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Crear. Cuarenta años en el Norte Grande Bernardo Guerrero Jiménez

ISBN: 978-956-7628-40-7 (Impreso)

ISBN: 978-956-7628-41-4 (Digital)

Diagramación y estilo: Gonzalo Aguilera Collao

Diseño de Portada: Gonzalo Aguilera Collao

Fotografías: Gonzalo Aguilera Collao

Archivo Fotográfico: Centro de Investigación de la Realidad del Norte

www.crear.cl

Ediciones El Jote Errante

Obispo Labbé 1235. Iquique. Chile

Correo electrónico: bernardo.guerrero@gmail.com

Primera edición: 2018

Disponible en E-book

Iquique, Chile

Diagramación digital: ebooks Patagonia

info@ebookspatagonia.com www.ebookspatagonia.com

Índice

Presentación

Capítulo 1

La región de Tarapacá como tema de estudio

Las ciencias sociales en el Norte Grande de Chile

La Universidad de Chile, sede Iquique

Los congresos del hombre andino

El Centro Isluga de Investigaciones Andinas

La institucionalización de la sociología en el Norte Grande

Creando el Ciren/Crear

Los congresos de sociología y de antropología

Un nuevo campo de estudio

La conexión holandesa

El Wus y la Clacso

Los derechos humanos

El trabajo con las comunidades andinas

El mundo urbano y popular

La producción académica del Centro de Investigación de la Realidad del Norte

Mujeres y la lucha por la democracia

El Jote Errante

La lucha por la democracia

La creación de la carrera de Sociología

Revista de Ciencias Sociales

Las ONG en el nuevo escenario democrático

Capítulo 2

Diálogo con los fundadores

Juan Van Kessel

Víctor Guerrero Cossio

Juan Podestá Arzubiaga

Francisco Pinto Madariaga

Capítulo 3

Testimonios

Augusto Varas

Isidro Morales

Cristian Jamett

Alexis Sosa

Yuri Bustamante

Natalia Casadidio

Daymond Flores

Ma. Francisca Basaure

Guillermo Jorquera

Rodolfo Andaur

Renata Cervetto

Miriam Salinas

Horacio Larraín

Bibliografía

Prensa consultada

Archivo del Crear. Documentos de trabajo interno

Presentación

Desde hace un par de años que rondaba en nuestras cabezas y en nuestros corazones la ida de escribir un libro sobre el Crear. Siempre aparecía un obstáculo, real o ficticio, para posponer la tarea. No existían al parecer las condiciones objetivas. No creo que hoy existan, pero de tanto acumular papeles y conversar con Juan Podestá, Francisco Pinto y Víctor Guerrero acerca de nuestra historia decidí que era el momento. Más aún si en otras publicaciones ya citadas en ese libro, cuando se hacía el balance de los duros años de la dictadura, la labor realizada por el Ciren/Crear aparecía reducida a un par de líneas, con excepción del libro de Chiappe (2015). Esas y otras razones, sobre todo esgrimidas por nuestros amigos y amigas que siempre se acordaban de nuestra labor en dictadura, me empujaron a redactar estas líneas.

Este no es un libro de memoria y menos de historia, aunque se encuentran en varias de sus páginas algo de ambas. Trata de cómo un grupo de sociólogos egresados de la Universidad del Norte, en Antofagasta, se empeñan en la tarea de abrir espacios académicos, de investigación, sobre todo de investigación-acción, de vinculación con el medio (esa expresión no existía) y de producción de conocimientos de nuestra realidad regional. De un grupo de amigos que desde el año 1973, antes y después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, mantienen una férrea amistad que, en algunos casos, con el paso de los años se ha debilitado, pero que no implica que se haya olvidado el aporte que realizaron, para, como se dice más adelante, ayudar a configurar un campo y un objeto de estudio. En este caso con los aymaras y luego con el mundo urbano popular. Un proyecto en la que la palabra emancipación, identidad cultural, reetnificación, derechos humanos, entre otros, son centrales en nuestros quehaceres.


El Ciren/Crear no hubiese sido posible sin la carrera de Sociología de la Universidad del Norte, que no aparece en la historia de la sociología chilena. No vamos a juzgar ese olvido, pero sin duda alguna, tiene que ver con el marcado centralismo que atraviesa nuestra sociedad. Crear ciencias sociales en el Norte Grande en tiempo de dictadura no fue una tarea fácil. A menudo peligrosa pero, sin embargo, pese a muchas consideraciones en contra, logramos armar un aparato institucional que cobijó a una gran parte de cientistas sociales que ahora desarrollan sus labores en diversas universidades. Pero, como se verá más adelante, el Ciren/Crear no solo fue un espacio académico: fue también un lugar de encuentro de hombres y mujeres que acudían a nuestro local de la calle Vivar a ver, por ejemplo, “La historia oficial”, la película argentina, a nuestras escuelas de verano. Del mismo modo, los documentales del Ictus, de Patricia Mora, Ignacio Agüero y los montajes en diapositivas de Antica Zaninovic y Carmen Grimm, “Acá vivimos”, animaron muchas de nuestras discusiones.

Este libro se estructura en torno a tres capítulos. El primero cuenta los orígenes y desarrollo del Ciren/Crear, desde su fundación el año 1980 hasta la década de los 90 con la creación de la carrera de Sociología en la Universidad Arturo Prat. Toca temas como la formalización y desarrollo de esta ONG, de sus discusiones internas y, sobre todo, esto es lo más importante, de la constitución y construcción de un objeto de estudio, a saber, la situación de los aymaras contemporáneos del Norte Grande de Chile. Todo ello en una situación de autoritarismo extremo, de persecución de las ciencias sociales y, sobre todo, de una universidad cautiva. Discusiones teóricas y metodológicas acerca de nuestra realidad y de cómo alcanzar el desarrollo regional que considere nuestra rica y variada identidad cultural, eran uno de nuestros temas fundamentales. La armazón de este capítulo se ha visto facilitada por la existencia de un inmenso archivo del Crear, sobre todo de un banco de proyectos y de una serie de informes, nunca publicado, acerca de nuestros quehaceres y preocupaciones.

El segundo capítulo está constituido por cuatro entrevistas que realicé en diversos momentos a los que denomino inspiradores y fundadores del Ciren/Crear. Juan Van Kessel, Víctor Guerrero, Juan Podestá y Francisco Pinto, nos entregan sus reflexiones no solo acerca de nuestra organización, sino que también de lo que era Iquique y la región en la década de los años 80. Todas ellas, excepto la última, fueron realizadas en el marco de un programa de televisión de la Universidad Arturo Prat, “El oficio de la memoria”, y que Diana Silva ha transcrito con pulcritud.

El último capítulo se inscribe en la tendencia de que los otros, los que nos conocieron, nos cuenten sus impresiones acerca del Ciren/Crear de los años 80 y de la actualidad.Nos entregan sus voces quienes fueron estudiantes de Sociología, y que hoy ejercen como tales, además de periodistas, directores de teatro, curadores, antropólogos, etcétera.

Agradezco a todos los que ayudaron a que este libro sea una realidad. Dedico este libro a la figura de mi maestro y amigo Juan Van Kessel, Patricio Advis y Ramsés Aguirre.

Capítulo 1

La región de Tarapacá como tema de estudio

La región de Tarapacá ha sido fuente de riquezas naturales por excelencia. La explotación del guano, plata, salitre, pesca y de la actual minería de altura, cobre, dan cuenta de la riqueza de esta zona del país. El ciclo del salitre, en especial, conecta a este territorio con el resto del mundo, a través de la exportación del nitrato que se usa como fertilizante y como materia prima para la elaboración de la pólvora. La disputa por los ricos yacimientos salitreros sirve para explicar la guerra del Pacífico o del Salitre (Blakemore, 1977), y más adelante, en parte, la revolución de 1891 (Blakemore, 1977). Región conquistada por el Estado chileno es sometida a un sistemático proceso de chilenización. Producto de la gran concentración de trabajadores en el puerto y en la pampa, y de las miserables condiciones de vida de hombres y mujeres, ayuda a configurar un vasto y combativo movimiento obrero, pionero en América Latina. La matanza en la escuela Santa María, el 21 de diciembre de 1907, la Coruña en 1925, indican el grado de organización de los obreros y de la tristemente célebre capacidad represiva del Estado nacional.

Todos estos elementos dan cuenta de la importancia que tuvo Tarapacá en el concierto nacional e internacional. El Norte Grande fue el sostén por mucho tiempo de la economía nacional. Las sucesivas crisis del salitre, 1930, 1960 y 1980, por solo nombrar tres hitos importantes, significaron el cierre de las oficinas salitreras y con ello el abandono de ciudades puertos como Pisagua y Taltal. Los pampinos volvieron a sus tierras de origen o bien se movilizaron a las ciudades cercanas como Arica, Iquique, Calama, Tocopilla, para continuar con sus vidas. Otros regresaron al llamado norte chico o bien al centro o sur del país. Pero no fue un regreso cualquiera. Traían consigo una experiencia de vida marcada por las luchas obreras.

Anexada a la soberanía nacional, los territorios de Antofagasta y de Tarapacá fueron objeto de una política de chilenización. Esta se realiza a través del cambio del clero peruano por el chileno, del reemplazo de profesores nacionales por peruanos (Van Kessel, 1980). Su forma más violenta se expresa en las llamadas Ligas Patrióticas, grupos armados de derecha que expulsan a los ciudadanos del Rímac (González, 2004).

Sin embargo, este proceso de chilenización no fue tan sistemático ni abarcó a toda la extensa geografía de esta zona variada en pisos ecológicos. Por razones obvias, tendió a concentrarse en las ciudades y en la pampa salitrera, dejando casi en el abandono la zona andina de la precordillera y la cordillera. Esta última operó como una especie de refugio para los aymaras. Tampoco llegaron los curas. Se tiende a pensar que el proceso de chilenización fue homogéneo y exitoso a la vez. Nada más alejado de la realidad. Si bien es cierto que el sistema escolar se expandió por toda la zona y, como ya dijimos, por las ciudades y la pampa salitrera, se la tuvo que ver con una población que portaba una fuerte identidad regional, una manera singular de ocupar el territorio (Guerrero, 2015). De una larga data −más de 9.000 años antes de Cristo−, cazadores y recolectores ya habían dado muestra de una extraordinaria capacidad de adaptación al medio. La cultura Chinchorro destacó por su habilidad para momificar a sus muertos, siendo los más antiguos en estas prácticas (Arriaza, 2016). Avanzando en el tiempo, con la llegada de los españoles, con la cruz y la espada, se modifica el paisaje. Se inicia, esta vez, un largo y profundo proceso de desintegración de las estructuras básicas de la sociedad aymara (Van Kessel, 1980), que se irá acentuando con la instalación de las repúblicas con el consiguiente redibujo de las fronteras no solo geográficas, sino que también políticas y culturales. Todo este proceso ha sido bien estudiado por Van Kessel (1980, 1992).

Las ciencias sociales en el Norte Grande de Chile

Hasta la década de los años 70 del siglo pasado,Tarapacá llamaba la atención por sus riquezas arqueológicas. La producción e investigación arqueológica en Arica, Iquique y Antofagasta se desarrolló de modo sistemático. La obra del cura belga Gustavo Le Paige (1903-1980), en San Pedro de Atacama, fue fundamental en esta dirección. Lo mismo aconteció en Arica. Aun cuando muchos de ellos no tenían la formación universitaria en ese campo, lograron poner en evidencia el largo pasado del Norte Grande. Lo mismo acontecía en Iquique. Figuras como Jorge Checura Jeria (1933-1995) y Anker Nielsen Schultz (1890-1959) realizaron excavaciones motivados más que nada por su curiosidad científica.

Algo parecido sucedía en la historia regional. La figura de Óscar Bermúdez Miral (1904-1983) fue tal vez la más insigne de todas. Su Historia del salitre... (1963) es una obra de vigente actualidad. En el año 1930 se edita, en Santiago, el libro del general Carlos Harms Espejo, que lleva por nombre Los grandes problemas del Norte Grande. Este libro se hace cargo de entregar una visión completa de los temas que aquejan a la provincia. Realiza una exhaustiva mirada desde temas de la minería, el ferrocarril de Iquique a Oruro, los recursos hídricos, entre tantos otros. Es, a nuestro juicio, el primer intento por entregar una mirada de totalidad del Norte Grande de Chile, sin ignorar por cierto los trabajos de Guillermo Billinghurst, entre otros. En la dirección de la historiografía, los trabajos de Patricio Advis Vitaglich son clásicos. Aparte de su formación de arquitecto, encuentra en la historia un fértil campo de desarrollo. La obra de Mario Zolezzi Velásquez es también de importancia. Gran parte de su producción está contenida en crónicas publicadas en la prensa local, El Tarapacá y La Estrella de Iquique. La Universidad Arturo Prat editó un par de libros de su autoría, al igual que el Crear.

Mención aparte merece la obra de Pedro Bravo Elizondo, historiador radicado en los Estados Unidos. Se le debe a él los primeros estudios históricos sobre la matanza en la escuela Santa María, el inicio del teatro y literatura obrera en el Norte Grande.

La Universidad de Chile, sede Iquique

El año 1964 se crea en Iquique la sede de la Universidad de Chile. Esta sede logra a través del Departamento de Ciencias Sociales publicar varios documentos que dan cuenta, de una u otra manera, de aspectos importantes de nuestra realidad regional. Le corresponde al Centro de Documentación, de ese Departamento, publicar una serie de obras. Su director fue el historiador iquiqueño Leonel Lamagdelaine. Fue Guillermo Kirk su vicerrector.

El material publicado por este Departamento corresponde en su edición Nº 1 a la obra de Freddy Taberna Gallegos. Como requisito para obtener su Licenciatura en Geografía Humana, en la Universidad de Chile en Santiago, Taberna presenta su tesis Los Andes y el Altiplano Tarapaqueños. Una tentativa de evaluación geográfica. Parte importante de este trabajo sería publicado el año 1971. Las obras de Taberna serían reeditadas el año 1998 por el Centro de Investigación de la Realidad del Norte (Guerrero, 1998).

Esta serie de documentos, publicada a mimeógrafo, y de escasa difusión, es un valioso aporte al estudio de la región. En los 70, se publicarían trabajos de Gabriel Martínez Soto-Aguilar: Humor y sacralidad en el mundo autóctono andino (1974) e Introducción a Isluga (1975). Hay que consignar, también, la vasta producción de Leonel Lamagdelaine: Programa Forestal Ganadero Pampa del Tamarugal y Programa Altiplano de Tarapacá (1972), Antecedentes sobre forestación y ganadería en la Pampa del Tamarugal y en el Altiplano de Tarapacá, Recopilación de Documentos para la Historia de Tarapacá (1977), la reedición de La irrigación en Tarapacá (1973), de Guillermo Billinghurst, y del Diccionario de Tarapacá y Tacna de Riso Patrón (1880), entre otros.

Este Centro desaparece cuando la Universidad de Chile cierra en Iquique su sede, en los años 80, en plena dictadura militar (1973-1988).

En forma paralela, un grupo de intelectuales en la década de los 60 crea el Instituto Tarapacá, bajo la conducción del abogado Raúl Hidalgo Guerrero. Entre otros, participa el arquitecto e historiador Patricio Advis Vitaglich. En los años 80 se refunda bajo el nombre de Centro de Investigaciones Históricas de Tarapacá. Se definen como:

Institución privada orientada a investigaciones históricas/antropológicas regionales, fundada en San Andrés de Pica, el 27 de noviembre de 1968, legalización en trámite, integrada por investigadores y colaboradores dedicados a la preservación, investigación, difusión y prestación de servicios de los recursos históricos/antropológicos de la Primera Región del país (CIHT, 1981, no indica página).

Su presidente fue Patricio Advis; Pablo Cerda, vicepresidente, y Enrique Medina, secretario. En el comité editorial estaba Ramsés Aguirre, Óscar Bermúdez, Lautaro Núñez, Marietta Ortega, Sixto Fernández, entre otros. Participa también el poeta Guillermo Ross-Murray; los médicos Pablo Cerda, Ramsés Aguirre, entre otros. Una de sus publicaciones es el poema de Ross-Murray “La Calle Baquedano”. Sus oficinas estaban en Ramírez 1535.

Los congresos del hombre andino

El año 1973 se realiza en las ciudades de Arica, Iquique y Antofagasta el “Primer Congreso del Hombre Andino”. Los temas que se discutieron, en pleno gobierno de la Unidad Popular, eran, sin duda alguna, el rol del campesinado aymara en la transición al socialismo. Las posturas teóricas eran una mezcla de indigenismo y de marxismo, que debatían acerca del carácter de la sociedad andina de los años 70. Chiappe y Ramos (2017) y Núñez son los que han reflexionado sobre este Congreso. Los primeros plantean y cito en forma textual:

En cuanto al texto de Taberna y la Comisión Organizadora, la primera parte del mismo analiza las condiciones generales y particulares que presentaba el campesinado sur andino y la posibilidad de su incorporación al frente socialista, mientras que la segunda trata las condiciones particulares que presentaba el campesinado andino en el norte de Chile, para comprender su posible papel en el proceso sociopolítico chileno. Se partía de un diagnóstico claro: las “comunidades andinas” estaban prontas a desintegrarse por efecto de la destrucción de su “matriz económica-cultural” en manos del capitalismo. Es importante especificar que esta matriz andina tenía como característica principal ser de carácter socialista (vinculada al ayllu y a los derechos y obligaciones comunales que de su pertenencia emanaban). Esto permitiría que, de comprender el “hombre andino” los beneficios derivados de su participación en el proceso revolucionario, este podría hacerlo en conformidad con sus tradiciones comunales (Chiappe y Ramos, 2017, 83).

Es interesante observar en el discurso inaugural de Alejandro Lipschutz, una reflexión en torno al carácter socialista del ayllu. Cito textual:

Quienes hayan tomado contacto con la historia del Hombre Andino se han impuesto de la discusión cautivante sobre el régimen social y político del hombre andino, discusión en la cual han participado historiadores y sociólogos de gran calidad. Mencionar en primer lugar a Mariátegui, peruano de espíritu moral nobilísimo, y el renombrado investigador americanista Baudin de París. Ellos y varios otros autores pensaban que el régimen agrario andino era comunismo o socialismo. Es el ayllu, la comunidad agraria indígena, a través del mundo entero ofrece aspectos fundamentales del comunismo (Lipschutz, 1973, s/p).

Y agrega:

Pero los autores mencionados no se dieron cuenta del hecho de que en nuestra América sucedió, en la vida agraria, lo mismo que en Asia y Europa: la auténtica comunidad agraria sirvió también de base para el señorialismo y feudalismo (Lipschutz, 1973, s/p).

Hay que recordar que Baudin (1972) es el autor del libro El imperio socialista de los incas, de extensa divulgación e impacto en Chile.

El Centro Isluga de Investigaciones Andinas

Habría que mencionar, en esta línea, el esfuerzo del Centro Isluga de Investigaciones Andinas, dependiente de la Universidad del Norte, sede Iquique, que desarrolló también un trabajo en ese territorio, aunque en las áreas de las ciencias sociales, no tuvo el mismo dinamismo que en otras líneas disciplinarias. Ello es comprensible, además, por el contexto que impuso el régimen militar. Hablamos de los años 80. La primera publicación de este Centro está fechada el año 1977 y es de Ítalo Lanino. Ver bibliografía.

Este Centro desarrolló una interesante labor en el área agropecuaria y textil, sobre todo en la zona de Isluga. Antropólogos y sociólogos, Marietta Ortega Perrier y Patricia Provoste Fernández (1977), realizaron investigaciones en esta zona. En esta área, le cupo un rol protagónico al matrimonio compuesto por Gabriel Martínez y Verónica Cereceda. No es exagerado afirmar que el primero de ellos inició la antropología andina en esta zona. Inspirado en el pensamiento estructuralista de Lévi-Strauss, efectuó investigaciones en la cultura religiosa de los aymaras. Por su parte, su mujer lideró el estudio de la artesanía textil.

La institucionalización de la sociología en el Norte Grande

El año 1972, en la Universidad del Norte en Antofagasta, se crea la carrera de Sociología. En forma paralela, se funda también la de Antropología. Tiene dos ingresos, el año 1972 y 1973. Es cerrada en forma parcial en septiembre de 1973, producto del golpe de Estado. La carrera de Antropología derivó en Arqueología. A fines de ese año, por razones que se desconocen, se vuelve a abrir Sociología. En el 1975 recibe a su última promoción. Egresan tres cohortes de sociólogos. El cuerpo de docentes, formados en su mayoría en Concepción, son despedidos. Profesores brasileños, cubanos y bolivianos son expulsados del país. Los nacionales son detenidos y algunos se van al exilio. Los estudiantes sufren también las consecuencias de la represión militar. En su reapertura, se contratan nuevos profesores, algunos formados en la Universidad de Chile como José Foppiano, Mario Soko de la Universidad Católica de Chile y René Ríos de la Universidad de Concepción. Quedan del período anterior Augusto Iriarte, Mario Fanta, y las asignaturas complementarias las dictaban académicos de la misma Universidad del Norte. Destacamos la formación recibida por René Muñoz de la Fuente. Se entiende que la formación entregada antes del golpe de Estado estaba dominada por el paradigma marxista. En este nuevo período, se prohíbe la sociología marxista y el enfoque es más funcionalista. José Foppiano enseña estructural funcionalismo, sobre todo a Parsons, mientras que Mario Soko enseña a Simmel, entre otros.

El segundo período en la formación de los sociólogos de la Universidad del Norte está marcado, y se verá más adelante, por la llegada de un teólogo, antropólogo y sociólogo holandés, nacido el año 1934 en la ciudad de Eindhoven, J.J.M.M. Van Kessel, en adelante Juan Van Kessel.

Con una sólida formación en las áreas ya señaladas, Van Kessel empieza a escribir su tesis doctoral sobre los aymaras del Norte Grande. Cursa estudios de sociología en la Flacso, en Santiago. El año 1975, publica su libro Bailarines en el desierto, investigación que tenía por objeto los grandes santuarios del Norte Grande. Influyó en un grupo de estudiantes que luego fundaría el Centro de Investigación de la Realidad del Norte (Ciren), luego Crear. Pero ya volveremos sobre ese tema.

Van Kessel se hizo cargo de la cátedra de Metodología de la Investigación Social, tanto en su vertiente cualitativa como cuantitativa. Sin embargo, el foco de su atención no se reducía tan solo al estudio de las técnicas y de su aplicación, sino que también a la discusión ontológica y epistemológica. Fue así como a las lecturas de Pierre Bourdieu, El oficio del sociólogo, le continuó las de Gaston Bachelard y Pierre Theihard de Chardin. De ese modo, reflexionamos sobre el carácter del positivismo metodológico y se nos abrían las puertas para otro tipo de abordajes teóricos y metodológicos.

Sin embargo, su otro gran aporte fue mostrarnos la riqueza regional en la que estábamos insertos. Riqueza que la sociología, en sus vertientes tanto funcionalistas como marxistas, era incapaz de ver. Dos son los puntos de interés que tienen que ver con el aporte de Van Kessel, uno el tema de la etnicidad, la aymara, en este caso, y la otra de la religiosidad popular, y entre ambas muchos puntos de conexión. Además, el año 1987 publicó con el Ciren/Crear el Diccionario de la pesca artesanal, en un intento por entender la visión del mundo de los hombres de mar. Este texto se hermana con su hermoso relato etnográfico, Pescadores y peregrinos de Tocopilla (1992).

Fue así como, el año 1975, este grupo de estudiantes cobijados bajo el alero de Van Keseel, publica el Cuaderno de Investigación Social Nº 1. El índice de esta publicación es indicativo de los temas que se empiezan a investigar:

La imagen votiva en la cosmovisión del hombre andino contemporáneo: Un intento de interpretación antropológica. Juan Van Kessel

Notas demográficas sobre Camiña y Sibaya comprendiendo el período 1600-1900. Juan Podestá Arzubiaga

Algunos aspectos culturales del habitante lirimeño: vida doméstica, trabajo de la mujer y situación escolar. Lucy Ramírez C. y Yerny González C.

La sociedad andina: una sociedad en desintegración. Eduardo Pérez Rodríguez

Tres elementos configurativos en los cantos religiosos de la fiesta de La Tirana. Bernardo Guerrero Jiménez

Esta publicación, además del número 2 editado siendo estudiantes de Sociología, se realizó en precarias condiciones económicas. No contaron con el apoyo de los profesores y se imprimieron en hojas de roneo bajo la tecnología del esténcil y mimeógrafo. Se advierte, además en estas publicaciones, un interés por acudir a otras disciplinas como la antropología cultural, la demografía y la historia, para dar mejor cuenta de lo que se intenta estudiar.

Complementario a lo anterior, se da en Chile el llamado boom andino, en la que la Universidad del Norte juega un papel destacado a través de su conjunto folclórico: Cofun, en la divulgación del folclore andino. De igual forma grupos como Illapu, Los Sachas, entre otros, desarrollan un repertorio inspirado en el mundo andino. El Tambo Atacameño de la Universidad del Norte realiza una interesante actividad de proyección folclórica. Juan Podestá, Yerny González y quien escribe son asiduos conferencistas en los talleres que este grupo realiza para conocer más sobre los grupos étnicos del Norte Grande. Este grupo edita la revista Tambo. Se editaron dos números con temas andinos. Como se verá, el boom andino no es solo musical. Raúl Ortega Lobos, profesor de música, crea el Ceref, Centro de Estudios del Folclore, el año 1997, pero tiene corta vida. El llamado boom andino fue un interesante estímulo para la visibilización de los aymaras del Norte Grande (Guerrero, 2014), sobre todo en un país que se creía uniforme en lo cultural.

El año 1976, los estudiantes que luego crearían el Ciren, viajan a la comunidad de Lirima para conocer las experiencias comunitarias que allí se realizan. Desde ese año perdura, hasta la actualidad, una gran amistad con los lirimeños y, sobre todo, con Javier Vilca Ticuna.


Eduardo Pérez, Bernardo Guerrero, Juan Podestá y Juan Carmona

Este es un activo dirigente que empieza la lucha por la defensa de las aguas en los años 80. En el documental Y es nuestra (1982), se narra ese proceso. Los lirimeños son los primeros en formar una escuela básica con pertinencia cultural, como se llamaba en esos años. Le corresponde al profesor Juan Álvarez Ticuna y Raúl Baltazar Baltazar liderar este proceso. Los aportes de Álvarez en torno a la interculturalidad y el trabajo con campesinos aymaras fueron publicados en el Cuaderno de Investigación Social Nº 24(1987).

Al decir de Vilca, esta escuela es la que inspira década después la formación en la Universidad Arturo Prat de la carrera de Pedagogía Intercultural Bilingüe (conversación personal). El haber estado durante quince días ayudando en los trabajos comunitarios en Lirima, nos significó una experiencia etnografía imposible de olvidar.

Las tesis de pregrado de los estudiantes ligados a Van Kessel siguen la misma lógica de los trabajos presentados en los Cuadernos de Investigación Social, lo que demuestra un interés y área de especialización en lo regional. Son tesis que abordan temas de religión (presencia evangélica entre los aymaras); impacto de la educación fiscal en la cultura indígena; procesos tecnológicos y cambios en la estructura familiar, entre otros. Todos desarrollados por Bernardo Guerrero Jiménez, Juan Podestá Arzubiaga, Eduardo Pérez Rodríguez, Yerny González Caqueo y Lucy Ramírez Casals.

Creando el Ciren/Crear

Una buena parte de los que estudiamos sociología en la Universidad del Norte en Antofagasta éramos de Iquique. Por lo mismo, regresamos a nuestra ciudad. Es el año 1978 y las condiciones para ejercer como sociólogos son prácticamente inexistentes. A pesar de lo anterior, nos reunimos en casa de amigos1. En el año 1980, en el mes de mayo, decidimos, apoyados tan solo por el deseo de hacer algo, crear el Centro de Investigación de la Realidad del Norte (Ciren). No teníamos ni oficinas ni dineros ni nada que se le parezca. Solo un timbre y una casilla de correos que un amigo nos prestó. Lo primero que desarrollamos fue una estrategia de marketing consistente en mostrarse a la comunidad. Sostuvimos una reunión con el director del periódico perteneciente a la cadena de El Mercurio, La Estrella de Iquique, para colaborar como columnistas. Cada columna debería indicar el nombre del autor, su profesión y el nombre de la organización a la que pertenecía. En este caso, importaba destacar la profesión de sociólogo y del Centro de Investigación de la Realidad del Norte. Lo anterior provocó que la profesión se hiciera conocida más allá del estigma, tal como lo había hecho la dictadura. Lo que escribimos en esa época tenía que ver con temas generales, como el alcoholismo, la pesca artesanal, la vivienda, identidad, etcétera, en lo posible con una óptica regional. Escriben Juan Gabilán, Rafael Miquel, Víctor Guerrero, Juan Podestá, Bernardo Guerrero, entre los sociólogos. Luego se integran profesionales de otras disciplinas como el médico Ricardo Bustamante, la kinesióloga y hoy antropóloga física Vivien Standen, la sicóloga Marisol Susaeta, entre otros.

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9789567628414
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