sus redacciones a equipos combinados de periodistas y programadores dedicados exclusivamente al desarrollo de esa disciplina. Su influencia también ha dejado marca en la metodología aplicada a las investigaciones periodísticas. Este tipo de publicaciones expone la gran cantidad de datos que los periodistas deben ordenar y analizar para comprobar sus hipótesis, lo que supone el uso de técnicas asistidas por computador para evitar el naufragio en un mar de datos. Asimismo, cada vez es más usual que los reportajes investigativos vayan acompañados de visualizaciones de datos, desde tablas hasta aplicaciones, para dar sustento a los que revelan. Esto deja ver cómo el análisis de bases de datos se ha integrado a la metodología de la investigación. Para dar cuenta del espacio que ese tipo de trabajo ha ganado en la investigación periodística latinoamericana, el presente ensayo estudia los reportajes que ganaron el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación, el galardón más importante de la región, entre 2013 y 2018. Al momento de elaborar este estudio, aún no se celebraba la edición 2019 del premio. Este trabajo parte de una discusión teórica sobre el periodismo de investigación, sobre el lugar que el análisis de datos ocupa en la metodología de la investigación periodística y sobre las técnicas narrativas impulsadas por datos. Estas consideraciones teóricas sirven de insumo para el análisis de las investigaciones ya mencionadas.

EL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

La discusión sobre si todo periodista es investigativo o, al menos debería serlo, suele ser recurrente en las aulas donde se preparan los futuros reporteros. Si bien la cobertura de una noticia requiere de una mínima investigación previa, esto no hace que esa publicación sea considerada como investigativa. Tampoco el hecho de que en los medios televisivos y radiales se llame investigación al trabajo que hacen los reporteros para recolectar la información que servirá de insumo para cualquier tipo de reportaje. Lo que hace que el periodismo de investigación sea considerado como tal son tres características: primero, que su objetivo sea revelar algo que un grupo de poder ha mantenido oculto con el fin de preservar sus intereses; segundo, que esa revelación sea de interés público; y, por último, que sea el periodista quien realiza la investigación, no una autoridad cuyo informe sale a la luz gracias a la publicación de un medio (Santoro, 2004; Atwood, 2010). Estas tres condiciones esenciales hacen de la investigación una disciplina diferenciada de otros tipos de periodismo.

Varios autores agregan otras características que distinguen al periodismo de investigación. La mayoría coincide en la recolección de gran cantidad de documentos, tanto públicos como privados (Atwood, 2010; Dinges, 2010; Hunter, 2013; Houston, Bruzzese, & Weinberg, 2002). El periodismo anglosajón llama documents state of mind a la habilidad de reconocer, recolectar, ordenar y analizar la mayor cantidad de papeles que se producen alrededor de un asunto (Dinges, 2010; Houston, 2010). Un documento lleva a otro y este a otro, debido a los hechos que cada uno va evidenciando. De esta manera, es común que los reporteros se llenen de papeles y que los testimonios queden en segundo plano como validadores de datos. Otro elemento diferenciador del periodismo de investigación es el tiempo prolongado que el periodista dedica al proyecto (Hunter, 2013; Houston, Bruzzese, & Weinberg, 2002). El trabajo no se publica hasta que la información no esté completa. Esto no sucede en la cobertura diaria, pues la historia que se publica incompleta un día puede ampliarse en la edición siguiente. En definitiva, el periodismo de investigación es una disciplina que requiere la revisión de una gran cantidad de documentos, sin importar el tiempo que esto conlleve, pues el objetivo es abarcar la mayor cantidad de aristas alrededor de la historia.

Si bien los pasos a seguir en una investigación periodística divergen según cada autor, existen criterios comunes que permiten establecer ciertas normas generales al momento de plantear una metodología. Esas divergencias se dan por varias razones. Primero, hay que considerar que algunos autores advierten que el método no es una camisa de fuerza inamovible, sino que su aplicación depende de cada proyecto; además, el esquema de investigación tiene principalmente fines didácticos y difícilmente puede aprehender la flexible y compleja realidad (Santoro, 2004; Dinges, 2010). Asimismo, hay que tomar en cuenta que algunas propuestas hacen hincapié en que no se trata de seguir un paso tras otro, sino que las etapas se deben aplicar de manera simultánea (Santoro, 2004; Atwood, 2010). Por último, cada autor decide extender una fase o aplicar recursos extras de acuerdo con su experiencia previa. Por estas razones es que se registran diferencias entre las propuestas metodológicas. Por ejemplo, hay divergencias sobre el momento en que se debe delimitar el tema de investigación. Mientras el periodista argentino Daniel Santoro (2004) propone hacer la delimitación antes de plantear la hipótesis, el periodista estadounidense Roger Atwood (2010) anota que hay que hacerlo después. Otros desacuerdos son más significativos. Tras la elaboración de la hipótesis, Atwood plantea que se debe presentar el proyecto al director del medio, no sin antes establecer cuál será el mínimo de revelaciones a conseguir. El investigador estadounidense John Dinges (2010) agrega que, junto con esa declaración de resultados mínimos, el periodista debe exponer todas las evidencias2 que posee hasta ese momento para darle fuerza a su plan. El investigador francés Mark Lee Hunter (2013) va más allá, pues añade que se debe hacer un cronograma, un presupuesto y un plan de promoción de la historia que será dirigido a la audiencia. En todo caso, los autores analizados coinciden en que antes de iniciar la recolección de la información, es necesaria la planificación, cuyo núcleo es el planteamiento de la hispótesis, la misma que deberá ser corroborada o negada más adelante. Esta es la primera etapa de la investigación.

TABLA 1 EL MÉTODO DE INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA



La siguiente fase es la de reportería. Los métodos revisados coinciden en que las fuentes, tanto documentales como personales, se deben consultar desde lo general a lo particular. Hunter (2013) recomienda consultar todas las fuentes abiertas, que son de acceso público, antes de consultar a las fuentes personales. Además, los autores consultados siguen el modelo from the outside in, planteado por los investigadores del The Philadelphia Inquirer, James Steele y Donald Barlett (Houston, Bruzzese, & Weinberg, 2002). El modelo propone hacer un esquema de círculos concéntricos donde el investigado se encuentre en el centro y, a su alrededor, los personajes con los que se relaciona, dependiendo de su cercanía: los más alejados afuera y los más cercanos adentro. Los primeros en ser consultados serán los más apartados. Paulatinamente, el periodista debe ir cerrando los círculos hasta que, al final y solo al final, contacta al protagonista de la trama para la entrevista de contrastación. Dinges (2010) hace una clasificación de fuentes personales para determinar en qué orden deben ser consultadas. Para este autor, primero se debe contactar a las fuentes de conocimiento indirecto, que son expertos en el campo que se está investigando. Los académicos, los activistas y otros investigadores o periodistas entran en esta clasificación. Luego hay que ir por las fuentes de conocimiento directo: los testigos, las víctimas y los posibles culpables. La contrastación con los personajes cuestionados se realiza al final por cuestiones de estrategia y seguridad, pues si un poderoso se da cuenta de que alguien está siguiendo sus pisadas, lo más probable es que intente destruir evidencias importantes o que utilice su influencia para obstaculizar o, incluso, parar al periodista.

La tercera fase es el análisis de la información obtenida y, para ello, los autores ofrecen una serie de técnicas. La primera es el archivo tanto físico como digital de los documentos. Esto permite ahorrar el tiempo que se puede desperdiciar en la búsqueda de información ya obtenida. Además, Santoro (2004) y Dinges (2010) recomiendan la elaboración de un memorándum, que es una especie de diario donde el periodista anota qué hizo cada día, pues advierten que el reportero puede perder el control entre tanta información. Para cruzar los datos que se van recopilando, Santoro (2004) propone hacer un cuadro de doble entrada: en el lado de las columnas se colocan datos como direcciones, teléfonos, abogados, contadores y otros datos; y en el de las filas, los principales sospechosos de la investigación. El objetivo es corroborar si existen conexiones entre los personajes como, por ejemplo, si comparten el mismo teléfono, dirección, contador o encontrar cualquier otra coincidencia. Otra técnica recomendada por Santoro (2004) es la elaboración de una línea de tiempo, en la que se ordenan cronológicamente las actividades realizadas por los investigados. De esta manera, pueden aparecer relaciones entre hechos que de otra manera parecerían desconectados (Houston, Bruzzese, & Weinberg, 2002; Santoro, 2004). La idea de recopilar datos en un solo archivo para ubicar conexiones también es retomada por Hunter (2013), pero de manera más ambiciosa. Él propone la elaboración de un archivo maestro, que consiste en registrar todos los datos en un documento de texto o en una hoja de cálculo. Deben quedar las transcripciones de entrevistas, los extractos de documentos, la información de las fuentes, las anotaciones del periodista… en suma: todo. Esta técnica equivaldría a una síntesis del archivo, el memorándum, la cronología y la tabla para cruzar datos. Al final, todos los investigadores coinciden en que, si los resultados de la reportería y su análisis contradicen la hipótesis, esta debe ser perfeccionada tantas veces cuantas sea necesario. Por último, queda la etapa de producción, en donde se redacta y edita el reportaje. En definitiva, la investigación periodística se lleva a cabo en cuatro momentos —planificación, reportería, análisis y producción— que operan simultáneamente (Ver Tabla 1).

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ISBN:
9789978775158
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