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La pequeña historia

para amar(te)

Amanda chic


© Amanda chic

© La pequeña historia para amar(te)

Julio 2021

ISBN papel: 978-84-123821-0-5

ISBN epub: 978-84-123821-1-2

Editado por Editorial con Valores

info@editorialconvalores.com

Tel: 656 800 948

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Índice

Un poco sobre mí

Prólogo por Mónica Galán

Capítulo 1: La niña que fuiste

Capítulo 2: El patio

Capítulo 3: La adolescencia

Capítulo 4: Somos lo que hacemos con lo que hacen de nosotros

Capítulo 5: El amor tóxico

Capítulo 6: La mente es maravillosa

Capítulo 7: El mal vuelve a casa

Capítulo 8: ¿Cuánto tiempo me queda, doctor?

Capítulo 9: Me pongo en tus zapatos

Capítulo 10: El tránsito

Capítulo 11: Las horas pasan lentas

Capítulo 12: Desconocidos

Capítulo 13: Somos lo que damos

Capítulo 14: Amor en la distancia

Capítulo 15: Bienvenido a la jungla

Capítulo 16: Destrucción

Capítulo 17: La ilusión

Capítulo 18: Los valores

Capítulo 19: El año de la rata

Capítulo 20: El amor más incondicional

Método para detectar el maltrato, aumentar tu amor propio, autoestima y transformación

Capítulo 21: Acero inolvidable

Agradecimientos

Bibliografía sugerida

Filmografía sugerida

Un poco sobre mí

Para que me conozcas, voy a mostrarte un poco más sobre mí. Mi nombre es Mónica Villar, aunque muchos de vosotros me conocéis en redes a través de Amanda chic. Desde pequeña siempre he sido una persona muy creativa, bondadosa, risueña, divertida, siempre preocupada por los demás y tremendamente empática. Me encantaba bailar y cantar (algún video mío hay por ahí moneando, esperemos que no salga a luz) y sobre todo siempre he sido una mente inquieta a la que le encantaba aprender algo nuevo cada día, y que le gustaba todo lo que tenía que ver con el mundo de la comunicación, la imagen y la publicidad. Así que tiene sentido que, tras haber estudiado Administración y Finanzas y Secretariado, finalmente acabara abriendo un blog llamado Amanda chic que tan buenos momentos me ha dado y que me llevó a colaborar con multitud de marcas a nivel nacional e internacional, así como a asistir a semanas internacionales de la moda, como Milan Fashion Week, y a conocer al mismísimo Giorgio Armani. Soy influencer y creadora de contenido de estilo de vida, moda, belleza, tecnología, gastronomía y viajes. Me encanta transmitir y comunicar a través de mis redes sociales y de AMANDA CHIC, este proyecto que abrí en 2011 para desarrollar mi lado más creativo y como un hobbie y que hoy en día es mi profesión.

Además, el blog nació en un momento personal muy duro y a través de él conseguí sanar una enfermedad que sufría cuando lo comencé, así que imaginaros lo importante que es para mí y lo terapéutico que ha sido escribir a través de este nombre, que es una mezcla del nombre que le pondría a mi hija si algún día fuera madre y la palabra chic que es una de mis favoritas y que para mí significa ser elegante y adaptar las tendencias a tu personalidad y estilo de vida de una forma única.

Amanda chic

Prólogo por Mónica Galán

Vivimos tiempos en los que saber querernos a nosotras mismas es más importante que nunca; por eso cuando Amanda me propuso escribir este prólogo, además de sentirme muy honrada porque pensara en mí, me enfrenté a mi propia visión sobre la autoestima, un concepto que siempre tengo muy presente en mi propio Método Bravo, porque como suelo decir en mis charlas y formaciones, para hablar bien en público es necesario pensar bien en privado, y el primer paso para ello es tener una visión positiva y equilibrada de nuestra propia valía.

Sin duda la falta de autoestima es un problema que afecta a muchas personas y evoluciona a lo largo de toda nuestra vida. De hecho, los estudios realizados sobre adolescentes muestran que cerca de un 25 % tiene una autoestima baja. No obstante, otro reciente estudio de la Universidad de Berna afirma que nuestra autoestima va creciendo progresivamente con la edad, y sería alrededor de los setenta años cuando empieza a descender en circunstancias normales. Además, entre las causas de la baja autoestima se calcula que el 30 % corresponde a motivos genéticos, mientras que el 70 % restante vendría dado por factores del entorno y nuestras experiencias.

Todo esto nos confirma que las creencias limitantes pueden modificarse y trabajarse, y si los propios psicólogos tienen diferentes visiones sobre lo que es la autoestima, yo os digo lo que significa para mí: según mi experiencia, una de las mejores formas de ganar autoestima, además de empaparte de buenas historias, como la que cuenta este libro que tienes en las manos, es precisamente perder el miedo a exponerte ante una audiencia. En mi caso me di cuenta de que las personas con baja autoestima no hablaban en público y, de la misma forma, quienes hablaban en público veían elevada su autovisión y su autoconcepto, generando un círculo virtuoso que refuerza la confianza. Sería algo así: «Como disfruto de una autoestima positiva, hablo en público bastante bien y con seguridad. Al mismo tiempo, hablar en público mantiene alta mi autoestima».

La que nos cuenta Amanda es la historia de una mujer valiente que habla desde su propia experiencia, la de alguien que decidió transformar las cosas menos agradables de su vida y compartir sus aprendizajes para ayudar e inspirar a otros, en una eterna vocación de ayuda y servicio a los demás. Además de atraparte en una narración apasionada, te ayudará a analizar y diagnosticar las situaciones que vives, y te proporciona un método para elevar la autoestima y detectar las relaciones que no te están aportando como deberían, con técnicas y herramientas específicas, además de un plan de trabajo para elevar tu amor propio en pocas semanas. Este foco en las acciones es otro de los aspectos fundamentales de la propuesta de Amanda, y en ese sentido encaja de lleno con la mentalidad de crecimiento que más se requiere en estos momentos.

Este es un libro imprescindible, en definitiva, para quienes quieran trabajar en su autoconcepto, pero que también puede resultar muy útil para todos aquellos que quieran conocer más sobre estas cuestiones, aunque no sientan a priori esa falta de autoconfianza, y sobre todo es una guía para que tomemos conciencia y comprendamos mejor a las personas que están sufriendo por esta causa. Espero que lo disfrutes tanto como lo he hecho yo, y que su lectura te anime a llevar a cabo esa mirada interior que te permita descubrir todo lo bueno que llevas dentro. ¡Buena suerte en ese viaje!

Juntos mejor.

Mónica Galán

Autora del método BRAVO, Public speaking trainer

y experta entrenadora en comunicación,

oratoria y comportamiento no verbal


Capítulo 1:

La niña que fuiste


No juzgues un libro por la tapa

ni por sus comienzos,

pues de una crisálida

se forma la mariposa.

De mi corazón al vuestro. Amanda chic

Si te toparas hoy con la niña que fuiste… ¿qué le dirías?

María tenía tres años y estaba en la parte alta de la escalera.

Abajo estaba ese ser extraño con una muñeca enorme, acompañado de algunos familiares que intentaban convencerla para que bajara las escaleras.

—Baja, María, ¡es tu padre! —exclamaron.

Ella miraba sorprendida con sus grandes ojos verdes; estaba asombrada y asustada a la vez. No entendía absolutamente nada. Para ella tan solo existían su madre y sus abuelos, esa era su familia, y… ahora ese ser extraño que estaba esperándola al final de la escalera decía ser su padre…

Tragó saliva fuertemente y comenzó a bajar las escaleras lentamente, con inseguridad, tratando de entender qué estaba sucediendo, mientras en su cabeza pasaban muy rápido todo tipo de reflexiones e ideas… ¡Toda su familia se había vuelto loca!

Los padres de María se divorciaron cuando ella tan solo tenía diez meses de vida. Dicen que los hijos de parejas divorciadas que han sido utilizados en conflictos de divorcio, tienen traumas psicológicos equivalentes a ser maltratados. Cuando utilizas a un menor como moneda de cambio en un conflicto familiar, el trauma queda ahí, y eso es lo que sucedió con esta historia de divorcio. En los procesos de separación influyen muchos elementos, pero lo más importante es no hacer sufrir a los hijos.

A los ocho años, María estaba en un juzgado en donde se decidía con quién tenía que vivir, si con su madre y sus abuelos (con los que había vivido hasta esa edad) o con su padre, esa persona ajena a la pequeña y que quería sacarle totalmente la custodia a su madre, para arrebatarle a María. Más de una hora estuvo llorando con una psicóloga que le exigía que debía irse con su padre, dibujando la familia feliz y perfecta, pero… ¿qué es una familia feliz?

Para María, la familia feliz era seguir viviendo con sus abuelos y su madre, aunque ella no ejerciese cien por ciento como madre por todos sus problemas. Ella no quería irse con ese ser desconocido que además no le transmitía ninguna confianza; y es que desde pequeña María siempre se guiaba por las sensaciones y las energías que le transmitían las personas que conocía.

Por suerte, la jueza finalmente le dio la custodia a su madre y María pudo vivir con ella y sus abuelos tranquilamente. Fue un juicio traumático, una mala experiencia para ella. Cuando llegó ese día a casa solo tenía ganas de llorar, no era capaz de controlar el llanto, el miedo que sentía... se imaginaba cómo sería su vida si no estuviera en su amado hogar, donde sentía el calor de los suyos.

Las separaciones, en sí mismas, no tienen por qué dañar a los hijos. Sufrirán, sobre todo al principio, pero cuando todo se asienta, se calma, se hacen las cosas bien y lo asumen, tienen más recursos para acomodarse o incluso, encontrar alguna ventaja al tener dos modelos de crianza o dos ámbitos sociales.

Reflexión:

Haz que tus sueños sean más

grandes que tus miedos


Capítulo 2:

El patio


Fuera, vete de mi casa

Tú no eres mi amiga

que yo sigo jugando,

qué más da…

Canción de Pablo López

Los niños pueden ser tan crueles… Ya lo decía Mario Benedetti:

«Es curioso como a veces se puede llegar a ser tan inocentemente cruel».

Se crean grupos. Por un lado, están los populares y los no populares, que son excluidos de alguna forma por el primer grupo, alejándolos de las actividades que están realizando, no dejándolos participar en juegos y los llegan a discriminar, intelectual, emocionalmente, etcétera.

María siempre se sentía sola. Pasaba los recreos uniéndose a gente diferente cada día. Pero descubrió que de todo se podía aprender algo. La parte buena de no estar siempre con los mismos era que así conocía más gente. Pensaba para sí misma: «No saben los demás lo que se están perdiendo por tener ese círculo tan cerrado en el que siempre juegan los mismos». Pero… ¿para qué negarlo?, le hubiese gustado dejar de tener la incertidumbre en cada recreo, en cada pausa o actividad y que la dejaran formar parte de ese grupo.

El ser humano tiene la necesidad de pertenencia a un grupo. En la infancia es algo importante pertenecer a un grupo, saberse parte de él, sentirse útil, parte activa y fundamental de este. Somos seres sociales.

Los años de colegio fueron bastante desconcertantes para María. Desde preescolar ya vivía situaciones un tanto rocambolescas. Tenía una profesora que todos los días abusaba verbalmente de ella, la sacaba al encerado y resaltaba todo lo que hacía mal; tenía un nivel de obsesión increíble con la pequeña; llegó un punto que María no quería ir al colegio, tan solo tenía náuseas y se sentía muy triste. Tenía tan solo tres años y medio y era la más pequeña de su clase. Años más tarde todo saldría a la luz y la directora pedía perdón a la familia de María, ya que el centro desconocía totalmente esa situación.

Con nueve años, un día que María estaba en clase, el profesor comenzó a hablar de sexualidad y películas porno. Todos los chicos comenzaron a bromear y se armó un gran algarabío en la clase. De pronto, toca el timbre; eran las 17:00, hora de irse a casa. María recogió sus cosas y salió de clase. De pronto, por el pasillo tres niños la metieron a la fuerza en el baño y le dijeron: «¡Ahora vamos a follar!», mientras se reían. María se zafó de sus empujones hacia el baño y por suerte quedó en nada, o más bien, en un buen susto. Pero con tan solo nueve años no es agradable vivir este tipo de experiencias.

A veces los niños se envalentonan cuando están juntos, en pandilla; unos por otros se dejan llevar y no piensan en las consecuencias de los actos. Esta experiencia nunca fue contada a nadie. Tal vez si un día escribiera un libro la contaría… ¿Quién sabe?

Ninguna etapa es más intensa y maravillosa y vulnerable a la vez que nuestra infancia. Esas primeras experiencias marcan el rumbo de nuestra vida y la visión que tenemos de ella, por ello es tan importante tener una buena infancia. María había tenido algunas experiencias que marcarían parte de su edad adulta y su adolescencia.

Reflexión:

Sé cómo la flor de loto:

renace cada día e imponte

a la adversidad.


Capítulo 3:

La adolescencia


No tienes que sufrir

para ser un poeta.

La adolescencia es suficiente

sufrimiento para todos.

John Ciardi

La adolescencia es una etapa compleja y difícil, tanto para los adolescentes como para los padres. Ambos se enfrentan a situaciones tensas o de desconcierto. La relación entre padres e hijos cambia en la adolescencia y todos viven entre sensaciones nuevas y de pérdida… Si a eso le sumas un cáncer, la cosa se pone mucho más emocionante.

Desde la adolescencia se nos presentan situaciones de la vida en las que nos la tenemos que jugar y ser valientes, dudar, decidir…

María tenía trece años cuando le detectaron un cáncer a su abuela, su pilar fundamental en la vida. La relación con su abuela era algo mágico, con solo una mirada se entendían, se reían, pasaban mucho tiempo juntas. Sentía protección a su lado y, a la vez, alas; su abuela la apoyaba absolutamente en cada uno de sus sueños y luchaba con ella para que los consiguiese.

A esas edades muchas chicas se van al cine con sus amigas, comienzan a flirtear con otros chicos; sin embargo, María estaba en el hospital sujetando la mano de su abuela que estaba postrada en una camilla, donde yacía con su cuerpo lleno de tubos. Ella agarraba fuerte su mano y la miraba fijamente, enviándole un claro mensaje: «No me abandones, te necesito». Ahora entendía el porqué de todos aquellos días anteriores a la operación, cuando su abuela parecía haberse vuelto loca limpiando la casa y ordenando todo como si esperase la visita de alguien importante.

Después de la operación y tras un año y medio con quimioterapia, su abuela se recuperó y todo volvió a la normalidad. Sí, a la normalidad del adolescente, del instituto, al bullying, los insultos, los tirones de coleta, al vacío de las chicas cuando estrenabas una nueva prenda o destacabas en algo, y también se unían a esto los chicos más populares y valientes.

Un martes por la mañana estaba en clase de Matemáticas, cuando uno de esos chicos valientes y populares entró ebrio en clase. María cerró los ojos, le temblaban las piernas… ¡No podía estar sucediendo eso! El chico en cuestión se sentaba delante de ella, y comenzó a insultarla y molestarla durante toda la clase. María pensaba: «¿Es que nadie va a hacer nada?». Lo cierto es que ante estos casos… los profesores tienen miedo, los compañeros están absorbidos por los chicos que abusan y el grupo de los más débiles no alzan la voz por miedo y porque saben lo que les puede venir encima. Al final no queda más remedio que aprender a defenderse sola.

Ante sucesos así, la mente de la persona que sufre este tipo de abusos comienza a dejarse llevar por pensamientos negativos, falsas creencias y vive atemorizada en una realidad paralela. Tiene miedo de cruzarse con esa persona en el pasillo porque nunca sabe qué reacción puede encontrar cada día.

Es muy común que los niños agresores vengan de una familia violenta o de una familia donde hay carencias emocionales, abusos verbales o físicos. Es una forma de desahogar sus propios sentimientos de inseguridad, angustia y enojo contenido durante mucho tiempo.

Con todo esto María comenzó a creer que todo lo que le decían era verdad y se comenzó a descomponer un poco la forma en que se veía a sí misma. Comenzaron los problemas de autoestima y la pérdida del amor propio.

Ella se prometió a sí misma que no iba a enamorarse en ese entorno radioactivo. Así que su primer novio y los chicos con los que salió en la adolescencia eran siempre de otro instituto, incluso de otra zona. No quería que un sentimiento tan bonito estuviese rodeado de malas vibraciones.

Un día, durante la clase de tecnología le tocó trabajar en pareja con el chico más guapo de clase. Él la miraba y sonreía, fueron días muy bonitos. Un día él se declaró, pero ella, por miedo al entorno, lo rechazó. Se le daba bien hacerse la indiferente, se escondía en ese disfraz para no mostrar sus sentimientos reales, intentaba crear una barrera o escudo para que nadie la dañase.

La adolescencia fue una etapa muy difícil para María, fueron años que la marcaron para siempre, pero al mismo tiempo le darían un aprendizaje muy importante y la convertirían en la mujer fuerte que sería en un futuro, porque lo que no te destruye te hace mucho más fuerte.

Reflexión:

No eres lo que logras,

eres lo que superas.


Capítulo 4:

Somos lo que hacemos con lo que hacen de nosotros


Necesitamos seguir creándonos, seguir aprendiendo de nosotros mismos como seres humanos, seguir experimentando nuestros límites y reflexionar sobre nuestro potencial. Dejar atrás las falsas creencias y las debilidades que no permiten desarrollarnos como personas. Tratar poco a poco de ir desatándonos del pasado. Pero eso a veces lleva su tiempo y años.

María había repetido primero de bachillerato, era un año duro para ella: el bullying, su primer desengaño amoroso y una mala elección en las asignaturas que cursaba. Al año siguiente decidió cambiarse de ciencias a letras; fue una decisión acertada, aprobó con notas muy altas, era buena estudiante y muy perfeccionista.

El año anterior un profesor le había dicho que no conseguiría sacar sus estudios de bachillerato. Opiniones… Si una persona se deja llevar por ellas pueden llegar a limitarla en su desarrollo personal y hacer que no trabaje duro ni luche por sus sueños para conseguir sus metas.

Todos deberíamos recordar que cada día es una nueva oportunidad para empezar de cero, para aprender a escucharnos a nosotros mismos para hacer realmente lo que queremos.

Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. Siempre depende de nosotros mismos ser nuestra mejor versión independientemente de lo que hayamos vivido en el pasado.

¿Realmente somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros? En la vida actuamos en función de nuestras experiencias pasadas. Pero a veces el ser humano tropieza varias veces en la misma piedra, aunque tratemos de corregirnos y procuremos no cometer esos errores.

Cada fracaso es un aprendizaje de vida que nos anima a seguir luchando si realmente queremos lograr nuestro propósito, nuestras metas y objetivos.

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123 стр. 22 иллюстрации
ISBN:
9788412382112
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