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ÁNGELES Y DEMONIOS

ÁNGELES Y DEMONIOS

Carlos Novoa, S. I.



RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS

© Pontificia Universidad Javeriana

© Carlos Novoa, S. I.

Primera edición: 1998, Bogotá, D.C.

Segunda edición: julio de 2020

Bogotá D.C.

ISBN: 978-958-781-457-6

ISBN (DIGITAL): 978-958-781-458-3

DOI: https://doi.org/10.11144/Javeriana.9789587814583

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DIAGRAMACIÓN:

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DISEÑO DE CUBIERTA:

Kilka Diseño Gráfico

IMAGEN DE CUBIERTA:

Título: Notre Dame de Ruán

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Autor: Joesboy

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Pontificia Universidad Javeriana.

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Reconocimiento como universidad:

Decreto 1297 del 30 de mayo

de 1964. Reconocimiento de

personería jurídica: Resolución 73

del 12 de diciembre de 1933 del

Ministerio de Gobierno.

Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J.

Catalogación en la publicación

Novoa Matallana, Carlos Justino, S.I., 1954-, autor

Ángeles y demonios / Carlos Justino Novoa Matallana, S.I. -- Segunda edición. – Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2020.

Incluye referencias bibliográficas.

ISBN : 978-958-781-457-6

1. Ángeles 2. Bien y mal 3. Diablo 4. Interpretación de la Biblia 5. Cristianismo 6. Demonología I. Pontificia Universidad Javeriana.

CDD 235.3 edición 21


inp 11/03/2020

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.

A los jesuitas,

mis hermanos del alma

Autor

CARLOS NOVOA, S. I.

Nacido en Bogotá, en 1954. Sacerdote jesuita. Profesor titular y doctor en Ética Teológica por la Pontificia Universidad Javeriana. Tiene dos carreras: Filosofía y Teología, que estudió en la Pontificia Universidad Javeriana. Es magíster en Ética Teológica de la Universidad Gregoriana (Roma). Profesor de Ética en el Curso de Altos Estudios Militares (CAEM), de la Escuela Superior de Guerra de las Fuerzas Militares de Colombia (ESDEGUE) (2000-2004). Lleva 25 años como docente investigador de tiempo completo de Ética, en la Pontificia Universidad Javeriana. Es profesor en los doctorados de Derecho y Teología e investigador en el Departamento de Diseño de la misma alma mater. Decano AcadÉmico de la Facultad de Teología, de la Pontificia Universidad Javeriana (1996-2002) y director de la Maestría y el Doctorado en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana (2016-2019). Ha publicado dieciocho libros de su propia autoría. Ha divulgado cuarenta artículos en revistas indexadas. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Inter mirífica de la Conferencia Episcopal de Colombia, en el 2006.

Contenido

Presentación

¿Quiénes son los ángeles?

La verdad de la Biblia

Dios está con nosotros

Colombia y los ángeles

¿Existe el Diablo?

El lenguaje bíblico

El mal existe

El Diablo es el pecado o la negación del amor

¿Cuándo Satanás está dentro de mí?

Jesús nos libera de los horrores del egoísmo o el mal

Bibliografía

Presentación

Es muy oportuna, en la actualidad, esta publicación del P. Carlos Novoa, S. I. sobre el Diablo, los demonios y los ángeles.

Por regla general, en nuestro medio de creyentes se suele hacer la pregunta sobre la existencia o no de estos personajes; sin embargo, esta pregunta no tiene mayor importancia si se toman los textos de la Biblia en serio, esto es, empleando los métodos críticos convenientes. Mejor sería formular la pregunta de otra manera, a saber: ¿por qué los textos de la Biblia, en sus debidos contextos de experiencia de fe y culturales, hablan del Diablo, de los demonios y de los ángeles? O, todavía más a fondo: ¿qué sentido tienen estos personajes en la Biblia?

Como bien lo deja entender el P. Novoa, la Biblia es una expresión literaria de múltiples experiencias de fe, vividas en comunidad y en contextos culturales concretos. Si el contenido de fondo es la misma experiencia religiosa, todos los lenguajes empleados en la Biblia tendrán que ser necesariamente simbólicos; por eso, el peligro de la interpretación de estos textos está en historizar, de una manera simplista, estos lenguajes.

Ahora bien, el mundo de lo religioso se mueve fundamentalmente en la preocupación por dar razón a las inquietudes más íntimas y trascendentales de los seres humanos: ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos? La vida y la muerte, el bien y el mal, lo honesto, lo recto y lo deshonesto, la justicia y la injusticia, etc. En pocas palabras, este mundo de lo religioso se mueve dentro de la esfera del sentido de todas estas cosas. Es precisamente dentro de esta esfera de sentidos donde entran a intervenir el Diablo, los demonios y los ángeles.

Con una buena hermenéutica o comprensión, ya apropiada al momento presente, de los textos de la Biblia que se refieren a las funciones de estos personajes, se debería tratar de poner al lector en relación vital con la cosa subyacente de la cual están hablando estos lenguajes sobre el Diablo, los demonios y los ángeles, porque es allí donde nos encontraríamos con la real experiencia religiosa o de fe, bien contextuada, en donde estos lenguajes se produjeron y para qué.

Este trabajo del P. Novoa es un intento por descubrir el sentido subyacente de tales lenguajes simbólicos e interpretarlos y apropiarlos a la experiencia del mal hoy, y a la responsabilidad que los creyentes deberíamos asumir como instrumentos de la presencia solidaria de Dios con nuestros hermanos. Por esto, es de alabar y recomendar este intento del P. Carlos Novoa.

GUSTAVO BAENA, S. J.

¿Quiénes son los ángeles?

En estos tiempos, el mundo de los ángeles está suscitando un gran interés general, al punto que en las librerías se pueden encontrar los más variados títulos al respecto. Con el ánimo de responder a esta expectativa y puntualizar algunos aspectos en lo que se refiere a ciertas hermenéuticas erráticas acerca del tema, propongo este ensayo desde el horizonte bíblico.

Divido el presente texto en tres secciones:

1. La verdad de la Biblia.

2. Dios está con nosotros.

3. Colombia y los ángeles.

En la primera sección, busco puntualizar cuál es la intención fundamental de los textos de la Sagrada Escritura, sus posibilidades y sus límites. De esta manera, ubico el marco interpretativo fundamental de la angelología bíblica. Desde esta óptica, en un segundo apartado, planteo de manera sucinta el sentido de los ángeles para el pueblo de Israel y la comunidad cristiana primitiva. Concluyo en una última parte con una reflexión acerca del aporte de los mensajeros de Dios al hoy de Colombia.

La verdad de la Biblia

El tema de los ángeles es casi interminable, ya que la angelología está presente no solo en la experiencia cristiana, sino en muchísimas tradiciones religiosas actuales y pasadas. Dado el natural límite de este escrito, me es imposible referirme con un mínimo de seriedad a las ricas tradiciones religiosas hinduistas, asirias, babilónicas o islámicas en lo referente a los ángeles. Me circunscribiré, entonces, a plantear la experiencia bíblica al respecto.

Una pregunta fundamental que debemos respondernos para hablar de los ángeles en la Biblia es: ¿cuál es el tipo de verdad que nos comunica la Sagrada Escritura? Es fundamental porque, con frecuencia, no se tiene mucha claridad en este sentido, generándose una gran confusión. No podemos decir que la Biblia es un libro de astronomía, biología, arqueología o de lo que hoy se denomina la ciencia histórica, en el sentido científico riguroso de este saber.


Figura 1: Ángel con la corona de espinas (1680). Puente del Castillo del Santo Ángel (Roma)

Fuente: Pietro Paolo Naldini (1619-1691). Fotografía de Yair Haklai (2009)

Nota: Esta escultura es una copia de un original en mármol esculpido por Gian Lorenzo Bernini entre 1668 y 1670.

La Biblia no es un libro de lo que actualmente se llama la ciencia empírico-analítica, no; ni siquiera es un libro de las ciencias sociales. Entonces, ¿qué es la Biblia? La Biblia es la comunicación de una experiencia religiosa, horizonte muy importante para poder comprender su perspectiva y, por consiguiente, qué nos dice sobre los ángeles, el tema concreto que nos interesa.

La palabra religión es bastante equívoca, por esto es importante precisar su significado. Religión viene del latín religare: ‘unir, reunir’ en castellano. Para nuestro caso, se trata de la reunión del presente humano con un proyecto de sentido. Las personas, a diferencia de los animales, no estamos condicionadas en nuestros comportamientos solo por los instintos. Obvio, nosotros tenemos una dimensión instintiva, pero poseemos la capacidad de conducirla con autonomía, gracias a un cariz típicamente humano como es la libertad.

Gracias a la libertad yo puedo construir mi vida a partir de un horizonte que se llama proyecto, del latín pro-iectus (participio de proicere): pro: ‘hacia adelante’, iacere: ‘lanzar’; o sea, ‘lanzar hacia delante’. Las personas tenemos la capacidad de construir nuestro presente y nuestro futuro con creatividad y autonomía, siguiendo un objetivo y una meta que nos es posible conformar, no es algo ineludiblemente dado. En cambio, los animales, v.gr. los perros, solo pueden seguir un camino en sus vidas.

A diferencia de los seres irracionales, yo no tengo que seguir solo un camino, pero por desgracia puedo terminar siendo semejante a un perro; la sociedad de consumo es un vivo ejemplo. Esta me está programando un código de conducta en la televisión, la radio, la internet o las redes sociales que me impele a seguir unívocamente. Tenemos la posibilidad de dejarnos gobernar por estos dictados o de hacer nuestro proyecto; puedo decir “no quiero ser perro, quiero ser persona”.

Por consiguiente, yo puedo decidir con mis congéneres un tipo concreto de vida, v.gr. no esclavizarme al consumo del universo de la propaganda y a la producción de dinero para ello. Entonces, podemos optar por construir una sociedad solidaria y fraterna, por desarrollar el mundo de las artes, por ejemplo; y dicha opción es un proyecto, ya que nos trazamos un propósito, lo lanzamos hacia adelante y lo vamos construyendo.

Y este pro-iectus supone un objetivo y un sentido que necesariamente tienen que animar e impulsar el desarrollo de este. Somos, entonces, personas de sentido, el cual tiene una realidad más allá de las ciencias empírico-analíticas, porque estas me ayudan a captar una serie de realidades, de aspectos muy parciales de mi experiencia, pero a mí la biología sola no me hace feliz en toda mi existencia.

La felicidad no está en que yo coja un libro de biología y me haga pleno; me puede dar herramientas, pero en sí no me da la realización total. ¿Qué es lo que me da la felicidad? Un sentir o una proyección que llene todas mis expectativas y mis sentimientos. Y esto es la religión: reunir mi hoy con mi porvenir. Esta es la vida: darle un sentido uniendo presente y futuro. Esta dimensión de reunir o religar es el campo de la religión, el cual toca la totalidad de mi persona.

Dicho campo desborda el ámbito de lo que son las ciencias empírico-analíticas y sociales, porque ellas se dedican a sectores parciales del entorno que nos rodea, mientras que el sentido va a la totalidad que desborda cualquier formulación parcial. Toda dimensión de sentido es una religión, por ende, desde mi perspectiva, es muy inexacto decir “yo soy ateo”. Tú no eres ateo porque tienes fe, confianza en algo que te impulsa a vivir, todo ser humano la tiene.

Uno puede creer en una sociedad feliz futura o en que la acumulación egoísta de dinero le produce la dicha total; entonces, le apuesta en la vida a esta acumulación, así esté muerto de la neurosis. Pero uno tiene esa fe y esa es su religión porque confía en que por esta vía va a acceder a la felicidad. Más allá de las evidencias empíricas, le apuesta a algo y esto es la fe.

Hay otros que a mi juicio tienen una creencia más interesante, por ejemplo, el arte, la familia, los hijos, la filantropía o todas juntas. Entonces, yo experimento la fuerza de la solidaridad que en este instante no es plena, pero de la cual yo puedo vivenciar algunas concreciones y le apuesto a ello; tengo fe en ella sin que la solidaridad se realice ya plenamente.

Solidaridad es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de vida de todos, sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del imperio del dinero: los desplazamientos forzados, las emigraciones dolorosas, la trata de personas, la droga, la guerra, la violencia y todas esas realidades que muchos de ustedes sufren y que todos estamos llamados a transformar. La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares.1

La solidaridad constituye la experiencia cristiana de Dios mismo en Jesucristo por el Espíritu, la cual es una realidad que desborda toda concreción parcial. Desde esta perspectiva, el mundo de lo religioso se halla necesariamente lanzado a la dimensión del misterio. El término misterio viene del latín mysterium que significa aquella realidad inconmensurable que desborda su comprensión solamente desde el concepto.

Misterio es el amor, la relación de la madre o el padre con su hijo, la experiencia de aquella persona que dona su vida por el otro, v. gr. Martín Luther King, la madre Teresa de Calcuta, Gandhi y tantas otras. Todas estas hondas vivencias están más allá de las computadoras, la biología, el microscopio; más allá de lo mensurable y cuantificable.

Y es desde esta última y muy común angulación donde surge la acuciante pregunta: ¿cómo es que esta persona se hace matar por otra sin que le paguen, sin buscar obtener dividendos? Este cuestionamiento se torna más dramático en estas sociedades contemporáneas, donde con frecuencia lo único que cuenta es el lucro y la tarjeta de crédito. “Se enloqueció... trabajando sin que le paguen... ¡¡¡no es posible!!!”, he aquí una frecuente respuesta a nuestra pregunta.

El que manda hoy no es el hombre, es el poder y el dinero, el dinero. Vivimos una sociedad con una economía y unas finanzas sin ética, donde la persona no cuenta para nada, es desecho, es basura. Se trata de la cultura del descarte, la cual debemos superar con la construcción de la cultura del encuentro. Este es un sistema que mata gente, injusto de raíz, que debemos cambiar, en el cual se halla una minoría absurdamente rica que genera una gran parte de la humanidad en las condiciones más abyectas. El hambre es criminal. Toda esta idolización de la riqueza y el poder es el estiércol del demonio. El principal problema y por desgracia creciente en el mundo de hoy, es el de los pobres, los débiles, los excluidos, de los cuales los migrantes son parte. El terrorismo nace de la pobreza y la frustración.2/3

Este es el misterio, estamos abocados a él, a su fascinación descrita de forma bella por el Evangelio cuando afirma: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (Juan 15: 13). Este misterio es tan absolutamente inabarcable que rompe en mil pedazos la cortedad del concepto noético, en su pretensión de encajonar lo mistérico.

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Объем:
72 стр. 21 иллюстрация
ISBN:
9789587814583
Правообладатель:
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